El presidente de Yemen Ali Abdullah Saleh firmó su renuncia a cambio de inmunidad y accedió a que se celebren elecciones en tres meses. Miles de personas protestan contra su impunidad

Aunque no ha recibido la atención internacional de otros países como Egipto, Túnez, Libia o Siria, Yemen lleva meses manifestándose para exigir la renuncia de su ya ex presidente. Desde febrero, millones de personas han salido a la calle para terminar con un régimen que ha cumplido 33 años en el poder.

 

Miles de personas marcharon en Sanaá para exigir que tanto él como sus aliados sean juzgados por crímenes contra la humanidad. Lejos de allí, en Arabia Saudita, el presidente Ali Abdullah Saleh firmó su renuncia y acordó que el poder pasará a su vicepresidente hasta dentro de 90 días, cuando se celebrarán elecciones presidenciales.

El acuerdo fue propuesto por el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) y garantiza tanto la amnistía de Saleh como de su familia a cambio de que renuncie y llame a elecciones presidenciales en un plazo de 90 días.

Hasta en tres ocasiones, Saleh prometió firmar el documento de su renuncia para luego negarse en el último momento. Ahora el poder sí podrá pasar, finalmente, a su vicepresidente, Abd Rabbo Mansour Hadi.

Saleh tiene ahora 30 días para entregar el poder al vicepresidente, que tras formar un gobierno de unidad en el que esté representada también la oposición, convocará elecciones presidenciales anticipadas en dos meses.

En tanto, se produjeron enfrentamientos en Sanaá, la capital de Yemen, entre fuerzas gubernamentales y hombres armados leales al líder tribal opositor, Sadeq al Ahmar.

Según Al Jazeera, también hubo combates entre las Fuerzas Armadas del Gobierno y algunos manifestantes en el norte de la ciudad.

Saleh es el cuarto presidente que cae desde que comenzara la primavera árabe en Túnez y se extendiera por países como Egipto, Siria o Libia. El ahora ex presidente de Yemen es, a su vez, el primer mandatario que pacta su renuncia. Tanto el egipcio Hosni Mubarak como el tunecino Ben Ali renunciaron ante las manifestaciones constantes que exigían su dimisión, mientras que en Libia los rebeldes, con ayuda de la OTAN, ejecutaron al líder depuesto Muamar Khadafi.