Castro, la disidencia, los esbirros, el exilio, el pueblo, los turistas y la explosión social Imprimir
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Sábado, 24 de Septiembre de 2011 10:24

Por JUAN VALER

Por estos días, nos han llegado noticias de dos actos concretos de la disidencia del interior de Cuba, ambos realizados en puntos sensibles a nivel propagandístico en uno de los casos y el otro, en una barriada de La Habana, donde la depresión económica y por diferentes factores, se ceba en la población en mayor medida de lo que afecta a otros municipios de la capital.

Sin entrar a considerar la finalidad perseguida en el segundo de los actos, ya que esta no ha sido voceada por las protagonistas, habremos de centrarnos en las pretensiones de las manifestantes de las escalinatas del Capitolio, las que si que han admitido abiertamente, su pretensión de excitar "la explosión social" y siempre teniendo en cuenta que, ambas actuaciones, parecen seguir las mismas o parecidas pautas y se percibe en ambos casos, la persecución de los mismos fines.

Hasta la fecha, siempre hemos tenido conceptuada a la práctica totalidad de la disidencia interna, dentro de lo que han venido auto denominando como, oposición o disidencia pacífica, lo mismo que, hemos visto participar de los actos de esa oposición pacífica, a las integrantes de las dos manifestaciones objeto del análisis.

Sin duda que, estas mujeres se han visto influenciadas por las recientes explosiones sociales en algunos países árabes del norte de África, las cuales han venido precedidas de manifestaciones de corte mas o menos pacífico, así como del uso de la violencia en su represión, lo cual ha excitado explosiones sociales, seguidas de la consiguiente guerra civil, o cuando menos, de unos conflictos armados, de considerables dimensiones.

En definitiva, cuando hablamos de la EXPLOSIÓN SOCIAL, estamos hablando de desencadenar una violencia tan incontrolada, como la que se está dando en Libia en este preciso momento, en un conflicto que, pese a estar participando activamente la OTAN, todo el mundo es consciente de a quien se pretende derrocar, pero nadie puede manifestar, a quien diablos se está apoyando, lo que nos ofrece una visión de lo incontrolado de ese conflicto en concreto que, si bien es cierto, se está intentando controlar, en la certeza de la participación de la OTAN, nadie puede afirmar a ciencia cierta si, lo que se apresta para sustituir a Gadafi, no será la mismísima Al Qaeda.

Entiendo que, aquí todo el mundo está legitimado para cualquier cosa, por barbaridad que se nos antoje a los ojos de unos u otros. Ni los unos ni los otros, ni mucho menos lo de enfrente, estamos ofreciendo una salida a toda la desesperación y frustración, acumulada por la ciudadanía cubana. De uno, otro lado y de enfrente, llevamos más de 50 años, lo mismo que los judíos se tiraron cerca de un milenio, todos los años emplazándose para el siguiente en Palestina y parece justo que, los cubanos de dentro no tengan que aguantar la de los judíos, ni nadie está legitimado para pedirles tamaño sacrificio.

A nadie se le escapa que, la tiranía en Cuba, se sustenta con el uso y el abuso de la violencia. Todo el mundo es consciente de que, la violencia engendra violencia, lo mismo que, en aplicación de esa misma máxima, podemos afirmar que, la violencia, solo se combate con violencia luego, podemos establecer que, la pretensión de provocar una explosión social, es una respuesta justa y adecuada, para combatir la violencia, con la que se sustenta la tiranía. No voy a afirmar que, la explosión social sea una fórmula proporcional en el combate a la violencia, ya que nadie puede predecir cuales van a ser las consecuencias últimas de poner en funcionamiento una fórmula de tan difícil control, en cualquier caso, el uso de la violencia, en contra violencia, siempre ha de ser desproporcionada, a fin de evitar y disuadir de la respuesta, por parte del agresor.

La explosión social, tiene sus propias pautas, tanto en la génesis, como en su desarrollo. Como hemos visto en las recientes explosiones sociales en algunos países árabes, el detonante son unas manifestaciones solicitando cambios en el ámbito político, protagonizadas por algunos grupos concretos y definidos y la adhesión de otros grupos y ciudadanos sin ninguna filiación política, tras las primeras "detonaciones", las cuales y como hemos mencionado con anterioridad, vienen dadas por la respuesta policial y represora de los regímenes contra los que se focaliza el descontento popular, donde los regímenes autoritarios o totalitarios, bajo los que viven estas sociedades, sirven de saco de arena, donde los ciudadanos descargan su ira, la cual habitualmente emana mucho más de frustraciones de índole personal, que las que se pueden constatar de orden político.

Una característica propia del ser humano, es el pretender achacar a otros, las frustraciones propias de sus carencias personales. Todos pretendemos buscar explicación a nuestras carencias en la situación general del País e incluso del mundo, pero sabiendo que, en el mundo existen diferentes calidades de vida, en función de la situación geográfica y abducidos en cierta manera por los medios de comunicación, tenemos cierta tendencia a achacar nuestros males a nuestros dirigentes más cercanos, ya que entre otras cosas, ellos aparentan tener esa calidad de vida que todos anhelamos.

En los sistemas democráticos, las elecciones plurales y periódicas, ejercen la función de "válvula de escape" para esas frustraciones humanas, en la ilusión de que, el cambio de gobierno y la consiguiente "patada en el culo" a los gestores actuales, nos va a llevar a un cambio en nuestra situación personal y va a aliviar nuestras frustraciones.

En aquellos regímenes que, se sustentan indefinidamente por la violencia, no queda otra que aguantar heroicamente, o proceder a darles "la patada en el culo" mediante el uso de esa misma violencia, por la que se sustentan, si bien es cierto que, se puede pretender eso mismo, mediante el uso "violento" de presiones jurídicas, políticas, diplomáticas, económicas o comerciales y siempre subyaciendo en estas medidas, el peligro de una explosión social, la cual no tiene que venir necesariamente y como vemos en estos países árabes, de la acción de grupos políticos aislados, pudiendo producirse por una reacción en cadena, en la defensa popular de un ciudadano aislado y sin filiación política alguna.

La explosión social, es como vemos, la suma de multitud de frustraciones, tantas y tan dispares, como ciudadanos participan el ella, donde se focaliza la culpabilidad de todas y cada una de ellas, sobre la figura o figuras de los máximos dirigentes, los cuales pueden ser culpados por los ciudadanos de problemas tan dispares y personales, como pueden ser, la gandulería, la impotencia sexual, la falta de recursos económicos, la dificultad de alimentar a su prole, o cualquier otra que pueda devenir de comparar su calidad de vida, con la de cualquier otro ciudadano, de cualquier otro lugar o país.

En el caso concreto de Cuba, a todos nos gustaría poder afirmar que, las frustraciones de la población en la esfera política, son las que predominan en el grueso de la población, pero la realidad es que, la población en su conjunto, siquera tiene una idea genérica de lo que es la democracia, salvo en la percepción general de que, en la democracia se vive mejor, se come mejor, se compra carro todo el mundo y no hace falta ahorrar todo un año, para comprar un miserable par de zapatos. La percepción general es que, un humilde plomero español, en Cuba es un potentado, con el bolsillo cargado de divisas, esa es la única propaganda anticastrista efectiva y consecuentemente, la principal posible "carga" de una hipotética explosión social, donde las frustraciones personales de los ciudadanos, actuarían como "multiplicadores" de dicha carga.

El caso es que, tanto la carga como el multiplicador, llevan mucho tiempo instalados en "la carcasa" a falta del "detonador" y liberar el explosivo de sus mecanismos de seguridad. En cuanto al detonador, acciones aisladas, bien planificadas y ubicadas correctamente, como las realizadas en el Mercado de Cuatro Caminos y El capitolio, podrían servir, si previamente se desactivan los elementos de seguridad. Como elementos de seguridad, el más importante, sin duda es el miedo de la población a ser identificados y represaríamos, por cuanto están sujetos a algo que podemos definir como "asedio preventivo" donde el enemigo raciona fuertemente los suministros vitales, a fin de impedir un almacenamiento, con el que poder afrontar una "crisis".

En cuanto a los mecanismos de seguridad a desactivar, el principal es el miedo a ser identificados y represaríados. A día de hoy, existe un arma de doble filo, a la hora de propagar y reprimir una manifestación, estos son los numerosos medios digitales que, plasman y dejan constancia de las acciones y los protagonistas, ya sea desde las populares cámaras fotográficas o los más populares todavía teléfonos celulares que, cuentan entre sus elementos de serie, con alguno de estos instrumentos o herramientas.

En cualquier caso, la principal herramienta, para lograr que la gente se sume a las manifestaciones, es proveer a estas de garantías en cuanto a la impunidad, de cara a los actores y llegados a este punto, no es difícil establecer que, si las manifestaciones se realizan dentro del ámbito nocturno, van a lograr sin duda un número de adhesiones infinitamente mayor que si se realizan a plena luz del día, no en vano, la nocturnidad, es una agravante a cualquier acción ilegal, ya que en si misma, supone un trabajo extra y un considerable aumento del peligro, para las fuerzas del orden público.

Es importante así mismo, el establecer los grupos sociales, en los que la explosión social va a conseguir un mayor arraigo. Si nos fiamos de las escasas encuestas realizadas dentro de territorio cubano, en cuanto a las pretensiones políticas de la ciudadanía y los grupos sociales, con una mayor propensión a dar y darse muestras de valor, mas allá de lo que la cordura aconsejaría, podemos establecer que, los grupos donde se debería sembrar el germen de la explosión social, deberían estar conformados mayoritariamente por varones, entre los 17 y 40 años. Otro grupo social, que si bien no es "nacional" convive habitualmente con la sociedad cubana y que se puede estimular su participación, son los turistas, los cuales carecen de los miedos de la población cubana y que, además no están sometidos al asedio de la tiranía, lo mismo que, cuentan con la protección de sus embajadas, en el caso de ser detenidos por su participación en alguna manifestación contra el castrismo. La participación de este colectivo, avivaría la confrontación, por cuanto resultaría humillante para el pueblo, el que tengan que venir de fuera a resolver sus problemas, al margen incluso del respeto que este colectivo provoca en la población cubana, al haber interiorizado que "ellos si que saben hacer bien las cosas".

Ante una hipotética explosión social, los primeros en ser llamados por el castrismo a combatirla, son sus esbirros de la Seguridad del Estado, los cuales en un primer momento, se hacen apoyar por los miembros de la PNR que, en muchos casos se puede constatar que se hace a regañadientes, por parte de los mandos de estos últimos puesto que, vocacionalmente no se han alistado en el cuerpo de policía para combatir ese tipo de "delitos" y si para combatir los asimilables, a los que les obliga a cometer la SE, en su represión. El caso es que, a regañadientes o no, se encuentran en primera línea y se hace precisa su neutralización y si llega el caso de que hagan lo que tienen que hacer, procederán sin duda a arrestar a los miembros de la SE, entre tanto y lamentablemente, son un blanco a abatir.

En una segunda fase y siempre contando que, no hayan sido desbordados por los acontecimientos en un primer momento, ya conocemos por anunciado, lo que va a suceder, esto es que, van a ser llamados los reservistas del MNIN, CDRs y las Juventudes, a establecer un escudo humano y desarmado, para intentar contener a la turba, enfrentándolos a "los suyos". Llegados a este punto y si desde los detonadores de la explosión social, se procede a dejarse reclutar entre los reservistas y actuar desde dentro, para desmontar el operativo, neutralizando a los "mandos" y mandando al resto de la gente a sus casas o dejando que se sumen a la turba.

Si se consiguen desmantelar las primera y segunda fases de la respuesta de la tiranía a una explosión social, no sería desdeñable que, Castro activase la conocida planificación, en cuanto a intentar contener la explosión, mediante el uso del ejército, pero llegados a este punto, de una u otra manera, la guerra ya estaría ganada, es imposible que Castro logre que el ejército cumpla la orden sin fisuras, donde es conocido que, solo sería necesaria la sublevación de una sola guarnición, para que se le viniese abajo todo el entramado. La certeza de una catástrofe humanitaria, ameritaría la intervención internacional, la de USA en concreto, forzada tanto por la crisis humanitaria, como por la presión política y social del exilio, donde las guarniciones que no se sumasen al alzamiento, habrían de ser bombardeadas con toda seguridad, en unas pocas horas, eso sin contar que, el grueso del ejército, está conformado por ese grupo social anteriormente referenciado, como de alto potencial, en cuanto a protagonizar una explosión social y que por su parte, tan bien podría estar infiltrado por el movimiento detonador, pudiendo actuar como en la segunda fase, neutralizando a sus mandos y procediendo de igual modo, respecto de los efectivos.

Siempre, se ha de tener en cuenta que, la tiranía va a poner en marcha toda su maquinaria represora y que esta maquinaria, siempre funciona mediante el uso y abuso de la violencia, luego, desde el primer momento, se ha de planificar una contestación violenta, con la que contrarrestar la violencia castrista, lo mismo que, para ser efectiva, la contra violencia, ha de ser desproporcionada, para resultar disuasoria, en la desproporción y que la percepción de la victoria, venga de contrastar el número de bajas, lo mismo que, la forma de producirse las bajas, tan bien puede aumentar esa percepción, lo mismo que puede incidir positiva o negativamente, en la moral del enemigo donde, desmoraliza mucho más un enemigo quemado vivo y que salga vivo del hospital que, uno muerto tras un aséptico disparo, con un arma de fuego.

En definitiva, si se pretende una explosión social, se ha de tener en cuenta que, es preciso hacer una buena provisión de cócteles molotov, armas blancas, venenos, o cualquier otra arma accesible a las manos de los civiles, para continuar por intentar la detonación nocturna, en un lugar frecuentado, por turistas y jóvenes cubanos (el Malecón de La Habana un Sábado por la noche por ejemplo) una vez que se consiga, se debería proceder a neutralizar la primera fase de la contestación de la tiranía y si puede ser, esa misma noche, intentar dirigir a la turba a tomar algunos edificios oficiales, observar el despliegue de la SE cuando acceda al lugar, neutralizar y desarman a los agentes aislados, atacar desde retaguardia el operativo de contención, chequear los centros de mando e identificar a los efectivos que se desplieguen, para proceder a neutralizarlos.

Si se actúa correctamente, si se le mete candela a todo lo que salga al paso, si se genera un caos "preocupante", sin duda se va a activar una junta militar de inmediato que, valorarán la situación y sopesarán la eliminación inmediata de los Castro, antes de tener que actuar bajo la presión nacional e internacional y con ello pierdan toda oportunidad de "participar" en el alzamiento, para verse relegados de sus acomodadas posiciones actuales, si consolidan su apoyo a la tiranía. Se verán forzados a decidir entre, una solución a la egipcia, o una a la Libia y existen en Cuba demasiados militares, como para que unos, otros o todos, no pongan en funcionamiento una solución a la egipcia.

Última actualización el Sábado, 24 de Septiembre de 2011 10:37