Del Minint a la Calle Ocho Imprimir
Escrito por Indicado en la materia   
Lunes, 26 de Noviembre de 2012 16:31
Por Pedro Corzo.- 

La información de que un nuevo  ex-alto funcionario de la dictadura de los
hermanos Castro reside en el exterior, particularmente en Miami, no es algo
novedoso. 

Durante décadas un número importante de
militares, agentes de la seguridad e inteligencia, delatores  y funcionarios  de
diferentes rangos que sirvieron con
devoción al totalitarismo cubano han desertado del sistema y buscado,
paradójicamente, refugio en el país que decían odiar y ansiaban destruir. 

Por supuestos que algunos de estos
desertores eran en realidad espías del régimen cubano que traicionaron la
hospitalidad de esta nación y la confianza que muchas personas depositaron en
ellos. La red Avispa e individuos como 
Ramón Labañino y Juan Pablo Roque, son casos que pueden repetirse. El
espionaje cubano en Estados Unidos no es un capítulo cerrado. 

Algunos de los desertores han mostrado sin
tapujo su desencanto y criticado públicamente los errores y crímenes de la
dictadura. Han sido enfáticos en rechazar las actuaciones del gobiernos que en
su momento defendieron y unos pocos, excepciones, tuvieron el valor de
enfrentar la dictadura dentro de sus muros mientras les fue posible. 

Otros han llevado una vida discreta. Han
preferido no llamar la atención. Guardan silencio y quieren reconstruir su
vida, a lo que tienen derecho, siempre y cuando no hayan violado los derechos
de los otros, porque un victimario no merece el respeto ni la consideración de
ningún ciudadano digno.

Esta consideración es consecuencia de las
denuncias y reacciones que se han producido por la presencia en Miami del  ex
teniente coronel y ex jefe de prisiones
del ministerio del Interior de Cuba en Villaclara, Crescencio Marino Rivero y
de su esposa, la ex capitana Juana Ferrer, quien trabajó en Inmigración y
Extranjería, una dependencia en la que los funcionarios tienen amplias
facultades  para determinar sobre el
futuro de una persona que ha decidido abandonar el país. 

Sin dudas que Marino Rivero tiene el
derecho de pensar como le parezca,  pero
no a mentir cuando afirma que “un motivo de atención especial en el sistema
penitenciario cubano es una huelga de hambre protagonizada por cualquier
recluso”, como si bajo el régimen que él sirvió y que continua defendiendo, no
hubiesen muerto al menos 13 prisioneros políticos en huelgas de hambre. 

Es interesante que Marino Rivero eligiera
residir en un país que el gobierno que defiende considera su enemigo mas
acérrimo, a la vez que señala como anticubanos, tal y como hace el castrismo, a
los que critican la dictadura de la isla.

Vale la pena preguntarse porque un
individuo que declara “que todavía es revolucionario y comunista y que, como
tal, está orgulloso de su historial que por demás nunca negará”, decidió
abandonar el paraíso comunista y escogió residir en Estados Unidos, con todo lo
que esta nación tiene de negativo para el imaginario socialista de los
partidarios del castrismo. 

Una vez mas este ex funcionario repite las consignas del régimen al que sirvió,
cuando afirma que los agentes de la Seguridad del Estado y los militares,
protegen a los disidentes del pueblo que, según él, es quien da las golpizas a
quienes protestan contra el gobierno, continua diciendo  “que el Minint no organiza
turbas, eso lo hace el pueblo, y la presencia de los
agentes es para evitar que el pueblo agreda a los opositores”, y como colofón
afirma “En Cuba no se tortura en las cárceles”.

La sumisión de este individuo al régimen no tiene límites. Sus desmentidos a las
acusaciones de que es objeto pierden toda validez, cuando justifica
abyectamente las acciones de la dictadura contra la oposición.   

Por otra parte Marino se dice abogado y profesor
de Derecho en un país donde no existe la división de poderes y cuyas leyes son
interpretadas y aplicadas en base a los intereses políticos del sistema. 

Este ex director del Departamento Jurídico
del Minint, la Gestapo o KGB cubana, dice que los periodistas deben ser
imparciales, condición que de seguro apreció durante los años que sirvió a la
dictadura, entre los  comunicadores que
laboran en los medios informativos de la isla, particularmente en Bohemia, Granma,
Juventud Rebelde y la televisión nacional. 

Este sujeto se contradice en una misma
declaración. Afirma en un párrafo haber sido director del Departamento Jurídico
del Minint y en otro admite que en la posición 
de Jefe del Departamento de Prisiones de Villa Clara, ayudó a cientos de
reclusos a mejorar en sus condiciones carcelarias, eso si, ajustado al
reglamento penitenciario, por lo que es de espera que fue capaz de cumplir a
cabalidad, como militante orgulloso de su condición de revolucionario y
comunista,  las draconianas leyes
penitenciarias del castrismo. En una palabra fue un eficiente carcelero y quizá
más.