Convulsos y decisivos días para “Nuestra América”. Imprimir
Escrito por Indicado en la materia   
Miércoles, 26 de Julio de 2017 21:14

Por: Dr. Alberto Roteta Dorado.-

Naples. Estados Unidos. Hacia el final del siglo XIX José Martí, el genial

cubano que más allá de las fronteras de su nación y de su tiempo, supo

interpretar el verdadero sentido de la praxis latinoamericana, con visión futura

se adelantaba a sus contemporáneos al ser capaz de vislumbrar la necesidad

de una integración regional de aquellas naciones que se extienden desde el río

Bravo hasta la Patagonia.

Nuestra América – acudiendo a la simbólica frase del hombre santo de Dos

Ríos- se estremece sobremanera en los últimos meses. Venezuela, la tierra de

Bolívar, el libertador continental que tanto admirara el propio José Martí, ocupa

con justicia el centro de atención de todos los medios de prensa, politólogos,

líderes políticos, reformadores sociales, y hombres de bien.

Una despiadada matanza por parte de las fuerzas represoras del régimen de

Nicolás Maduro ha tenido lugar durante los más de cien días de acciones de

protestas en su contra. Una valiente mujer, la doctora Luisa Ortega Díaz, Fiscal

General de Venezuela, se enfrenta al despotismo de una dictadura impuesta

por la fuerza ante su defensa de lo que considera una ruptura del orden

constitucional. El secretario general de la Organización de Estados

Americanos, Luis Almagro, se ha mantenido con firmeza en sus acciones

defensivas por la recuperación de la democracia venezolana, y denunció el

pasado miércoles, en su tercer informe sobre la crisis venezolana, una

situación de violación del orden constitucional.

La nación suramericana que otrora ocupara un lugar privilegiado por su

economía y sus riquezas naturales ha llagado a un punto crucial de su historia,

y su mandatario se encuentra en una encrucijada, que al parecer, ante su

torpeza de mente y su poco nivel de asimilación no logra interiorizar. Muchos

me preguntan – a pesar de que no es habitual que trate el tema venezolano-

acerca del final de Maduro, a lo que sin rodeos respondo: Maduro tiene sus

días contados.

Una opción sería que las cosas terminaran en un verdadero mar de sangre

originado por un enfrentamiento de una sección del propio ejército contra el

gobierno y sus fuerzas represivas, en este caso el ilegítimo presidente

resultaría eliminado de la forma en que las multitudes quisieran, y en honor a

ciertos principios éticos que hemos de respetar los que escribimos para los

medios prefiero omitir.

Algunos especulan sobre salvoconductos que lo puedan sacar del país.

¿Dónde pudiera ser admitido el despreciado ser, culpable de la muerte de más

de un centenar de personas, la mayoría muy jóvenes, en estos últimos días?

Se ha dicho muy a la ligera y sin fundamentos convincentes que en Panamá, y

otros con mayor fuerza que en Cuba; aunque las circunstancias de la nación

caribeña, cuyo régimen dictatorial guía los pasos del seguidor de Chávez, no

son propicias para dar cabida a un asesino más. Muchos de los proyectos de

Raúl Castro se pudieran ver obstaculizados con la disparatada determinación y

Castro en la fase final de su mandato no asumiría algo que no le conviene y

afectaría sus planes de supervivencia.

Las recientes declaraciones de Maduro – a solo una semana de los comicios

de la Asamblea Nacional Constituyente y luego que los líderes de la coalición

opositora Mesa de Unidad Democrática, MUD, se refirieran a las acciones de

desobediencia que emprenderían para forzarlo a retirar su proceso de la

Constituyente- acerca de estar dispuesto a llegar a un acuerdo de paz y de

iniciar un ciclo de diálogo y conversaciones, se esfumaron antes de difundirse.

Nadie le cree ya, y habría que estar muy atentos a las condiciones que pondría,

toda vez que la llamada constituyente fuera rechazada por el 98.4% de los

participantes en la votación que organizara la oposición.

Con razón Noam Chomsky, uno de los intelectuales estadounidenses de

izquierda más reconocidos del mundo, describió como desastrosa la situación

en Venezuela y criticó a los gobiernos populistas latinoamericanos de los

últimos años por haber perdido la oportunidad del desarrollo. El académico se

refirió a lo dañino del modelo económico asumido por los países

latinoamericanos de tendencia izquierdista, así como a la marcada tendencia

hacia la corrupción de dichas naciones.

Desde los fríos Andes bolivianos Evo Morales, el torpe presidente que pretende

perpetuarse en el poder – como todos los de la izquierda latinoamericana-

luego de un prolongado silencio se le ha ocurrido hacer un llamado a los

“países progresistas” de la región para relanzar su lucha. Igualmente declaró a

los medios oficialistas cubanos - durante su breve visita de trabajo a la isla- que

a Estados Unidos solo le queda como último recurso una agresión directa a

Venezuela.

Habría que preguntarle a Morales a qué se refiere por países progresistas de la

región, o si es que no sabe que ya solo quedan Nicaragua y Cuba, además de

Bolivia, dentro de la línea de izquierda, por cuanto, Venezuela está en fase de

expiración y Ecuador con su nuevo presidente se ha alejado con mucha cautela

del terrible socialismo del siglo XXI.

Inmerso en su ignorancia hizo un derroche de solidaridad con todo lo negativo

de los últimos días en el continente. Su apoyo incondicional al expresidente de

Brasil, Lula Da Silva, acusado y sentenciado por corrupción; su postura junto a

Cuba frente al cambio de política de Estados Unidos anunciado por Donald

Trump; así como sus declaraciones contra Luis Almagro por su defensa de la

causa del pueblo venezolano y su oposición al régimen de Maduro, son

elementos que demuestran el estado precario de su intelecto y su acérrimo

dogmatismo.

Otro aspecto que llama poderosamente la atención en el contexto

latinoamericano fue la actitud del presidente colombiano Juan Manuel Santos al

tratar de interceder en el grave conflicto venezolano a través del dictador

cubano Raúl Castro. Los medios han afirmado que el motivo de la visita de

Santos a La Habana obedeció a convenios de colaboración entre ambos

países; sin embargo y ante la insólita idea de tratar el tema de lograr la paz en

Venezuela, con quien se supone esté dirigiendo desde Cuba los disparatados

pasos de Maduro, surge la duda del verdadero motivo de dicho viaje –

recordemos el papel mediador del régimen de La Habana durante las sendas

rondas de conversaciones para el logro de la paz en Colombia, y los posibles

beneficios de dicha intervención para la isla -.

Por otra parte, en Colombia, como parte de un acuerdo de paz con el gobierno,

el primero de septiembre próximo las Fuerzas Armadas Revolucionarias de

Colombia, FARC, lanzarán oficialmente su partido político, con lo que los

antiguos combatientes guerrilleros – promotores del terrorismo y el

narcotráfico- podrán participar en elecciones legislativas y presidenciales en

2018, algo que traerá serias consecuencias nacionales y para la región.

Así las cosas, “Nuestra América” se estremece ante hechos como estos y otros

que ya han sido muy comentados; pero no pueden omitirse. Las acusaciones

por corrupción contra Ignacio Lula Da Silva, el expresidente brasileño, los

intentos de la oposición ecuatoriana para efectuar juicio político a Jorge Glas, el

actual vicepresidente de Ecuador, al parecer involucrado seriamente en el

famoso caso Odebrecht, el inicio del III Ciclo de los Diálogos de paz entre el

Gobierno de Colombia y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), del cual

Ecuador es país anfitrión, se destacan sobremanera; sin olvidar este 24 de julio

el aniversario del natalicio de Simón Bolívar, la figura cumbre de las luchas

emancipadoras de la región.

Chomsky, el teórico estadounidense citado antes, se refirió a una reacción y

una regresión continental, así como a un retorno de la izquierda al poder, con lo

que estoy en total desacuerdo. No obstante, resulta muy interesante lo que

recomienda si esto ocurriera. En este sentido considera que esa llegada al

poder sea "con fuerzas más honestas, que reconozcan la necesidad de

desarrollar una economía con bases sólidas y con la capacidad de llevar

adelante programas honestos sin robarle a la gente al mismo tiempo".

En fin, hasta los defensores de la propia línea izquierdista admiten el descrédito

de los gobernantes del llamado Socialismo del siglo XXI, sus graves

implicaciones en la corrupción continental, y el saqueo generalizado de lo que

debe ser un patrimonio para sus pobladores. Transcurren así convulsos y

decisivos días para esta, “Nuestra América”, como la definiría el más genuino

de los cubanos de todos los tiempos.