¿Dónde está la responsabilidad en Cuba? Imprimir
Escrito por Indicado en la materia   
Jueves, 10 de Septiembre de 2020 04:25

Manuel Marrero (izq.) y Miguel Díaz-Canel en una reunión sobre el Covid-19

Por DIMAS CASTELLANOS.- 

Después del repunte del Covid-19, ocurrido en Cuba a fines del mes de julio, la prensa oficial y altos funcionarios han empleado reiteradamente el término "responsabilidad" para señalar a los supuestos culpables del retroceso.

Por su etimología, responsabilidad designa la calidad de la persona responsable. Se forma a partir del vocablo responsum, proveniente del verbo latino respondere, que significa dar correspondencia a lo prometido. El término denota una cualidad y un valor de la persona capaz de comprometerse con algo o alguien y actuar en consecuencia. Por tanto, la  responsabilidad implica la capacidad de la persona para decidir con independencia y voluntad propias, para lo cual hay que ser libre.

En los regímenes democráticos el pueblo —el soberano— delega mediante elecciones libres el poder en un Gobierno, a la vez que sus derechos quedan refrendados en una Constitución redactada por delegados elegidos libremente. En los regímenes totalitarios el pueblo no ejerce la soberanía. La persona se convierte en una pieza de la maquinaria del Estado, que carece total o parcialmente de libertades y derechos. Por esa diferencia en las democracias hay ciudadanos y en el totalitarismo súbditos.

Existe una relación indisoluble entre responsabilidad, libertad y participación. No se puede ser responsable si se carece de los derechos y libertades para participar. Ni las autoridades tienen potestad para exigir responsabilidad por carecer de la legitimidad que otorga el pueblo en elecciones libres y democráticas.

Desde esa tesis, en las siguientes líneas respondo sintéticamente cinco de los múltiples planteamientos publicados en la prensa oficial cubana acerca de la responsabilidad:

Dos periodistas de Granma preguntaron: "¿Dónde estaba la gente del barrio que no advirtieron un posible foco de contagio? ¿Por qué no se denunció el hecho ante el Ministerio del Interior? Sencillo: Sucede que todos vemos el virus de lejos, pero pocos advierten el peligro real de tan contagiosa enfermedad... De la responsabilidad cívica individual depende el bienestar colectivo" (domingo 2 de agosto de 2020).

¿Dónde estaba la gente? Pues estaba ahí, los que no estaban y no podían estar porque no existen, eran los ciudadanos.

El primer ministro, Manuel Marrero Cruz "consideró que los eventos que han ocurrido en las provincias de La Habana y Artemisa, han sido ocasionados por el actuar irresponsable de unos pocos que han violado el cumplimiento de lo establecido para el actual momento en que nos encontramos" (Granma, viernes 7 de agosto de 2020).

No puede haber actuación irresponsable, porque para ello primero hay que comprometerse, no levantando la mano en una asamblea, sino asumiendo un compromiso libremente asumido, lo cual implica libertades y derechos. Por tanto no hay tal violación.

El presidente Miguel Díaz-Canel dijo: "Puede diseñarse la mejor de las plataformas de enfrentamiento, pero como esto solo se hace realidad es con la participación del pueblo, si casi su totalidad no actúa de manera disciplinada, todo ese trabajo se echa por tierra" (Granma, sábado 8 de agosto de 2020).

Verdad absoluta, la participación del pueblo es imprescindible, pero el sistema que él representa impide dicha participación; por tanto, lleva razón cuando dice que el trabajo se echa por tierra.

"Para controlar ese problema —aseguró Miguel Díaz-Canel— tiene que haber una gestión de gobierno y una gestión ciudadana, una participación de la población..." (Granma, martes 1 de septiembre de 2020).

De nuevo Díaz-Canel lleva razón. Lo doloroso consiste en que la gestión ciudadana no existe porque no hay ciudadanos, sin los cuales no habrá control.

"Por el actuar de unos pocos. La Habana retornó a la fase de transmisión autóctona limitada, que implica el cierre de casi todas las actividades productivas y de servicio, el alargamiento en el tiempo de la epidemia y también de la recuperación económica del país, así como el posible atraso del reinicio del curso escolar, planificado para septiembre" (Granma, martes 11 de agosto de 2020).

Es decir, el retorno, el cierre de las actividades, el alargamiento de la epidemia, la recuperación económica y el atraso en el reinicio del curso escolar, es responsabilidad de un grupo de cubanos. No es una conducta nueva. Me decía un amigo hace unos años que el Gobierno cubano todo lo hace bien, pero casi todo está mal. Los culpables son EEUU, los fenómenos atmosféricos o el pueblo.

El 16 de enero de 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la alerta epidemiológica. En Cuba, por su condición de isla, se imponía el cierre inmediato de las fronteras. Cuando la pandemia estaba extendida a 114 países y había provocado más de 4.000 muertos, autoridades cubanas, no el pueblo, seguían ofreciendo seguridad al turismo.

El 15 de marzo, cuatro días después de que el Covid-19 irrumpió en Cuba, la directora de Calidad del Ministerio de Turismo, aseguró que el país seguía siendo un destino seguro para los turistas. Y la subdirectora de Operaciones y Calidad de ese ministerio, reiteró que, los clientes que decidieran venir a Cuba serán bien recibidos, pues el país estaba listo para detener y controlar ese flagelo al contar con un sistema de salud competente (Juventud Rebelde, domingo 15 de marzo de 2020). No fue hasta el 20 de marzo que se anunció la regulación de la entrada por las fronteras del país. Cuando tres de los turistas italianos arribados en esos días presentaron síntomas que resultaron positivos. Y esto no es responsabilidad del pueblo.

La existencia de irresponsabilidad en algunos cubanos es un hecho, pero se trata de un efecto, no de una causa. ¿Por qué? Porque faltan dos instituciones básicas de la modernidad para la participación responsable del pueblo: el ciudadano y la sociedad civil independiente. El primero, como sujeto de derechos y obligaciones refrendados en las leyes; la segunda, como entramado de asociaciones, espacios públicos, medios de expresión y otros recursos, autónomos respecto al Estado.

Esas dos instituciones existieron en Cuba hasta 1959, pero fueron eliminadas. La sociedad civil sustituida por un conjunto de organizaciones creadas o subordinadas al poder y el ciudadano desaparecido de la escena; mientras las libertades fueron circunscritas, constitucionalmente, a la defensa del sistema totalitario.

Papá Estado decidió ocuparse de todo y de todos, lo único que necesitaba era de un  hombre "nuevo" formado al calor de las consignas y la obediencia para cumplir órdenes y  librar batallas. La culpa no es, pues, de los soldados.

Como resultado, el modelo implantado, ajeno a la naturaleza humana, no funcionó. Cuba es un país de cultura occidental, con una rica historia de libertades y derechos refrendados en las constituciones republicanas.

La gran responsabilidad, no solo del repunte de la pandemia, sino también de las deficiencias que han conducido a la incapacidad productiva, a la generalización de la corrupción, al desabastecimiento, y a las interminables colas, está en los que acusan a una parte del pueblo de irresponsables. Lo ocurrido demuestra una vez más que el funcionamiento de la sociedad requiere de componentes ausentes en Cuba, los cuales tienen que ser reemplazados.

DIARIO DE CUBA

Última actualización el Jueves, 17 de Septiembre de 2020 04:53