Castro retorna a la sotana Imprimir
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Viernes, 16 de Julio de 2010 10:23

By PEDRO CORZO

Los últimos acontecimientos que han tenido lugar en Cuba generan más preguntas que respuestas, y las pocas interrogantes que se puedan cerrar son en gran medida resultado de especulaciones sustentadas en alfileres, de ahí el riesgo de pretender actuar como augur en el caso.

Si se acepta como axioma que Fidel y Raúl son dinosaurios del mismo huevo, que para ellos la soberanía personal no es posible, es difícil comprender el hecho que el periódico Granma hiciera referencia a la huelga de hambre de Guillermo Fariñas, aludiera a la muerte de Orlando Zapata Tamayo y tratara asuntos políticos con los obispos de la Iglesia Católica cubana.

¿Qué motivó al gobierno de los Castro a reunirse con representantes de la Iglesia Católica? En cinco décadas de dictadura el liderazgo de la revolución nunca había sostenido un encuentro con otros cubanos para debatir asuntos de la isla, y menos abordar la situación de los presos políticos, porque oficialmente no existen.

Desde la perspectiva de un régimen totalitario dialogar, discutir, negociar es algo que está fuera de la agenda, por eso cabe cuestionar por qué escogió como interlocutor a un enemigo ideológico con el que no hay posibilidades de reconciliación.

Cierto que la actitud del Obispado cubano durantes estos años de depredación da espacios para acusarlo de colaboración con la dictadura, pero este encuentro trasciende la presente jerarquía de la Iglesia, porque las diferencias filosóficas entre uno y otro son irreconciliables.

La reunión fue con la Iglesia, más que con Jaime Ortega y Alamino, aunque este la haya representado. Más aún, cuando el dictador sustituto decide informar sobre la decisión de excarcelar a un número de prisioneros, nada nuevo en la isla del doctor Castro donde sobran leyes para apresar ciudadanos, al lado del canciller español estaba sentado el cardenal.

Algo sucede que en esta ocasión los presos no le fueron regalados a un dignatario extranjero, como ha ocurrido otras muchas veces. Moratinos hubiera sido un depositario ideal; sin embargo, estuvo convoyado por una entidad de valores espirituales opuestos a los del gobierno.

¿Qué pasa en Cuba, sigue la especulación, para que la Iglesia se haya convertido en interlocutor, para que un gobierno que sabe de símbolos se arriesgue a crear más confusión entre sus partidarios? Se fue a bolinas la ideología, nunca existió, o por sobrevivencia se procura cubrir con nuevas ropas una estructura de poder caduca.

Por décadas el poder desconoció a la Iglesia Católica. Para ser más preciso la aplastó y la puso en la ruta de la extinción. Ahora procura una alianza contraria a la naturaleza del sistema que, vale agregar, no le aporta bienes materiales. Es tan necesario el apoyo internacional y precario el equilibrio interno que el castrismo está dispuesto a tomar un vía crucis que le lave el rostro, aunque incluya la sombra de la cruz.

Otra pregunta válida es sí la impertinente insistencia del canciller Moratinos en producir cambios en la política de la Unión Europea hacia Cuba, es consecuencia de que su gobierno tiene conocimientos de que hay una corriente dentro de la nomenclatura insular que favorece los cambios, que ellos quieren apoyar.

¿Tendrá el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero información privilegiada --recordemos el incidente en La Habana con agentes de los servicios secretos españoles-- de que hay una corriente disidente en el poder que apura por cambios, porque teme que el dogmatismo derrumbe el castillo de horror de los Castro y se queden todos ``sin chicha ni limoná''?

s evidente que la nación está quebrantada y el régimen agotado, lo que hace suponer conflictos de intereses y contradicciones que les aproximan al desastre, pero también es válido averiguar cuanto pesó en la decisión la muerte de Orlando Zapata Tamayo, las caminatas de las Damas de Blanco y la huelga de Guillermo Fariñas, entre otros factores que hasta el momento el régimen había ignorado.

La generación del Moncada es mala historia, pero sus herederos pueden querer asumir la dote, incluyendo el poder, por eso se puede considerar la existencia de un grupo de generales y doctores que favorezca un reajuste que haga más potable un régimen corrupto e inviable.

No es asunto de conciencia, sino que aprecian que los controles políticos y económicos asfixian cada día más toda gestión pública y ellos, preocupados porque sus intereses económicos resulten afectados si la sucesión se quiebra, están dispuestos a evitar en lo posible una ruptura que acabaría con todas sus prerrogativas.



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Última actualización el Viernes, 16 de Julio de 2010 10:30