Los restos de la Revolución Energética Imprimir
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Viernes, 28 de Septiembre de 2018 00:34

Un cartel aclara a las afueras de una taller de reparación de electrodomésticos que no aceptan televisores o refrigeradores con "adaptaciones". (14ymedio)

Por ZUNILDA MATA.-

El televisor que está en la sala llegó hace 13 años a la casa de Carlota, durante los mismos días en que nació su nieto más pequeño. Ahora, el adolescente estrena novia, pero el viejo dispositivo de la marca Panda a veces enciende y otras no. “Es un dolor de cabeza porque muy pocos talleres tienen piezas”, lamenta la jubilada, quien a principios de este siglo se benefició de una de las últimas campañas impulsadas por Fidel Castro, la Revolución Energética.

Durante los años que duró la ofensiva contra los electrodomésticos de alto consumo, el Gobierno distribuyó, con pagos a plazos y facilidades de crédito bancario, refrigeradores, bombillos ahorradores, aires acondicionados de factura china y televisores. “Estuve más de cinco años pagándolo y aunque fue un gran sacrificio lo logré”, cuenta Carlota, mientras recuerda aquella época en que “parecía que el país iba a progresar rápidamente”.

A partir de 2005, la Revolución Energética movilizó miles de personas para inventariar todos los equipos que consumían kilowatts excesivamente. Los trabajadores sociales, una tropa de choque creada por el propio Castro y que respondía directamente a sus órdenes, se sumaron a la tarea y listaron viejos refrigeradores de fabricación norteamericana que habían estado más de medio siglo conservando los alimentos de cientos de miles de familias a lo largo de la Isla.

Al menos 2,5 millones de refrigeradores fueron reemplazados y pocos bombillos incandescentes se salvaron de aquella ofensiva, en la que la mayoría fueron sustituidos por lámpa­ras fluorescentes

Al menos 2,5 millones de refrigeradores fueron reemplazados y pocos bombillos incandescentes se salvaron de aquella ofensiva, en la que la mayoría fueron sustituidos por lámpa­ras fluorescentes compactas (CFL). Las autoridades aseguraron que ese cambio significaba un ahorro anual de 354 millones de kwh, lo que equivale a entre un 3% y un 4% de la totalidad de electricidad que se consume en Cuba.

A los ventiladores también les llegó su turno. La Unión Eléctrica reportó que 1,04 millones de estos equipos fueron cambiados, especialmente aquellos que eran fruto del ingenio popular que, con tal de refrescar una habitación, había adaptado viejos motores de lavadoras soviéticas a los que se le colocaban aspas y que gastaban casi el triple de lo que consume un dispositivo moderno.

Los televisores se convirtieron en un símbolo de aquella renovación tecnológica y Carlota se sentía orgullosa cuando fue a comprar el suyo. Sin embargo, poco después llegaron los dispositivos con pantalla plana al mercado negro y a las tiendas en pesos convertibles y “estos aparatos quedaron devaluados”, reconoce. La hija de la jubilada compró un televisor más moderno para su habitación y el Panda de Carlota comenzó a romperse con frecuencia.

Con reparadores privados fueron cambiando piezas al aparato. Tantos remiendos hicieron que siguiera viéndose pero dejó al televisor “desahuciado para los talleres estatales" donde no aceptan los que tienen "adaptaciones", lamenta la mujer. La última vez que intentó repararlo, un técnico le dijo con sorna que debía “botar el Panda y comprarse un Samsung”. Aunque para ese Carlota sabe que tendrá que pagar “al contado, en pesos convertibles y sin ningún cartelito de Revolución Energética”.

14 Y MEDIO

Última actualización el Martes, 02 de Octubre de 2018 05:17