La mina que decía 'Cuba' Imprimir
Escrito por Indicado en la materia   
Domingo, 01 de Marzo de 2020 01:11

Anderson Cooper (izq.) entrevistando a Bernie Sanders, 2016.

Por ANDRÉS REYNALDO.- 

Mal momento para que Bernie Sanders defendiera el legado de los Castro. Justo cuando en el establishment demócrata comienza a cundir el pánico ante la expectativa de que el izquierdismo se les convierta en socialismo real.

En verdad, Uncle Bernie dijo lo que los liberales estadounidenses llevan diciendo por 60 años. "Sí, los Castro fusilan, reprimen, exilian….Sin embargo, la educación, la salud… Es injusto decir que todo es malo". Dicho en el programa "60 Minutes", de la cadena CBS, una de las plazas fuertes del prime time dominical, frente al ultraliberal Anderson Cooper, Bernie pensaría que estaba en casa.

Pues no. Cooper, que en la cadena CNN oficia de cancerbero a las puertas de la corrección política, el #MeToo, el chantajismo de las minorías y la descerebrada intifada antioccidental de la academia, desguazó la plataforma sandernista con la agresiva lógica de un exasperado contable. ¿Y cuánto va a costar el programa de salud? ¿Y quién va a pagar por esto? ¿Quién por aquello? Bernie esperaba una alfombra roja y se encontró con un campo minado.

La explosión de la mina que decía "Cuba" en grandes letras rojas tiene que haber salpicado de mordiente metralla el mojón funerario de Fidel en Santa Ifigenia. Ya en los noticieros del domingo por la noche, la repulsa al castrismo compartía titulares con el coronavirus. Todavía sigue al cierre de esta columna.

De pronto, el establishment liberal estuvo clarísimo sobre la dictadura. Abundaron las comparaciones con los nazis. A la mañana del martes, en el programa The View, de la cadena ABC, Whoopi Goldberg (¡ya uno no puede con tanta sorpresa!) advirtió que alabar a los Castro equivale a minimizar a Hitler. Hemos leído editoriales y tuits sobre los presos políticos, los fusilamientos, la represión a los disidentes, la escasez. Por no faltar, salió a relucir el formidable récord de alfabetización precastrista. (Al respecto, habla por sí mismo el dato de que en toda la Isla nunca se doblaron las películas extranjeras y antaño tuvimos más cines que hoy Comités de Defensa).

El clímax vino en el debate de los precandidatos el martes a la noche en Carolina del Sur. Bajo el abucheo de la audiencia, Bernie insistía (correctamente) en que no había dicho nada que no dijera Barack Obama. Al exvicepresidente Joe Biden se le pusieron los tres pelos de punta. De hecho, el rechazo al castrismo fue su más vehemente pasaje en el debate. A toda dentadura y con preocupante espasmo ocular, Biden aseguró que ni él ni Obama jamás elogiaron ningún aspecto del castrismo ni han consentido con ningún régimen autoritario. ¿Qué les parece? ¡Y ni una sola mención al embargo!

Excepto Elizabeth Warren, el resto de los precandidatos se sacudió el castrismo a cuatro manos. Pete Buttigieg, el más joven y, probablemente, el único a quien espera un mayor destino político, cerró lamentando que a estas alturas hubiera demócratas tratando de mostrar el lado bueno de los Castro.

Más tarde, en el programa "Cuomo Prime Time", de CNN, vimos tragar en seco y con temblores de barbilla al editor político de The New York Times, Patrick Healey, frente a la andanada anticastrista de la analista Karen Finney.

Healy, familiar por su izquierdismo a todo lector asiduo del NYT, argumentó, grosso modo, cuán difícil era condenar a unos líderes que habían hecho tanto por su pueblo. Finney precisó que bastaba ir a Cuba para ver lo que no habían hecho. La educación castrista, agregó en amplio detalle, no fue otra cosa que el vehículo del adoctrinamiento totalitario.

Robert Conquest estableció que todos somos conservadores en lo que más nos importa. También, que una organización acaba por derivar hacia la izquierda si no se propone ser deliberadamente conservadora. Estas dos leyes históricas aplican a los demócratas. Ahora están probando cuán amargos son los frutos que sembraron. Amargos, con un potencial venenoso.

La ola socialista no es poca cosa. Su tumultuosa base consiste en dos generaciones educadas en el odio al capitalismo y el mercado, la supresión (si viene al caso, violenta) de las ideas conservadoras en las universidades, la noción de una América irredimiblemente imperialista, decadente y racista, la apreciación del cambio climático en términos religiosos y la denuncia de las humanidades y por último las ciencias como el maligno legado del hombre blanco.

Para el Partido Demócrata acaso haya sonado tarde la alarma de Bernie. Imposible saber si en noviembre el sandernismo pasará del sueño al coma. Pero esta semana hubo más de un norteamericano que abrió los ojos sobre Cuba.

DIARIO DE CUBA

Última actualización el Domingo, 08 de Marzo de 2020 19:58