La primera vuelta de las elecciones regionales francesas confirmó las predicciones: tanto por la victoria amplia de la izquierda, como por la bajísima participación ciudadana.

De los 44 millones de franceses convocados a las urnas, solamente acuedieron en torno al 48%. El dato es significativo en dos sentidos. Por un lado empeora la afluencia de los comicios de 2004 -61%-. Y por otro le sirve de excusa al partido de Nicolas Sarkozy (UMP). En el sentido de que no puede hablarse de plebiscito al presidente con semejante escenario en las urnas.

La izquierda, con los socialistas en cabeza, sostiene en cambio que la falta de fervor electoral prueba la desafección de los votantes de Sarkozy. Acudió el presidente a votar junto a Carla Bruni. Y lo hizo aparentemente resignado a la corpulencia de la marea roja.

De hecho, el Partido Socialista, que tuvo un 16% en las europeas, se dispara al 29%, según los sondeos a pie de urna. Queda destronado el UMP (27,3%), se mantiene la tonicidad de los verdes (13%), se confirma la resurrección del Frente Nacional (11,3%) y se produce el descalabro de los centristas de Bayrou (3%).

Unos y otros datos sobrentienden que la izquierda podría imponerse en todas o casi todas las regiones, aunque queda pendiente la segunda ronda para establecer el mapa definitivo.

La 'gauche' ya controla 24 de las 26 regiones gracias al triunfo de 2004, pero las encuestas vaticinan que el tsunami rojo podría incluso sustraerle al UMP los fortines de Alsacia y Córcega. En tal caso, cuesta trabajo creer que Sarkozy persevere en la situación de inmunidad. Estaría obligado a una crisis de Gobierno. Más aún cuando cinco de sus ministros y viceministros disputan las regionales.

También lo hace Ségolène Royal en Poitou-Charentes. Ya gobierna el territorio a sus anchas la 'dama de hierro', pero una nueva victoria aplastante podría legitimar sus aspiraciones al Elíseo. Exactamente como le ocurre a Martine Aubry, primera secretaria del PS.

Suya ha sido la meritoria unificación del partido en tiempo récord y suyo parece el derecho de plantar cara a Sarkozy en 2012, aunque el socialista mejor posicionado en cuestiones de fervor militante es Dominique Strauss-Kahn, jerarca del Fondo Monetario Internacional.

El test a doble vuelta tiene otros aspectos interesantes. Marine Le Pen, hija del patriarca Jean-Marie, ha puesto de nuevo en órbita al Frente Nacional (FN), cuyas expectativas de voto merodean el 10%. Nada que ver con la debacle de la extrema izquierda.

Quede claro que las regiones francesas tienen escasas atribuciones en la jacobina Francia. Y quede claro también que sólo uno de cada cuatro de nuestros vecinos conoce el nombre de su presidente regional.

Cada una de las 252 listas presentadas deben respetar el principio de paridad (un candidato hombre y una mujer) y solo pasarán a la segunda vuelta, el próximo domingo, las que consigan un mínimo del 10% de los sufragios.

No obstante, las que alcancen un 5% de los votos también podrán unirse a las que hayan conseguido el límite del 10%.