Presidente Obama ¿donde está la estrategia? Imprimir
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Lunes, 24 de Enero de 2011 20:12

Por HUBE MATOS ARALUCE

Cuando Barack Obama asumió la presidencia en enero 20 de 2009 los servicios de inteligencia de los Estados Unidos sabían que el régimen castrista se dirigía a una crisis muy difícil de superar.  Otros gobiernos occidentales compartieron con Washington un criterio similar. Citemos dos ejemplos.

En 2006 un cable firmado por el jefe de la misión estadounidense en La Habana, Michael Parmeley, dice que:

La corrupción en Cuba está tan extendida, desde la calle al ministro de Defensa, que la isla se ha convertido en "una nación sobornada…Debido a que la mayoría de los cubanos trabajan para el Estado, todo el sistema --desde los funcionarios de menor cuantía a los asesores más cercanos a Castro-- está permeado de prácticas corruptas''.

En 2007 Brasil hizo saber a los Estados Unidos:

su preocupación por la fragilidad económica de la isla y por el proceso de sucesión”. Según los brasileños, que aunque Cuba tratara de copiar las reformas en China fracasarían porque: “China es una civilización, Cuba no. No tienen paciencia, recursos u organización para seguir el modelo chino”.

El régimen había entrado en un callejón sin salida. La dictadura tenía deudas que no podía pagar. Los créditos internacionales estaban prácticamente congelados y los ingresos por el piso.

El nuevo gobierno de Obama estaba al tanto de la situación.  Pudo haberle presentado a la dictadura castrista una alternativa my precisa: levantamos el embargo y ayudamos a salir al país del atolladero siempre y cuando se establezca una transición democrática.  De lo contrario, Estados Unidos va a cabildear en el mundo a favor de la democracia en Cuba con toda energía.  También asistiría a los cubanos demócratas a presionar por esa transición.

No fue así.  La política de Obama se caracterizó por las medias tintas y la ambigüedad*. Dar sin recibir, aflojar a ver qué pasaba.  En su falta de experiencia Washington creyó que Obama nada más tenía que evitar parecerse a George Bush para lograr una apertura con el castrismo.

Este error le hizo creer a la dictadura castrista que tarde o temprano Obama cedería a sus demandas. La principal de ellas era el levantamiento unilateral del embargo estadounidense, o en su lugar, la eliminación de las restricciones para que los estadounidenses viajaran como turistas a Cuba.

Si no se levantaba el embargo, por lo menos la llegada del turismo estadounidense a Cuba salvaría la crisis temporalmente.  Unos miles de millones de dólares adicionales al año evitarían la necesidad de cambios estructurales que podrían poner en peligro el poder castrista.

Solo la presión de los representantes cubanoamericanos en el Congreso en Washington evitó que el gobierno de Obama levantara esas restricciones y que continuara una política de concesiones sin contrapartida.

En este contexto el arresto prolongado de Allan Gross es en realidad un secuestro. Está preso sin cargos ni juicio pendiente.  La virtual exigencia de un rescate es una muestra de que la debilidad de Washington ha envalentonado a la dictadura.

El gobierno en Washington sigue improvisando pasos sin rumbo aparente.  Con las nuevas medidas, en las que se ha autorizado el envío de 500 dólares cada tres meses a cubanos en la isla y los viajes de algunas iglesias y de actividades culturales, más bien parece que está pagando el rescate de Gross.

Quienes ven en estos anuncios un paso a favor de un cambio en Cuba, no están analizando la dinámica real de las relaciones entre ambos países.  Ni están valorando su mínimo impacto en la isla.

Mientras tanto fondos de ayuda a la democratización de Cuba han sido recortados o están congelados.  Hace unas semanas el Comandante Huber Matos, Ángel Defana y Orlando Gutiérrez  fueron notificados de que el pequeño programa en el que participaban en Radio Martí era suspendido por falta de recursos.

Roger Noriega ha planteado en “How Obama can make Cuba freer, faster” que el presidente puede articular en el mundo un verdadero movimiento de solidaridad con el pueblo de Cuba y su democracia. Obama parece estar evitándolo.  Mientras, ha comprometido su presidencia con el gasto de miles de millones de dólares en la guerra en Afganistán e Irak  y con un compromiso político en ambos países; en el caso cubano está mirando para otro lado.

*Interesados en un recuento de estas medidas pueden ver la serie de seis artículos que tratan sobre el tema: Cuba en el limbo y el error de Obama y “Diferendo Cuba y EEUU: medio siglo sin cambios”