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Escrito por Indicado en la materia   
Martes, 18 de Septiembre de 2012 10:12

Nunca rápidas, las reformas de Raul Castro parece que se están estancando

The Economist (edicion electrónica del 15 de septiembre)

Cuando Raúl Castro, Presidente de Cuba, dio su último gran discurso a una reunión de la Asamblea Nacional en julio, repitió su respuesta habitual a quienes le urgen a moverse más rápido con las reformas a la economía estatal estancada de su país. El cambio, dijo, se haría “sin prisa pero sin pausa”. Pero muchos en la isla están cuestionando si las reformas — llamado oficialmente “actualización” — han hecho una pausa.

Los cambios que Raúl ha instigado desde que asumió el poder de su hermano enfermo, Fidel Castro, en 2006 son significativos. Se han levantado muchas restricciones en las empresas privadas, algunas de las cuales habían sido estaña en pie desde la década de 1960. Los cubanos pueden comprar y vender casas y coches y emplear a personas. Más de 200,000 de ellas se han convertido en trabajadores por cuenta propia desde octubre de 2010. Los agricultores pueden arrendar tierras inactivas del estado. Restaurantes privados son ahora libres de atender a tantos clientes como quieran. Se han abierto cientos de ellos. Los residentes más ricos de la Habana están redescubriendo el placer olvidados de probar nuevos lugares para comer.

Pero hay muchas limitaciones. Los cubanos sólo pueden comprar vehículos de segunda mano; no han permitido concesionarios de vehículos nuevos. Las normas sobre compras de casa están resultando tan complicadas que muchas personas todavía están haciendo lo que siempre han hecho: intercambiar casas y pagarse debajo de la mesa. Quizás el mayor obstáculo es que los mercados mayoristas privados que se prometieron todavía no se han autorizado. Así los restaurantes y otros negocios tienen que comprar sus suministros en los precios de venta en los supermercados o, más a menudo, en el mercado negro. Las categorías permitidas 181 de autoempleo incluyen oficios como plomería, pero aún excluyen las profesiones. El Estado sigue siendo el único importador de alimentos. La producción agrícola permanece por debajo de su nivel de 2007. Proyectos insignia de la inversión extranjera, como varios resorts de golf muy publicitados, han sido silenciosamente puestos en espera.

Además, ha habido algunos aparente retrocesos en el camino hacia una economía más libre. Una medida muy impopular, impuesta el 3 de septiembre, planteó drásticamente el impuesto pagadero sobre exceso de equipaje (por encima de un límite de 30 kg por persona). Este impuesto se utiliza para pagar en el peso cubano local. Ahora hay que pagar en el peso “convertible”, que vale más de 24 veces. Así se ha disparado el costo de puesta en bienes como televisores y sistemas de música desde unos pocos dólares, a cientos de dólares.

El Gobierno dijo que el cambio se ha hecho para reducir las colas y aumentar la eficiencia. Ciertamente, dese que el Presidente Barack Obama en 2009 retiro casi todas las restricciones sobre las visitas a la isla por cubanoamericanos, el aeropuerto de la Habana ha luchado para hacer frente a la media docena de vuelos diarios que ahora llegan desde los Estados Unidos.

Las bandas de equipaje crujen bajo el peso de todo lo que carecen en Cuba: muebles, juguetes, televisores LCD, juegos de ordenador y similares. Muchas de las importaciones son traídas por profesionales ‘mulas’, generalmente cubano-americanos que viajan atrás de Florida varias veces por semana. Es — o era — un negocio rentable.

El aumento perjudicará a los negocios privados, a cuyos propietarios se les había asegurado por los medios estatales que, a diferencia de bajo la vigilancia de Fidel Castro, ellos eran una parte bienvenida de la nueva economía de Cuba. Muchos dependen de las importaciones. “Nada está disponible en Cuba, ¿ qué se supone que debemos para hacer?”, se queja Walter, quien obtuvo una licencia para ser un “electricista de automóviles” el año pasado y tiene un floreciente negocio instalando equipos de música en los autos. Dice que intentará encontrar una manera de seguir trabajando con el aumento de impuestos, pero si fracasa entregará nuevamente su licencia.

“Todo parece en espera” dice un empresario europeo basado en la Habana. Una teoría detrás del estancamiento es que Raúl Castro, quien es 81, carece de la energía para superar la resistencia al cambio dentro del gobernante Partido Comunista. La fantasmal presencia de Fidel Castro sigue siendo un obstáculo a la reforma. La salud de Fidel es nuevamente objeto de especulación que distrae. Su verbosas “reflexiones” sobre asuntos de actualidad publicados en medios de comunicación estatales ya son infrecuentes. Se han convertido en oraciones tangenciales hasta que en junio dejaron de publicarse. No ha sido visto en público desde marzo.

La persecución de Raúl Castro contra la corrupción es otro freno. Fraude y mala praxis se han descubierto en cada industria examinada por los investigadores. Docenas de cubanos y varios extranjeros han sido encarcelados. El hijo del Presidente, Alejandro Castro, participó en una investigación reciente. Esta se relacionó a un proyecto para ampliar una planta procesadora de níquel, en sociedad con la empresa canadiense Sherritt International. Después de un breve juicio, 12 oficiales, incluyendo tres viceministros, fueron encarcelados el mes pasado. En su defensa, los funcionarios dijeron que todas sus conversaciones con socios extranjeros se celebraron abiertamente. Como evidencia, Sherritt proporcionó contratos, algunos firmados por Fidel Castro.

Uno de los acusados, Antonio Orizón de Los Reyes, que sirvió como un Viceministro de la industria desde hace 19 años, dio un discurso apasionado a la corte argumentando que fue un chivo expiatorio, y que era inconcebible que sus superiores no supieran los detalles de todos los contratos. Su discurso fue recibido con aplausos improvisado. Fue condenado a ocho años de cárcel. “En este ambiente, todo el mundo se cuida” dice el empresario extranjero. “Nadie está tomando decisiones”. Pero da esperanzas de cambio sólo para frustrarlas puede resultar un negocio peligroso para el régimen.

Cuando Raúl Castro, Presidente de Cuba, dio su último gran discurso a una reunión de la Asamblea Nacional en julio, repitió su respuesta habitual a quienes le urgen a moverse más rápido con las reformas a la economía estatal estancada de su país. El cambio, dijo, se haría “sin prisa pero sin pausa”. Pero muchos en la isla están cuestionando si las reformas — llamado oficialmente “actualización” — han hecho una pausa.

Los cambios que Raúl ha instigado desde que asumió el poder de su hermano enfermo, Fidel Castro, en 2006 son significativos. Se han levantado muchas restricciones en las empresas privadas, algunas de las cuales habían sido estaña en pie desde la década de 1960. Los cubanos pueden comprar y vender casas y coches y emplear a personas. Más de 200,000 de ellas se han convertido en trabajadores por cuenta propia desde octubre de 2010. Los agricultores pueden arrendar tierras inactivas del estado. Restaurantes privados son ahora libres de atender a tantos clientes como quieran. Se han abierto cientos de ellos. Los residentes más ricos de la Habana están redescubriendo el placer olvidados de probar nuevos lugares para comer.

Pero hay muchas limitaciones. Los cubanos sólo pueden comprar vehículos de segunda mano; no han permitido concesionarios de vehículos nuevos. Las normas sobre compras de casa están resultando tan complicadas que muchas personas todavía están haciendo lo que siempre han hecho: intercambiar casas y pagarse debajo de la mesa. Quizás el mayor obstáculo es que los mercados mayoristas privados que se prometieron todavía no se han autorizado. Así los restaurantes y otros negocios tienen que comprar sus suministros en los precios de venta en los supermercados o, más a menudo, en el mercado negro. Las categorías permitidas 181 de autoempleo incluyen oficios como plomería, pero aún excluyen las profesiones. El Estado sigue siendo el único importador de alimentos. La producción agrícola permanece por debajo de su nivel de 2007. Proyectos insignia de la inversión extranjera, como varios resorts de golf muy publicitados, han sido silenciosamente puestos en espera.

Además, ha habido algunos aparente retrocesos en el camino hacia una economía más libre. Una medida muy impopular, impuesta el 3 de septiembre, planteó drásticamente el impuesto pagadero sobre exceso de equipaje (por encima de un límite de 30 kg por persona). Este impuesto se utiliza para pagar en el peso cubano local. Ahora hay que pagar en el peso “convertible”, que vale más de 24 veces. Así se ha disparado el costo de puesta en bienes como televisores y sistemas de música desde unos pocos dólares, a cientos de dólares.

El Gobierno dijo que el cambio se ha hecho para reducir las colas y aumentar la eficiencia. Ciertamente, dese que el Presidente Barack Obama en 2009 retiro casi todas las restricciones sobre las visitas a la isla por cubanoamericanos, el aeropuerto de la Habana ha luchado para hacer frente a la media docena de vuelos diarios que ahora llegan desde los Estados Unidos.

Las bandas de equipaje crujen bajo el peso de todo lo que carecen en Cuba: muebles, juguetes, televisores LCD, juegos de ordenador y similares. Muchas de las importaciones son traídas por profesionales ‘mulas’, generalmente cubano-americanos que viajan atrás de Florida varias veces por semana. Es — o era — un negocio rentable.

El aumento perjudicará a los negocios privados, a cuyos propietarios se les había asegurado por los medios estatales que, a diferencia de bajo la vigilancia de Fidel Castro, ellos eran una parte bienvenida de la nueva economía de Cuba. Muchos dependen de las importaciones. “Nada está disponible en Cuba, ¿ qué se supone que debemos para hacer?”, se queja Walter, quien obtuvo una licencia para ser un “electricista de automóviles” el año pasado y tiene un floreciente negocio instalando equipos de música en los autos. Dice que intentará encontrar una manera de seguir trabajando con el aumento de impuestos, pero si fracasa entregará nuevamente su licencia.

“Todo parece en espera” dice un empresario europeo basado en la Habana. Una teoría detrás del estancamiento es que Raúl Castro, quien es 81, carece de la energía para superar la resistencia al cambio dentro del gobernante Partido Comunista. La fantasmal presencia de Fidel Castro sigue siendo un obstáculo a la reforma. La salud de Fidel es nuevamente objeto de especulación que distrae. Su verbosas “reflexiones” sobre asuntos de actualidad publicados en medios de comunicación estatales ya son infrecuentes. Se han convertido en oraciones tangenciales hasta que en junio dejaron de publicarse. No ha sido visto en público desde marzo.

La persecución de Raúl Castro contra la corrupción es otro freno. Fraude y mala praxis se han descubierto en cada industria examinada por los investigadores. Docenas de cubanos y varios extranjeros han sido encarcelados. El hijo del Presidente, Alejandro Castro, participó en una investigación reciente. Esta se relacionó a un proyecto para ampliar una planta procesadora de níquel, en sociedad con la empresa canadiense Sherritt International. Después de un breve juicio, 12 oficiales, incluyendo tres viceministros, fueron encarcelados el mes pasado. En su defensa, los funcionarios dijeron que todas sus conversaciones con socios extranjeros se celebraron abiertamente. Como evidencia, Sherritt proporcionó contratos, algunos firmados por Fidel Castro.

Uno de los acusados, Antonio Orizón de Los Reyes, que sirvió como un Viceministro de la industria desde hace 19 años, dio un discurso apasionado a la corte argumentando que fue un chivo expiatorio, y que era inconcebible que sus superiores no supieran los detalles de todos los contratos. Su discurso fue recibido con aplausos improvisado. Fue condenado a ocho años de cárcel. “En este ambiente, todo el mundo se cuida” dice el empresario extranjero. “Nadie está tomando decisiones”. Pero da esperanzas de cambio sólo para frustrarlas puede resultar un negocio peligroso para el régimen.

Traduccion de El Ultimo Congreso

Cuba
Indecision time
Never rapid, Raúl Castro’s reforms seem to be stalling

Sep 15th 2012 | HAVANA | from the print edition

WHEN Raúl Castro, Cuba’s president, gave his latest big speech, to a meeting of the National Assembly in July, he repeated his stock response to those who urge him to move faster with reforms to his country’s stagnant state-run economy. Change, he said, would progress “without haste, but without pause”. But many on the island are questioning whether the reforms—officially called “updating”—have indeed paused.

The changes Raúl has instigated since taking over from his ailing brother, Fidel Castro, in 2006 are significant. Many restrictions on private business, some of which had been in place since the 1960s, have been lifted. Cubans can now buy and sell houses and cars, and employ people. Over 200,000 of them have become self-employed since October 2010. Farmers can lease idle land from the state. Private eateries are now free to serve what they like to as many diners as they like, leading to hundreds of new restaurant openings. Havana’s wealthier residents are rediscovering a long-forgotten pleasure: trying out a new place to eat.
In this section

But there are plenty of catches. Cubans can only buy second-hand cars; no new-car dealerships have been allowed. The rules on house purchases are proving so complicated that many people are still doing what they have always done: swap homes and pay each other under the table. Perhaps the biggest stumbling block is that private wholesale markets, long-promised, have yet to be authorised. So restaurants and other businesses have to buy their supplies at retail prices from supermarkets or, more often, the black market. The 181 permitted categories of self-employment include trades, such as plumbing, but still exclude professions. The state remains the sole importer of food. Agricultural output remains below its level of 2007. Flagship projects involving foreign investment, such as several much-touted golf resorts, have been quietly put on hold.

In addition, there have been some seeming U-turns on the road towards a freer economy. A particularly unpopular measure, imposed on September 3rd, dramatically raised the duty payable on excess baggage (above a limit of 30kg per person). This tax used to be paid in the local Cuban peso. Now it must be paid in the “convertible” peso, which is worth 24 times more. So the cost of bringing in goods such as televisions and music systems has soared from a few dollars, to hundreds of dollars.

The government said the change was to reduce queues and increase efficiency. Certainly, since President Barack Obama in 2009 removed almost all restrictions on visits to the island by Cuban-Americans, Havana airport has struggled to cope with the half-a-dozen daily flights that now arrive from the United States. Baggage carousels creak under the weight of everything Cuba lacks: flat-pack furniture, children’s toys, LCD televisions, computer games and the like. Many of the imports are brought in by professional “mules”, usually Cuban-Americans who travel back and forth from Florida several times a week. It is—or was—a profitable business.

The rise in duty will hurt private businesses, whose owners had been assured by state media that, unlike under Fidel Castro’s watch, they are a welcome part of Cuba’s new economy. Many depend on imports. “Nothing is available in Cuba, so what are we supposed to do?” complains Walter, who obtained a licence to be a “car electrician” last year, and runs a flourishing business installing imported music systems in cars. He says he will try to find a way round the increased duties, but if he fails, he will hand back his licence.

“Everything seems on hold,” says a Havana-based European businessman. One theory behind the impasse is that Raúl Castro, who is 81, lacks the energy to overcome resistance to change within the ruling Communist Party. The ghostly presence of Fidel Castro remains an obstacle to reform. And Fidel’s health is again the subject of distracting speculation. His previously verbose “Reflections” on current affairs published in state media fell away to a few, somewhat tangential, sentences before petering out completely in June. He has not been seen in public since March.

Raúl Castro’s crackdown on corruption is another dampener. Malpractice and fraud have been discovered in every industry examined by investigators. Dozens of Cubans and several foreigners have been jailed. The latest probe, in which the president’s son, Alejandro Castro, played a role, concerned a project to expand a nickel-processing plant, a joint-venture with Canada’s Sherritt International. After a brief trial, 12 officials, including three deputy ministers, were jailed last month. In their defence, the officials said that all their talks with foreign partners were held openly. As evidence, Sherritt provided contracts, some signed by Fidel Castro.

One of the defendants, Antonio Orizón de Los Reyes, who served as a deputy minister of industry for 19 years, gave an impassioned speech to the court arguing that he was a scapegoat, and that it was inconceivable that his superiors did not know the details of all deals. His speech was met with impromptu applause. He was sentenced to eight years in jail. “In this atmosphere, everyone is lying low,” says the foreign businessman. “No one is making decisions.” But raising hopes of change only to dash them may prove a dangerous business for the regime.

Última actualización el Martes, 18 de Septiembre de 2012 10:40