EL GRITO DE YARA, SE REPITE. Imprimir
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Lunes, 10 de Octubre de 2011 20:49

Por Raúl Fernández Rivero

Los primeros 25 años del siglo XIX, fueron sacudidos por una avalancha de alzamientos y guerras independentistas, en las tierras de la naciente América Latina. Las tropas de Morelos e Hidalgo, de Bolívar, Sucre, O´Higgins, San Martin, Artigas y otros próceres, iban liberando naciones, creando un nuevo continente. Con la excepción de Brasil, envuelto en los conflictos creados por la invasión napoleónica y el traslado de la corte de Lisboa a Rio, ya hacia 1821 la independencia estaba casi consolidada, en toda América. Pero el Caribe, tuvo una historia diferente. Santo Domingo, con Duarte a la cabeza, se independiza de Haití que lo había ocupado hacia los años 40 y Cuba permanecía como Puerto Rico bajo el gobierno Colonial Español.

Las tropas españolas según iban siendo derrotadas en la América continental, eran enviadas -para su posterior retorno a España- a la llamada “Siempre fidelísima” Isla de Cuba. Esto ocasionó que la concentración de tropas españolas por km2 en la primera mitad del siglo XIX, fuera muy superior a la que hubo en el continente en cualquier momento anterior.

Los movimientos independentistas en Cuba, a pesar de la fuerte represión, fueron muchos y notables. Pero todos, a lo largo de los primeros 67 años del siglo XIX, infructuosos.

La isla estaba sometida a una situación política agobiante. Los criollos, hijos de españoles nacidos en Cuba, no podían ocupar puestos de algún rango en la burocracia oficial y los mestizos, discriminados absolutamente. La esclavitud, defendida por muchos cubanos, estaba entorpeciendo el desarrollo, pues la mano de obra baratísima esclava detenía la industrialización y el progreso. Aún en medio de polémicas la esclavitud, era una espina para todos los cubanos que querían la independencia ¿Cómo pedir libertad teniendo a esclavos en su entrono o en su propia casa?

España prohibía el derecho a reunión  y la formación de partidos. No existía libertad de prensa y la expresión de los derechos que, en Estados Unidos y Francia se habían proclamado, podía llevar a la cárcel o el destierro. La convocatoria de una Junta de información en 1867 fue un rotundo fracaso, y el sostenido desarrollo de un pensamiento independentista y demócrata  por el presbítero Félix Valera y J.A Saco, maduraba con fuerza en los jóvenes universitarios y los cubanos ilustrados. A todo esto debemos incluir que la situación económica, se agravaba. Las crisis de 1857 y del 66 habían dejado maltrecha la producción, pero en el fondo era la política de España que imponía altos impuestos y tributos a su antojo. Mientras, sostenía un rígido control comercial que afectaba enormemente la economía en la isla. Las quejas de los cubanos sobre el saqueo de la Isla utilizado para las necesidades coloniales de España en lugares lejanos, cerraba el tema.

En ese cuadro tenebroso, los cubanos decidieron poner fin al régimen autoritario colonial.

El 10 de Octubre de 1868, Carlos Manuel de Céspedes, El Padre de la Patria, se alzó en armas en su ingenio azucarero La Demajagua y al grito de ¡Viva Cuba Libre!, llamado Grito de Yara, proclamó la independencia de Cuba y dio la libertad a sus esclavos. Céspedes, fue el primer Presidente de Cuba en Armas y encabezó la Insurrección al mando de 147 hombres, los que fueron incrementándose en el curso de pocas semanas llegando a constituir un Ejército  de 17,000 hombres.

El grito de Yara, fue el comienzo de una larga Guerra, que después de 10 años, bajo el acoso de tropas muy superiores en número y fuerza, acordaron con España un Documento de Paz, firmado el 10 de Febrero de 1878, que terminaba la guerra. Las dos grandes metas de la Guerra iniciada el 10 de Octubre bajo el Grito de Yara, no se habían cumplido, ni independencia ni libertad a los esclavos.

España, al margen de su ofensiva militar, emprendió una ofensiva paralela, la civil. Para ello, incrementó el contingente de inmigrantes españoles hacia Cuba, con el objeto de "Españolizar" la isla. Del año 1868 a 1880, llegaron a Cuba 382.476 españoles, y para el año 1898, cuando Cuba logra su independencia, eran 960.682, de los cuales 449.287 eran civiles y 511.395 eran militares.

Cuba significaba mucho para España. Corría la Era de la navegación, y la situación privilegiada de Cuba en pleno centro del Golfo, como llave del Caribe, con los puertos excelentes de La Habana al norte y Santiago de Cuba al sur, volvía La Isla centro comercial y de paso obligado de la naves hacía y desde México y Suramérica y el enlace del gigante Norteamericano que crecía Florida arriba. Ello llevó a España defender a cal y canto el territorio Insular, de Cuba y Puerto Rico. Pasarían 20 años más hasta que en 1898 se consiguiera el deseo ardiente de Carlos Manuel de Céspedes y sus compañeros.

Para los que buscan en la historia notas de aprendizaje, es de lugar y orden recordar, que las cusas del alzamiento del 68 y las posteriores intentonas y guerras de independencia, tuvieron como origen una insoportable condición política y económica.

Tal y como, muchos -o todos- los historiadores coinciden en señalar, lo que en párrafo anterior expusimos como causa del alzamiento: “España prohibía el derecho a reunión  y la formación de partidos. No existía libertad de prensa y la expresión de los derechos que en Estados Unidos y Francia se habían proclamado, podía llevar a la cárcel o el destierro”. Es exactamente el mismo conjunto de motivos que hoy llevan a miles de cubanos a protestar en número cada vez mayor, contra el Imperio Familiar de los Castro. Los Héroes de las Guerras de Independencia de 1868 y 1895 hoy tomarían de nuevo las armas para defender lo que fue objetivo libertario. Ni siguiera hoy en Cuba ha terminado la esclavitud. Se continuó con un racismo desbocado, que en pleno Siglo XXI, el gobierno del autócrata Castro reconoce es un problema sin solución. Casi cien años después del alzamiento del Grito de Yara en Cuba comenzó otra Guerra de Independencia en los años 1960. Ésta guerra sostenida, en las montañas del Escambray en las provincias centrales, en Pinar del Río,  en la Sierra Maestra y en lucha armada en las ciudades, fue sofocada con la ayuda de una de las dos potencias mundiales de entonces, la URSS, que envió no solo armas y expertos, también agentes de la KGV que torturaron cubanos en los centros de interrogatorio y agentes de fuerzas especiales a cercar a los alzados. Miles desaparecieron, ahogados huyendo del régimen en el Caribe traicionero o muertos y enterrados en las montañas, fusilados o asesinados ya heridos. 10,000 fusilados, 30,000 desaparecidos, 250,000 presos políticos, 2.000.000 de exilados, son los números tétricos del Weyler cubano.

Más otra guerra, otro 1895, está gestándose y este llevará Luz a las sombras, Paz a los mártires muertos y Libertad a los esclavos del siglo XXI.

RAÚL Fernández Rivero

Última actualización el Lunes, 10 de Octubre de 2011 20:57