Por RAÚL FERNÁNDEZ RIVERO

Se levantó despacio y cuidadosamente de su cama clínica, eléctrica, con balanceo y masajeador para evitar las escaras. Dos guardaespaldas, ahora expertos cuidadores del Museo Nacional, con un grado universitario en Momias y objetos antiguos, le ayudaron a, primero, sentarse en la cama, después, con mucho cuidado a bajar los pies. Cuando sus piernas son bajadas siempre hay que apresurarse para evitar un accidente de tipo colónico. Una dama de fuertes brazos y dos grandes razones delanteras, le sirvió de apoyo. Es también experta, la llaman “el escaparte”. En ella la momia tiene variados puntos de apoyo. Una vez de pie. Lo revisan para evitar que algo esté fuera de lugar. Ahora se preparan a dar inicio a la marcha, recordándole a la estructura ósea como es el movimiento. Poco a poco va dando pasos, inciertos. Después de dos vueltas al pasillo un guarda caídas, no solo de espaldas sino de frente y de lado, entrenado por fisioterapeutas egipcios, lo saca al auto que lo llevara al próximo destino. El camino ha sido revisado por 176 entrenados buscadores de piedras,  rellenadores de huecos, apartadores de obstáculos etc. que impedirán que la momia tropiece y se  desarme por el camino.

Al llegar a su destino final lo toman por el brazo, que está debidamente reforzado y acolchado para no lastimarle y lo conducen a la silla que ocupará previamente preparada con aro de goma inflable y detector y absorbente de olores y sonidos.

Lo que no pueden evitar los ayudantes, guarda momias entrenados, es que hable boberías. Una cosa es que se aprenda un discursito de 17 minutos y lo repita donde quiera que fuere y otra cuando le hacen preguntas, que por muy preparadas que estén, siempre le confunden.

Pero su misión está clara, la momia debe cambiar el tema del día. El remedo de Amón Ra, debe recordar  que el imperialismo es el causante de todos los males, repetir que habrá un guerra devastadora -como si eso fuera tan fácil- y quitarles de la cabeza a los inocentes ciudadanos la esperanza de mejoras económicas. Por si no entendieron bien, solo se trata de que Chávez está loco y va de cabeza al mismo desastre que la URSS cuando el muro se hizo agua en Berlín. Así que haremos igual, pero con un poco de más cuidado. Empresas familiares, está bien. Pero esa vaina de que el vendedor de pizas o el que repara tacones en la calle se hagan millonarios, no va este viaje. Los chinos están locos dejando que unos pícaros se llenen de yuanes o de dólares. Aquí no. Y además a quien se le ocurre nombrar al asesino de Faracos y destructor del ELN, el reaccionario Uribe “investigador” en el caso del bonche tan bien organizado de los marxistas con los barquitos en Gaza. Vaya  tal majadería ¡Ese Uribe se las sabe todas de trampas marxistas con motivos humanitarios! Y no se comerá el cuento. ¿Cómo fue que no  nombraron al momia, padre superior de todas las verdades?  Claro ya Uribe estuvo a punto de caer por inocente nombrando a Chávez intermediario en la entrega de los rehenes de los narcos. Si no fuera porque el Marulanda y el tal Raúl Reyes eran bien brutos y no sabían donde rayos estaba Emmanuel nos hubiéramos llevado el show. Y ahora el chiquitico ese mexicano hablando de más. No podemos dejar que se refuerce como Uribe con los dólares y los aviones yanquis, que se nos fastidia el negocio por Yucatán.

Así la momia, sonriente de medio lado, la nariz  apuntado al este y el labio superior al oeste, sostenido por un lado por “risitas” Izarra y del otro por Vanesa  y el carcamal de Martínez, y con la ayuda de emergencia de La Hojilla Oxidada, trató de dar unos pasos pero un pie iba para un lado y el otro no sabía dónde iba. Imagínate que se hubiera caído la momia en medio de un salón.

Pero el recuerda cuando atemorizaba con sus discursos, y piensa, allá en el fondo de su deteriorado cerebrillo, que “¡habrá una guerra nuclear! Y después de mí, ¡!!!!! el diluvio.¡¡¡¡