REINO UNIDO: AMBIVALENCIA ANTE LA UNIÓN EUROPEA? Imprimir
Domingo, 11 de Diciembre de 2011 10:56

El tradicional doble juego de Londres, que buscó siempre sacar ventajas de la integración sin pagar costos, volvió a manifestarse en esta instancia crítica de la historia de la UE

Crédito foto: Reuters

 

Siempre agudo y sarcástico, el General Charles De Gaulle -presidente de Francia de 1958 a 1969- veía a Gran Bretaña como un topo o quinta columna de los Estados Unidos en todo el proceso europeo. Él en persona vetó, hasta su salida del poder en 1969, la incorporación de ese país a la Comunidad Económica Europea (CEE).


Desde el final de la Segunda Guerra Mundial y en especial luego de la gran crisis económica que lo afectó luego de la guerra, Londres optó por un alineamiento férreo con Washington. Y ello, a pesar de que desde 1945 los EEUU no dejaron de impulsar y lograr el desmantelamiento de las preferencias comerciales coloniales que unían a la ex potencia hegemónica europea con sus colonias.

La postura de Londres hacia la integración europea, que era del interés estratégico de la nueva hegemonía americana a partir de la asunción de la URSS y su poderosa ideología comunista como enemigo, fue reticente y escéptica. Aquello que se había iniciado con el "acuerdo del acero y el carbón" entre Berlín y Paris en 1952 se había transformado pocos años después en la CEE con la incorporación de Italia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo.

Los británicos, por su parte, argumentaban a favor de integraciones económicas más ligeras y "liberales", como zonas de libre comercio con algunos países del Báltico. Mientras tanto, en 1956 los EEUU aplicaron todo su peso para hacerles entender a los británicos que sus mejores años habían pasado, al ordenarles que abandonasen inmediatamente las operaciones militares con franceses e israelíes para controlar el canal de Suez.

A comienzos de la década del 60, Londres comenzaría a buscar el ingreso a lo que criticaba pocos años atrás. Una readaptación del famoso chiste de Groucho Marx, cuando con sarcasmo decía que no aceptaría ingresar a un club que lo tuviese a él como socio... Recién en 1972 las orgullosas Islas se sumarían a la mesa de la CEE. Si bien desde ese momento estuvo integrado a la toma de decisiones, un clásico británico sería estar, obtener los beneficios económicos, comerciales y diplomáticos de la CEE y al mismo tiempo criticarla y mostrarse escépticos. La era conservadora en el Reino Unido a partir de 1979 sería el paroxismo de esta práctica, al punto que durante la guerra por las Malvinas Londres pediría activamente y conseguiría el respaldo de la CEE y sanciones europeas sobre la Argentina. Paradojas de la historia y la geopolítica.

En los años 90, con el salto cualitativo y cuantitativo que se dio en la integración europea, en gran medida provocado por un encadenamiento de hechos: el fin de la Guerra Fría, la unificación alemana y el temor que la misma causó en Francia y otros países europeos. La forma que encontró Berlín para contrarrestar ese sentimiento, fue apostar por más Europa y más integración. Entre otras cosas avanzando decididamente hacia una moneda común, el euro, y una Unión, la Unión Europea. Londres permanecería fuera del Euro, aunque líderes como Tony Blair lo veían como una buena opción.

La reciente crisis económica internacional que presentó sus primeros síntomas en el año 2007, que eclosionara en septiembre de 2008 en Wall Street y durante 2010-2011 en el sur de Europa, colocaron al viejo continente y a su moneda frente una renovada y creciente presión. La decisión alemana y francesa fue, luego de idas, vueltas y momentos de extrema tensión, más Europa. Un salto adelante que buscó adaptar las visiones rígidas de la disciplina económica alemana a las realidades que genera esta crisis, que no parece adaptarse a dogmas y tradiciones del pasado.

En la cumbre europea del pasado viernes, ese consenso básico alcanzó para 26 de los 27 países de la UE y todos los países de la Eurozona comenzarán a articular una respuesta común y más contundente ante el peligro cierto de colapso. Como era de prever, Londres quedó afuera del mismo. Quizás sus decisores deban asumir que en una era signada por el descenso relativo del poder americano y el ascenso al centro de la escena de potencias regionales como China, India, Rusia o la misma Alemania, el tradicional juego geopolítico iniciado luego de la segunda guerra mundial debe ser replanteado más temprano que tarde.

Última actualización el Domingo, 11 de Diciembre de 2011 11:07