Algunas incertidumbres Imprimir
Escrito por Indicado en la materia   
Jueves, 29 de Agosto de 2013 18:46

Por Fernando Dámaso.-

La autodenominada "nueva izquierda cubana", sin papel protagónico en el socialismo vigente en el país, al tratar de fundamentar su necesaria presencia en el debate económico, político y social actual —lo cual nadie discute—, tal vez por inercia repite ciertos gastados argumentos gubernamentales, bastante ajenos a la realidad histórica.

Al referirse a la República, esta "nueva izquierda" da por sentado que era neocolonial, sometida, pseudo, plattista, mediatizada, etcétera, y que solo una exigua minoría vivía bien mientras el resto de la población lo hacía en la miseria, sin educación, servicios de salud ni trabajo, además de que imperaba la discriminación racial y de las mujeres. Las actuales autoridades han sido pródigas en demonizar épocas, hechos y personas. Y más, existen quienes lo aceptan como verdades absolutas y, además, las repiten.

En realidad, este cuadro tenebroso no era tan así: Cuba ocupaba primeros lugares en la producción agrícola e industrial, servicios de salud, educación, salarios y derechos laborales, además de poseer uno de los más elevados Productos Internos Brutos de la región, lo cual la convertía en un apetecible destino migratorio para ciudadanos de otros países. Tenía una desarrollada y pujante clase media, y nuestros pueblos y ciudades se encontraban en constante desarrollo, tanto desde el punto de vista económico y urbanístico como de sus infraestructuras. En definitiva, la mayor parte de lo valioso que aún poseemos, se lo debemos a esos años republicanos. Obviar esta verdad —a pesar de la politiquería y de otras insuficiencias y problemas que existían, y que aún no estaban resueltos— es ocultar una cara de la moneda.

Al referirse, por otra parte, a los funestos años del socialismo, esta nueva izquierda cubana lo califica de "real", "autoritario", "estatalista", "stalinista", etcétera, centrando la atención únicamente en estas características deformantes, haciéndolas responsables de todos los fracasos, como si no fuera precisamente el sistema, independientemente de sus aberraciones y de las personas, el que ha fracasado dondequiera que se ha tratado de implantar.

Al referirse al futuro, la "nueva izquierda" rechaza el regreso al pasado, suponiendo que pueda producirse algo tan absurdo como volver al capitalismo de la década de los años cincuenta del siglo anterior. Por otra parte, a todos aquellos que proponen abandonar el "modelo" raulista, se les señala como responsables de la posible pérdida de la independencia y de la soberanía (términos cada día más fuera de uso en este mundo globalizado), o de sometimiento al poderoso vecino del Norte, repitiendo, tal vez sin darse cuenta, el discurso oficial: "conmigo o sinmigo".

A excepción de una pequeña elite que detenta el poder y la riqueza, lo único que ha distribuido el socialismo cubano a partes iguales entre la mayoría de la población es la pobreza. Esta es la igualdad que aplauden sus defensores internos y externos. El socialismo cubano ha disfrutado de 54 años de oportunidades fallidas, debido a lo cual es poco probable que la población esté dispuesta a darle más oportunidades en el presente o el futuro.

Como se dice popularmente, el modelo castrista "ya consumió su cuarto de hora". Por lo tanto, las nuevas oportunidades deben corresponder a otros proyectos políticos, económicos y sociales, a los cuales pueden y deben incorporarse todos los ciudadanos que sientan por Cuba, pero sin pretender imponer conceptos estrechos, independientemente de que se denominen socialistas democráticos, participativos, críticos, conservadores, liberales, capitalistas, anarquistas, racionalistas, centristas, descentralizadores, pluralistas, renovadores, etcétera.

Es natural que este destape político ocurra después de años de una concepción única ideológica, política, económica y social. De la nueva variedad de componentes, debe salir el plato capaz de satisfacer el gusto de la mayoría de los ciudadanos, pero este plato no puede ser preparado por un único chef, sino que en él deben tener opinión y participación principal quienes lo van a consumir, y debe aportar desarrollo económico, libertades y justicia social.

El objetivo es insertarnos en el torrente mundial actual y avanzar con él, por las vías que decidan la mayoría de los ciudadanos en ejercicio pleno de democracia, con la participación de todos, sin nuevos y absurdos experimentos políticos, económicos y sociales, y sin ese nacionalismo que lo único que ha logrado es separarnos a años luz del resto de las democracias mundiales.

Tomado del DIARIO DE CUBA