Brasil: Lujo y control total. Así vivían los "capos" de la favela "La Rosiña" Imprimir
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Lunes, 14 de Noviembre de 2011 10:40

Su poder es tan grande que habían decretado el toque de queda en la mayor favela de Río de Janeiro. Sus mansiones en la barriada tenían desde acuarios hasta jacuzzis gigantes

Crédito foto: AP

Los helicópteros continuaban volando sobre la favela y la selva colindante este domingo, mientras la Policía perseguía a sospechosos que pudieron haber huido a la selva, luego de que la policía "pacificara" la Rocincha. Al atardecer, aclararon que sólo habían hecho cuatro arrestos. Los habitantes se asomaban por las ventanas de sus casas y se quedaban mirando mientras los vehículos blindados avanzaban rugiendo por las calles. Oficiales con fusiles de la unidad policial de elite BOPE, que se hizo famosa por las dos películas Tropa de elite, enseñaban sus armas por estrechos pasillos.

Mientras, un residente aplaudía la toma de la Policía. "Digan al mundo que no todos somos narcotraficantes. Somos gente trabajadora y ahora vienen a liberarnos", gritó mientras los uniformados y los reporteros avanzaban.

En un callejón lateral, la policía descubrió una casa que, informaron, pertenecía al segundo líder de pandillas más importante, Sandro Luiz de Paula Amorim, conocido como Peixe, que fue capturado por la policía unos días antes, cuando cercaba Rocinha con controles policiales. La vivienda de tres pisos, en un marcado contraste con las casuchas pobres a su alrededor, estaba equipada con un gran jacuzzi, piscina, un acuario gigante, televisión de alta definición y un solo libro: el antiguo texto militar chino El arte de la Guerra.

La ubicación de Rocinha entre dos de los barrios más acaudalados de Rio la ha convertido en uno de los puntos de distribución de drogas más rentables y grandes en la ciudad. Según cálculos, la pandilla Amigos de los Amigos, que ha controlado Rocinha y la vecina barriada de Vidigal que también fue pacificada, gana más de 50 millones de dólares por venta de drogas al año. Gran parte de las ventas son a turistas que se hospedan en los barrios elegantes de las playas de Leblon, Ipanema y Copacabana, así como brasileños de clase media y alta que viven en ellos.

Desde su casa con salón de fiestas, gimnasio y terraza con vista al mar, el capo narco Nem -arrestado el viernes- ganaba al mes 1,7 millones de dólares por la venta de marihuana, cocaína y crack -que refinaba en laboratorios clandestinos en la favela- y éxtasis, la única droga que consumía, según indicaron policías no identificados a la prensa local.

Control absoluto

El pasado miércoles, algunos moradores abandonaban la favela para refugiarse con familiares o amigos de otros barrios, por temor a verse atrapados en los tiroteos entre policías y narcos durante la operación que se avecinaba. "A partir del jueves, todo el mundo deberá quedarse en casa y los niños deben evitar ir a la escuela. Esto nos da miedo porque no tenemos adónde ir. La única solución es quedarse en casa y rezar", comentó por ese entonces un habitante que pidió el anonimato a Globo. Los narcos, más poderosos que la policía, habían decretado el toque de queda.

"Nem tiene la palabra final en todo lo que sucede dentro de las comunidades, ofreciendo una imagen de benefactor y escondiendo los rastros de sangre y terror", señalaba la policía en su orden de búsqueda.

La proximidad de la operación policial había quedado en evidencia luego de que Nem ofreciera el domingo por la noche una fiesta de despedida e impusiera un toque de queda a los habitantes. Allí habría "llorado" al hacer sus adioses, según O Dia.  Durante el "festejo", Nem mezcló whisky con pastillas de éxtasis y tuvo una convulsión que lo obligó a hacerse atender en una policlínica de Rocinha, informó el comisario Carlos Augusto Nogueira Pinto a la TV Globo. Incluso, salió con un frasco de suero colocado en el brazo, por temor a la llegada de la policía.

La ostentosidad con que viven los narcos había quedado al descubierto durante un allanamiento al complejo Alemao, otra favela de Río de Janeiro, donde la casa del capo Lucuiano Martiniano da Silva, alias Pezao, tenía era de un lujo tan deslumbrante que indignó a miles de personas: a costa del tráfico de drogas, vivía como un rey en medio de la pobreza extrema. Los grifos de su baño, por supuesto, eran de oro.

Última actualización el Lunes, 14 de Noviembre de 2011 10:46