Lo denuncia un informe que será presentado ante el Consejo de Seguridad de la ONU. Pyongyang y Teherán, unidos en la reticencia a los controles sobre sus actividades atómicas.

No se trata de una acusación menor: significa que Corea del Norte, ya sancionada por las Naciones Unidas debido a los ensayos nucleares que llevó a cabo en 2006 y 2009, contribuía a la proliferación de la tecnología prohibida, difundiendo know how atómico hacia países con regímenes autoritarios como Siria, Irán y Birmania.

El documento que incrimina a Pyongyang fue elaborado por el grupo de expertos encargado de vigilar la aplicación de las sanciones contra Corea del Norte. Lo significativo es que China, que actúa generalmente como protectora de ese país, aceptó esta vez que el informe fuese remitido oficialmente al Consejo de Seguridad que podría tomar medidas al respecto.

En realidad, el documento ya tiene seis meses pero hasta ahora Pekín había formulado objeciones a su estudio y demorado de este modo la adopción de eventuales sanciones.

El cambio de actitud china habilita a que el informe sea publicado de un momento a otro en el sitio web del Comité de Sanciones contra Corea del Norte.

El japonés Yukiya Amano, jefe de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), manifestó ante la Asamblea General de la ONU que el programa atómico de Pyongyang sigue siendo una fuente de "gran inquietud" considerando que "la Agencia no tiene inspectores en ese país desde abril del año pasado".

Amano también se refirió a Irán, otro país reticente a la supervisión de la ONU, y advirtió que no podía garantizar que el conjunto del programa nuclear de Irán fuese pacífico. Teherán "no ha prestado la cooperación necesaria para permitir a la AIEA confirmar que todos sus materiales nucleares forman parte de actividades pacíficas".