Uruguay, una elección impensada Imprimir
Escrito por Indicado en la materia   
Viernes, 24 de Octubre de 2014 10:53

Terminó la campaña electoral. No falta nada. Cada partido político dejó todo lo que tenía para dar en la cancha de la competencia por el voto. Los candidatos recorrieron el país varias veces. Y usaron los espacios de los medios de comunicación. Ya está. No queda nada para hacer.

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Es posible que el resultado de la elección presidencial, que todo indica que no se conocerá este domingo 26, sino que se tendrá el último domingo de noviembre en un histórico ballotage, ese resultado ya está escrito. Está seguramente en la voluntad de los uruguayos, y en la acumulación de razonamientos de estos últimos tiempos.

Por Nelson F. Salvidio

(Infolatam).- Nos falta el dato. Falta que vote la gente el domingo, y que también ejerza el sufragio el 30 de noviembre. Pero seguramente la decisión colectiva ya está definida.

Hace un año y medio atrás, cuando el oficialista Frente Amplio esperaba que el ex presidente Tabaré Vázquez (2005-10) confirmara su presentación a un segundo período, todos –o casi todos- creían que la campaña sería aburrida, porque la izquierda seguiría de largo.

Porque Vázquez se fue con récord de popularidad, porque su sucesor, José Mujica, tiene altísima aprobación, y porque el país ha mejorado económicamente en forma sustancial en estos años.

Y además, porque no se veía que la oposición articulara una oferta electoral sumamente atractiva como para competir con tal propuesta triunfalista.

Todo cambió.

Y lo peor para muchos dirigentes de la histórica izquierda uruguaya, es que fue recién en la noche de este miércoles o incluso, el mismo día de cierre de campaña proselitista, cuando tomaron conciencia de lo que había pasado. Eso es grave. Quita capacidad de reacción. No hay nada para hacer.

En agosto, los frenteamplistas habían tenido una señal de alerta, y creyeron que con un poco más de movilización, con reforzar la unidad interna, con evitar la exposición de diferencias internas ideológicas, o de proyectos políticos de largo aliento, que con algo de eso, pasaban el temporal.

Ojo que viene la derecha, alertaba la dirigencia frenteamplista a un electorado que parecía no importarle si el diputado Luis Lacalle Pou (candidato del Partido Nacional) era hijo o nieto de quién fuera.

Miren que antes que nosotros gobernáramos, había niños que tenían que comer pasto, asustaban algunos dirigentes oficialistas, como si eso fuera cierto, aludiendo a un episodio puntual y confuso que no tiene sintonía con la realidad, ni de tiempos de crisis económica reciente.

“Vamos bien”, era la primera consigna de la campaña frentista, lo que no sintonizaba con el sentir de la gente. Había un reclamo de cambio, no muy claro de sobre qué cambiar, pero sí de soluciones a problemas acumulados. Eso fundamentalmente en la seguridad pública y en la educación. El Frente se quedó explicando lo que había hecho, pero no logró convencer sobre lo que pretendía hacer en un tercer gobierno.

Y pesó también Montevideo. LA izquierda gobierna el país desde 2005, pero en Montevideo –la capital que tiene apenas 1% del territorio del país pero en la que vive la mitad del electorado- lo hace desde 1990. Va a completar cuarto siglo. Y ahí se nota un deterioro de gestión que disgusta a la gente.

Las principales encuestas muestran que el Frente Amplio sigue siendo el principal lema partidario del país, con un electorado que supera el 40%. Y que los partidos tradicionales se distribuyen una porción similar.

Pero la izquierda ha perdido votos y eso supone que así como se ve en las encuestas, no tiene apoyo para ganar en primera vuelta, y tampoco para retener mayoría en ambas cámaras legislativas.

Puede ganar la elección. Vázquez es un experimentado político, genera altísima simpatía popular, y tiene la experiencia de cinco años en el gobierno de Montevideo y otros cinco años como Jefe de Estado.

Y el Frente tiene un aparato político gigante. Quizá abusó del uso del Estado para favorecer la campaña, con algunas acciones públicas de empresas del Estado o ministerios, que superaron a veces a lo hecho por gobiernos anteriores. Eso puede haber afectado también su imagen. Y el electorado se cobra esos abusos.

Pero Tabaré es Tabaré. Y Pepe Mujica, es Pepe. Ambos, los políticos más queridos y mejor valorados en los últimos años.

Lacalle Pou, seguro de que pasa a la segunda vuelta, ya inició contactos con adversarios políticos que pueden convertirse en socios de un eventual gobierno. Tiene un plan claro y ha logrado sintonizar con un sentimiento renovador de una parte del electorado, que lo ayuda a inclinar la balanza hacia su platillo.

El último soplo de campaña mostró una intención de voto que lleva a que el Frente pierda legisladores, y que blancos y colorados sumados puedan articular una mayoría parlamentaria. En ese caso, Lacalle puede presentarse con sus socios y pedir el voto para la única alianza partidaria que cuente con respaldo en la Asamblea General Legislativa.

No es fácil nada de esto. Y enfrente tiene a una coalición política tremenda.

Lo único concreto es que se trata de una elección impensada. Ni la veía tiempo atrás Lacalle Pou cuando comenzó con su estrategia para el 2019, pero luego vio espacios para postularse como presidenciable de los blancos.

Esta definición no estaba en los cálculos de la dirigencia. Y la sorpresa, es mala para diseñar estrategias que permitan revertir las decisiones de electorado.

A partir del lunes, se borrarán las divisas partidarias, quedarán solamente las fórmulas de presidente y vice de los dos más votados, y habrá muchas banderas uruguayas. Cada uno de los dos candidatos buscará el voto que lo lleve a suceder a Mujica. Pero ambos candidatos no estarán solos. Todos esos pesos y contrapesos jugarán en la batalla final.

Si el Tabaré gana, el Frente respirará aliviado, pero no tendrá un gobierno fácil. Habrá reproches y se deberá construir un gobierno con apoyos más allá de la izquierda tradicional.

Si Lacalle Pou gana, será una hazaña. Y cambiará el tablero político uruguayo.

El domingo hablarán las urnas. Hoy nos guiamos por percepciones de campaña y por estudios de opinión pública. El lunes de mañana, amanecerá otro Uruguay. Gane quien gane.

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