Obama, Mubarak y Raúl Castro Imprimir
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Domingo, 20 de Febrero de 2011 12:08

Por Huber Matos Araluce

 

Si algo quedó demostrado en Egipto es que el diálogo con las dictaduras no le abre las puertas a la democracia, a menos que esté acompañado de una presión decidida y eficaz.

 

Por dos años el gobierno de los Estados Unidos  ha querido  hacernos creer  que con diplomacia y el turismo van a lograr de la tiranía castrista los cambios democráticos  que durante treinta años tampoco  pudieron conseguir de Hosni Mubarak en Egipto.

 

Es una posición similar a la del gobierno español respecto a Cuba, que  dice que la libertad del pueblo cubano se alcanzará por medio del dialogo.  En realidad lo que les interesa es la estabilidad del castrismo porque éste les protege los privilegios e intereses comerciales españoles en la isla.

 

A los Estados Unidos parece no haberles preocupado mucho que la dictadura egipcia se mantuviera en el poder por la represión y la corrupción.   ¿Por qué les habría de preocupar lo mismo en una Cuba dominada por el castrismo?

 

Washington ha hecho concesiones,  pero el castrismo no ha dado ningún paso concreto para iniciar una transición hacia la democracia.   Sin embargo, el gobierno de Obama ha insistido en abrirle las puertas al turismo estadounidense para que visite la isla.   No lo ha logrado porque los congresistas cubanoamericanos lo han impedido, pero no va a ceder en el intento.

 

Hasta ahora las medidas tomadas por Obama han mejorado los ingresos de una dictadura en la quiebra.  El ingreso de los turistas estadounidenses aliviaría sustancialmente la situación económica del régimen.  El castrismo tendría recursos frescos para pagar mejor a sus agentes de espionaje y represión.

 

Así  Raúl Castro tranquilamente pudiera dejar a su descendencia  el poder en Cuba.  Igual que el Mubarak iba a hacerlo con su hijo.  Los Estados Unidos no tenían la intención de impedirlo en Egipto.  No veo ninguna razón para que quieran  impedirlo mañana en Cuba.

 

Los millones de estadounidenses que visitaron las momias egipcias  no fueron embajadores de la libertad.  Ni hablaban árabe ni les interesó la política en ese país.   Los que irían a Cuba tampoco serían voceros de la democracia.   Esto incluye a los cubanos que van a la isla y  se cuidan mucho de no meterse en problemas.

 

Permitir que el turismo estadounidense visite a Cuba equivaldría a que ante la  reciente crisis en Egipto,  el gobierno de Obama hubiera hecho público un aumento en el nivel de asistencia a las fuerzas armadas de ese país.

 

Por el contrario, el presidente  Obama,  en público y en privado, exigió a Mubarak  cambios inmediatos hacia la democracia.  Además reiteró  que la violencia contra la población era inaceptable.  El ejército egipcio lo entendió, primero frenó los vuelos rasantes de los aviones F 16, luego evito las agresiones que había permitido a las turbas oficialistas y finalmente destituyó a Mubarak.

 

 

En Cuba la tiranía castrista debe recibir un mensaje muy claro de parte de los Estados Unidos: la represión contra la oposición tiene un precio y si no se inicia inmediatamente una transición hacia  la democracia  el  precio aumentará.

 

Pero por el contrario hasta ahora Washington insiste en mejorar las relaciones con la tiranía castrista en las aéreas en que se pueda.  Los cubanos del exilio deben exigir una redefinición muy clara de la política de Washington respecto a Cuba.

 

Washington dice que el embargo se queda hasta que haya cambios democráticos en Cuba, pero al mismo tiempo toma medidas que en lugar de presionar a la tiranía hacia esos cambios, le alivian sus problemas económicos.   Esta es una contradicción demasiado evidente.

 

¿Está Obama por la estabilidad del castrismo en Cuba, como lo estuvo por la del régimen egipcio hasta hace algunas semanas, o está Obama por la democracia del pueblo cubano?