Notícias: Cuba
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Martes, 03 de Abril de 2012 19:11

Las Etapas del Raulismo

Esta secuencia, programada por Raúl para encabezar la sucesión primero y la transición después, pudiera ser una explicación plausible al apoyo de la Iglesia y el Papa en persona al partido comunista cubano, previendo un final a medio plazo. Sin embargo, hay aspectos de este razonamiento que no “cierran” de la manera que deberían

Las Etapas del Raulismo

Jorge Hernández Fonseca

3 de Abril de 2012

La problemática cubana se presenta cada vez más interesante. Todos recordamos como hace unos pocos años, cuando el dictador cubano Fidel Castro presentó los primeros síntomas de decrepitud, desmayándose primero en un acto público en El Cotorro y cayéndose estrepitosamente después en Santa Clara. Se comenzó a hablar entonces de la disyuntiva entre una sucesión dinástica dentro de la familia Castro y una transición a la democracia, en los cánones de los países civilizados, discutiéndose los pros y los contra de esas alternativas.

Raúl como sabemos, tuvo una sucesión dinástica de primera, haciendo un “aterrizaje suave”, posibilitado por la dilatación del tiempo en que estuvo, como sustituto primero y después como titular --hasta hoy-- pero siempre con la presencia y el apoyo de su hermano mayor tras bambalinas. Este proceso mejor no hubiera podido ser programado y ha sido todo un éxito.

Sin embargo ahora, después de haber demostrado que la variante exitosa sería la sucesión dinástica, Raúl pretende incursionar en el proceso de transición. Es extraño que uno de los principales líderes del desastre socialista, sea precisamente el hombre que pretende encabezar una transición al capitalismo, no tanto a la democracia, como realmente debería ser.

Se induce que Raúl pretende ahora una transición, después de una sucesión exitosa, por varias acciones que se ejecutan en paralelo y de manera evidente a saber:

  • Se realizan cambios al capitalismo, que si bien de inicio son tímidos, no cabe dudas de sus objetivos son de comenzar a hablar en Cuba del tan temido y odiado ‘mercado’;
  • Un grupo de exiliados cubanos de Miami (no de Madrid ni de Ciudad México, de Miami mismo) se han agrupado para crear una corriente de apoyo a la transición raulista basado en el “borrón y cuenta nueva”, algunos de ellos arriesgando capital en el empeño. Pocos de estos cubanos son sospechosos de ser castristas;
  • La Iglesia Católica de Cuba, encabezada por su principal dirigente, el Cardenal Jaime Ortega, propugna en la Habana por una política de apoyo a los cambios de Raúl y ha comprometido una buena parte de los feligreses y la jerarquía católica en el camino raulista de la transición;
  • El Papa Benedicto XVI, representando no ya a la Iglesia Católica Cubana, sino también a la Iglesia Católica Apostólica y Romana, si bien no ha comprometido su apoyo formalmente a Raúl y sus cambios, ha dado el espaldarazo internacional que se precisaba de parte de alguien de alto prestigio y representación;
  • El esfuerzo de los países del ALBA para garantizar a Cuba en el seno de las reuniones Cumbres de las Américas, si bien no consiguió el objetivo en su primer intento, logró introducir el tema en la discusión presidencial, en presencia del presidente de EUA. Es una manera de invitar a Raúl a hacer apertura política, de forma disimulada;

Así las cosas y visto con una perspectiva mayor, se pudiera decir que los planes de Raúl están enmarcados en tres grandes etapas:

  • La primera etapa (la actual) donde Raúl y sus generales hacen evidente el fracaso del esquema anterior, sin criticar a Fidel ni al marxismo, pero sustituyendo a todos los hombre fieles a su hermano, eliminándolos de los cargos de importancia e introduciendo cambios en el esquema económico, que acercan al país a una economía de mercado, tímidamente de inicio, pero sin alternativas ‘socialistas’ reales;
  • La segunda etapa vendrá a la muerte de Fidel. En esta etapa no quedará “títere con cabeza” entre las huestes del dictador mayor y aunque habrá entierro grandioso y mausoleo “de aquellos”, los caminos al capitalismo se abrirán totalmente, implantando en esta etapa medidas que en la primera etapa no se hacen por respeto o Fidel. En esta segunda etapa también podría sobrevenir cierta apertura política, de inicio administrada por la policía política, y cuyo alcance es imprevisible;
  • La tercera etapa sobrevendrá a la muerte del propio Raúl, momentos en que todo el proceso de transición por él encabezado puede romperse en pedazos, en función de la división existente en el seno del estado y el partido comunista cubano. Dependiendo de como Raúl y sus generales consigan administrar la segunda etapa, en esta tercera etapa se abriría el campo de la política y podría conseguirse una transición ordenada hacia la democracia. La duración de esta etapa dependerá de lo que suceda en las altas esferas del poder, pasadas las primeras semanas después de la muerte de Raúl.

Esta secuencia, programada por Raúl para encabezar la sucesión primero y la transición después, pudiera ser una explicación plausible al apoyo de la Iglesia y el Papa en persona al partido comunista cubano, previendo un final a medio plazo. Sin embargo, hay aspectos de este razonamiento que no “cierran” de la manera que deberían;

  • De ser cierto lo antes expuesto, lo que realmente pretenden los hermanos Castro, convictos del fracaso de su revolución, es morir en el poder y permitir que sus familias se distribuyan y repartan lo que solamente pertenece al pueblo cubano. ¿Serán sus enemigos acérrimos los que propiciarán este final? ¿Es ético y justo propiciarlo?
  • ¿Es razonable dar esa oportunidad a un equipo de gobierno que sabidamente destruyó el país y que de esta manera escaparán de la necesaria justicia?
  • ¿Cuál será el papel de los millones de cubanos exiliados obligadamente; de los cientos de miles de cubanos presos durante largos años en las mazmorras castristas; de los familiares de los casi 10 mil fusilados injustamente?
  • ¿Habrá impunidad para la policía política y para las turbas de respuesta rápida, que ahora mismo golpean mujeres y encarcelan personas decentes e indefensas?

La oposición política cubana de dentro y fura del país carece de las fuerzas necesarias para detener un proceso de este tipo, o para cambiar el curso de los acontecimientos, en función de que, no solamente el Vaticano lo ha bendecido, sino que grandes sectores bi-partiditas en EUA verían de buena gana una solución del “problema cubano” encabezado por Raúl y sus generales. Ello garantizaría dos aspectos básicos para la seguridad nacional de EUA: primero, impediría un éxodo balsero incontrolado hacia EUA y segundo, daría garantías de que el narcotráfico no se apoderaría de la isla, si ocurre un vacío de poder sin las fuerzas armadas raulistas, ya que la oposición actual no está preparada para enfrentar una situación de ese tipo.

Mientras tanto toda una pléyade de patriotas cubanos de dentro y fuera de la isla nos apresuramos a ver “los toros desde la barrera” ¿Qué hacer para evitar el casi seguro “segundo tratado de París” que se cierne sobre nuestro futuro?

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Última actualización el Jueves, 05 de Abril de 2012 18:29
 
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Domingo, 26 de Febrero de 2012 12:53

La salud de Chávez, los planes raulistas y la democracia para Cuba

¿Cómo la dictadura de Raúl quiere acercarse al exilio, si ni siquiera deja a los extranjeros hablar con los opositores internos? La probable respuesta vino ‘rauda y veloz’. En fase con los rumores sobre el agravamiento de Hugo Chávez --procedentes tanto de Brasil como de Venezuela-- se supo que el “benefactor” de la dictadura cubana había viajado en secreto a la Habana para tratarse la metástasis del tumor maligno que había sido operado en la isla.

 

La salud de Chávez, los planes raulistas y la democracia para Cuba

Jorge Hernández Fonseca

22 de Febrero de 2012

El lunes pasado fuimos sorprendidos por una noticia aparentemente fuera de contexto. Algunas agencias publicaron que -vagamente- habría una ‘intención’ de parte del dictador sustituto Raúl Castro, para materializar cierto “acercamiento” hacia el exilio, sin que previamente hubieran tenido lugar hechos o circunstancias que lo hicieran patente. Este “cambio” evidentemente merecía atención especial, porque constituía el aviso de la “invasión” del exilio cubano de parte de las huestes de la dictadura infiltrada en la diáspora cubana, desde casi sus inicios.

La noticia resultó más extraña todavía porque surgió en paralelo a un hecho bastante cotidiano, que muestra la realidad de la política migratoria de la dictadura de siempre: la detención en el aeropuerto de la Habana --a su salida del país-- de un profesor universitario argentino de visita en Cuba, porque se había “entrevistado” con cubanos notoriamente desafectos al régimen (digo notoriamente, porque ya la mayoría de los cubanos desaprueban la dictadura). El profesor pasó varias horas de interrogatorios, hasta que finalmente fue liberado para regresar a su país.

¿Cómo la dictadura de Raúl quiere acercarse al exilio, si ni siquiera deja a los extranjeros hablar con los opositores internos? La probable respuesta vino ‘rauda y veloz’. En fase con los rumores sobre el agravamiento de Hugo Chávez --procedentes tanto de Brasil como de Venezuela-- se supo que el “benefactor” de la dictadura cubana había viajado en secreto a la Habana para tratarse la metástasis del tumor maligno que había sido operado en la isla. Raúl, sabiendo el potencial desastre que significaría la pérdida del caudillo de Barinas, adelantó el “avance” sobre el exilio cubano, probablemente como estrategia desesperada de tregua, que el exilio de manera ninguna puede (ni debe) aceptar en este postrer momento del castrismo.

Esta desagradable (para el chavismo) noticia, en paralelo con la estruendosa victoria de la oposición en las primarias venezolanas --en las que consiguió colocar en las calles nada menos que 3 millones de votantes-- pone las “barbas en remojo” de la dictadura cubana, porque ya pocos dudan --incluso si Chávez consigue sobrevivir hasta las elecciones a este nuevo revés en su salud-- del triunfo del candidato de la oposición al chavismo el próximo 7 de Octubre. La noticia del agravamiento del cáncer de Chávez ha sido un tiro de gracia para sus aspiraciones.

Los planes raulistas para materializar una sucesión dinástica --escamoteándole a la oposición política cubana el derecho a reconstruir su país después de más de medio siglo de comunismo fracasado-- han tendido que cambiar de rumbo. Un --hasta ahora-- viento a favor materializado en el suministro estable de petróleo venezolano subsidiado; unas perforaciones petroleras promisoras en la costa norte; un presidente de EUA proclive a una apertura con el castrismo; una Iglesia totalmente sumisa a la dictadura dentro de la isla (que llegó al extremo de gestionar una visita papal a la guarida misma del dictador mayor); una Europa empobrecida por la crisis económica, lo que minimiza (respecto a Cuba) el cambio de gobierno en España; son signos que poco significan ahora sin el petróleo venezolano. La dictadura es claro, está en peligro.

Frente al grupo de factores enumerados antes y que benefician al raulismo, hay otros no muy prometedores que ahora se potencian con el debilitamiento repentino de la salud de Chávez: la sobrevivencia del dictador mayor, que evita el despegue de los planes raulistas (¿serán capaces de matar a Fidel?); las elecciones presidenciales norteamericanas este año, que le atan las manos al actual presidente para pronunciarse a favor de los planes “reformistas” de Raúl; un nuevo gobierno en España, que ve con malos ojos a la dictadura cubana y con la cual ya han comenzado las escaramuzas; una definición --probablemente negativa-- de la invitación de Cuba a la Cumbre de las Américas; un empeoramiento de la represión interna, sobre todo contra mujeres indefensas, que podría ser un arma de doble filo contra el castrismo durante la visita del Papa. Son signos de que se ha encendido la luz roja en el palacio de la revolución.

Es casi seguro que los analistas de Raúl ya preparan varias alternativas ante cada contingencia, de la misma forma que las organizaciones opositoras democráticas cubanas deberían preparar sus planes para neutralizar el intento castrista de dominar el exilio, incluso estrechando lazos con los opositores venezolanos con vistas al futuro inmediato y presionando a la Casa Blanca para adoptar una postura democrática frente a la actual agonía castrista.

La probable vía brasileña para sustituir a Venezuela como padrino estaría sobre la mesa. Pero en el coloso sudamericano no hay condiciones reales de echarse a cuestas un fardo tan pesado, por dos razones básicas: primero, a pesar de que ha habido dos gobiernos sucesivos de la izquierda brasileña, la sociedad carioca, sus políticos, sus instituciones, sobre todo su ejército, no son de izquierda ni estarían en condiciones de apoyar a fondo una dictadura como la cubana y seguramente sus gobernantes actuales no se atreverían a proponer semejante desatino. En segundo lugar, Brasil es una sociedad abierta, que si bien su elite aprovecha el momento favorable para repartirse lo mejor de la isla, desprecia profundamente el ideal comunista defendido por los raulistas. De Raúl querer asociarse, Brasil impondría condiciones de democratización política, libertad de prensa y multipartidismo, inaceptables para Raúl.

La clave asociada al petróleo de la costa norte de la isla, baja varios peldaños en la escala de importancia estratégica para mantener a Raúl y sus generales en el lado victorioso de la batalla por la isla que se avecina. Las perforaciones no están en manos raulistas. La élite petrolera que la controla, ante una situación como la que se presenta ahora, le gustaría mucho más asociarse con empresarios cubanos demócratas, visto que en Venezuela las cosas también cambiarían sustancialmente y ninguna empresa petrolera internacional va a jugar sus cartas con Raúl, sus generales y sus familias, unido a sus ambiciones de poder y enriquecimiento inmerecido.

En fase al análisis anterior, sería muy conveniente que la oposición política cubana siguiera los pasos de lo hecho ejemplarmente por la oposición política venezolana para enfrentar a Chávez. Ante la realidad que ahora observamos en Venezuela, incluso respecto a la enfermedad del caudillo, sobran los argumentos para convencer los líderes opositores cubanos. Los hechos han demostrado, tanto en el terreno místico como en el terreno real, que procediendo correctamente las circunstancias ayudarán --todas-- a un desenlace positivo. El momento es favorable a un destino democrático cubano, por lo que se impone un movimiento de todas las organizaciones de dentro y fuera de la isla, de la derecha y de la izquierda opositora, para de alguna manera hablar con una sola voz --por ahora-- tal como se hizo en Venezuela.

El aire de la providencia comienza a soplar en la popa de la barca democrática cubana, por lo que adquiere más importancia lo que suceda durante la visita del Papa a Cuba, en las misas masivas de Santiago y la Habana, donde todos podrán gritar por ¡libertad!, para que el Papa comprenda el error de imaginar a un inexistente pueblo cubano comunista aceptando su destino miserable, como se lo ha vendido la alta jerarquía católica cubana. ¡Esta es la oportunidad!


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Última actualización el Domingo, 26 de Febrero de 2012 12:58
 
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Martes, 31 de Enero de 2012 15:39

2012: La estrategia de Brasil en Cuba.-

Tomar posiciones dentro de la isla ahora, que la proximidad de ambos gobiernos lo permite, para una vez que se produzca “el cambio ineludible”, estar posicionados produciendo dentro de la isla lo que Brasil mejor sabe producir: productos agrícolas, como soya, frijoles y granos en general, así como azúcar de caña y etanol, este a la espera de la muerte del dictador, que como se sabe es enemigo ideológico de la conversión del azúcar en alcohol.

 

La estrategia de Brasil en Cuba
Jorge Hernández Fonseca

28 de Enero de 2012

El Brasil contemporáneo, considerado uno de los países emergentes por excelencia, en función de su sistema político democrático y su economía pujante --que ya desplazó al Reino Unido del sexto lugar entre las potencias económicas, y avanza a pasos agigantados para desplazar a Francia de la quinta posición-- como sabemos, es una nación gigantesca, con inagotables recursos territoriales, humanos, económicos, energéticos e hídricos, reconocido como un país pacífico, que ha aceptado finalmente un liderazgo latinoamericano que antes porfiaba en rechazar.

Por todas estas razones es que Brasil ha establecido una estrategia de inserción pro-activa en el contexto internacional. Este nuevo enfoque de la política exterior brasileña, en lo que respecta a Cuba, se inició durante el primer gobierno de Lula da Silva. Inicialmente, la base de la estrategia del gobierno brasilero de entonces fue netamente política: apoyar a Fidel Castro y su gobierno, visto desde la izquierda brasileña en el poder como una probable base de sustentación de la isla, para apoyarla en la “lucha” frente al “enemigo imperialista” basado en un pueril anti-norteamericanismo propio de naciones menos responsables.

Sin embargo, la flamante “revolución cubana” se ha depauperado de tal manera en los últimos años, que ya nadie duda dentro del gobierno brasileño del estrepitoso fracaso del castrismo y su modelo, que hasta el propio autor ha rechazado porque “no funciona”. En vista de esta realidad tangible, la diplomacia carioca ha establecido otra estrategia, esta vez de tipo comercial. Tomar posiciones dentro de la isla ahora, que la proximidad de ambos gobiernos lo permite, para una vez que se produzca “el cambio ineludible”, estar posicionados produciendo dentro de la isla lo que Brasil mejor sabe producir: productos agrícolas, como soya, frijoles y granos en general, así como azúcar de caña y etanol, este a la espera de la muerte del dictador, que como se sabe es enemigo ideológico de la conversión del azúcar en alcohol.

Esta estrategia se confirma con la primera gran inversión brasileña en Cuba: la modernización del puerto de Mariel, uno de los más cercanos (sino el más cercano) a los Estados Unidos. La lógica brasileña es la siguiente: cuando se produzca en Cuba el “gran cambio”, los EUA serán los principales socios comerciales de la isla y por el puerto (brasileño) de Mariel, será por donde se exporten los productos cubanos (y brasileños) hacia el mayor mercado comprador del mundo, sin aranceles, sobre todo en la primera etapa, donde Norteamérica se verá impelido a suprimir los impuestos naturales de importación (para ayudar la reestructuración de la isla) y así los empresarios cariocas producirán en la “plataforma” cubana, aprovechando las ventajas.

Esto significa que la visita de Dilma Rousseff a Cuba tiene un sentido estratégico, no sólo ya para la izquierda fidelista brasileña, sino también para la élite empresarial y agrícola del gigante sudamericano, que espera de esta visita el estrechamiento de los lazos con la dictadura actual para facilitar ahora sus inversiones. Pero Rousseff enfrenta también un reto difícil: no contradecir demasiado a la oposición cubana, porque todo el esfuerzo inversionista actual pudiera venirse abajo si la gobernante brasileña no diera un “guiño” cómplice a la oposición. Este guiño será dado tomando a Yoani Sánchez como base, a la que Brasil dio la visa y la que probablemente le será permitido viajar, por intercesión presidencial a puertas cerradas.

No es mi objetivo analizar aquí si la estrategia brasileña conviene o no a la oposición política cubana, en su justa lucha por llevar la democracia para la isla. Sólo quiero poner en claro para todos algo que surge de los hechos, con vistas a que se pueda tener una visión más perspectiva de los acontecimientos por venir, para no aguardar que ellos nos sorprendan.

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Última actualización el Martes, 31 de Enero de 2012 15:43
 
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Martes, 13 de Marzo de 2012 09:41

La Iglesia somos todos los bautizados.

Siempre es particularmente doloroso escribir un análisis crítico sobre la jerarquía de la Iglesia a la que pertenecemos. Pero cuando se quiere dar al César lo que es de Dios, y se pretende además dar a Dios lo que le corresponde al César, resulta absolutamente necesario intervenir.

 

La Iglesia somos todos los bautizados

Jorge Hernández Fonseca

 

Siempre es particularmente doloroso escribir un análisis crítico sobre la jerarquía de la Iglesia a la que pertenecemos. Pero cuando se quiere dar al César lo que es de Dios, y se pretende además dar a Dios lo que le corresponde al César, resulta absolutamente necesario intervenir.

 

La Iglesia Católica no es el conjunto de los cardenales, obispos y demás autoridades eclesiásticas, como asumen equivocadamente quienes así se expresan. La Iglesia es el conjunto de todos los fieles bautizados, sobre todo dentro la Iglesia Católica Apostólica y Romana --por definición de fe-- a partir de lo cual, el resto de las Iglesias cristianas adoptó similar concepto.

 

Adicionalmente, de la misma forma que la Iglesia Católica Apostólica y Romana no está solamente en Roma, la Iglesia Católica Cubana no está solamente en Cuba; está también en el destierro y en el exilio forzoso, porque el cuerpo de la Iglesia no es conformado solamente por los residentes en la isla, sino también –sobre todo-- por los que, por razones políticas --en parte asociadas a la religión que profesan-- no pueden regresar a vivir su fe libremente en Cuba.

 

Los que en los años 60 del siglo pasado militaron en las filas de la Juventud Católica Cubana y otras organizaciones juveniles religiosas, de alguna forma u otra fueron envueltos en la lucha frontal contra la dictadura comunista que se apoderó del poder político cubano, básicamente por su condición de católicos militantes. En la época --todos lo recordamos-- una facción de la jerarquía católica de entonces decidió abdicar de ciertos principios y asumir un papel “neutral” en medio de la guerra civil que se escenificó en la isla entre demócratas y autócratas, que dejó miles de fusilados, cientos de miles de presos y una diáspora de lo mejor de la juventud cubana de entonces, muchos de ellos católicos.

 

No voy a caer en la tentación de atacar directa o indirectamente al Cardenal Ortega o a cualquier autoridad eclesiástica. Son autoridades a las que los católicos debemos respeto y atención en los aspectos doctrinales y de fe. ¡Dios los bendiga! y los perdone en sus faltas.

 

Sin embargo, en los aspectos que tienen que ver con el futuro de nuestra Iglesia dentro de la isla y en los asociados al futuro político de la Nueva Cuba, me resulta indispensable decirle a la jerarquía católica actual --desde mi libertad política y de conciencia exiliada-- que Uds. reeditan con sus palabras y obras (en el campo político, en el campo ético y en el campo moral) a la anti-cubana y nefasta jerarquía católica de la colonia española del Siglo XIX. Su papel actual en estos campos es destructivo para el futuro de la fe católica cubana en la isla y de franco apoyo a una dictadura totalitaria que ha sido el peor azote de la Nación cubana desde sus orígenes.

 

Destructivo para la Iglesia Católica Cubana del futuro de la isla porque, ¿con qué moral la Iglesia Católica convocaría a los fieles cubanos cuando la dictadura finalmente se desplome? carcomida por sus crímenes, engaños y crueldad para con su pueblo. Y destructivo adicionalmente por convertirse ahora --al final del largo camino y casi llegando al final del túnel-- en una fuerza de apoyo al raulato que reprime e incita hordas bárbaras contra gentes pacíficas y mujeres indefensas.

 

Desde estas páginas mi admiración a aquellos sacerdotes y autoridades católicas que en Cuba se sacrifican por su pueblo en esta hora tan negra. Adicionalmente mis oraciones para el perdón de aquellas autoridades que le fallan a su pueblo poniéndose del lado del más fuerte; pero también mi desprecio para aquellos de conscientemente ayudan a continuar oprimiendo.

 

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Última actualización el Martes, 13 de Marzo de 2012 09:44
 
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Sábado, 18 de Febrero de 2012 12:54

¿Será la Nación Cubana del futuro, una Cuba castrista?

Países como Brasil y España se equivocan con Cuba al pensar que el camino de aprovechar la debilidad de la dictadura actual les permitirá eternamente explotar a los cubanos cual si fueran colonias de ultramar.

 

¿Será la Nación Cubana del futuro, una Cuba castrista?

Jorge Hernández Fonseca

14 de Febrero de 2012

 

Es una verdad demostrable que con la llamada “revolución cubana” la República de Cuba ha perdido más de medio siglo en la lucha que las naciones libres llevan adelante por un futuro mejor para todos sus hijos. Esta verdad es aplicable tanto al desarrollo económico, como al social, el político y el moral. Cuba y los cubanos han sufrido el haber sido dirigidos por un equipo políticamente dictatorial, incompetente económicamente, elitista socialmente y anti-cristiano moralmente, a pesar de la posición oportunista de la Iglesia Católica Cubana actualmente.

 

Sin embargo, la proyección internacional de la Cuba castrista no es esa. La propaganda de los medios cubanos, aunada a la adoración por parte de la izquierda mundial --y su prensa “comprometida”-- han apagado parcialmente las realidades dentro e la isla, de manera que existe un sentimiento generalizado de que “los cubanos somos ‘‘gentes’’ gracias a Fidel Castro”.

 

En esto desde luego hay una crasa equivocación, patente en países cercanos geográficamente como Latinoamérica, así como en países que forman parte de nuestras raíces, como España.

 

La realidad cubana ha provocado una situación de calamidad pública en el área económica, una atmósfera irrespirable con su férrea dictadura política, un deterioro social de los padrones de vida civilizado --llegando hasta la haitianización del país-- y una decadencia ética y moral que resquebraja la sociedad cubana de manera probablemente irreversible, a pesar del apoyo inexplicable de parte de la alta jerarquía católica cubana, vendida en este postrer momento.

 

Países como Brasil y España se equivocan con Cuba al pensar que el camino de aprovechar la debilidad de la dictadura actual les permitirá eternamente explotar a los cubanos cual si fueran colonias de ultramar. Se equivocan también al pensar que el dictador cubano los protegerá para siempre en su empeño de aprovecharse de las penurias actuales del sufrido pueblo cubano y se equivocan al creer que una figura como Fidel Castro nació en Cuba “por pura casualidad”.

 

Fidel Castro --no cabe dudas-- es un hombre con cualidades excepcionales, pero que las ha dedicado a una lucha psicótica contra los Estados Unidos. En ello arrastró --con su tozudez-- al inerme pueblo cubano, tras haber salido victorioso --gracias al apoyo soviético-- de la guerra civil cubana de los años 60 y 70 del siglo pasado: casi 10 mil fusilados y centenas de miles de jóvenes cubanos presos largos años, fue el pedestal en que se erigió su hegemonía actual.

 

Cuba era, en 1959 --al triunfo de Fidel Castro-- uno de los países latinoamericanos más desarrollados económicamente, más adelantados socialmente, con una ética social y familiar a la par de las mejores prácticas de entonces. Había una dictadura política (otra) que la Nación cubana combatió confiando en un líder carismático, que posteriormente reconoció haberle mentido al país (escrito en un libro de memorias) engañándolo para implantar el comunismo.

 

Económicamente Cuba estaba, sino en el primer lugar, muy cerca del mismo en Latinoamérica en lo que a PIB per cápita respecta, por encima de gigantes como Brasil México y Argentina y por delante de países hoy desarrollados como España, Francia Alemania e Inglaterra. Socialmente, los indicadores cubanos no sólo superaban al resto de Latinoamérica, sino por encima de los índices actuales, como carros, casas, periódicos, salas de cine y aparatos de TV por 1000 habitantes, así como en índices de alimentación, contrastando con el hambre actual.

 

De manera que los cubanos no “somos gente” por causa de Fidel Castro. Cuba ya era un país por encima de los países de la enorme mayoría de la izquierda regional, que vive en naciones en las que --en la década del 50 del siglo pasado-- ni siquiera aspiraban a acercarse a los estándares del nivel de vida cubano de entonces. Eso tiene un significado y es que una personalidad como Fidel Castro (personalidad para el mal, pero personalidad al fin) sólo podría haber surgido en un país con las excepcionales condiciones políticas, económicas y sociales de la Cuba de antes y no lo contrario, como la propaganda de la izquierda quiere hacernos creer.

 

Pero la equivocación de Brasil y España no impedirá, igual como hizo Fidel Castro antes --que expropió sin compensaciones empresas extranjeras (básicamente de EUA, pero no sólo de ese país)-- surja futuramente otro cubano similar (en este caso un hombre “de bien”) que confisque las empresas españolas y brasileñas que se empeñan hoy en aprovecharse del dolor y el sufrimiento de los cubanos, adueñándose ilegal y arbitrariamente del patrimonio nacional.

 

La dictadura cubana está en una coyuntura muy complicada. Ha fracasado económicamente y abraza el peor capitalismo posible: aquel que discrimina a los cubanos y que vende el país a precio de subasta al capital extranjero. El régimen político dictatorial es insustentable, basado en el unipartidismo (ya refrendado oficialmente) dejando en manos de los dirigentes del mismo partido único que llevó Cuba a la bancarrota económica, social y moral, la dirección del país.

 

No se ve una luz al final de este largo túnel al que nos ha llevado la terquedad de la familia Castro. Sin embargo, lo que no cabe dudas es que la situación actual es insostenible. La dictadura no es posible defenderla más, en base a la existencia de EUA. La economía no va a levantare sin el concurso de todos los cubanos y no solo de los capitales extranjeros; la moral no va a re-erigirse solamente negociando con una Iglesia Católica cómplice de la dictadura, que no sólo la respalda oficialmente, como que ha propiciado la visita del Papa a la isla para apoyar el régimen, pero que podría constituirse en una oportunidad providencial de clamar por libertad.

 

No es predecible el final, pero es evidente que se acerca a pasos agigantados. No ha habido en la historia de la humanidad un país que como Cuba, consiga sostenerse de la manera como Raúl y sus generales quieren: abrazando un capitalismo discriminador hacia su propio pueblo. China es el modelo esgrimido, pero tanto en Cuba como en China, “ese mal no durará cien años”. Sin democracia, sin libertad, sin que cada hijo del pueblo cubano se sienta responsable por su futuro y el de su país, no habrá nación sobre la tierra que estabilice su sociedad con vistas a construir un país de oportunidades para todos sus hijos, dentro y fuera de la isla.

 

Para los católicos cubanos nos resulta insoportable, en este poster momento, ver como nuestra Iglesia --igual como lo hizo erróneamente durante las guerras de independencia-- se cambia de lado abandonando su pueblo y vendiéndose a la dictadura que nos oprime por un “plato de lentejas”. El mejor homenaje que podría auto-hacerse el propio pueblo de Cuba que sufre, durante la visita programada del Papa a Cuba, sería, en medio de las misas masivas que va a celebrar en la isla, gritar a todo pulmón y sin descanso ¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!

 

 

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