EL 'CAPITOLIAZO' Y EL CACELOLAZO Imprimir
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Lunes, 29 de Agosto de 2011 00:48

 

Por Jorge Hernández Fonseca.-

Por eso, como en todo proceso impredecible, surgieron mujeres-héroes que ahora nos señalan el camino. No son exiliadas con planes profusamente financiados, ni opositoras de documentos ‘documentados’. Son madres y esposas, que sufren en sus hogares la falta de una comida decente...

 

Cuba: Resumen de Noticias

El Capitoliazo y El Cacerolazo de Cuatro Caminos

Jorge Hernández Fonseca

 

28 de Agosto de 2011

 

La sociedad cubana va camino de la libertad. Las posiciones de los dos bandos en lucha han ido acercándose de manera irreversible, no importa para este análisis cuál de las partes estará más cerca del punto de encuentro, ni tiene sentido demostrar matemáticamente quién se aproxima a quién. El hecho es que tal aproximación efectivamente existe, señalando un camino sin regreso hacia la libertad de la isla y la derrota de la ideología de la dictadura en bancarrota.

 

Esta aproximación sin embargo, nada tiene que ver con condescendientes conversaciones con una dictadura que aún no lo ha pedido. Tiene que ver con otras acciones, que la grave enfermedad del dictador mayor ha posibilitado en los planos económico y social de la isla.

 

Tampoco tiene que ver con la polémica surgida con la Ley del Ajuste Cubano, por el esfuerzo de una parte del exilio para cortar fuentes de financiamiento a la dictadura y las posiciones contrarias de amplios sectores disidentes internos. Son puntos de vista opuestos entre opositores de dentro y fuera de la isla, sin que ninguno de ellos pueda decirse, es anti-patriota.

 

La inédita reunión de Raúl Castro con el Cardenal Ortega el año pasado, concebido como un acto aislado de acercamiento, planeado por los generales de Raúl para aliviar un año difícil para la dictadura, en realidad podría representar ahora el inicio de un proceso del cual --con los últimos acontecimientos-- represivos en Santiago de Cuba y “masivos-populares” la Habana, habría que esperar nuevos desdoblamientos, si es que la jerarquía católica tiene el valor y la dignidad para exigirlo en el seno del cónclave Raúl-Ortega, tal y como el momento demanda.

 

Lo demuestran también acontecimientos como la insistencia voluntaria de Pablo Milanés de cantar ante el exilio de Miami (la antes, llamada ‘Mafia de Miami’) y (sobre todo) por la tímida actuación y el desconcierto palpable de la policía política cubana ante el “Capitoliazo” de cuatro mujeres cubanas, dignas, patriotas y valientes, y el “cacerolazo” magistral de Cuatro Caminos.

 

Me niego a discutir el derecho de Pablito a cantar en Miami, o la razón de Montaner de escribir al respecto; como también me niego a condenar estas y las otras polémicas recientes, nacidas todas de la propia esencia del “problema cubano”, con la cual tendremos futuramente que convivir en una Cuba post Castro, por haber sido incubada en una sociedad de voz única obligadamente. Así las cosas, debemos acostumbrarnos que para los cubanos siempre valdrá, durante mucho tiempo, aquello de “¿de qué se discute?, porque estoy totalmente en contra”.

 

La sociedad cubana está cada vez más cerca de su liberación definitiva. Esta realidad es más fuerte que la polémica en torno a Oswaldo Payá por su supuesto “error” estratégico de no haber tenido paciencia suficiente para convencer a ‘todos’ los opositores internos a firmar su documento. Más fuerte que la reacción de Oscar Elías Biscet al calificar de “socialista” semejante intento. Y todavía más real que los artículos de algunos recios hombres de lucha interna, apoyando uno u otro punto de vista, e incluso expresando otra posición. ¿Estamos divididos? Siempre lo estuvimos y siempre lo estaremos, porque ya probamos una unidad que nos llevó al desastre, a una la dictadura y a la anulación de voluntades. No es lo mejor para la lucha actual, pero lamentablemente ese es nuestro amargo vino. No tenemos otro.

 

Es el trauma de una isla, que a finales de los años 50 del siglo pasado se enorgullecía con sus índices de desarrollo económico, social, artístico, musical, entre otros. Que sin ser la primera en el mundo, nada tenía que envidiar a países de poderío económico superior y que de repente se ve sometida a un proceso de empobrecimiento traumático, causante de un éxodo sin precedentes de sus mejores hijos, ante la mirada indolente y cómplice de un mundo insensible al dolor criollo, negándole a la “tierra más hermosa que ojos humanos vieron” el lugar que le corresponde en el concierto de los pueblos libres. Esa injusticia comienza a enmendarse.

 

Por eso, como en todo proceso impredecible, surgieron mujeres-héroes que ahora nos señalan el camino. No son exiliadas con planes profusamente financiados, ni opositoras de documentos ‘documentados’. Son madres y esposas, que sufren en sus hogares la falta de una comida decente, de vivienda decente, de transporte colectivo decente, de un ambiente social decente y en general, que sienten en carne propia la tragedia de anhelar vivir en un país normal y han salido a la calle para reclamarlo sin colores partidarios. ¡Lo que quieren es un país decente!

 

¿Raúl y sus generales darán respuestas? Al final, el mundo exterior ha podido contemplar como “el pueblo cubano” se suma a las demandas domésticas de mujeres que no piden demasiado, más allá de un país decente. Ellas han visto esperanzadas como los amigotes de la dictadura han caído bajo la fuerza de sus pueblos, en Túnez, Egipto y en Libia, mientras su socio sirio comete un genocidio similar al que los hermanos Castro han planificado para la isla.

 

Adicionalmente, el mentor de la dinastía de los Castro, Hugo Chávez --el tío rico que salvó la dictadura del desastre hace 20 años-- tendrá que comparecer a las urnas en unos meses herido doblemente: Por la constatación --en la propia Venezuela-- del fracaso del “modelo cubano” como paradigma de desarrollo ‘chavista’, y por una peligrosa enfermedad que –como mínimo-- limitaría al caudillo en el desempeño de sus responsabilidades nacionales más elementales, lo cual tiene un peso electoral negativo, sólo comparable al fracaso socialista generalizado.

 

En Europa por su parte, la suerte de los dictadores cubanos también se eclipsa. El seguro e inminente cambio de gobierno en España, señala hacia una visión diferente de la política ibérica de incondicional apoyo al castrismo. Y aunque los intereses españoles en contubernio con los hermanos Castro, habrán probablemente de subsistir al cambio, al menos en la política exterior acabará el maridaje que Zapatero bochornosamente siempre tuvo con la dictadura castrista.

 

Estas constataciones exteriores --malas noticias para la familia Castro-- se suman a la situación explosiva que de manera inédita han escenificado valientes mujeres en Oriente y la Habana --Damas de Blanco y Damas de Apoyo-- confirmando la tesis de la “reserva inagotable” de dignidad y coraje presente en las nuevas generaciones de cubanos, sometidos dentro de la isla al experimento empobrecedor más humillante de nuestro tiempo, ya muy cerca de su final.

 

¿Qué se cocina políticamente dentro del arzobispado habanero al regreso del cardenal Ortega de su viaje a España, acompañando jóvenes cubanos al encuentro con el Papa? La respuesta a esa pregunta señalará definitivamente el compromiso del polémico cónclave Raúl-Ortega.

 

No obstante lo anterior, las verdaderas reservas para sacrificio por una Cuba Nueva no hay que buscarlas en los vetustos vitrales de los palacios cardenalicios, o en los largos corredores de los arzobispados indolentes, que trasladan sacerdotes comprometidos con su pueblo para congraciarse con la dictadura. Esas reservas de dignidad hay que ir a buscarlas a las pedestres escalinatas del Capitolio, o en los bulliciosos corredores del Mercado de Cuatro Caminos.

 

 

Artículos de este autor pueden ser consultados en http://www.cubalibredigital.com