El proyecto iberoamericano busca un líder latinoamericano Imprimir
Escrito por Indicado en la materia   
Miércoles, 02 de Noviembre de 2016 10:29

CTG031- CARTAGENA (COLOMBIA) 29/10/2016.-De izquierda a derecha, el presidente del Gobierno de Andorra, Antoní Martí; el presidente de México, Enrique Peñas Nieto; el rey Felipe VI de España y el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, hablan durante la foto oficial hoy, sábado 29 de octubre de 2016, durante la XXV Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, en Cartagena, Colombia. EFE/Jeffrey Arguedas

El proyecto iberoamericano, que tiene sobre sus espaldas un cuarto de siglo de historia, ha solido depender del empuje de determinados líderes en circunstancias muy concretas. Ahora, sin embargo, la Comunidad de Naciones Iberoamericanas se encuentra muy desamparada en lo que a liderazgos se refiere y su supervivencia deberá venir quizá por otros derroteros.

(Infolatam, por Rogelio Núñez)-. Las cumbres iberoamericanas, como una parte de “lo iberoamericano”, siguen siendo un enfermo que goza de buena salud. La de Cartagena que comienza este viernes es la número veinticinco lo que viene a contradecir a todos aquellos que siempre buscan enterrarlas. La comiunidad iberoamericana quizá ya no sean un importante actor internacional con peso específico propio y mayor grado de institucionalización, pero es una realidad.

Carlos Malamud, investigador principal del Real Instituto Elcano, sostiene que “lo iberoamericano no es una invención de las Cumbres, sino que las Cumbres son consecuencia de una sólida presencia de la realidad iberoamericana. Esto significa que lo iberoamericano existirá con Cumbres o sin ellas y que no se trata sólo de una creación superestructural impulsada por los gobiernos. Muy por el contrario, estamos ante una realidad sostenida por una lengua común y un pasado compartido y por sólidos lazos personales, familiares y sociales productos de múltiples procesos migratorios en ambas direcciones y que descansa en centenares de asociaciones iberoamericanas de todo tipo”.

Los viejos liderazgos del proyecto iberoamericano

El proyecto iberoamericano tuvo un fuerte liderazgo en su génesis, allá por 1991-92: el Rey de España, Juan Carlos I, el presidente Felipe González y el mandatario mexicano Carlos Salinas de Gortari le dieron el primer impulso que consolidó a la Comunidad de Naciones Iberoamericanas en los ´90.

Enrique Iglesis XXI cumbre iberoamericana

Cuando empezó a perder fuerza, de nuevo la iniciativa personal, a cargo en este caso del primer ministro español, José María Aznar, le sacó del atolladero y dio como resultado la creación de la Secretaría General Iberoamericana, que comandó Enrique V. Iglesias a lo largo de la pasada década.

La Cumbre de Salamanca en 2005 supuso el inicio de la Segib, institución que dio una mayor visibilidad internacional a la Conferencia Iberoamericana e integró en su seno a las sociedades de los distintos países que la conforman.

El académico Celestino del Arenal ha señalado en alguna ocasión que “las Cumbres Iberoamericanas constituyeron a lo largo de la década de los años noventa del siglo XX y principios de la primera década del siglo XXI un referente importante en el escenario latinoamericano, facilitando el protagonismo político de España en América Latina y el Caribe y, no lo olvidemos, del conjunto de los países iberoamericanos en el mundo, reforzando el peso de España en la Unión Europea (UE) e impulsando su proyección internacional”.

En esta década, la segunda del siglo XXI, el proyecto iberoamericano ha perdido fuerza por diversas razones siendo una de ellas la ausencia de liderazgos que otorguen al proyecto una brújula y sitúen a la Comunidad de Naciones Iberoamericanas como un actor de peso en el ámbito internacional.

En busca de un líder latinoamericano para Iberoamérica

Ese papel de liderazgo ahora no lo cumple España, que acumula casi un año con un gobierno en funciones, ni los dos únicos países de la región con peso específico para liderar el proyecto: México y Colombia.

En el caso español la Secretaria General Iberoamericana, Rebeca Grynspan ha admitido que “aquí no solo hay gobierno, hay Estado. Nosotros no hemos sufrido ninguna negligencia en términos de respuestas… uno ve aquí que hay un desarrollo institucional, a pesar del impasse. Lo que sí es cierto es que la capacidad de plantearnos nuevos proyectos se ve contenida hasta ver un gobierno no en funciones, y afecta a planes futuros”.

De todas formas, el problema español con respecto a América latina no es de ahora sino que tiene raíces más amplias.

Como explica Celestino del Arenal, “desde hace años, los diferentes gobiernos españoles, por distintas razones, no sólo no han sido capaces o no han sabido desarrollar una política ambiciosa y activa, en términos políticos, respecto de América Latina, sino que además no han sabido avanzar en el proceso de iberoamericanización de las Cumbres para hacerlas, en el actual contexto, más asumibles e interesantes para los países latinoamericanos”.

cumbre iberoamericana veracruz apertura

Por su parte, el mexicano Enrique Peña Nieto afronta muy debilitado el tramo final de su gobierno que acaba en 2018 y Juan Manuel Santos ha apostado todas sus cartas a la paz con las Farc. Tras la derrota en el referendum además, su agenda es aún más monotemática: salvar el que ha sido su gran proyecto político personal.

Así pues ni México ni Colombia parecen en circunstancias propias para liderar el proyecto.

Grynspan ha tratado de dar vitalidad al proyecto desde que asumió el cargo en 2014 pero hasta ahora las buenas ideas no han sido acompañadas por suficiente financiación ni un compromiso de los grandes países de la región.

Fuera de España, México y Colombia no hay países con el suficiente peso específico para liderar el proyecto iberoamericano.

Brasil no tiene, ni ha tenido, nunca gran interés en fortalecer la Comunidad de Naciones Iberoamericanas. Itamaraty y los diferentes dirigentes que han habitado en Planalto lo han considerado como una idea que finalmente beneficiaba solo a España. Era conveniente estar presente pero sin implicarse en exceso.

“La afirmación de Brasil como potencia regional emergente, que recela de otros protagonismo en la región y, en el caso que nos ocupa, de una política iberoamericana y de unas Cumbres Iberoamericanas en las que el papel de España ha sido hasta ahora determinante. La actual estrategia de Brasil no pasa precisamente por fortalecer las Cumbres Iberoamericanas, en las que debe compartir el protagonismo con actores extrarregionales, casos de Portugal y España, que pueden interferir en sus pretensiones regionales, sino por apostar por foros y mecanismos de concertación e integración en los que tiene la iniciativa y su papel es central”, apunta Celestino del Arenal.

Chile no solo no posee el tamaño suficiente, sino que además tiene otras prioridades (la Alianza del Pacífico y su conexión con Asia) y además su actual gobierno, encabezado por Michelle Bachelet, muestra alarmantes señales de agotamiento.

La Argentina de Mauricio Macri apenas sale del aislacionismo con respecto al mundo al que le sometió Cristina Kirchner y además padece aún una delicada coyuntura interna en el ámbito económico. Claramente no está en condiciones de liderar nada, al menos por ahora.

El resto de países o bien son pequeños (Uruguay, Paraguay, Ecuador, los centroamericanos y los del Caribe), o bien son enemigos de la idea (Venezuela y Bolivia) o bien tienen una agenda internacional muy acotada, por no decir reducida y poco ambiciosa (Perú).

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El proyecto que encabeza Grynspan tiene importantes aciertos porque ataca uno de los graves problemas estructurales de la región: el lema de la cita en Cartagena es “Juventud, Emprendimiento y Educación”. Uno de los grandes retrasos que padece América latina es el de poseer un sistema educativo de poca calidad y que no forma a los jóvenes para el mercado laboral.

Desde hace dos años la Segib no ha dejado de centrar su atención en estos temas lo cual otorga a la idea una gran continuidad.

“Los jóvenes son el gran reto y esperanza de la región, porque en la medida en que sus aspiraciones o derechos se vean frustrados habrá problemas y no soluciones”, decía Grynspan allá por 2014.

Sin embargo, estas  buenas iniciativas de Gynspan pueden quedarse en nada, o en muy poco, si no encuentra un fuerte apoyo en la región en general y si determinados países no se colocan los primeros para impulsar el proyecto.

España puede tener un papel pero no puede ser el de centro del proyecto sino el de principal acompañante. Y eso por dos razones. En primer lugar porque no tiene gobierno aún. Y cuando lo forme Mariano Rajoy, gracias al apoyo de Ciudadanos y la abstención del PSOE, este será un ejecutivo débil, que deberá afrontar importantes problemas y cuya vida no se antoja larga.

Además, el proyecto iberoamericano, si quiere sobrevivir a largo plazo, debe ser liderado por los latinoamericanos.

Como señalara en su día Carlos Malamud, se trata de “latinoamericanizar” lo iberoamericano, de modo de que los países de la región se identifiquen plenamente con el proyecto y lo hagan propio. En un Informe del Real Instituto Elcano de 2005 ya se decía: “las Cumbres sólo serán útiles a España, por paradójico que parezca, si los países latinoamericanos, especialmente los más grandes, las viven como algo propio. Por el contrario, si se mantiene la imagen de que son un instrumento de nuestra política hacia la región su recorrido será́ muy corto”.

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