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Artigos: Mundo
Noruega:el fin de la ingenuidad PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Miércoles, 27 de Julio de 2011 15:08

Por Daniel Zovatto

El sanguinario atentado en Noruega, perpetrado el pasado viernes 22, que arrojó más de 90 muertos y 100 heridos capturó la atención mundial, desplazando las noticias calientes que hasta ese momento disputaban nuestra atención: las declaraciones del magnate Murdoch y de su hijo James ante el Comité del Parlamento inglés por las escuchas ilegales; la pelea entre demócratas y republicanos para evitar que el próximo 3 de agosto Estados Unidos entre en suspensión de pagos, y el acuerdo europeo para salvar (¿por la última vez?) a Grecia y al euro.

En el momento de escribir este artículo (domingo 24 de julio), una Noruega atónita, desgarrada y en duelo entierra a sus muertos, mientras la investigación policial está en pleno curso. En los próximos días tendremos una idea más clara de los hechos y del perfil de su autor principal y cómplices potenciales. El horrible ataque (coche bomba en Oslo y ametrallamiento a sangre fría de más de 85 jóvenes en la Isla de Utoya) trae a mi mente la imagen del cuadro El grito (1893), pintado por el expresionista noruego Edvard Munch. El rostro inundado de pavor que refleja dicha obra es el que hoy, en mi opinión, describe mejor la tragedia nacional noruega más grave desde la Segunda Guerra Mundial.

¿Qué pudo haber llevado a Anders Behring Breivik, joven noruego de 32 años, a protagonizar semejante acto de barbarie en uno de los sitios más pacíficos, desarrollados y estables del mundo? Noruega, un hermoso y pequeño país de casi cinco millones de habitantes, que admiro, respeto y conozco muy bien, es una monarquía constitucional, rica en gas y petróleo, cuyos niveles de calidad de vida son los más altos del mundo. Además, entre otras cosas, sus tasas de corrupción son bajísimas; ocupa el primer lugar en el índice de desarrollo humano de las Naciones Unidas; es sede del premio Nobel de la Paz, y un actor de primera línea en la defensa de los derechos humanos, la igualdad de género, la protección del medio ambiente y la solución pacífica de los conflictos. Es, también, el país que más dinero aporta (en relación con su producto interno bruto) para la cooperación y el desarrollo internacional.

Las investigaciones preliminares caracterizan a Breivik como un fundamentalista cristiano, islamófobo, derechista y racista, enemigo acérrimo de las políticas liberales de inmigración. De sus propias declaraciones, en las cuales ha reconocido su autoría (sin admitir por el momento responsabilidad penal), califica a las mismas como “atroces pero necesarias”. De sus cuentas en Facebook y Twitter y de otros documentos recientemente incautados, van surgiendo evidencias que permitirán delinear el perfil psicológico de Breivik, sus creencias y el propósito de su accionar. Pero, quizás, habrá que buscar las pistas sociológicas de semejante acto de barbarie en las novelas de los escritores suecos Henning Mankell (y su famoso detective Kurt Wallander), y del ya fallecido Stieg Larsson, quienes describen sutilmente las pulsiones oscuras y el malestar que atraviesa a las, en apariencia, perfectas sociedades nórdicas, o en las novelas del noruego Jo Nesbo, quien describió en su obra Petirrojo un atentado de la ultraderecha.

Hay que tener presente que este atentado registra antecedentes en otros países nórdicos, si bien de menor calibre. Varios analistas han calificado este ataque como el “momento Oklahoma City” europeo, en alusión al ataque perpetrado por el militante de derecha estadounidense Timothy McVeigh quien, en 1995, detonó un camión bomba frente a un edificio del gobierno federal en la ciudad de Oklahoma, matando a 168 personas. Cabe señalar, asimismo, que los movimientos ultraconservadores de derecha europeos (que se caracterizan por un sentimiento de fuerte repudio, odio y xenofobia frente al Islam y la inmigración) vienen fortaleciendo sus contactos y creciendo electoralmente en varios países, entre los que cabe mencionar a Holanda, Finlandia, Suecia y la propia Noruega. Y no conviene olvidar el asesinato, en 1986, del líder socialdemócrata sueco Olof Palme, entonces Primer Ministro; ese doloroso antecedente criminal que permanece todavía sin esclarecer.

¿Qué impacto tendrá esta masacre en el modo de vida de los noruegos? ¿Hasta qué punto logrará infundir miedo en una sociedad que hasta hace pocos días se creía inmune al terror y que era una de las más abiertas del mundo? ¿Cuál será el rostro y el perfil de Noruega como sociedad después de estos horribles atentados? En mi opinión, éste es el gran tema a observar; en otras palabras, cómo evolucionará la sociedad noruega en los próximos meses, en especial respecto de su capacidad para digerir esta tragedia sin afectar sus valores y principios fundamentales.

Lo que es seguro, si se confirma la autoría en solitario de Breivik, es que habrá cuestionamientos muy severos acerca de la debilidad de la seguridad noruega y de la falta de eficacia de sus servicios de inteligencia. La infravaloración de parte de los servicios secretos noruegos (PST), quienes subestimaron la seria amenaza que representaban los grupos radicales de extrema derecha, así como la demora de la policía en responder al tiroteo en la isla de Utoya, parecieran confirmar la veracidad de los informes estadounidenses filtrados por Wikileaks, los cuales advertían que el paraíso noruego no estaba preparado (por debilidad de su aparato de seguridad y exceso de confianza) para hacer frente a un ataque terrorista. La tragedia tendrá, asimismo, consecuencias previsibles en las elecciones locales de este año así como en el debate político nacional que en relación con este tema ya ha dado inicio.

Es igualmente probable que como consecuencia de estos atentados surjan voces que demanden (como ocurrió en Estados Unidos y en Reino Unido después de los atentados terroristas que afectaron a ambos países) mayor seguridad, mayores controles, disposiciones más represivas y regulaciones más restrictivas en materia de inmigración, libertad y derechos humanos.

El fanatismo de Breivik y su masacre a sangre fría han colocado a Noruega en esta encrucijada histórica. Si prevalece el miedo y la sociedad se cierra, entonces Breivik habrá logrado su objetivo principal: estremecer, en lo más profundo, los valores que los noruegos más aprecian (su apertura, su seguridad, su libertad de expresión). Por el contrario, si los noruegos procesan su dolor y su temor, y preservan los valores y principios que los distinguen, entonces el grito de pavor y dolor que hoy desgarra a Noruega se convertirá en un grito de libertad.

De ahí que, conscientes de que (además de la tragedia humana) la consecuencia más grave de los atentados sería si éstos provocan un cambio negativo en el estilo de vida de Noruega, el rey Harald V y el primer ministro Jens Stoltenberg se apresuraron a hacer un llamado a la población a no doblegarse, a mantenerse unidos, a no tener miedo, y a responder a los atentados “con más democracia, más apertura, más humanidad, pero sin ingenuidad”.

Infolatam
24 de julio de 2011

 
Lagarde en el FMI: ¿Qué opina América Latina? PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Viernes, 08 de Julio de 2011 11:48

Por Federico Steinberg

Como era previsible, Christine Lagarde le ha ganado la carrera a Agustín Carstens y será la próxima Directora Gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI). A primera vista, para América Latina esto suena como una muy mala noticia. Era la primera vez que un latinoamericano, el Gobernador del Banco Central de México, aspiraba seriamente al puesto. Pero se enfrentaba con la regla no escrita según la cual un europeo siempre dirige el FMI (y a cambio un estadounidense es su número dos y también dirige del Banco Mundial), y no ha podido romper este maleficio.

La hasta hoy ministra de Finanzas francesa ha salido elegida con los votos de europeos y estadounidenses, e incluso con los de algunos países en desarrollo, lo que muestra que la cohesión de las potencias emergentes es más un mito que una realidad. Una vez más, le proceso de selección no ha estado basado en criterios de objetividad, mérito y capacidad, lo que ha despertado ciertas críticas por parte de algunos países emergentes.

No se trata de que Lagarde no sea una buena candidata (que lo es) sino de que la falta de transparencia del proceso de selección, la ausencia de debate sobre quién sería el mejor candidato y la importancia simbólica de que esta poderosa institución siga estando en manos europeas socaban la legitimidad del proceso.

La elección de Lagarde muestra bien que aunque los países emergentes están ganando peso en la economía mundial a gran velocidad, todavía no son capaces de transformar esa mayor presencia en poder e influencia. Aunque está en marcha una reforma de cuotas en el FMI para transferirles un 6% de los votos (lo que supondrá una pérdida de la misma cuantía para los países avanzados), Occidente sigue siendo hegemónico en la institución, como muestra la siguiente tabla.

Cuotas y votos del FMI (%)

(20 países con mayor porcentaje de voto, todos ellos por encima del 1%)

De hecho, como demuestra el recientemente publicado Índice Elcano de Presencia Global del Real Instituto Elcano (IEPG), la presencia de los países emergentes, aunque destacada en el ámbito económico, es todavía limitada en los campos militar, científico, social y cultural. Y mucho menos en su capacidad de influencia real para dar forma a los procesos de gobernanza económica internacional. Por utilizar un término de actualidad, pueden dejar oír su voz por estar indignados por el actual orden internacional pero todavía no tienen poder suficiente para modificarlo, algo que posiblemente sí tendrán en las próximas décadas.

Pero más allá de este tema, qué puede esperar América Latina del FMI de Lagarde. Bajo la nueva dirección, el FMI intentará continuar y consolidar los cambios que impulsó su anterior Director Gerente desde el estallido de la crisis. Estos cambios, que fueron muy bien recibidos por los países de América Latina, se centraron en aumentar la capacidad de préstamo de la institución, modificar los criterios de condicionalidad de sus créditos y cambiar radicalmente su discurso sobre las bondades de la liberalización financiera y los problemas de los controles de capital.

Además, el FMI incentivó el uso de políticas contra cíclicas en todo el mundo (incluida América Latina) ante el shock externo que supuso la crisis financiera; es decir, sólo ha prescrito su dura medicina de los años noventa a países que tuvieran problemas de deuda y déficit de los que fueran responsables, como en los casos de Grecia, Irlanda y Portugal.

En todo caso, América Latina es una región que está creciendo con fortaleza y que, por el momento (y esperemos que por muchos años), no necesitará de los préstamos del FMI. Por lo tanto, puede permitirse el lujo de esperar, ayudar a Lagarde a rediseñar este nuevo FMI que el mundo necesita para el siglo XXI y volver a la carga para que su Director Gerente no sea un europeo dentro de unos años. Tal vez entonces obtenga una victoria (con el permiso de China).

Infolatam
Madrid, 29 junio 2011

 
La estructura internacional en transición PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Jueves, 07 de Julio de 2011 15:10
Por JESÚS E. MAZZEI ALFONZO

La configuración de una estable estructura internacional se encuentra en una etapa de transición compuesta por una realidad extremadamente compleja e interconectada que no da pie a esquematizaciones simplistas. Por ello, siguiendo el análisis y las tesis planteadas por el profesor José Augusto Ghuillon Albuquerque, de la Universidad de São Paulo, nos encontramos en un mundo en medio de una gobernanza inestable ya que de lo inmediato de la posguerra fría viene manteniendo gran parte de las instituciones que podrían consolidar un likemined del nuevo orden. Por eso, la estructura internacional de la posguerra fría aún no ha sido substituida por un orden estructurado sino estamos en un momento de construcción y de transición, que dibuja un panorama difuso, complejo y lleno de muchas incertidumbres.

Ahora bien, el análisis de la actual estructura internacional apunta hacia cinco procesos o tendencias en desarrollo, de acuerdo a las tesis de Albuquerque a saber: despolarización, disociación hegemónica, transnacionalización, descontención y nueva vulnerabilidad del Estado.

Veamos someramente cada uno de estos procesos o tendencias. En primer lugar, la despolarización significa el desmonoramiento del imperio soviético, con el consecuente fin de la guerra fría el cual no significó la creación de un nuevo polo, ni la aparición de un nuevo orden mundial basado en la igualdad entre las naciones desde el punto de vista de las realidades del poder mundial tanto desde un punto de vista militar como político. La existencia de una potencia política y militar, a saber Estados Unidos, que ya no detenta la primacía de la competitividad económica-comercial, la cual comparte y compite con otros países emergentes como China, Japón y la UE.

En segundo lugar, la hegemonía disociada, trae consigo dos elementos implícitos en el proceso de despolarización. Por un lado Estados Unidos ya no tienen la supremacía económica, hay potencias capaces de rivalizar financieramente y comercialmente con este país, pero estas potencias emergentes muchas veces no pagan el costo de ejercer el liderazgo político y la capacidad de decisión militar que una disputa por la hegemonía global en el actual sistema internacional. Al contrario, origina una convergencia entre superpotencias políticas, militares, con diferentes potencias económicas. Entramos en presencia de una disociación entre esas dimensiones, algunos competidores económicos no pagan en forma plena, el costo de los conflictos militares donde están involucrados como cooperantes del sistema internacional por razones domesticas (Japón por las labores de reconstrucción luego del terrible terremoto de inicios de año para citar un caso).

El tercer proceso es la transnacionalización, es un fenómeno permanente de la historia del mundo civilizado que hoy toma otros ribetes ya que los procesos se tornan instantáneos, rápidos y que influyen en la actuación de los Estados nacionales y la trasnacionalización de los procesos de formación de opinión pública, organización de intereses y circulación de ideas en otros ámbitos o esferas como lo social, lo económico entre otros y es lo que se conoce hoy en día como la globalización.

El proceso de descontención que es el cuarto aspecto, significa que, con el fin de la guerra fría, la política de mutua contención asegurada entre las potencias, garantizaba cierta estabilidad en las relaciones internacionales, cosa que hoy pierde relevancia y con eso desaparece un importante sustento de la estabilidad y equilibrio del sistema, o como diría Albuquerque "lo que podemos llamar descontención en una cierta euforia que sucedió en parte del liderazgo y opinión pública internacional: si el riesgo de confrontación global no es más el principio regulador de las relaciones internacionales, entonces, todo está permitido".

Por último, la inversión de la vulnerabilidad de los Estados y los actores sociales, significa que aun concentrado todo el poder en términos de recursos económicos, de violencia que el individuo y los mismos actores colectivos de la sociedad están delante de una relación de vulnerabilidad cuasi absoluta. Ahora bien, en la preeminencia de la transnacionalización, individuos, grupos u organizaciones pasan a concertar una capacidad de destrucción desproporcional a la capacidad de la sociedad o del Estado a defenderse; ejemplo de ello es hoy en día el crimen organizado, el tráfico de inmigrantes, el terrorismo.

Debe señalarse que, esto nos dibuja una estructura internacional en transición, compleja y se quiere, en construcción en la redes de relaciones y reacomodos que se dan, lo cual no nos permite efectuar un análisis simplista de la realidad contemporánea. De allí que, debemos tratar de comprender y entender, qué está aconteciendo en las relaciones internacionales de hoy.
| EL UNIVERSAL

jueves 7 de julio de 2011 03:36 PM


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Última actualización el Jueves, 07 de Julio de 2011 15:12
 
El Movimiento de "los Indignados" PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Domingo, 03 de Julio de 2011 12:10

Por Jorge Hernández Fonseca

Quien a los 20 años no piensa como marxista, no tiene corazón; pero el que a los 50 continúa pensando de esa manera, lo que no tiene es cerebro.

 

El movimiento de los Indignados, un símbolo del desajuste de nuestro tiempo

Jorge Hernández Fonseca

 

2 de Julio de 2011

 

Acá en Brasil circula un adagio que dice algo como lo siguiente: “quien a los 20 años no piensa como marxista, no tiene corazón; pero el que a los 50 continúa pensando de esa manera, lo que no tiene es cerebro”. La frase, repetida incluso públicamente por el ex-presidente Lula, encierra aquella verdad de anhelo de justicia social que siente todo joven idealista y sensible.

 

El marxismo es una filosofía que fue incubada en el Siglo XIX y que pretendió --analizando las debilidades y las injusticias sociales del primitivo capitalismo naciente-- sugerir intervenciones en el área económica para resolver problemas sociales, sin el necesario conocimiento sobre las complejas leyes sociológicas y de comportamiento humano y con un rudimento de conocimiento incipiente de las leyes que rigen la economía, donde el factor humano también juega un papel.

 

El Siglo XX despertó con una revolución marxista en un país Europeo, Rusia, que trajo de la mano de sus líderes otra categoría filosófica nueva: el leninismo. Juntos, el marxismo-leninismo, decía haber venido para resolver los problemas de “justicia social” que se evidenciaba en el escaso control que los estados nacionales podían tener sobre el poder de los capitalistas.

 

Si bien el marxismo fue analizado por hombres con formación sólida, que sentaron bases en el campo económico, la estatización de toda la economía como solución propuesta para intentar resolver los problemas de corte social vinieron a perjudicar de manera letal la propia economía, sin la cual no hubo posibilidades de dar la justicia pretendida, empobreciendo toda la sociedad.

 

El leninismo por su parte, si bien fue idealizado también por hombres con sólida formación intelectual, trató un aspecto menos científico: la política. Desde Nicolás Maquiavelo, en la Edad Media con su obra “El Príncipe”, pocos han podido hacer aportes en este campo, y todos --incluso Maquiavelo-- derrumbando preceptos éticos y morales para conseguir sus objetivos.

 

De manera que la unión de una filosofía falla en el área económica, poco probada y sin asideros reales a la sociología humana, junto a una filosofía política que hipócritamente defendió el establecimiento de una dictadura de un partido sobre el resto de la sociedad, alimentando a propósito el imaginario colectivo con las peores bajezas morales, como el odio, la división, la envidia, sólo para conseguir y mantener el poder a toda costa y a todo costo, no era difícil imaginar su fracaso en todos los países que sufrieron este deplorable experimento.

 

Sin embargo y por circunstancias socio políticas que se sumaron a los problemas sociales no resueltos que experimentaban la mayoría de estos países, muchas naciones en el Siglo XX se unieron a la propuesta marxista, conformándose mundialmente dos grandes campos de países que lucharon en la arena internacional una buena parte de pasado siglo. En el interior de los países marxistas, el bajo desempeño económico se compensaba con autoritarismo y carestía.

 

A pesar del estado de calamidad política, económica y social que ocurría dentro del denominado “campo socialista”, la propaganda procedente de estas naciones, se proyectaba hacia el exterior como siendo sociedades que habían obtenido una buena tajada de la “justicia social”, anhelo de las grande mayorías de los países del campo adversario. Este estado de cosas mantenía una cierta presión sobre los gobiernos democráticos, que se sentían en la necesidad de dar respuestas de tipo social equivalentes a las pregonadas por los “socialistas”

 

Las divergencias socialismo-capitalismo llegaron al área militar con el enfrentamiento en Corea primero y Viet Nam después, temiéndose por un cataclismo mundial con armas atómicas, precisamente por causa de la irresponsabilidad y la traición de Fidel Castro en Cuba, que sin ningún respeto con la población cubana, se sometió al imperialismo ruso al permitir instalar cohetes nucleares apuntando contra Estados Unidos como una provocación peligrosa.

 

Al interior de los países libres y democráticos se vivía un ambiente de mejoras continuas del aspecto social, fundamentalmente por dos razones: primero porque el sistema económico capitalista de mercado es el sistema más eficiente para producir bienes y servicios y eso permitía un crecimiento económico que podría ser distribuido cada vez más igualitariamente; y en segundo lugar porque existía, a nivel internacional, un campo socialista que hacía las veces de contrapunto en los aspectos sociales, presionando a los gobiernos en sentido social.

 

Dentro de los países del campo socialista era lo contrario, Las sociedades se empobrecían con las erráticas medidas de estatización forzada de sus economías, además de hacer irrespirable el ambiente leninista de falta de libertades de todo tipo y control policial. Sin embargo, con verdaderos “ejércitos deportivos” ganaban olimpiadas, propagandizándose de haber alcanzado logros en todas las áreas sociales, reforzando la presión dentro de las democracias.

 

Hubo dos factores que hicieron estallar desde dentro los países del “campo socialista”. La falta total de libertades y el acelerado empobrecimiento económico. A pesar de sus ejércitos de deportistas y su propaganda monumental, las dictaduras implantadas no dejaban respirar a la sociedad oprimida. Es bueno destacar también que los jefes de los partidos comunistas se envilecieron con el poder absoluto y no proporcionaron soluciones económicas (como si lo hicieron en China) pudiendo haber paliado el largo período de opresión y carestía.

 

Hay no obstante lo anterior un resultado negativo para las sociedades democráticas a pesar de haber ganado la lucha contra sus adversarios. La falta de un campo socialista de contrapartida ha disminuido la presión anterior --al interior de los países democráticos-- por justicia social y de alguna manera se comienzan a imponer las fuerzas retrógradas del poder económico dentro de las sociedades libres: exorbitantes precios de la energía (petróleo), acelerado descontrol de las finanzas, especulación descontrolada con todo tipo de productos, excesivo afán de lucro de los altos ejecutivos, sometimiento de los gobiernos al gran capital, entre otros males actuales.

 

Este estado de cosas deja la sociedad inerme y en manos de ejecutivos y políticos egoístas, sin frenos ni ética y sin la “esperanza” de que alguna vez se pudiera “construir una sociedad mejor”, que al menos una filosofía política anterior les prometía (aunque falsamente) comprobando desdichadamente que tampoco hay nada equivalente que futuramente permita tal solución.

 

En tesis, la sociedad humana desperdició con el fracaso del marxismo una buena oportunidad de haber encaminado al capitalismo por un mejor sendero en lo relativo a sus consecuencias sociales. El error de un análisis superficial de la naturaleza humana al intentar reformar artificialmente la economía, sumado al envilecimiento de los secretarios generales, devenidos dictadores contra sus pueblos, ha dado como resultado esta situación de orfandad social actual.

 

Esta es la verdadera razón de los “indignados”, que han estremecido la sociedad española y de otros países de Europa, sometidos ahora a un proceso de recesión extrema, producto de la especulación inmobiliaria y financiera, altos precios del petróleo que les impide continuar disfrutando del alto nivel de vida que era necesario mantener antes, para poder mostrar al campo socialista que era posible la “justicia social” con libertades ciudadanas. Como ya no hay ese peligro político, ahora manda el dinero y sus representantes. Por eso los “indignados”.

 

Dos conclusiones: primero, habría que dotar a la sociedad en general --a través de leyes-- de la posibilidad real de controlar los desajustes que se producen por al afán de lucros exorbitantes de los ejecutivos ambiciosos en todas las latitudes. En EUA Obama accedió a la presidencia de su país prometiéndolo, y hasta ahora muy poco ha cambiado. Segundo, no es necesario adoptar el fracasado marxismo-leninismo para solucionar ese escollo, aunque se corre el riesgo de un rebrote de la ideología comunista –a falta de otra-- entre los sectores “inconformes”, por no haber una salida inmediata a una situación que sufre la abrumadora mayoría de la sociedad del Siglo XXI, focalizada precisamente en los más jóvenes.

 

¿Será posible que el mundo sólo se arregle si hay una presión comunista como contrapunto?

 

 

Artículos de este autor pueden ser consultados en http://www.cubalibredigital.com

Última actualización el Domingo, 03 de Julio de 2011 12:12
 
En defensa de Obama PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Jueves, 16 de Junio de 2011 10:27

Por HUBER MATOS ARALUCE

 

El debate de los candidatos republicanos a la nominación de su partido, el lunes 14 de junio, fue interesante.  Todos demostraron que son políticos hábiles e inteligentes.  Discutieron por dos horas. No creo que hubiera un minuto de aburrimiento.  Los temas  principales fueron el gran problema del desempleo y la inmensa deuda del gobierno federal.  Según todos, el culpable es el presidente Obama.

 

Pero hubo un asunto que debe haber causado preocupación a mucha gente.  La acusación de Ron Paul a Barak Obama de haber intervenido en Libia.  Argumentó que en Libia  los Estados Unidos no tenían  ningún interés estratégico.  Lo mismo había afirmado el entonces Secretario de Defensa Robert Gates cuando se discutía si se intervenía o no en defensa de los civiles de esa nación.

 

En aquellas circunstancias el senador  republicano John McCain y el senador Joe Lieberman (independiente) apoyaron la participación de los Estados Unidos en Libia.  Obama se decidió por la intervención.  Susan Price, la embajadora de los Estados Unidos en la ONU, pudo concertar una coalición en el Consejo de Seguridad que le dio el visto bueno a un esfuerzo multilateral para defender militarmente a los libios.

 

En un periodo preelectoral en los Estados Unidos lo prudente habría sido que  Obama siguiera las recomendaciones su Secretario de Defensa.   No hacerlo era arriesgarse a sufrir un daño político. Una guerra se sabe cuándo comienza pero nunca cómo ni cuándo termina. Por solo esta razón la decisión de Obama fue muy valiente; pero además fue inteligente.

 

Contrario a los argumentos de Robert Gates y del precandidato que ayer expresó la misma opinión, la guerra en Libia es importante para los Estados Unidos. Ante una ola de rebeldía de jóvenes árabes que quiere vivir en libertad, la solidaridad de los Estados Unidos es de importancia estratégica.

 

La derrota del extremismo musulmán en el siglo XXI será el producto de la transformación de esas sociedades.  En esa guerra contra el terrorismo las nuevas generaciones árabes son los mejores aliados de Occidente. El terrorismo es producto de la desesperación y el adoctrinamiento fanático.  Este prospera mejor en las dictaduras que frustran a los jóvenes por su  corrupción y violencia.   Dictaduras que en muchos casos han sido aliadas de los Estados Unidos.

 

El apoyo de los Estados Unidos a las revueltas populares por la libertad es la mejor garantía contra el terrorismo.  Riesgos los hay. Cuando las protestas en Egipto estaban en su apogeo había voces que alegaban que el país sería controlado por los musulmanes radicales.  No ha sido así.  Tampoco tiene que serlo en el caso de Libia.   Pero en cualquier eventualidad, es mejor tener a la mayor parte de la juventud árabe admirando a los Estados Unidos por su solidaridad moral, política y armada, que odiándola por su pasado o por su indiferencia.

 

 

 

 
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