Manuel Chust

... Y tantos otros y otras Antonio. Totalmente de acuerdo con tu descripción histórica de FSLN. Pero también hay que recordar algunas cosas más, por ejemplo su contexto histórico, el papel del frentismo, la guerra en El Salvador, el bloqueo indecente de los gobiernos de los EEUU durante décadas hasta que acabaron asfixiando económicamnete la revolucion sandinista en una guerra fraticida, la "ilusión revolucionaria" de princpios de los ochenta que suscitó en España y América Latina por ser diferente a la experiencia cubana, por no decir el desmonte de las consquistas sociales del sandinismo, que las hubo, todo hay que decirlo, que hicieron los gobiernos liberales y neoliberales posteriores, empezando por el de Violeta Chamorro y siguiendo por Arnoldo Alemán, que emprobreció, robó y descapitalizó Nicaragua hasta convertirla en una de los estados más pobres y caros de toda América Latina. Clarfo que Ortega ya no simboliza los valores del Frente.Poco que ver el FSLN con su lema electoral actual: "Nicaragua: cristiana, socialista, solidaria". Además de sus problemas, públicos y privados.

Carlos Carnero

En octubre de 1996 fui observador del Parlamento Europeo en las primeras presidenciales que perdió el FSLN, con Ortega de candidato. Mis preferencias no estaban con la oposición, pero certifiqué -con los observadores de la Eurocámara- que los comicios fueron limpios. Recuerdo el chaparrón de la extrema izquierda cuando volví a España. Lo digo para afirmar que, guste o no, parece que, aún sin las irregularidades detectadas, Ortega hubiera ganado este año en las urnas. Eso no significa que considere su programa el mejor; es más, me disgusta particularmente su giro copernicano en cuestiones como el aborto. Dicho esto, no creo que Nicaragüa esté en una deriva autoritaria, aunque haya elementos que la Comunidad Internacional debe denunciar con firmeza. Lo que sí considero es que la revolución de 1979 continúa vigente en un sentido: inició un camino que se ha llevado por delante a todas las sangrientas dictaduras de Centroamérica. Ortega tiene que poner al país en la senda del desarrollo, con la cooperación de la UE, que en los 80 y 90 registró en la región su primer éxito internacional con el proceso de paz.

Antonio García Maldonado

El FSLN se creó en los 60 por Carlos Fonseca, a quien asesinó el somozismo, sin embargo el Frente, de frente tuvo poco: enseguida se dividió en tres tendencias, que en realidad funcionaban como guerrillas no ya separadas, sino a veces enfrentadas. La proletaria, la de la guerra popular prolongada y la insurreccional (o tercerista), y no fue sino en marzo del 79, menos de cinco meses antes de la entrada triunfal en Managua, cuando estas tres partes forman la Dirección Nacional, con los nueve comandantes, 3 de cada tendencia. Durante los años de Gobierno y oposición estas luchas siguieron, y finalmente se impuso el ala más populista y antidemocrática (o a la que la defiende en la medida en que da legitimidad al sandinismo, pero sólo mientras sea el FSLN quien gane, como Tomas Borge), mientras que todos aquellos con un perfil más dialogante y socialdemócrata, con una retórica menos ajada, se han marchado al Movimiento de Renovación Sandinista, que es el primero en denunciar, no ya una deriva, sino la defunción de la democracia: Gioconda Belli, Sergio Ramírez, Ernesto Cardenal, Carlos Mejía Godoy...

Pablo Zalba

Los dirigentes políticos deben y tienen que garantizar siempre y en todo momento la libertad de su pueblo, el respeto a los derechos humanos y las normas constitucionales, donde éstos y los principios democráticos han de estar recogidos. Daniel Ortega mantiene tranquila a la clase empresarial, tanto centroamericana como del resto del mundo, con medidas que favorecen el desarrollo de sus actividades. Creo firmemente que el comercio y el desarrollo económico son instrumentos clave para garantizar los derechos y las libertades democráticas. Por ello, confío en los beneficios que el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea traerá a la región y a Nicaragua, evitando así abusos de poder. El Parlamento Europeo debe reiterar su disponibilidad en favor de la democracia plural en Nicaragua, así como del bienestar de sus ciudadanos.

Juan Arias

Quiero recordar sobre Nicaragua, una experiencia personal del marzo de 1983, cuando el Papa Wojtyla visitó Manugua. Fue su visita más conflictiva junto con la de Polonia. Recuerdo que Juan Pablo II tuvo que salir de la Misa, a la que estaban presente Ortega y todo la cúpula del sandinismo con medio millón de peronas ,de prisa y corriendo hacia el aeropuerto por miedo a una agresión, ya que los sandinistas se enfurecieron porque el Papa en su discurso les llamó de "lobos disfrazados de ovejas'. Siempre he considerado al Vaticano como una aberración frente al cristianismo original y un absurdo que el sucesor de Pedro, el obispo de Roma sea Jefe de Estado, previlegio otorgado por el fascista Benito Mussolini. Dicho esto, creo tambien que la diplomacia vaticana y sus servicios secretos son los mejores y más eficientes del mundo. El Vaticano olfateó antes que nadie que el comunismo soviético estaba desmoronándose y elegió Papa al anticomunista Wojtyla. En Nicaragua casi 30 años atrás, el Vaticano preveía ya quizás el fracaso del sandinismo. En la Iglesia el tiempo se mide con otros calendarios.

Juan Arias

Creo que debemos ser sinceros y afirmar que la revolución sandinista ha fracasado y ha hecho a Nicaragua más pobre y más embadurnada de ilegalidades como lo comprueba la actitud antidemócratica de Daniel Ortega. Tuvo el mérito de acabar con una dictadura de derechas cruel como la de Somoza, pero ha acabado cayendo en los mismos horrores de autoritarismo y desprecio por la las legalidades democráticas. Los causantes del fracaso del sandinismo pueden ser muchos, comenzando por las relaciones de los Estados Unidos difíciles y conflictivas con Nicaragua, pero ello no impide que seamos realistas. Hoy los Estados Unidos han cambiado en relación con América Latina y Ortega sigue emperrado y agarrado como nunca a un poder que no le pertenece y que acaba en opresión de su mismo pueblo. Es una reflexión importante que estamos obligados a hacer sobre las revoluciones del pasado, la mayoría de las cuales han acabado en nuevas opresiones de las sociedades más pobres que intentaba rescatar de la miseria y de la opresión dictatorial. Toda revolución que no engendra valores democráticos acaba en nueva tiranía.

Kattya Cascante

Durante los 60 y 70.s no hay país de America Latina que no haya tenido una organización guerrillera. Sólo dos llegaron al poder: la cubana y la nicaragüense. La revolución sandinista acabó con la dictadura de los Somoza y de la mano de la teología de la liberación, introdujo grandes reformas socio-económicas y políticas. Los avances logrados y reconocidos internacionalmente entonces, hoy se desdibujan en un Ortega que no consigue ser, ni legal ni legitimo. Nicaragua baja cada año de puesto en el IDH del PNUD. Con apenas 5 años de escolaridad, ocupa el puesto 129 (de 189 países), una posición que sólo empeoran en la región, Guatemala y Haití. La peor parte se la llevan las mujeres. Ortega prohibió el aborto sin excepciones (sólo hay un 3% de países en el mundo). Redujo los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres a la salud materno infantil y sólo desde el ámbito familiar. En Nicaragua sólo el 27,3% de las denuncias por violencia de género finalizan en sentencia y cerca del 55% de las sentencias en casos de violencia doméstica y sexual son absolutorias. Apoya España esta conducta? pareciera...

Joaquín Roy

La supervivencia de Ortega se explica, en primer lugar, por el espectacular nivel de pobreza de Nicaragua, poblaba por una masa que no ve más esperanza que entregarse en manos de líderes autoritarios que prometan lo inalcanzable. En segundo lugar, la situación actual ha sido posible por la pusilanimidad con que Estados Unidos ha actuado en el istmo en las dos últimas décadas. Sigue escarmentado por el apoyo a los tiranos de derecha tradicionales desde que Roosevelt se refirió a Somoza como “nuestro hijo de p.” la política de Washington saltó en pedazos por el estallido de la Revolución Sandinista. Frustrada ésta por divisiones internas y acoso exteriores, la mística del “buen revolucionario”, heredero del “buen salvaje” (tema del emblemático libro de Carlos Rangel), los muchachos entrados en añitos han agarrado al poder ante el vacío de las élites históricas para construir una democracia elusiva. La reaparición del desdén cíclico de Washington por la región, distraídos Clinton, Bush y Obama por mayores urgencias, ha hecho el resto.