Visita, paseo y descubrimientos en Madrid Imprimir
Escrito por Indicado en la materia   
Domingo, 09 de Diciembre de 2012 14:12

Por Raúl Rivero.-

El escritor y periodista Armando López ha venido a España ahora en diciembre con una Habana a cuestas que dejó a los cubanos más viejos un poco nostálgicos y conmovidos. A los más jóvenes, azorados y quietos en una estación de curiosidades y ausencias. Y a los españoles, deslumbrados por la vida de una ciudad contada por la música y las letras de una antología de boleros.

López, que es también un productor de espectáculos y un noctámbulo que tuvo silla fija en todos los bares y clubes habaneros, habló durante casi dos horas sobre la bohemia y la evolución del bolero hasta los primeros años sesenta cuando comenzaron a salir de Cuba algunas de las más importantes figuras.

Bajo el título de Los boleros prohibidos o La Habana sin Olga Guillot, el periodista ofreció, en la sede de la Fundación Hispano Cubana, un panorama de la atmósfera nocturna de la capital cubana antes del comunismo.

Fue un relato testimonial, narrado con emoción, sentido del humor, ironía, a veces, con un cierto dolor y apoyado todo el tiempo por las imágenes y las voces de Benny Moré, Celia Cruz, Fernando Albuerne, Vicentico Valdés, Frank Domínguez, Ñico Membiela, René Cabel, Orlando Vallejo, Rolando Laserie, Blanca Rosa Gil, La Lupe, Freddy, y por amigos que visitaban la ciudad como Nat King Cole, Agustín Lara, Libertad Lamarque, Pedro Infante, Toña La Negra o Luis Aguilé.

El público hizo un viaje largo, con muchos detalles, anécdotas y observaciones en el que López estuvo acompañado por algunos de sus viejos amigos de aventuras como el caricaturista Arístides Pumariega. Por momentos, la charla, los fragmentos de películas y las piezas que lo mismo cantaban Lucho Gatica que Miguelito Valdés, parecían la banda sonora de la novela Tres tristes tigres con la que Guillermo Cabrera Infante reconstruye aquella Habana y la salva para el porvenir de los olvidos y los desastres.

Además del recorrido por la ciudad y sus noches, el periodista hizo una indagación seria de los orígenes del bolero y entró a examinar con inteligencia y sensibilidad la filosofía del género, sus modalidades y derivas entre los compositores cubanos y sus fusiones con otras expresiones musicales del continente.

López recordó que el gobierno de Fidel Castro destruyó las compañías disqueras cubanas y sacó las máquinas traganíqueles de las cantinas. “Como la Revolución cubana”, dijo, “necesitaba crear su propia lírica, el bolero fue calificado de pesimista y decadente... Se acabaría la bohemia de las noches habaneras. Frente a los cabarés ya se empezaban a cavar trincheras”.

Fue una Habana fugaz que se encendió otra vez por un rato en una zona de Madrid. ¿Ustedes saben por qué los cubanos no olvidan esa ciudad?, preguntó al final de la velada un amigo español.

Y él mismo se respondió: “Porque era libre, alegre y esplendorosa. Porque regresan a ella cada vez que quieran en los libros de Cabrera Infante y porque la pueden sentir en los boleros”.

Tomado de EL NUEVO HERALD


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