Cuba 2013: resumen y pronósticos, Por Yoani Sánchez Imprimir
Escrito por Indicado en la materia   
Jueves, 03 de Enero de 2013 21:00

Por Yoani Sánchez.-

Manusxcrito

A las afueras del templo habanero de la Virgen de Regla, una mujer lanza los caracoles para los transeúntes a cambio de un poco de dinero. Entre las preguntas que recibe cada día, se repiten casi como una obsesión nacional si la persona podrá viajar en un futuro inmediato, si logrará comprar una casa, encontrar el amor y –claro está- la incisiva interrogante de cuándo terminará “esto”. Con un simple pronombre demostrativo, los cautos clientes de la adivinadora intentan resumir lo que algunos llaman “revolución”, otros “dictadura” y los más neutros simplemente mencionan como “el sistema”. Para la mujer de uñas pintadas de un rojo intenso y turbante blanco en la cabeza, la respuesta es difícil de decir por temor a que sea la provocación de algún agente vestido de civil. Por eso consulta la posición en que cayó cada concha y dice en apenas un susurro “pronto, será pronto”.

El reloj biológico del gobierno cubano está cercano a marcar su medianoche. En este lento y desesperante recorrido de las agujas que ha durado ya 54 años, cada minuto que pasa la obsolescencia se acentúa. La existencia de un sistema político no debería estar tan estrechamente vinculada a la lozanía o decrepitud de su líder, pero en el caso de nuestra Isla ambas edades vienen a ser la misma cosa. Como una criatura hecha a la imagen y semejanza de un hombre –que se creyó Dios-, el modelo imperante en Cuba no va a sobrevivir a sus creadores. Cada decisión tomada en estas cinco décadas, cada paso dado en una dirección o en otra ha nacido marcado por la personalidad y la voluntad de dos hombres, uno de los cuales, Fidel Castro, convalece desde hace seis largos años en un lugar que pocos cubanos podrían ubicar en un mapa.

Aunque en el último lustro Raúl Castro ha colocado cuadros más jóvenes en los aparatos administrativos y gubernamentales, las decisiones más importantes siguen concentradas en manos de octogenarios. Como un voraz Saturno que se come a sus hijos, los dirigentes principales de la Revolución no han permitido que los posibles benjamines les hagan sombra. Los últimos defenestrados fueron el vicepresidente Carlos Lage, figura que gozaba de bastante simpatía popular, y el canciller Felipe Pérez Roque. Ambos resultaron acusados por Fidel Castro de haberse hecho “adictos a las mieles del poder”. Ese egoísmo a la hora de compartir la autoridad ha dejado a los líderes políticos cubanos sin relevo y ya no hay tiempo para formarlo, al menos para lograr sucesores que quieran continuar el camino trazado por los jerarcas de verdeolivo. Para el General Presidente de 81 años, el cuadro es preocupante y ha declarado que “el tiempo apremia” para dejar lista la generación que los reemplazará. Durante el año 2013, se verá obligado a acelerar ese proceso y, dada la prisa, podría cometer muchos errores. Ese será uno de los elementos que contribuirá al debilitamiento ideológico y a la pérdida del menguado arraigo popular del que todavía disfruta el castrismo.

¿Reformar o desmontar?

Las reformas económicas llevadas a cabo por Raúl Castro también influirán en la disminución del control sobre la población. Ampliación del sector privado, cobro de impuestos, entrega de tierras en usufructo y autorización para la creación de cooperativas no agropecuarias, son algunas de las medidas que harán que se reduzca la influencia del Estado en la vida cotidiana de los cubanos. Eso traerá como consecuencia una disminución del compromiso ideológico de la gente con un gobierno que cada vez le provee de menos subsidios y beneficios. Cada paso que las autoridades dan en la dirección de la flexibilización y del fin de tantos absurdos y prohibiciones, es como si se cargaran un arma para disparársela sobre sus propias sienes. Un sistema basado en mantener “atado y bien atado” cada pequeño aspecto de la vida nacional no puede manejarse cuando algunas de esas ligaduras se aflojan. La reforma es la muerte del status quo; las maniobras para sobrevivir financieramente, abriéndose al capital privado, son la sentencia de defunción escrita por anticipado. Los próximos doce meses serán decisivos para definir esa tendencia que va del centralismo a la atomización productiva, de la más absoluta verticalidad al desmontaje de la misma. Lo cual derivará –sin dudas- en autonomía política para todos aquellos que dejen de recibir un salario de las empresas o instituciones estatales y que pasarán a mantenerse a través de una labor por cuenta propia.

Sin embargo, vale la pena aclarar que el régimen de La Habana es hábil  para sobrevivir, incluso con los pronósticos más desfavorables. La crisis económica ha sido su caldo de cultivo en los últimos veinticinco años. Se podría decir que al inquilino de la Plaza de la Revolución se le da mejor la emergencia que la prosperidad, la crispación que la calma. La precariedad material se constituye en mecanismo de parálisis sobre una población que debe pasar horas esperando por el ómnibus o en una fila para comprar un kilogramo de pollo. De ahí que los números rojos de las finanzas nacionales muy probablemente no lleguen a provocar un estallido de inconformidad. Puestos a elegir entre lanzarse a la calle para derrocar el gobierno o lanzarse al mar en una frágil balsa para llegar hasta la Florida, millones de cubanos preferirían este último camino. La explosión migratoria podría estar más cerca que la explosión social. De ahí que quienes esperan ver en este 2013 imágenes en La Habana como las de la Plaza de Tharir tendrán pocas posibilidades de ver realizada su ilusión. La frustración quizás se muestra más a las afueras de las embajadas para obtener un visado que en congregaciones masivas de demanda popular.

Mayor inconformidad

Ahora bien, tampoco la policía política y la represión han logrado erradicar al sector más crítico. Más bien ha ocurrido todo lo contrario. A pesar de los arrestos durante la llamada Primavera Negra de 2003 y del exilio de muchos de los líderes de la oposición, ésta última vive momentos de efervescencia. Aunque el año cierra con la lamentable pérdida de Oswaldo Payá, figura principal del Movimiento Cristiano de Liberación, otros rostros empiezan a ganar protagonismo. Se percibe también un aumento del número de activistas y la aparición de fenómenos que introducen frescura y modernidad en las filas de la disidencia. Como es el caso de los bloggers alternativos, los artistas del performance que mezclan la crítica social con la creación y los músicos que en sus letras de hip hop o de reggaetón están narrando una realidad bien diferente a la del discurso oficial. Por otro lado, el robustecimiento de redes alternativas de información y convocatoria a través de los teléfonos móviles, Twitter y demás redes sociales, ayuda a romper el monopolio de la opinión estatal y narrar al mundo lo que ocurre dentro de la Isla.

No sólo las variables del envejecimiento de la nomenclatura, la creciente oposición y las aperturas en pro del sector privado influirán en el debilitamiento del sistema durante el año 2013. El agravamiento de la enfermedad de Hugo Chávez es un elemento catalizador del colapso. Ante la ausencia del gran mecenas de Miraflores, Raúl Castro tendrá que acelerar las reformas dentro de la Isla para lograr nivelar la economía, con el consiguiente menoscabo de la autoridad del Partido Comunista. Puede optar por eso o -por el contrario- entregar la nación en brazos de otro magnánimo tutor que pague las facturas, pero no se avizora en el horizonte a ningún país interesado en cargar con un problema de ciento once mil kilómetros cuadrados y 11 millones de habitantes. La actuación de la administración de Barack Obama también será determinante. Si finalmente se procede al levantamiento del embargo norteamericano hacia Cuba, muchos consideran que el gobierno podría experimentar un respiro económico. Sin embargo, otros aseguran que si eso ocurriera se perdería el argumento político más usado por el castrismo. Sería un duro golpe para el discurso ideológico: el no poder culpar al vecino del Norte del descalabro productivo del país.

Además, como un hedor que crece y crece, la corrupción afecta todos los sectores de la Cuba de hoy. El desvío de recursos del Estado se incrementa porque sin él la mayoría de las familias cubanas no podrían llegar a fin de mes. Las facturas adulteradas, los impagos generalizados entre empresas estatales, el falseamiento de las cifras productivas, el saqueo constante de los fondos de las instituciones y el enriquecimiento ilícito de los cuadros dirigentes, son sólo algunos de los elementos que conforman este escenario de podredumbre ética. Después de décadas negando que la corrupción existiera en nuestra nación, el gobierno ha debido reconocer que ésta ha llegado a un nivel insostenible para el desarrollo del país. Raúl Castro ha lanzado una cruzada contra todas esas prácticas que, claro está, no incluye la auditoría de la alta cúpula. Es una “limpieza” que se realiza en los círculos bajos e intermedios, sin apenas tocar a los más altos jerarcas del trapicheo. Aún así, la campaña para eliminar la corrupción está tocando a “caciques” poderosos, a gente que ha tenido una vida de lujos por demasiado tiempo. De ahí que el General Presidente se gane a cada paso nuevos enemigos dentro de sus propias filas. Enemigos  que incluso llevan un uniforme militar. Dentro de ellos podría estar creciendo el deseo de provocar un cambio que les haga recuperar sus posiciones.

Como un complicado escenario de ajedrez político y social se muestra el tablero cubano para este 2013. El gobierno cuenta con muy pocas fichas que mover para lograr resultados tangibles sobre los platos y los bolsillos de los ciudadanos. Y encima de eso, dicen los supersticiosos, está la maldita cábala del número 13, que algunos identifican con momentos medulares en la vida de Fidel Castro. Desde su propia fecha de nacimiento el 13 de agosto de 1926, hasta un día igual pero de 1993 en que se vio obligado a autorizar la dolarización de la economía cubana. Dado su delicado estado de salud, se podría esperar que en los próximos años los cubanos reciban la noticia del “magno funeral”. Un hecho de connotaciones más simbólicas que políticas, a estas alturas. Lo llamativo es que ante la falta de elementos fiables para hacer pronósticos, la gente se aferra a las predicciones, a los cartománticos y a las adivinas de caracoles. Todo para saber cuándo termina “esto”, cuándo la aguja del reloj biológico de una Revolución petrificada e inmóvil marcará la medianoche.

Tomado de EL PAÍS; MADRID; ESPAÑA

Última actualización el Domingo, 06 de Enero de 2013 11:20