HOMENAJE A LA SUMISION Imprimir
Escrito por Indicado en la materia   
Sábado, 16 de Junio de 2012 12:40

Por Ramiro Gómez Barrueco.-

 

La carta de varios obispos cubanos apoyando al cardenal Ortega y desacreditando a la disidencia se convierte en un eco de la tiranía, coincidiendo plenamente con las declaraciones del vocero oficial del castrismo Ricardo Alarcón.  Roque, Fariñas, Carrión, Soler y otros han descalificado “la carta” por injusta, falsaria y desnaturalizadora de su trabajo opositor pacífico; muchos consideran que Ortega se desprestigió a sí mismo por sus hechos desvergonzados e indignos que no siguen la doctrina de Cristo.

 

Consideramos que la carta es calumniadora, falaz y procastrista; y que intelectualmente es un despreciable homenaje a la sumisión.  Los minoritarios católicos filocomunistas de las revistas cardenalicias Palabra Nueva y Espacio Laical, destrozando vitrales éticos, tratan de adueñarse de la estrategia del diálogo identificándolo con la bochornosa actitud del cardenal. Muchos desaprobamos un diálogo con la actual tiranía porque, además de ser un dilatorio y desesperanzador ejercicio en el vacío, no podemos dialogar con aquellos que tenemos que apresar y juzgar por genocidio. Pero uno en el cual la oposición estaría representada por reconocidos opositores históricos y previamente condicionado a la práctica de ciertas libertades civiles que beneficiarían a todo el pueblo, es incomparable con un negocio entre dos estados en el cual una institución recibe privilegios por cumplir órdenes políticas. Hay un abismo entre oposición y sumisión.

 

Los sumisos (cuyas palabras aparecerán entre comillas), estigmatizan a la oposición  heroica cubana “por responder a agendas dictadas fuera del país”; se les olvidó que El Vaticano no está en Luyanó.  La Curia es romana y nuestro exilio es cubano; la agenda nacional de Cuba Libre es una sóla, adentro y afuera. Sería un honor nacionalista tener una agenda común con algunos del exilio; por ejemplo, con la Brigada 2506. Cuando el poder más grande del mundo les ordenó rendirse para tratar de salvarlos, se insubordinaron y combatieron hasta la última bala porque… ¡jamás abandonaremos a nuestra patria!  Palabra Nueva y Espacio Laical prefieren las órdenes de Raúl Castro, recibidas a través de su infalible y omnisciente cardenal “el único que tiene las respuestas correctas a los problemas de Cuba”.  Su genialidad consiste en identificar el deber patriótico con la palabra vieja de integrarse al proceso embustero de los cambios comunistas. ¡Qué falta nos hacen los Pedro Meurice y sus dignísimos antecesores!

 

Descalifican hasta a las damas de blanco por “ejercer la violencia verbal” mientras apoyan públicamente al castrocomunismo… ¿por la ternura gubernamental?  Dicen que nuestro propósito es “eliminar al cardenal y deshacerse de la línea política que éste ha promovido”.  Aceptan que El Vaticano promueve una línea política en Cuba. Esto contradice su argumento de que la iglesia es apolítica y no puede apoyar la lucha por los derechos humanos en Cuba.  Esta evidente falacia los ridiculiza y demuestra que son ellos, y no nosotros, los que tienen “muy poca inteligencia política”.  Nosotros, los disidentes y los exiliados, sí tenemos “un proyecto claro y universal para el destino de nuestra nación”  y son precisamente Los Derechos Humanos.  El proyecto vaticano-castrocomunista sí está oscuro y su universalidad se reduce al jurásico político de Cuba cuyo destino galopa hacia la extinción.

 

Según el cardenal reconciliador “la solución definitiva para Cuba pasará por una metodología política signada por el encuentro, el diálogo y el consenso”.  Entonces no hay solución porque ni Castro ni El Papa aceptan encontrarse, dialogar o consensuar ni con un inofensivo gladiolo blanco.

 

Con la maldad y el pecado no existe reconciliación sino confrontación.  Nadie mejor que Jesucristo para aclarar el tema: ¿Pensáis que he venido a dar paz en la tierra? Os digo: no, sino disensión. No, sino espada. Apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad.  El que no es conmigo contra mí es. ¡Generación de Víboras!  ¿Cómo podéis hablar lo bueno siendo malos?

 

El cristianismo es, en acción y en pensamiento, la palabra de Cristo. Considera que el fin no justifica los medios, sólo los condiciona. No es circunstancial, no es veleta, es roca firme.  Ser o no ser.  Es apartarse del mal y combatirlo de frente con el recto actuar.  No existen circunstancias modificativas para unirse a la procesión del pecado.  La iglesia no puede convertirse circunstancialmente en una ramera política.  Cristo fue intransigente e irrespetuoso con la maldad y nosotros también.

 

Los magos de la reconciliación con sumisión siguen sacando del sombrero una galaxia de naipes sin encontrar el as de triunfo del olvido.  Nosotros estamos orgullosos de pertenecer a los que no olvidan, a los irreconciliables enemigos del totalitarismo y la deshumanización: junto a la Europa Oriental contra el estalinismo; junto a los judíos contra el nazismo; junto a los negros contra el Ku Klux Klan… y junto a Jesucristo contra Satanás.

 

Última actualización el Sábado, 16 de Junio de 2012 12:42