¡Estamos en la Cumbre! Imprimir
Escrito por Indicado en la materia   
Lunes, 27 de Enero de 2014 08:15

Por Eliézer Ávila.-

Como suele pasar con los sucesos más o menos importantes que tienen lugar en Cuba, toda la prensa radial, televisiva y escrita está volcada hace días en los preparativos que se realizan para garantizar el éxito de la II Cumbre de la CELAC.

Según las imágenes mostradas, es evidente que se han ejecutado importantes inversiones en el acondicionamiento de locales, la compra de equipos y toda la parafernalia que exigen los protocolos para la ocasión.

Mientras, en las calles, los taxis, las esquinas de los barrios o en el interior de las casas, casi ningún cubano habla de Cumbre ni de la CELAC. Y es lógico. Nadie ve en ese instrumento meramente político ningún tipo de beneficio práctico para la vida diaria.

Similar despliegue informativo ocupó las pantallas y los impresos no hace mucho para transmitirnos día a día las jornadas del Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes de Quito-2013. El evento dejó un saldo para el país de decenas de miles de dólares gastados y cero de ganancia real en ningún aspecto de interés cotidiano.

Ahora, la prensa, o sea el Gobierno, anuncia con especial énfasis otra reunión donde se pronunciarán discursos, integracionistas y antiimperialistas —más bien antinorteamericanos—, que dejará otra factura millonaria para Cuba y nada concreto para los cubanos.

Si se calcula cuántos kilómetros de autopista se pueden construir, o cuántos edificios se pueden reparar, o cuántas guaguas se pueden comprar con lo que se gasta en la interminable lista de eventos internacionales que el Gobierno patrocina cada año, ya es posible imaginar lo que avanzaríamos si la prioridad del Estado no fuera, exclusivamente, hacer política.

No obstante, las intervenciones, al menos retóricamente, tendrán sus atractivos. Se hablará de "países y pueblos hermanos", pero en la práctica ninguno de nuestros hermanos dejará de pedirnos visa, cartas de invitación y garantías excepcionales cada vez más difíciles de cumplir para poder ir a visitarlos.

Somos unos hermanos muy raros, incluso los venezolanos y los cubanos. A los gobernantes solo les falta decir que compartimos una genética de un 99 porciento, pero a nivel de pueblo —con excepción de los que integran misiones oficiales y viajan al país por esa función— nos llevamos como los más lejanos extraños. Cualquiera pensaría una década atrás que con el fervor que iban tomando las relaciones bilaterales, hoy tendríamos algo parecido a un tratado de libre circulación de ciudadanos, mediante el cual una familia cubana pudiera decidir pasar la semana recorriendo cualquier estado venezolano o viceversa.

Esto podría ser extensivo a Bolivia, Ecuador, Argentina o Brasil. De hecho, entre los países suramericanos sí existen mecanismos que favorecen la movilidad, el empleo, el comercio, el turismo regional, las comunicaciones etc... Pero Cuba, o mejor dicho el pueblo de Cuba, continúa aislado y ausente de esas realidades concretas y palpables; aunque desde nuestra ostra, rodeados de un mar de barreras "defensivas", seguimos aparentando ser el país más normal del mundo.

Al margen de cumbres y de hermandades raras, laten con más fuerza que nunca los temas que de verdad nos preocupan y de los cuales la prensa nacional, ocupada en comunicados oficiales, no habla o lo hace de una forma imperceptible: la burla grotesca que representa el tema de la venta de carros, la cruzada estatal contra los cuentapropistas, la cada vez más escalofriante subida de los precios en mercados y el encarecimiento de la vida en general para cubanos que viven de un salario simbólico e irrespetuoso, la inexcusable falta de conexión masiva a internet…

La lista es larga, pero más larga parece ser la paciencia de un pueblo que acepta a un Gobierno con una agenda política totalmente ajena a las necesidades y aspiraciones más apremiantes.

Tomado del DIARIO DE CUBA

Última actualización el Sábado, 01 de Febrero de 2014 09:44