El VI Congreso es un ejercicio psicótico Imprimir
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Viernes, 31 de Diciembre de 2010 12:15

Por Huber Matos Araluce

La CEPAL informó que en Cuba la inversión volvió a caer en el 2010 y que la economía tuvo un crecimiento de 1.9%; uno de los más bajos de la región.  Aun así, esta cifra es discutible porque “exportar”  más servicios a Venezuela  no es un aumento  de la riqueza sino de la subvención y la dependencia.   Estiman que el crecimiento podría ser de un 3% en el 2011.

Según un cable publicado  por Wikileaks,  en La Habana,  diplomáticos de China, Canadá, Estados Unidos, España, Brasil e Italia, concluyeron que sin cambios importantes en Cuba, la economía va al desastre en dos o tres años.

Raúl Castro  parece estar de acuerdo.  En su último discurso dijo que había que hacer cambios porque: "se acaba el tiempo de seguir bordeando el precipicio, nos hundimos, y hundiremos...el esfuerzo de generaciones enteras''. También aseguro que a él no lo habían nombrado presidente para que Cuba regresara al capitalismo. Dijo que van a actualizar el socialismo.

Lo que digan los Castro no se puede tomar en serio, pero es un hecho que la deuda externa cubana es mayor a los treinta mil millones de dólares.  Los bancos internacionales se niegan a concederle créditos al castrismo.

En cuestión de  inversiones, Brasil, Rusia, España y China andan con  cautela.  La economía cubana no se ha desplomado gracias a la generosidad de Chávez, pero ¿hasta cuándo podrá continuar sosteniéndola?

En el campo político, la Unión Europea no tiene  la intención de cambiar  la Posición Común mientras no haya progreso en el respeto a los derechos humanos en la Isla. En los Estados Unidos, una cubanoamericana, Ileana Ross Lehtinen, es la nueva presidenta de la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes en el Congreso.  Raúl Castro se puede ir olvidando del turismo estadounidense y de un levantamiento unilateral del embargo.

El pueblo cubano, empobrecido y agotado, quiere un cambio.  Casi cualquier cambio que mejore un poco su precaria situación, pero no está dispuesto a dar lo que hace  falta para apoyar un despegue.  Los cubanos han perdido la fe. Este es el gran problema del castrismo.

Para salir del hambre y de las necesidades de hoy y de las que se van acumulando en una población que envejece por su bajo nivel de natalidad, la economía cubana tiene  que transformarse sustancialmente.

Un esfuerzo que  solo puede lograrse con la inversión de miles de millones de dólares durante varios años y un pueblo con entusiasmo y una ética de trabajo que le permita competir  internacionalmente.

Esto solo es posible con nuevos gobernantes en La Habana  y un sistema político que garantice a todos las reglas de juego.  Además,  con un compromiso social que brinde educación, salud y oportunidades a los menos afortunados.

Raúl Castro y sus acólitos están en otra cosa.  El VI Congreso del Partido Comunista es un ejercicio psicótico para revivir  los delirios que la realidad contradice.  Quieren que sus cómplices  no crean que todo está perdido.

Van a cacarear  todas las fantasías  que necesitan creerse: que rectificando sus errores salvarán logros que ya se han evaporado.  Que la salud y la educación para todos; que la victoria contra el imperialismo; que el bloqueo yanqui; que la mafia de Miami.

No todos están locos. Hay algunos  como Raúl, que hace mucho tiempo excedieron el límite del cinismo.  Por eso no es de extrañar  que, antes de que llegue la debacle, estén pensando en montarse en el tren del capitalismo, igual que en 1959, por ignorantes  y oportunistas, se encaramaron  al cabús del comunismo.

Última actualización el Viernes, 31 de Diciembre de 2010 12:31