Castro. El renegado Imprimir
Escrito por Indicado en la materia   
Sábado, 07 de Abril de 2012 11:46

Por Perdo Corzo.-

 

De la visita de Benedicto XVI a Cuba se podrán hacer infinidad de análisis y evaluaciones, pero sin dudas  el encuentro entre Fidel Castro y el Papa, le aportó a la visita un ingrediente muy particular.

 

El encuentro con Fidel Castro no fue de Estado, porque el caudillo dejó el poder, al menos oficialmente,  hace  varios años, pero aun así, un contacto entre el viejo caudillo y el Papa hubiera respondido más a un compromiso protocolar,  si se hubiera producido sin la presencia de la familia del hombre que cerró iglesias y confiscó escuelas religiosas.

 

Ver a Fidel con el Papa, sin que mediara  arrepentimiento de su parte, sin la necesaria contrición para el perdón y la reconciliación, debió haber sido un golpe devastador para los que fueron formados en los valores y principios que la Iglesia Católica sostiene e inspira.

 

El hecho que Benedicto XVI, recibiera a Fidel en compañía de su esposa e hijos le dio a la visita un carácter muy especial, máxime  cuando ha sido una familia muy poco conocida, que el caudillo ocultó por décadas,  pero que después de su enfermedad y según avanza la decrepitud que lo invade, esta adquiriendo un mayor protagonismo.

 

Castro y su familia en la Nunciatura, rodeado de monseñores y frente al Papa, fue devastador para aquellos que vivieron la persecución de la iglesia y las consecuencias que de esa represión se derivó para la sociedad nacional.

 

Cierto que la Iglesia ha sobrevivido por esa indiscutible capacidad para vadear las corrientes mas tumultuosas, pero los fieles siempre anhelan que el barquero no le venda al diablo,  el alma de sus pasajeros.

 

El castrismo pretendió imponer sus valores, intentó cambiar la historia, atacó a fondo los fundamentos éticos de la sociedad cubana y sus más importantes objetivos fueron  las religiones, la iglesia Católica fue  el blanco clave a destruir para poder construir el nuevo orden prometido.

 

Aquella fue una experiencia indeleble. Creyentes discriminados,  perseguidos, humillados y encarcelados.

 

Fue Fidel Castro quien inspiró y comandó la persecución de la Iglesia y ordenó el fusilamiento de los que en defensa de sus creencias religiosas o convicciones políticas, solo por recordar a dos de aquellos jóvenes, Alberto Tapia Ruano y Virgilio Campanería, cayeron ante el paredón de fusilamiento gritando Viva Cristo Rey.

 

Los extremismos del castrismo son padecidos por católicos y no católicos, por todo ciudadano que fue y es  capaz de defender sus convicciones, y paradójicamente, por muchos de los que han guardado silencio cómplice ante las tropelías de la dictadura. Se ha contado mucho, se ha descrito en demasía, pero nunca es  suficiente, porque la mala memoria hace presa de los que prefieren olvidar para poder pescar.

 

Sin proceder a  un análisis sobre los resultados concretos para el pueblo cubano de la visita de Benedicto XVI a la isla, si es evidente que  el gobierno y la jerarquía de la Iglesia, eventuales aliados pero no amigos, están trabajando para ampliar y profundizar los resultados que respectivamente le favorezcan de la visita papal.

 

Berta Soler, la líder de las Damas de Blanco, declaró que aunque el Papa fue a Cuba con un mensaje de amor y reconciliación, esos sentimientos no fueron recibidos por el régimen y que una de las enseñanzas de la visita papal es que la libertad de los ciudadanos de la isla depende de ellos mismos.

 

Pos su parte el padre José Conrado, manifestó que el Papa representa a Jesús, que si es un liberador, y que quiere que los cubanos vivan en la verdad y libertad. Agregó que dudaba de la sinceridad del gobierno cubano en su recibimiento al Papa, porque el arresto de creyentes que querían ver Benedicto XVI, evidencia que el régimen no respeta la religión,  porque no permite a los fieles practicar la fe.

 

Por supuesto que otra lectura, entre varias, que se pueden hacer del encuentro entre Castro y Benedicto XVI, es que Fidel reincidió en su condición de renegado,  porque después que abjuró de la Iglesia para abrazar el marxismo, lideró una corriente de ateismo militante que escindió el país, manipuló generaciones, hoy frustradas,  con falsos postulados para conservar el poder,  en el ocaso de la vida, después de destruir la nación, regresa a la iglesia para reclamar la salvación que no merece. ¿Será por eso que pidió ser recibido por el Papa?. De ser así, una vez mas,  la Iglesia ha vencido a sus verdugos temporales.