Cuba: Fidel vs. Raúl; Una Hipótesis Imprimir
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Sábado, 04 de Agosto de 2012 11:54

Por Jorge Hernández Fonseca.-

Si asumimos que el grupo de poder interno que se opone a los cambios dentro de gobierno de Raúl lo encabeza el propio Fidel Castro, muchas de las extrañas situaciones de parálisis que se observan nítidamente en el accionar actual, tendrían una explicación lógica. Esta hipótesis casi fue corroborada cuando Ricardo Alarcón, presidente del parlamento castrista dijo –sin que nadie se lo preguntara-- que “los hermanos Castro se quieren muchísimo”.


Cuba: Fidel vs. Raúl; Una Hipótesis

Jorge Hernández Fonseca

30 de Julio de 2012

En momentos que los dos polos más importantes (e históricos) de poder internacional, que podrían influir en un desenlace de solución política y económica para “el problema cubano” –externos a la isla-- EUA y España, están neutralizados (por razones electorales el primero y la presencia de importantes inversiones a merced del castrismo el segundo) la dictadura cubana también se debate en una ambigüedad, poco característica de este medio siglo de castrismo.

Insistimos en analizar los polos de los poderes externos que siempre influyeron en la isla, porque los acontecimientos de Libia y Siria demuestran que esa influencia --política o militar-- es un factor de peso cuando una dictadura se aferra al poder con uñas y dientes, como lo hace el castrismo. Ya Raúl hizo referencia a los casos árabes antes citados, razón adicional para tenerlos en cuenta.

Estados Unidos, es claro, solamente definirá una política efectiva hacia Cuba a inicios del próximo año, cuando el nuevo (o el mismo) presidente tome posesión de su cargo. De ser Obama elegido para un segundo mandato, la dictadura castrista estima que podrá negociar un estatus de convivencia aceptable. De ser Romney el triunfador, estaría por definirse su política real hacia la isla, muy difícil de predecir en las circunstancias actuales, por la existencia de intereses norteamericanos relacionados con la inmigración masiva cubana en caso de un vacío de poder en la isla y la posición geográfica clave de Cuba para controlar el narcotráfico.

El caso de España es diferente, pero resulta en la misma parálisis respecto a Cuba. Con fuertes intereses económicos instalados dentro e la isla, ya la “Madre Patria” fue recientemente amenazada por el presidente del parlamento cubano, para que el gobierno ibérico “cuidara” de sus inversiones turísticas en Cuba. Esta debilidad de la política de España con la isla se ha puesto de manifiesto en el caso de la muerte del líder opositor Oswaldo Payá, donde ni siquiera la dictadura le permite un diálogo fluido con un ciudadano español envuelto en los hechos.

Este compás de espera externo sin embargo, no ha podido ser materializado como una ventaja política cubana, en gran parte porque existe dentro del la propia dictadura un diferendo entre dos tendencias que paralizan parcialmente al gobierno castrista. Raúl Castro, en muchos de sus discursos, ha hecho referencia a lo que llama “oposición a los cambios” y en su aparición pública por el 26 de Julio pidió a esos sectores “que renuncien” a sus cargos. Este grupo de poder dentro del gobierno de Raúl, será objeto de una hipótesis que pasaré a desarrollar:

Si asumimos que el grupo de poder interno que se opone a los cambios dentro de gobierno de Raúl lo encabeza el propio Fidel Castro, muchas de las extrañas situaciones de parálisis que se observan nítidamente en el accionar actual, tendrían una explicación lógica. Esta hipótesis casi fue corroborada cuando Ricardo Alarcón, presidente del parlamento castrista dijo –sin que nadie se lo preguntara-- que “los hermanos Castro se quieren muchísimo”. Una declaración de esta índole, es claro que hay que ponerla en duda, sobre todo, cuando la práctica demuestra que hay diferencias sustanciales en los puntos de vista, sobre todo en el área económica.

Fue bastante sintomático también que una extemporánea “reflexión” del anciano dictador arremetiera nada menos que contra Den Xiao Ping, el líder chino que encabezara los cambios hacia el capitalismo. En ese momento no se sabía de los preparativos del viaje de Raúl a este país, con vistas a conocer directamente la experiencia de la transición china y vietnamita hacia el capitalismo, conservando el poder en manos del partido único. Con nuestra hipótesis todo queda claro.

Se ha insistido por los altos dirigentes castristas que los aspectos importantes de los cambios que Raúl ejecuta son consultados con Fidel. De las declaraciones antes citadas de Ricardo Alarcón ha quedado claro por ejemplo que la famosa “reforma migratoria” está estancada por causa de divergencias con Fidel. Es el choque natural de la vieja concepción de un gobierno totalitario y el nuevo enfoque de Raúl hacia una dictadura política con capitalismo económico.

Según la hipótesis expuesta el anciano dictador conservaría una cuota de poder relacionada con el aparato represivo, con relativa independencia del mando del ministerio del interior. Así, el acoso y represión a las Damas de Blanco, el apaleamiento de disidentes en las calles, incluso, el comando de los “sustos” a los disidentes que viajan de auto para provocarles accidentes que los intimiden (o los maten, como acaba de ocurrir con Payá) que si bien forma parte de las “piedras en el camino” que siembra el anciano dictador contra los objetivos de su hermano, no son totalmente ajenas a lo que tradicionalmente ha hecho Raúl contra la oposición cubana.

Probablemente ha habido más de una vez que las medidas represivas orientadas por Fidel han resultado en puntos discordantes, que han repercutido negativamente contra el gobierno actual, como es el caso del asesinato del líder opositor cubano Oswaldo Payá, en el cual “se les fue la mano” a los genízaros orientados a “asustar” a Payá y sus compañeros. De que hubo acoso al auto de Payá no hay dudas, a pesar de lo dicho por los jóvenes extranjeros desde un calabozo de la policía política cubana. El joven sueco lo expresó desde el mismo auto, en un mensaje de texto por celular a amigos en Suecia. Además, hubo un precedente similar contra Payá, lo que es un hecho. Esto provoca ahora una situación de difícil manejo por parte del gobierno de Raúl.

No se trata de que el actual gobernante sea más “bueno” que su hermano; estamos hablando de dos “malos, malísimos”. Se trata de que hay una línea de gobierno con objetivos definidos de “lavarse la cara” ante el exterior, en los cuales las golpizas a las Damas de Blanco, el encarcelamiento arbitrario de disidentes pacíficos, las muertes en huelgas de hambre de opositores simples y el asesinato de conocidos opositores pacíficos en “accidentes” sospechosos, desentonan en el concierto general de la política de acercamiento que Raúl necesita con EUA y España y que se ven torpedeados por estos acontecimientos represivos.

La única persona en Cuba que tiene el poder de mandar a ejecutar políticas represivas por encima de la voluntad de Raúl es su hermano Fidel. Probablemente la óptica de Raúl para permitir ese estado de cosas se asocie a la necesidad dictatorial de cierto grado de represión, para mantener el miedo en la población, como política de relación con la oposición y probablemente haya habido un pacto previo entre hermanos de “yo con lo mío y tú con lo tuyo”, pero invirtiendo los papeles que tradicionalmente desempeñaba cada uno dentro del gobierno: ahora Raúl gobierna (antes reprimía) y ahora Fidel reprime (antes gobernaba).

Esta hipótesis explicaría también el apoyo que el Cardenal Ortega y sus “comisarios”, así como la parte del exilio que quiere negociar un estatus aceptable con Raúl y sus generales, para inversiones de exiliados cubanos en la isla, que con este “accidente” estarían ahora más cautelosos para entrar en la isla. Ha sido sintomático que el Cardenal Ortega personalmente, haya desafiado la represión castrista contra Payá, yendo personalmente a oficiar la misa de cuerpo presente durante el velorio del líder opositor, a pesar de que son públicas y notorias las diferencias de Payá con Ortega y sus “comisarios”, como él mismo los calificara recientemente.

Una posibilidad es que Ortega conozca de primera mano la lucha sorda entre hermanos y con la anuencia de Raúl (en este asesinato se hicieron concesiones para velar y enterrar a Payá que con Laura Pollán no se permitieron). El cardenal Ortega hizo acto de presencia en la Iglesia que se efectuaba el velorio del mártir, seguido de la protesta por el asesinato, como muestra de desagrado (¿mutuo?) por la represión que entorpece el proceso de distensión que le es conveniente a Raúl y que defiende Ortega cuando habla de “reconciliación” entre cubanos.

De tener algún viso de verdad esta hipótesis, los hechos deben haber ocasionado fuertes diferencias entre los equipos de ambos hermanos, aunque se quieran “muchísimo”, como dijo Alarcón. No es posible la ejecución exitosa de la política que lleva adelante Raúl, queriéndose acercar a EUA (como ya hizo saber una vez más el 26 de Julio en Guantánamo) o de acercamiento a Europa (a través de España). Claro que no es dándole un trato deplorable al ciudadano español que dirigía el auto en el que murió Payá, sin permitirle contactos personales con el cónsul español --o con el personal diplomático-- al ciudadano de un país supuestamente “amigo”, que Raúl va a conseguir sus objetivos en Europa.

Ese diferendo explicaría la parálisis parcial que se observa en el encaminamiento de nuevas y necesarias medidas para consolidar los cambios que en el área económica lleva adelante el equipo de Raúl. Con el grado de control que la dictadura cubana tiene sobre su sociedad, resulta excesiva y fuera de tono ese incremento de la represión contra su sociedad civil, sólo explicable si se tiene en cuenta que obedece a razones asociadas a este diferendo.

Probablemente Raúl aguarda (con la misma ansiedad de la oposición política cubana) la desaparición física de su hermano. Es en ese momento que podremos saber con exactitud el papel real que en esta ola represiva que padecemos ha tenido Fidel, así como el papel que la represión jugaría en los planes capitalistas de Raúl en la economía, aunque esta no incluya apertura política. Esta nueva etapa que se abriría a la muerte de Fidel (la segunda etapa de los planes raulistas) sería una etapa donde muchas de estas incógnitas quedarían despejadas.

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