Los próximos cuatro años van a tener tres personajes principales: Dilma y el PT; Aecio y el PSDB; y los grupos de medios de comunicación.

Por Luis Nassif

(Infolatam).- En el discurso de celebración de la victoria, Dilma Rousseff hizo dos afirmaciones importantes.

En primer lugar, la promesa de convocar, en el segundo gobierno, a la sociedad civil, asociaciones, movimientos, para construir juntos políticas públicas. Mencionó expresamente a la industria. Y menciono expresamente la palabra unión.

En segundo lugar, la constatación de que en las elecciones ajustadas hay más posibilidades de cambios que en las victorias holgadas.

En el primer gobierno, la falta de experiencia y el optimismo excesivo – con niveles récord de aprobación inicial y el impulso de la economía – hicieron descuidar a Dilma el día a día de la política y la necesidad de montar unos ministerios fuertes. Y se negó a cambiar un estilo desastroso de gestionar la economía y la política.

Ahora, con la victoria por la mínima, una situación económica incómoda por delante, la evidencia de sus problemas de gestión y la amenaza de un tercer turno – con el desarrollo del caso Paulo Roberto Costa – no tendrá más remedio que hacer un gobierno ejemplar.

Es decir, tendrá que dar una respuesta definitiva a la corrupción y la utilización del estado.

Los nuevos tiempos difíciles requieren también cambios profundos en el PT. Tras dieciséis años en el poder, se convirtió en un partido acomodado a las pompas y a los cargos, sin presencia institucional en la vida pública brasileña.

En el campo de la oposición, la campaña de Aecio Neves produjo una transmutación del candidato. Entró en la campaña como un bon vivant y de ella salió un político. Con su discurso de aceptación de la derrota y la defensa de la unidad nacional, finalmente se comportó a la altura de su abuelo Tancredo Neves.

Durante los próximos cuatro años habrá dos caminos para el PSDB. En primer lugar, si Aecio acepta que la oposición se construye día a día, con la crítica, sí, pero con ideas, principios, modelos de gobernanza, promoviendo las buenas administraciones tucanas y apostando por la reconciliación nacional y la lucha política dentro de las reglas del juego.

Su principal oponente - José Serra – se valdrá de la única manera que sabe: el golpismo, el uso de los dossieres, la alianza infame con los medios de comunicación.

Otro candidato que podría competir con Aecio para el 2018 sería el gobernador de Sao Paulo, Geraldo Alckmin. Cuando la crisis del agua estalle en su plenitud ahogará a Alckmin en su incompetencia.

El tercer personaje – grupos de medios de comunicación – difícilmente renunciarán a la revancha del tercer turno.

Tomemos el caso de la revista Veja. Faltando dos días para las elecciones suelta una portada rocambolesca con afirmaciones ficticias en un verdadero atentado a la democracia. Hico caso omiso de la orden del TSE (Tribunal Supremo Electoral), concediendo derecho de réplica a Dilma y atacó el ministro que autorizó la acción. Después, publicó la nota sin respetar la exigencia de que fuese en el mismo lugar del ataque.

Reculó cuando se encontró con un procurador corajudo, – Eugene Aragao – que la amenazó con R$ 500 mil de multa por cada hora de retraso en la rectificación. El gesto de Aragao – el primero en no doblarse ante el poder para chantajear de la revista – fue definitivo para romper una alianza de la revista con los poderes de la República que avergonzaría a cualquier país civilizado.

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