Huellas y permanencias Imprimir
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Domingo, 23 de Enero de 2011 11:25

Por RAUL RIVERO

 

Las servidumbres de la actualidad, el vasallaje natural que imponen las necesidades de la vida diaria no pueden dejar en una foto fija (con sus aspiraciones finales al borrón y el olvido) a los hombres y mujeres que ayudaron a darle otra velocidad y otra estructura a la realidad de los tiempos que corren como dicen que corren los niños: sin rumbo fijo y sin saber muy bien de donde viene el impulso de la carrera.

Los anuncios de cambios, privatizaciones de las nimiedades, despidos de medio millón de empleados estatales y otras maromas oficiales, han alterado la temperatura de la sociedad en Cuba y le han dado un nuevo ritmo a la batalla cotidiana por la subsistencia.

La atención se desvía de la espera de la ayuda familiar y el invento cotidiano a un sueño que trasciende la cocina y la mesa del comedor y pasa a los patios, y a los portales porque se ha autorizado, de repente, a soñar con una soberanía financiera familiar, vigilada de cerca y con talanqueras.

Es el mismo entorno crispado en el que en La Habana falta el agua, en Santa Clara los ómnibus importados, sin piezas de repuesto, se resisten como mulos, en Santiago de Cuba desaparecen casi por completo los huevos de gallina, en otros sitios aumentan los robos y, en general, de San Antonio y Maisí, lo único que se puede ver claro todavía es la luz del sol porque allá arriba no ha podido llegar la torpeza de los funcionarios.

En el plano profesional se nota un interés por los representantes de algunos medios extranjeros a seguir las alternativas de ese guión redactado con urgencia para tratar de salir del hoyo, y dar cuenta de los resultados de la supuesta modernización del sistema.

Pero la verdad es que la oposición interna, el periodismo independiente, la sociedad civil y el exilio, no olvidan a quienes, por trabajar para alcanzar una verdadera democracia en el país, siguen encerrados en las prisiones.

No dejarán solas en las calles a las Damas de Blanco, ni a los activistas, como el líder estudiantil Néstor Rodríguez Lobaina (preso en Guantánamo) y el ex prisionero político José Luis Pérez (Antúnez) que recibió, a principios de este mes, una golpiza de la policía en su casa de Placetas, en el centro de la isla.

No habrá movimiento tramposo o desesperado con suficiente fuerza como para que se pierdan de las páginas de la prensa y de los despachos de dirigentes de las democracias del mundo los nombres de los once presos de la Primavera Negra del 2003 que se niegan a ser deportados a España y quieren quedarse en su país: Angel Moya Acosta, Héctor Maseda, Oscar Elías Biscet, Eduardo Díaz Fleitas, Guido Sigler Amaya, José Daniel Ferrer, Pedro Argüelles Morán, Iván Hernández, Librado Linares, Félix Navarro y Diosdado González Marrero.

Llegarán nuevas maniobras y timos, y no se va quedar ninguno de ellos esquinado.

i otros que actuaron antes y dejaron su voz comprometida con un escenario diferente, como Heberto Padilla, que en 1968, se puso fuera del juego y del aplauso y no quiso creer en los milagros sacados de las botellas sin fondo de los ambiciosos. El poeta, que cumplió años este jueves, y soñó con ver la llegada de un ``tiempo versado en fuegos/ sobre las huellas de los hombres''.



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