Por Jorge Hernández Fonseca.- 

Hay una importante noticia procedente de la Habana que por alguna razón desconocida no ha circulado todo lo que sus implicaciones evidencian. El hijo de Raúl Castro, Alejandro Castro Espín, jefe de una Supra Comisión de seguridad nacional, ha sido destituido --total o parcialmente-- y su sede ha comenzado a ser desmantelada, como para no dejar huellas.

La noticia circuló casi en paralelo con la publicación de una investigación realizada por cierta universidad norteamericana sobre los llamados “ataques acústicos”, concluyendo que muy probablemente lo sucedido fue debido a una “impericia” (un trabajo malo de ingeniería) de los servicios secretos cubanos colocando “escuchas” ultrasónicas en las residencias de diplomáticos norteamericanos y canadienses, que interfirieron con otros equipos similares.

Alejandro Castro Espín y los ataques acústicos

Jorge Hernández Fonseca

9 de Marzo de 2018

Hay una importante noticia procedente de la Habana que por alguna razón desconocida no ha circulado todo lo que sus implicaciones evidencian. El hijo de Raúl Castro, Alejandro Castro Espín, jefe de una Supra Comisión de seguridad nacional, ha sido destituido --total o parcialmente-- y su sede ha comenzado a ser desmantelada, como para no dejar huellas.

La noticia circuló casi en paralelo con la publicación de una investigación realizada por cierta universidad norteamericana sobre los llamados “ataques acústicos”, concluyendo que muy probablemente lo sucedido fue debido a una “impericia” (un trabajo malo de ingeniería) de los servicios secretos cubanos colocando “escuchas” ultrasónicas en las residencias de diplomáticos norteamericanos y canadienses, que interfirieron con otros equipos similares.

Extrañamente, nadie ha relacionado públicamente ambas noticias. Es evidente que el desmantelamiento de la Supra Comisión de Alejandro sea consecuencia de su mal trabajo con las escuchas ultrasónicas contra los norteamericanos y canadienses y las consecuencias nefastas que los hombres bajo su mando han causado, tanto en la salud de los diplomáticos y sus familias como en las relaciones con EUA, dejando la dictadura de Raúl Castro en evidencia.

Todo el panorama se desarrolla a pocas horas de una sucesión en el mando del país, para la cual Alejandro Castro se había valorado entre los posibles herederos para el cargo, en sustitución de su padre. Es claro ahora que cualquiera puede ser el designado, menos un funcionario que ha cometido semejante chapucería. ¿Tendrá esto consecuencia para la posible sucesión de Alejandro por Raúl en el cargo máximo del partido? Tiempo al tiempo.

Estos hechos poco profesionales se desarrollan como epílogos al desgobierno de Raúl Castro, que asociados previamente a la desaparición física del dictador mayor seguidos del “suicidio” de su hijo primogénito, marcan el colofón de despedida de la pesadilla castrista que ya dura demasiado, preludiando luz en el obscuro y empobrecedor horizonte castrista cubano.

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