La Oposición Política cubana de inicios de 2013: Un Análisis Imprimir
Escrito por Indicado en la materia   
Miércoles, 08 de Mayo de 2013 09:19

Por Jorge Hernández Fonseca.-

Atisbos informativos nos quieren inducir a pensar que alrededor de Raúl Castro hay un celero de “marxistas honestos” que luchan por reformar “el modelo cubano” para llevarlo por caminos más eficientes, económicamente hablando.

 

La Oposición Política cubana de inicios de 2013: Un Análisis

Jorge Hernández Fonseca

5 de Mayo de 2013

El maniqueísmo que todavía permea la política cubana del siglo XXI está haciendo estragos en amplios sectores de la creciente oposición política al castrismo. Una oposición que inicialmente fue “de derechas” por razones obvias, avanzó rápidamente hacia el centro político en la medida que la llamada “revolución” se mostraba incapaz de “generar bienes y servicios” desde el gobierno y que el desastre socialista actual ha extendido a todo el espectro político nacional, incluyendo a una gran parte de los intelectuales marxistas isleños, junto a católicos militantes “revolucionarios”, en una sopa de difícil digestión que pretende “salvar” de los escombros una supuesta “buena voluntad social original” que ya no aparece por ningún lado.

Los cubanos, ávidos de análisis lúcidos sobre el potencial camino hacia la democracia, leemos artículos de autores opositores de las más variadas tendencias, en algunos de los cuales sobresale el maniqueísmo “izquierdo-derechista” de manera destacada. Esta tendencia es resaltada sobre todo en opositores que recién abandonan el campo gobiernista, o en aquellos que, desde posiciones marxistas intentan “perfeccionar” el descalabro evidente. Se trata, según esos enfoques, que se cometieron “errores” de detalles, sin ver el estrepitoso fracaso que ha hundido la Nación cubana en el peor de los abismos al que se la ha llevado en los aspectos social, económico y moral. Con tal de “separarse” de la “derecha” a la que detestan, continúan atados al lenguaje simbólico y maniqueo de la dictadura que ahora dicen abandonar.

Atisbos informativos nos quieren inducir a pensar que alrededor de Raúl Castro hay un celero de “marxistas honestos” que luchan por reformar “el modelo cubano” para llevarlo por caminos más eficientes, económicamente hablando. Nada se habla sin embargo del aspecto político, y en paralelo, el “matonismo fidelista” continúa en alta haciendo estragos entre los opositores pacíficos (¿será que lo merecen por ser “de derecha”?) los que son salvajemente golpeados y encarcelados. Hay una evidente contradicción básica en esta ecuación, que los opositores marxistas achacan a sectores dictatoriales dentro el gobierno oponiéndose a los “cambios”. ¿Sectores dictatoriales fuera del alcance de la mano de Raúl Castro?... sólo Fidel Castro.

Otro grupo de opositores marxistas no raulistas detallan una visión menos comprometida con la dictadura actual, pero continúan con el mismo lenguaje simbólico de “mafia de Miami” y “derecha reaccionaria”, en el supuesto de que las nuevas generaciones de opositores “de izquierda” son los que tienen “la” razón y no el “viejo exilio”. Esta “tercera posición opositora” critica a “unos y otros” (léase, a los castristas recalcitrantes y al “exilio de derecha”) echando mano la misma dicotomía que siempre usó el castrismo contra los demócratas que lo enfrentaron, mientras dicen combatir la tendencia de oponer “revolución-contrarrevolución”, utilizada ampliamente por la dictadura desde sus inicios, y usada también ahora que los “contrarrevolucionarios” a los que critica son nada menos que opositores marxistas.

Este razonamiento anterior nada tiene que ver con la sangre joven opositora que ha hecho irrupción en el exilio cubano cual “pinos nuevos”, ninguno de ellos con rezagos marxistas, ni con las mismas voluntades reformistas que el grupo de Raúl Castro y sus pretensiones de capitalizar el momento de fracaso del “modelo cubano”, que tanta penuria nos cuesta. Pena que se trate de opositores “individuales” destacados, que todavía no representan a “la” oposición.

Todo este escenario se refuerza con la constatación sorprendente y actual de la exportación castrista hacia la Venezuela de Nicolás Maduro (lo llevó en su maleta a Caracas de regreso de su visita a la Habana) del método “matonista” implantado hoy en la Habana y descrito antes (golpizas indiscriminadas, no importa que sea en pleno Parlamento) contra opositores pacíficos. Siendo así, ¿Cuál es la verdadera voluntad de cambios hoy en Cuba? No se trata de que los cambios lleguen o no a la esfera política, se trata de la imposición en Venezuela del “método castrista” a base de palizas sangrientas, “como en Cuba”. ¿Cómo puede defenderse negociar con un régimen que funciona a base de golpizas contra sus opositores, y que además lo exporta?

Se argumenta que es Fidel y no Raúl quien está detrás del “matonismo” implantado en la Cuba de hoy y en la Venezuela post-Chávez. Pero resulta muy difícil asimilar que semejante método bárbaro haya sido aceptado por los hombres de Raúl en Venezuela, en caso de que dentro de la isla no haya consenso para su aplicación indiscriminada, siguiendo la línea fidelista de que “lo que conquistamos por la fuerza, por la fuerza tienen que quitárnoslo”, extendido ya a Caracas.

Comprendo que para un intelectual marxista comprometido con el andamiaje teórico de esa corriente filosófica resulta muy difícil achacar a esos mismos postulados el proceder del socialismo cubano. Comprendo también que con una mentalidad de izquierdas quiera analizarse el fracaso socialista cubano a la luz de “detalles” debido a “errores” que pudieran haberse evitado y no a los enunciados de una filosofía que, diciendo que era una ciencia (y no lo es) creó una ingeniería social para el éxito de la cual no había conocimientos comprobados, resultando en un voluntarismo dictatorial que fusiló a todo el que de verdad se le opuso.

En este etapa de la lucha por la democracia para la isla, cuando ya no es necesario demostrar que el socialismo fracasó en Cuba (aunque muchos en el campo opositor insisten en continuar sugiriendo “fórmulas” socialistas) los opositores tenemos el deber de clarificar los objetivos básicos de la oposición política cubana para no derivar en discusiones interminables. En este sentido creo que se debe partir de un enunciado básico: “Un gobierno dictatorial, que ha cercenado todas las libertades, que ha fracasado en el aspecto económico, que ha fracasado en el aspecto social, dividiendo la sociedad cubana (más de dos millones de exiliados) y que ha fracasado en el aspecto ético-moral, debe terminar”. Basado en un enunciado de ese tipo y no sobre discusiones maniqueas debe decidirse la base opositora honesta para una Nueva Cuba.

Sabemos que, a pesar de que tanto EUA como Europa incentivan un gobierno democrático en la isla, hay intereses norteamericanos, españoles y europeos en general, que tienden a darle al gobierno de Raúl Castro cierta sobrevida basado en argumentos de valores diversos. Para el análisis de esas estrategias foráneas habrá que estar preparados con principios firmes. La lucha del pueblo cubano no es sólo para que los cubanos de dentro de la isla tengan un plato de comida, ni solamente para que los exiliados cubanos puedan viajar a la isla cuando lo deseen. La lucha es para mucho más que eso: es para desmontar una dictadura que impide ahora que todo nuestro pueblo disfrute de una amplia libertad política, económica y social y para que todos tengamos igualdad de derechos, sin sentirnos parias dentro de nuestra Patria.

Para la lucha democrática deberíamos aceptar como válidas todas aquellas fuerzas opositoras, de la derecha, del centro y de la izquierda, sin las exclusiones a que estamos acostumbrados a leer: la derecha calificando de “fidelismo sin Fidel” a la izquierda opositora, o la izquierda marxista calificando la derecha opositora de “cavernícolas”. Todo lo anterior, siempre y cuando ambas acepten que el gobierno de los hermanos Castro, su partido e Instituciones, tienen que ser demolidas totalmente para conformar una sociedad nueva y diferente, dentro de la cual cada cual participe en la vida política futura defendiendo sus postulados. Si bien no es deseable ahora el triunfo de una derecha revanchista, menos deseable sería el triunfo de “otra” izquierda.

Será esa oposición política –dicho así, de esa manera directa-- la que nos indicará el camino propio de las Naciones libres. Nuestra lucha no es para suceder en el poder a un determinado gobierno cambiando algunas de sus leyes. La lucha es para derribar el actual gobierno, que ha secuestrado al Estado cubano sometiéndolo al albedrío de un partido discriminatorio. Para romper con la actual constitución de mentiras y crear una Nación diferente en nuestro territorio. Para re-hacer rodas las actuales leyes discriminatorias, con vistas a que generen una Patria soberana para todos sus hijos de dentro y fuera de la isla, desterrando el castrismo de nuestra tierra. El postulado básico de la oposición debe ser: ¡Libertad! sin subterfugios marxistas asociado a supuestos “logros” y sin el mangoneo raulista asociado a sus “cambios”.

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