El Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), proclamó al senador Aecio Neves como su candidato a las presidenciales de octubre y como el aspirante que puede representar a quienes vienen protestando en las calles en Brasil frente a  la presidenta Dilma Rousseff,

En una concurrida convención en Sao Paulo, el PSDB destacó la insatisfacción que los brasileños vienen mostrando con multitudinarias manifestaciones desde el año pasado en las calles y presentó a Neves, un economista de 54 años, como el mejor portavoz de esos sectores.

“Las voces que claman cambios en la calle se cansaron de impunidad, de engaño, de mentira, del distanciamiento del Gobierno con el pueblo. Ya nadie aguanta eso”, afirmó el expresidente Fernando Henrique Cardoso (1995-2002), uno de los principales dirigentes del PSDB, en su discurso en la convención.

Según el exmandatario, “Brasil necesita de un líder joven” que pueda “oír el pueblo, estar más cerca del pueblo y ganarse la confianza del pueblo”.

En sus discursos los principales dirigentes del PSDB se refirieron a las manifestaciones por mejores servicios públicos y contra la corrupción que movilizaron a millones de brasileños el año pasado.

Neves, que en 2010 fue elegido senador con 7,5 millones de votos tras haber gobernado el estado de Minas Gerais por dos mandatos con elevados índices de aprobación, es nieto de Tancredo Neves, el primer presidente civil electo en Brasil tras 21 años de dictadura militar pero que murió antes de asumir el mandato.

El senador, cuya candidatura fue aprobada por 447 de los 451 delegados con derecho a votar en la convención, figura en las encuestas de intención de voto como el principal rival de Rousseff en las elecciones presidenciales del 5 de octubre próximo.

El exgobernador de Minas Gerais recibió en la convención el respaldo de los dos últimos candidatos del PSDB a la Presidencia, el exgobernador de Sao Paulo y exministro de Salud José Serra, derrotado por Rousseff en las elecciones de 2010, y el actual gobernador de Sao Paulo, Geraldo Alckmin, que fue el segundo más votado en 2006, cuando Luiz Inácio Lula da Silva fue reelegido.

“Estamos dando un paso muy importante para la victoria. El PSDB y sus aliados llegan unidos para la disputa”, afirmó Serra, que era señalado como posible candidato, en un discurso en que dejó clara la unidad partidaria.

La apoyo de los dirigentes del PSDB en Sao Paulo, el mayor colegio electoral de Brasil, es vital para Neves, que ya cuenta con un amplio respaldo en Minas Gerais, segundo mayor colegio electoral del país, y garantizó aliados estratégicos en Río de Janeiro, tercer colegio.

La proclamación de la candidatura de Neves fue asistida por dirigentes de partidos que pueden apoyar las aspiraciones del PSDB, como el diputado Paulo Pereira da Silva, dirigente de Solidaridad, y el senador José Agripino Maia, presidente del partido Demócratas.

El PSDB, tras haber perdido las tres últimas elecciones presidenciales frente al Partido de los Trabajadores (PT), espera poder reaccionar este año con la caída de popularidad que viene sufriendo Rousseff.

Pese a que aún lidera las encuestas de intención de voto con gran ventaja, la jefe de Estado viene perdiendo terreno y los últimos sondeos indican que ya no garantiza su reelección sin necesidad de disputar una segunda vuelta, exigida cuando ninguno de los candidatos obtiene más de la mitad de los votos.

En el último sondeo del Instituto Ibope, divulgado la semana pasada, mientras que la intención de voto en Rousseff cayó dos puntos porcentuales, hasta un 38 %, la de Neves subió dos puntos porcentuales, hasta 22 %.

Según el mismo sondeo, en caso de una eventual segunda vuelta, la actual jefa de Estado obtendría un 42 %, contra el 33 % que alcanzaría el líder socialdemócrata.

En el discurso que pronunció tras la proclamación, Neves criticó con dureza la política económica del actual Gobierno y recordó que los propios indicadores del Gobierno muestran que la inflación puede salirse de control este año y que la economía está prácticamente estancada.

Recordó igualmente que el oficialista Partido de los Trabajadores (PT), la formación de Rousseff y de Lula, se opuso en el pasado al plan de estabilización que puso fin a la inflación en Brasil en 1995 y a la ley que impide que el Ejecutivo gaste más de lo que recauda.