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Jueves, 03 de Agosto de 2017 18:36

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Por Jorge Hernández Fonseca.- 

La aplicación del marxismo en Latinoamérica nos muestra su verdadero rostro: Cuba, país próspero antes de la revolución marxista, convertido en un país miserable. Venezuela, el país más rico de Latinoamérica, suplicando por un corredor humanitario que suministre comida, papel higiénico y pasta de dientes. Similar a la Rusia de Stalin, la Camboya de Pol-Pot, la Rumania de Ceausescu, la China de Mao y un largo etcétera revelador de su fracaso.


El marxismo, una religión sin ética

Jorge Hernández Fonseca

1 de Agosto de 2017

La situación dictatorial por la que atraviesa hoy Venezuela, me lleva a reflexionar sobre las causas motivacionales que tendría Nicolás Maduro para, alegremente, danzar públicamente sobre los 16 cadáveres que dejó la represión que ordenó durante la votación de la constituyente que convocara contra la voluntad mayoritaria expresada por el pueblo venezolano días antes.

La ideología marxista que Maduro profesa, muy probablemente está en la base de la falta de sensibilidad mostrada por el dictador y del aferramiento al poder que muestra, por encima de todo y de todos. Es el materialismo marxista histórico la motivación básica de la necesidad de mantener el poder contra la voluntad del pueblo y es el materialismo marxista filosófico la fuerza que lleva a Maduro a reprimir sin compasión, basado en la “razón” que supuestamente posee.

El marxismo se auto denomina como una “ciencia” cuando en realidad es una filosofía. Se adjudica la condición de ciencia para apropiarse de “la” verdad, en un campo donde hay profusión de puntos de vista. El hecho del marxismo no ser ciencia, se comprueba al analizar su impacto en todas las sociedades que han abrazado sus principios, dejando secuelas de asesinatos “justificados”, de pobreza material, de falta de producción de bienes y servicios, deficiencias que han aparecido en todas las sociedades proclamadas como “marxistas”.

El marxismo, como las religiones, lleva a sus fieles a fanatizarse con sus principios, supuestamente inamovibles. Los fanáticos religiosos, igual que los fanáticos marxistas, son capaces de matar sin compasión. Los religiosos pensando que son un ejército que protegen al “creador” y los marxistas, un ejército que “limpia” la sociedad de “explotadores capitalistas” que hay que exterminar para que surja la “luminosa sociedad comunista”, que nunca llega.

La aplicación del marxismo en Latinoamérica nos muestra su verdadero rostro: Cuba, país próspero antes de la revolución marxista, convertido en un país miserable. Venezuela, el país más rico de Latinoamérica, suplicando por un corredor humanitario que suministre comida, papel higiénico y pasta de dientes. Similar a la Rusia de Stalin, la Camboya de Pol-Pot, la Rumania de Ceausescu, la China de Mao y un largo etcétera revelador de su fracaso.

Todavía hay marxistas --fieles de esa religión sin ética-- supuestamente democráticos, que después de infinidad de experimentos socialistas o comunistas basados en el marxismo, se manifiestan partidarios de nuevos experimentos sociales basados en sus creencias religiosas de corte marxista. En países democráticos como Brasil y Argentina, que no experimentaron el marxismo extremista, luchan hoy para salir de los problemas económicos y sociales creados en sus sociedades debido al afán marxista “bien intencionado” de sus dirigentes “socialistas”.

Se sabe que la sociedad capitalista de mercado debe desarrollarse hacia modelos más “justos”, pero también se sabe que el marxismo ha fracasado siempre como base de esos desarrollos.

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Última actualización el Lunes, 14 de Agosto de 2017 01:48