¿Llega el fin de las FARC en Colombia? Imprimir
Sábado, 19 de Noviembre de 2011 10:56

Según la revista Foreign Policy, la muerte del líder guerrillero Alfonso Cano ofrece al gobierno colombiano la mejor oportunidad en décadas de poner fin al conflicto armado más añejo de la región

Crédito foto: Reuters

Guillermo León Sáenz, alias "Alfonso Cano", máximo jefe de las las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que, de guerrilla marxista en los 60 devino en grupo narcoguerrillero en el presente, cayó en un operativo conjunto de fuerzas aéreas y terrestres que lo rodearon luego de detectar su ubicación a través del rastreo de una llamada telefónica.

Según la revista especializada, "después de este golpe a las ya debilitadas FARC, el Gobierno colombiano se enfrenta ahora a la mejor oportunidad en décadas de terminar el conflicto armado más largo y complejo de Latinoamérica".

De acuerdo al artículo, redactado por Silke Pfeiffer, directora para Colombia/Andes de International Crisis Group, con esta baja "el grupo ha perdido no sólo su liderazgo militar, sino también su representante político y jefe ideológico más prominente -un hombre con estudios universitarios en Antropología y Derecho, comprometido con la causa comunista antes de alistarse como guerrillero".

La muerte de Cano también representa un espaldarazo para el presidente Juan Manuel Santos, que recientemente había reemplazado a su ministro de Defensa y a la cúpula militar por los pobres resultados en materia de seguridad y combate al terrorismo.

Esta caída de uno de sus mejores cuadros "ha llevado a la organización a su punto más débil en sus 47 años de historia", dice Pfeiffer. "Sin embargo, agrega, esto no precipitará su colapso de la noche a la mañana".

De hecho, el Secretariado de siete miembros de las FARC ya ha anunciado que el reemplazante de Cano será Rodrigo Londoño, alias "Timochenko".

Aún así, "la pregunta clave es si el sucesor tendrá el suficiente mando sobre la totalidad del grupo para mantener su cohesión, previniendo así la desintegración en unidades descoordinadas y motivadas enteramente por intereses vinculados a negocios criminales", señala el artículo.

La autora sostiene que, aunque "la era post Cano no está libre de riesgos", hay "signos claros de que el nuevo gobierno tiene la capacidad de responder a los retos que están por venir".

La reacción de las autoridades no ha sido de excesivo triunfalismo, pero sí han subrayado que ésta es la oportunidad para insistir en la necesidad de la disolución de esa guerrilla por la vía que sea: de ser posible el desarme -en el contexto de una negociación-, de lo contrario, la destrucción.

Pfeiffer considera factible la primera opción. Cree que la prudencia del gobierno ante la caída de Cano sería indicio de que "ve como necesaria alguna forma de negociación para dar fin al conflicto".

En todo caso, "la muerte de Alfonso Cano ha cambiado el balance de poder -probablemente de forma irreversible- a favor del Gobierno", dice Pfeiffer. "Es posible que sobrevenga un período de intensa confrontación armada, mientras las FARC intentan demostrar que no son una organización vencida y el nuevo líder adelanta esfuerzos para establecer su autoridad interna. Esto no debería impedir a ambas partes intensificar contactos extraoficiales para establecer las bases de futuras conversaciones de paz", concluye.