La cúpula de la Tarea Ordenamiento es profundamente anticubana Imprimir
Escrito por Indicado en la materia   
Viernes, 26 de Febrero de 2021 00:48

Una cola en La Habana.

Por ROBERTO ÁLVAREZ QUIÑONES.-

Pese a estar el país atenazado por la peor crisis socioeconómica desde la desaparición del "maná" que llegaba de Moscú, a lo que hay que sumar el Covid-19, el dictador Raúl Castro y su equipo de burócratas no hicieron caso a muchos economistas, profesores universitarios, que aconsejaron no realizar la reunificación monetaria en medio de tan profunda recesión.

Y no solo la llevaron a cabo, sino que fue muy mal concebida, aplicada a contrapelo de las leyes económicas, y al compás de una represión económica alucinante que solo lo agrava todo con más inflación, hambre y escasez.

Haciendo abstracción de las musarañas ideológicas y de la política, se evidenció, como nunca antes, la ineptitud e incapacidad profesional del general Castro y de toda la cúpula dictatorial para manejar situaciones de crisis, y además su desprecio por los cubanos de a pie.

Dos errores graves y un empecinamiento asombroso

De entrada se cometieron dos errores graves: 1) ignoraron olímpicamente que en Cuba el mercado que de verdad cuenta no es el estatal, sino el informal (negro) y el de los cuentapropistas y campesinos "por la izquierda", y que  los precios allí se iban a disparar por la escasez;  2) que esa inflación no se neutraliza con topes de precios, sino con más producción y servicios, y por tanto, con más libertad económica para los cubanos; y 3) multiplicaron los salarios por 4,9 para supuestamente equipararlos a la nueva paridad de 24 pesos por un dólar, pero multiplicaron los precios al consumo por siete y hasta por 20 veces en algunos productos o servicios, para "ganar algo".

¿Ganar? Fue un disparate, no solo porque automáticamente se devaluó el peso y descendió el poder adquisitivo de la población en general, sino porque en Cuba hay más de dos millones de consumidores, entre campesinos, usufructuarios de tierras, cuentapropistas y desempleados, que no recibieron aumento salarial alguno.

En resumen, no es posible que se cumpla lo "planificado" de que el alza de salarios cubriría el incremento de precios. Un poco de sentido común indicaba que eso iba a suceder.

Resulta asombroso el empecinamiento en multar, poner precios topes, cancelar licencias de emprendedores y hasta encarcelar a los más exitosos, en vez de liberar las fuerzas productivas para que haya más oferta ante una demanda que ya roza la infinitud.

Oportunidad perdida: se pudo acabar con el inmovilismo

Al final todo ha sido otra oportunidad perdida, pues con la Tarea Ordenamiento se pudo aprovechar para reactivar las fosilizadas neuronas de la gerontocracia histórica, o presionarla "académicamente" para poner fin al inmovilismo y liberar la fuerza creadora de los cubanos.

Pero se hizo lo mismo que Fidel Castro cuando, en 1986, por su pavor a la perestroika de Gorbachov, desmanteló el modelo socialista menos irracional del cálculo económico que se aplicaba en la URSS desde los años 50, y regresó al centralismo estalinista con su "Proceso de rectificación de errores y tendencia negativas".

Para solo tener idea del "desorden hambreador" del "ordenamiento", baste saber que según reportes de periodistas independiente hoy en "la calle" (porque los mercados estatales están desabastecidos), en Camagüey, una libra de carne de puerco cuesta 120 pesos; la de café 100 pesos; un pote de queso crema, 500; un cartón de huevos, 300; una cabeza de ajo, 25; una calabaza, 110; una gaceñiga (delicioso pan dulce típicamente camagüeyano) cuesta 100 pesos; y en esa, la otrora provincia más lechera de la Isla, una libra de queso blanco cuesta 70 pesos y una cremita de leche, 20.

Un consumidor entrevistado, llamado Yayito, dijo: "En casa vivimos haciendo poninas. Imagínate que por un tubo de mortadella te piden hasta 800 pesos y por el de jamón entre 1.500 y 2.000 pesos".

Ante semejante inflación los sesudos de la dictadura debieron aflojar la mano porque eso insufla más vapor a la caldera social, ya que la gente de veras está pasando hambre. Y no solo no lo hacen, sino que encima le han declarado la guerra a campesinos y cuentapropistas. Los asfixian con topes de precio que no cubren los costos, multas exorbitantes, decomiso de mercancías, encarcelamientos, mientras el país se encamina hacia la hambruna.

En Camagüey, solo en el mes de enero, se impusieron 4.677 multas, por 82.400 pesos (3.433 dólares) a vendedores privados y también estatales, por violar los topes de precios. Los castigados pagaron como promedio 1.762 pesos (73 dólares).

A quienes hay que meter en la cárcel es a toda la dirigencia gubernamental y partidista por hambrear al pueblo en vez de permitirle que se alimente a sí mismo, libremente, como ocurre en todo país normal.

En una reciente encuesta del periódico Juventud Rebelde, la casi totalidad de los entrevistados dijo que la prioridad número uno con el poco dinero que tienen ahora son los gastos de los alimentos en los mercados informales (negros), pues en los estatales no consiguen casi nada. No obstante, el dueto Raúl Castro-Díaz-Canel hostiga y achica ese mercado imprescindible.

Lejos de aumentar, los vendedores de alimentos disminuyen

El diario Granma informó que en la primera quincena de enero, al aplicarse la Tarea Ordenamiento, dejaron de funcionar 600 mercaditos privados de cuentapropistas vendedores de alimentos. Y el 11 de febrero la AIN (agencia informativa del PCC) reportó que en solo una semana en La Habana se impusieron 200 multas de entre 15.000 pesos (625 dólares) y 5.000 pesos (208 dólares) a cuentapropistas, por vender alimentos por encima del precio tope fijado por el Estado.

Antes, el 5 de febrero, burócratas del régimen se jactaron en la TV (Mesa Redonda) de que para combatir "ilegalidades" se impusieron en La Habana 650 multas de entre 7.000 pesos (292 dólares) y 8.000 pesos (333 dólares) a vendedores de productos agrícolas, por violar el precio tope. Muchos carretilleros vendedores de alimentos han dejado ya de prestar sus servicios. Eso empeora el hambre.

Abel Salgado vende productos agrícolas en La Víbora, La Habana, y explicó a un periodista independiente: "Imagínate que el precio topado de la libra de frijoles colorados es de 16 pesos y a mí me la venden a 45. Por eso la oferto escondido a 50 pesos, pero ese precio no puedo ponerlo en la tablilla porque me multan. Así me pasa con la mayoría de los productos que vendo, como malanga, col, tomate y pepino".

En tanto, el cuentapropista Ramón Martínez, de Plaza de la Revolución, relató que cuando comenzó su negocio compraba la carne de puerco a 45 pesos la libra, pero ahora está a 63 pesos. "Tengo que venderla a 70 para ganar algo". Explicó que el tope de precios que él tiene es de 55 pesos la libra, y va a tener que cerrar su negocio. "Mientras no podamos comprar y vender libremente, sin tantas trabas, este país no levantará jamás", concluyó.

Conclusión: la cúpula dictatorial, que vive a todo dar en sus mansiones millonarias con amplia servidumbre y come muy nutritivamente, es profundamente anticubana. Desprecia a su propio pueblo. Lo quiere pasando hambre para que solo se ocupe de "resolver" qué comer cada día y no tenga tiempo para pensar en cambiar al régimen.

Si no los fuerzan a abrir la mano, o a irse, continuarán disfrutando del Olimpo en que viven. Y los cubanos de a pie viviendo como en Burundi o Níger.

DIARIO DE CUBA

Última actualización el Lunes, 08 de Marzo de 2021 01:44