Pablo Milanés y la nomenclatura disidente Imprimir
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Lunes, 29 de Agosto de 2011 00:51

Por HUBER MATOS ARALUCE

Quienes critican la presencia de Pablo Milanés en Miami tienen sus razones. No hay por qué tildarlos de derechistas o intransigentes. Un buen amigo que no es de derecha ni es intransigente; considera que el concierto en Miami es una falta de sensibilidad de parte del artista y de quienes lo invitaron.

 

Hay quienes piensan que nadie tiene que arrepentirse por haber luchado por una causa que creyó justa.  Creo que no solamente deben arrepentirse. Deben tratar de enmendar su error en la misma proporción en que fueron corresponsables de la tragedia sufrida por el pueblo.  A Pablo y  a muchos les queda una tarea importante por delante.

 

Pablo Milanés pudo  expresar su pesar a miles de familias que viven en Miami y que sufrieron en forma terrible  en manos de los “revolucionario castristas”.  ¿Lo ha hecho, lo hará?

 

Hay otros compatriotas que le dan la bienvenida en Miami.  Argumentan que se ha definido en forma clara como un reformador.  Señalan que el cantautor tiene derecho a cantar en Miami porque los Estados Unidos es una democracia.  Tienen sus razones.

 

Parece que Pablo pertenece a la categoría de cubanos que bautizo como “la nomenclatura disidente”.  No son los disidentes que una vez se vincularon con el régimen y  luego rompieron con él en forma radical, como Vladimiro Roca.   Milanés pertenece a otro grupo.

 

Es el tipo de disidente que usa un lenguaje a veces claro y a veces confuso. Dicen  que son fieles a la revolución.  ¿A cuál revolución?  ¿La de los paredones?  ¿La que llevó a dos millones de personas al exilio y al país a la ruina?  No sabemos de cuál habla Pablo Milanés, pero no nos cerremos el entendimiento porque lo podemos deducir por otras declaraciones suyas.

 

Este tipo de disidente usa la palabra “revolución” como un escudo que le permite hacer críticas  al sistema sin que los represores de la tiranía los acusen de “contrarrevolucionario”.   Ha escogido esta estrategia.  La nomenclatura disidente está compuesta por centenares de miles en la isla. Ninguno tan famoso en el mundo como Pablo Milanés.

 

La oposición democrática –derecha, izquierda, centro, intransigente, no intransigente, etc. – tiene que decidir si acepta a la nomenclatura disidente como aliada, o la afronta como enemiga.

 

Rechazarla  como aliada es un error.  Ese grupo  está en busca de un espacio en la Cuba de mañana. Para ellos, para sus familias y para redimir sus conciencias.  Algunos serán sinceros, otros serán oportunistas, pero esas categorías morales las tenemos en todos los campos de la política cubana.

 

Mijaíl Gorbachev en su momento fue un miembro de la nomenclatura disidente de la URSS.  A pesar de que era la máxima autoridad del imperio, insistió una y otra vez en salvar al “socialismo”.  Margaret Thatcher tuvo que convencer a Ronald Reagan  de que las intenciones de Gorbachev eran auténticas.  Su glasnost y su perestroika fueron las semillas que acabarían con el comunismo.  Lo demás es historia.

 

Hay gente que se hace pasar como miembro de la nomenclatura disidente, pero su intención es tratar de  engañar al pueblo y a la prensa extranjera. Quieren hacerles creer  que  en Cuba habrá cambios verdaderos. En realidad su intención es consolidar el castrismo.  Hace algunos años, Raúl Castro fue el máximo exponente de esa falsa disidencia, hasta que se quitó la careta.

 

Pablo Milanés parece un representante auténtico de la nomenclatura disidente.  ¿Qué hacer?  ¿Participamos con  los miembros de esa nomenclatura  en la reconstrucción de Cuba democrática o les hacemos la guerra?  Ratifico: ¡Cuba democrática! No creo que ellos para actuar nos vayan a pedir permiso.  No lo están haciendo.



 

Última actualización el Lunes, 29 de Agosto de 2011 00:55