La Dama del Agua Imprimir
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Viernes, 21 de Octubre de 2011 21:50

Por Vicente Botín

“Nada hay en el mundo más blando y suave que el agua, pero nada puede superarla en el combate contra lo duro y resistente”. Esta sentencia del Libro del Tao define muy bien a Laura Pollán, líder de las Damas de Blanco recientemente fallecida. Laura Pollán era una mujer de apariencia frágil, sus maneras eran suaves, pero su voluntad era más fuerte que un torrente. Tenía la resistencia del junco que se comba con el viento y se levanta firme sin quebrarse.

Rodeada de “sus” Damas, delante de un panel con las fotografías de su esposo, Hector Maceda y de todos los presos de la primavera negra de 2003, Laura Pollán recibía a la prensa extranjera en su casa de la calle Neptuno, en Centro Habana, sin hacer caso de los ojos y oídos camuflados hasta de floreros, que espiaban lo que allí sucedía. Laura tenía un particular modo de hablar, vocalizaba hasta estirar al límite las palabras, un hábito adquirido quizás durante sus años de maestra, y no se alteraba nunca, ni siquiera cuando los “músicos” de la seguridad del estado esparcían por toda la calle ruidos infernales para evitar que sus palabras saliera de Cuba a través de la radio y la televisión extranjeras.

En un país silenciado por el terror, Laura Pollán y las Damas de Blanco emergieron como un géiser. En Cuba existía ya un Comité de Madres de presos políticos que vestían de blanco en verano y de negro en invierno, pero con muy poca proyección. Las Damas de Blanco adoptaron ese color y con un gladiolo rosa y un pin con la fotografía del esposo o del familiar encarcelado, se convirtieron en un testimonio de la violación de los derechos humanos en la isla.

El gobierno cubano, sorprendido por aquella irrupción, no supo valorar su importancia y se limitó a aplicar el “manual”, tildando a las Damas de Blanco de “mercenarias al servicio del imperio”. Pero cuando salieron a la calle y comenzaron a desfilar los domingos por el bulevar central del barrio de Miramar, después de asistir a misa en la iglesia de Santa Rita, se inquietaron. La prensa mundial se hizo eco de aquella protesta pacífica que denunciaba la barbarie de un sistema que condenaba hasta 28 años de cárcel a personas cuyo “delito” era exigir el respeto de los derechos humanos.

A las descalificaciones del gobierno siguieron los actos de agresión contra las Damas de Blanco. Primero fueron las militantes de la Federación de Mujeres Cubanas. A Fidel Castro se le ocurrió la “brillante” idea de lanzar a unas mujeres contra otras. Y así, un domingo de febrero de 2005, cuando un grupo de apenas doce Damas de Blanco se retiraban después de la misa en Santa Rita, un centenar de militantes comunistas se lanzaron contra ellas, con insultos y agresiones. Aquella violenta acción fue el inicio de una escalada de atropellos.

Turbas del gobierno disfrazadas de “pueblo” acosan, insultan y maltratan a las Damas de Blanco cada vez que salen a la calle. Pero su fragilidad y determinación son su mejor escudo. El Consejo de Ministros de la Unión Europea condenó y calificó como “deplorables” las acciones violentas contra las Damas de Blanco, y el Parlamento Europeo las otorgó el Premio Sajarov a la Libertad de Conciencia que había obtenido ya en 2002 el disidente cubano Oswaldo Payá.

La excarcelación y destierro del “Grupo de los 75” disidentes no ha silenciado a las Damas de Blanco, que siguen siendo un testimonio de resistencia pacífica contra una dictadura inmersa en un proceso de maquillaje “reformista”, sin modificar un ápice su política represiva y de falta de respeto a los derechos fundamentales.

Laura Pollán ha muerto, apenas unos meses después de la excarcelación de su esposo, Héctor Maceda, por el que tanto peleó, que ha dejado el estremecedor testimonio “Enterrados vivos”, sobre su experiencia en la cárcel. Como tantos otros luchadores pacíficos por la libertad, Laura Pollán no ha podido ver el final de la dictadura. Pero no ha muerto en vano. Su ejemplo y su bravura abrieron grietas en un barco que se hunde aceleradamente. Ella fue como el agua, blanda y suave, pero dura y resistente. Descanse en paz.

Infolatam
Madrid, 18 octubre 2011

(Especial para Infolatam)