Había una vez… la desunión Imprimir
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Domingo, 15 de Febrero de 2015 17:55

Por Jorge Hernández Fonseca.-

Había una vez una finquita dedicada al desarrollo de animales de todo tipo, que conformó una “sociedad” en la cual, a pesar de algunos problemas naturales, progresaba más que el resto da las fincas vecinas.

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Esto se produjo gracias al hecho de la finquita encontrarse enclavada muy cerca de una gran hacienda, que profesaba hacia ella gran admiración, en parte por las características de sus miembros, en parte por el aprecio a su emprendedora laboriosidad y en parte por sus adelantos sociales, económicos y culturales, pues la finquita le hizo la música al mundo de su época.

 

Había una vez… la desunión

Jorge Hernández Fonseca

14 de Febrero de 2015

Había una vez una finquita dedicada al desarrollo de animales de todo tipo, que conformó una “sociedad” en la cual, a pesar de algunos problemas naturales, progresaba más que el resto da las fincas vecinas gracias al hecho de encontrarse enclavada muy cerca de una gran hacienda, que profesaba hacia la finquita gran admiración, en parte por las características de sus miembros, en parte por el aprecio a su emprendedora laboriosidad y en parte por sus adelantos sociales, económicos y culturales, pues la finquita le hizo la música al mundo de su época.

Sobrevino en la finquita una “revolución” de inicio muy sangrienta, en la que el líder de los animales sobrepuso su ego amazónico por sobre los intereses de la sociedad, pues no conforme con proclamar a los cuatro vientos la justicia social como meta de su locura, colocó a la gran hacienda amiga como centro de los ataques a un supuesto “enemigo” que llamó imperialista, a pesar de este haber intervenido a su favor en la guerra de independencia y de haberle dado la libertad. La situación provocó una guerra de 10 mil fusilados y miles de presos.

El déspota animal de la finquita acabó ganando la guerra civil contra sus oponentes y estableció una dictadura férrea internamente, mientras externamente ofrecía un rostro noble y solidario, víctima de la gran hacienda, recreando el símil de “David contra Goliat”. Esta historia le permitió ganar la admiración de griegos y troyanos a lo largo del mundo democrático, que acudió en su apoyo a nivel planetario. Como la “revolución” implicó la discriminación de los animales eficientes, estos huyeron hacia la gran hacienda provocando en la finquita una gran hambruna.

La gran hacienda, pasado más de medio siglo --y cansada de no ser adecuadamente comprendida en sus relaciones con la finquita-- decidió ejecutar un acercamiento político que resultó en la eliminación de todas las restricciones sobre la misma, dejando al resto del mundo sorprendido y “alegre” por semejante procedimiento calificado casi unánimemente de “humano”.

El acercamiento redundó en una mejora de la finquita desde el punto de vista material, pero como la dictadura continuó --y los herederos de los “revolucionarios” originales seguían con la opresión en la finquita-- una nueva generación de animales --ansiando la libertad-- se insurgió contra el régimen heredado de los “revolucionarios originales”. Las cosas en la finquita se complicaron adicionalmente provocando otra guerra civil en la que la gran hacienda se vio precisada a intervenir, definiendo el fiel de la balanza en favor de los animales demócratas.

La finquita quedó destruida. A pesar de cierta unidad de propósitos entre los animales demócratas, estos se mostraron --otra vez-- reacios a unirse entre ellos. Cada animal hizo su partido y las elecciones “en democracia” fueron un dolor de cabeza por la cantidad de candidatos a la presidencia, elección que fue finalmente ganada por un partidario del “antiguo régimen”, debido a que consiguió el consenso acostumbrado con sus compinches de antaño.

Tomó posesión “otro revolucionario” cuestionando de nuevo a la gran hacienda y a los problemas sociales producto de la bonanza económica anterior. Comenzó otra vez en la finquita el fusilamiento y el éxodo de animales, la prisión política, la oposición y el exilio, todo en una espiral involutiva de regreso al mismo punto de partida, pero a un nivel mucho más bajo…

A los ojos de la gran hacienda, el consenso obligado que impone una dictadura, se muestra más eficiente para las necesidades de paz y estabilidad en una finquita tan cercana.

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Última actualización el Lunes, 23 de Febrero de 2015 13:13