Artigos: Latinoamérica Democrática
El fin del PRI PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Viernes, 22 de Mayo de 2015 10:53

Por Rubén Aguilar Valenzuela

El PRI no crece en el número de sus simpatizantes y todo su trabajo se reduce a mantener y alimentar su voto duro que ronda en el 30 por ciento, mismo que se distribuye en porcentajes semejantes en las distintas regiones del país. En un primer nivel de análisis esos números le garantizan ganar la próxima elección federal, por debilidad de la oposición, pero esconden la realidad del partido en el poder.

(Infolatam).- En 2012, el regreso del PRI a la presidencia no le ha implicado el crecimiento de sus seguidores. Cuando un partido, para el caso el PRI, asume que ya no tiene capacidad de convencer a más electores que su voto duro es aceptar que ahora solo le toca usufructuar, es su única posibilidad, lo que construyó en el pasado y vivir de sus rentas hasta que éstas se agoten.

En los dos y medios años que va del sexenio, el presidente y su partido han tenido una baja valoración, en torno al 40 por ciento para el caso del presidente, hay encuestas que lo sitúan todavía más abajo, y en la sociedad se ha consolidado la imagen, misma que tiende a crecer, de que este gobierno y los priistas en general son corruptos, frívolos y dispendiosos.

La estrategia electoral del PRI ante este escenario ha sido la de concentrar todos sus esfuerzos en mantener “amarrado” a su voto duro a través de distintos tipos de dádivas, pero sin hacer ningún esfuerzo, lo consideran inútil, para ampliar el número de sus simpatizantes. Confía en que su estructura, de su yo más fuerte que la de los otros partidos, sea capaz de sacar a sufragar a sus “bases” el día de la elección.

Si el PRI ya no puede crecer, todos los datos indican eso, hacen evidente que en el futuro próximo ya no tendrá posibilidades de hacerse del poder. Ahora lo previsible es que el voto duro se va a seguir reduciendo, tal como ha ocurrido en los últimos 25 años. Los porcentajes acumulados históricamente le han permitido mantenerse y ganar, pero un día, que está próximo, los porcentajes del voto de sus simpatizantes ya no se lo van a permitir.

Hoy si la oposición se une, cosa que no se ve fácil, pero tampoco es imposible, el PRI perdería las elecciones federales del 2018 y buena parte de los estados que ahora gobierna. Si el PRI no cambia su manera de hacer política, de gestionar el poder y su forma de acercarse a la sociedad no podrá crecer y de esta manera solo obtendrá el poder mientras le den los números de su voto duro.

Si el PRI no se transforma, ahora no se ve cómo, está en camino a su fin como instancia hegemónica. El volver a la presidencia, que implica el regreso de viejas prácticas, marca el inicio de esta etapa y no la de su expansión. La posibilidad de triunfar en las elecciones ya no depende del PRI, sino de la debilidad de la oposición. Ella tiene la palabra.

INFOLATAM

Twitter: @RubenAguilar

 
América Latina: Lo que el petróleo se llevó PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Domingo, 03 de Mayo de 2015 11:06

Por Luis Esteban G. Manrique.-

En noviembre del año pasado, ante la persistente caída de los precios del petróleo, Venezuela, que depende de la renta petrolera para el 95% de sus ingresos, intentó convencer a sus socios de la OPEP –y especialmente a Arabia Saudí– para que recortaran su producción, de modo que el precio del barril, que ya se acercaba peligrosamente a los 50 dólares, regresara a los 100 dólares.

Rafael Ramírez, por entonces presidente de la petrolera estatal PDVSA y representante de Venezuela ante el cartel petrolero, presionó al ministro de Energía saudí, Ali al Naimi, para que el reino del desierto impusiera en la OPEP cuotas de producción más estrictas y a la baja.

Pero los saudíes no estaban dispuestos a asumir la parte del león de los recortes. Al Naimi replicó a Ramírez que Rusia o México tendrían que compartir la carga si querían llegar a un acuerdo con la OPEP. Al final, los venezolanos convocaron el 25 de noviembre una reunión a cuatro bandas con responsables de Arabia Saudí, Rusia y México para coordinar una estrategia de precios conjunta.

Al Naimi exigió a los rusos que –dado que la producción de sus respectivos países rondaba los 10 millones de barriles diarios (mbd)–, cualquier reducción debía ser equitativa. Los rusos descartaron de plano esa posibilidad. “Si reducimos nuestra producción, los principales beneficiarios serán nuestros mayores competidores. Esos tiempos se acabaron”, comentó posteriormente Al Naimi al Middle East Economic survey.

Maduro, frustrado por el fracaso de la negociación, defenestró a Ramírez, nombrándole embajador ante la ONU. Su preocupación estaba más que justificada. Después de haber recibido casi un billón de dólares en ingresos por sus exportaciones petroleras desde 1999, las reservas de divisas del país apenas rozan los 21.000 millones de dólares.

Dado que ni México ni Rusia van a pedir su ingreso en la OPEP o a ajustarse a sus cuotas, la mayoría de analistas cree que, a menos que se produzca un cataclismo geopolítico que reduzca drásticamente la oferta mundial de crudo, los precios se mantendrán bajos a corto y mediano plazo. La razón es simple: la actual producción mundial excede en un millón de barriles diarios la demanda mundial.

¿Quién gana y quién pierde?

El problema es que el mediano plazo puede significar varios años, una eternidad para varios países productores latinoamericanos, que tendrán que diversificar sus economías y aumentar sus ingresos tributarios para compensar las pérdidas. El FMI ya ha reducido sus previsiones de crecimiento de la región a un mediocre 1,5% para 2015.

Los gobiernos de la región que utilizaron la bonanza de las materias primas para multiplicar el gasto público, ahora se encuentran en la incómoda situación de tener que recortar sus presupuestos en medio de crecientes tensiones sociales. Casi todos los países exportadores de crudo –Bolivia, Colombia, Ecuador, México, Trinidad y Tobago y Venezuela– ya lo han comenzado a hacer.

En México, el tercer productor de la región, la contribución de la industria petrolera al PIB es de solo el 6% mientras que las exportaciones de crudo no superan el 12% del total. Pero debido a la baja presión fiscal del país –del 19% del PIB, apenas superior a la de Guatemala y Haití–, el petróleo representa casi el 30% de los ingresos del gobierno federal.

De hecho, el presidente Enrique Peña Nieto ya ha anunciado recortes presupuestarios por valor de 8.400 millones de dólares (el 3% del gasto previsto) y la cancelación del proyecto de un tren de alta velocidad entre la capital y Querétaro, que iba a ser la obra pública emblemática de su sexenio con una inversión de 3.700 millones de dólares.

Al gobierno le preocupa sobre todo el efecto sobre los campos ahora abiertos a la inversión privada. Según diversas estimaciones, el barril tendría que estar en torno a los 77 dólares para que la mayoría de los proyectos energéticos mexicanos sean rentables. El precio de la mezcla mexicana de crudos para exportación ha caído un 42% desde junio, hasta los 40 dólares, frente a los 79 dólares previstos en el presupuesto de 2015.

Pemex (ESA)Cuando el año pasado México anunció la apertura de 169 bloques a la inversión privada, la primera vez en 75 años, el gobierno esperaba inversiones por valor de 12.000 millones de dólares anuales en los próximos cuatro años, lo que subiría la producción en medio millón de barriles diarios y aumentaría el PIB en un punto porcentual.

Ahora, el banco central ha reducido sus previsiones de crecimiento para este año al 2,5%, frente al 4% anterior. El gobierno ya ha subido el precio de la gasolina un 1,9% pero aun así tendrá que emprender un ajuste fiscal adicional en 2016.

Pero aunque se han suavizado las condiciones de los contratos y se está considerando retrasar algunas subastas hasta que mejore el entorno de precios, la atmósfera se ha cargado de pesimismo. No es extraño. La petrolera estatal Pemex gasta cada vez más dinero para extraer cada vez menos petróleo: su producción ha caído hasta los 2,4 mbd, un millón menos que hace 10 años.

Y llueve sobre mojado. El gobierno ha reducido el presupuesto de la compañía en 4.000 millones de dólares para este año, lo que va dificultar aun más sus planes de extraer crudo en las aguas profundas del Golfo de México. El presidente de Pemex, Emilio Lozoya, ya ha anunciado la postergación de varios planes de exploración y de la modernización de tres refinerías. Incluso Pemex está evaluando reducir su personal, de 150.000 empleados, casi todos miembros del sindicato más poderoso del país.

En Brasil la situación es similar.

Cuando en 2007 Petrobras anunció el descubrimiento de los llamados ‘campos pre-sal’ frente a las costas de Río de Janeiro, la compañía estimó que podían contener al menos 50 millones de barriles de crudo. Luiz Inácio Lula da Silva no exageraba cuando dijo que para Brasil el descubrimiento equivalía a “ganar la lotería”.

Pero debido a la confluencia del escándalo de la corrupción que afecta a la compañía y la caída de los precios del crudo, el premio parece haberse esfumado. Muchos de los contratos de Petrobras a empresas como OAS o Sete Brasil han tenido que ser cancelados o retrasados ‘sine die’, lo que ha puesto al borde de la quiebra a varias compañías que dependían de ellos para pagar sus deudas.

Petrobras, que ha visto reducirse su valor en bolsa un 55% desde septiembre, ha admitido que sobrevaloró su activos en unos 30.000 millones de dólares. Las perspectivas serían algo mejores si se pudieran explotar a un precio competitivo los campos pre-sal. El problema es que los costes mínimos de extracción se sitúan sobre los 100 dólares.

Colombia, un importador neto de petróleo hasta hace no mucho, también ha visto desvanecerse sus esperanzas de un alto crecimiento impulsado por los hidrocarburos. En los últimos siete años, el país casi duplicó su producción, con lo que se convirtió en el cuatro productor de la región y el quinto suministrador de EEUU. Debido en parte al boom petrolero, la economía creció un 4,8% el año pasado.

Ahora Puerto Gaitán, una ciudad en cuyos alrededores se produce el 25% del petróleo del país y que triplicó su población en la década pasada, ha perdido 7.000 empleos debido a la congelación de las inversiones en el campo de Rubiales, el más grande de Colombia. El gobierno estima que a escala nacional la industria podría perder este año unos 25.000 empleos, el 25% del total.

La estatal Empresa Colombiana de Petróleos (Ecopetrol)

La estatal Empresa Colombiana de Petróleos (Ecopetrol)

La petrolera estatal Ecopetrol, que llegó a valer tres veces más que Petrobras pese a producir tres veces menos crudo, ha tenido que reducir su presupuesto para este año en un 25%. No es extraño. Sus beneficios netos cayeron un 42,7% en 2014.

Actualmente, un 15% del gasto público es financiado por las exportaciones petroleras. Colombia tiene una normativa fiscal que le exige distribuir el ajuste según la fluctuación de los precios del crudo, lo que significa que el gobierno tendrá que recaudar más impuestos si quiere alcanzar los equilibrios fiscales estructurales que le impone la actual legislación. La renta petrolera colombiana en 2013 fue de 24.500 millones de dólares mientras que este año apenas será de 9.500 millones.

La situación fiscal de Venezuela es, de lejos, la más seria.

Pero ante la cercanía de las elecciones legislativas, es muy improbable que Maduro vaya a autorizar la subida de la gasolina, que prácticamente se regala en Venezuela, lo que empeorará las distorsiones fiscales y terminará afectando al programa Petrocaribe, que brinda asistencia energética a 16 países centroamericanos y caribeños. Al menos del 10% del PIB cubano, por ejemplo, depende del crudo venezolano subsidiado.

En todo caso, en casi todos los países beneficiarios del programa, la caída del valor de las importaciones petroleras excede ya el financiamiento que reciben de Petrocaribe, lo que va a facilitar el ajuste fiscal, al menos a corto plazo.

La gran oportunidad que presenta la coyuntura es que la bajada de los precios facilita la eliminación de los gravosos subsidios a los combustibles, como ya han hecho India, Egipto, Angola, Irán, Nigeria o Indonesia. Esos subsidios sumaron unos 540.000 millones de dólares en todo el mundo en 2014. En Venezuela fueron 12.000 millones.

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Dilma Rousseff: entre ser Dama de Hierro o ser Reina de Inglaterra PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Domingo, 03 de Mayo de 2015 11:04

Por Luis Nassif.-

El cuadro político es extremadamente curioso. Si se confirmara el nombramiento de Luis Felipe Salomão para la Corte Suprema (Tribunal Supremo Federal) – en la ola de Joaquim Barbosa – habrá una peemedebización completa del poder.

Salomão fue patrocinado por Eunício de Oliveira, Eduardo Cunha y por el Ministro Luiz Fux. En el camino hubo indicaciones de Ricardo Lewandowski - como Heleno Torres y del presidente de la OAB (Orden de Abogados de Brasil) Marcus Vinicius – y de Teori Zavascki - el jurista paranaense Luiz Edson Fachin.

Todos ellos habían caído en el olvido, vetados por el ministro de Justicia, José Eduardo Cardozo, y por el ex diputado Sigmaringa Seixas, una especie de consultor permanente de los gobiernos para las nominaciones en la Corte Suprema.

También desde el PMDB, el vicepresidente Michel Temer se hizo cargo de la coordinación política del gobierno. Y su primer paso fue reunirse con el ex presidente Lula para recibir sus bendiciones.

En el parlamento, la negociación de un tema central para las bases de PT – la externalización – quedó en manos del Ministro de Hacienda, Joaquim Levy, quien se limitó a defender la parte fiscal del proyecto, asegurando que no habrá bajada de ingresos de la Unión.

En resumen, emergió de la crisis una Dilma Rousseff remodelada de una manera sorprendente. La centralizadora ha dado lugar a una presidenta que, en estos primeros tiempos parece haber renunciado a su voluntad de gobernar.

Puede que sea debido al estado de ánimo de Dilma, después de tres meses de tiroteo incesante en los que no se oía ni un solo día de descanso. Y no hay dama de hierro ni caballero de acero que resista una temporada con tiroteo tan intenso.

De todos modos, Dilma no parece ser una persona que renuncie a la lucha o de las responsabilidades. Nunca mostró vocación de ser la Reina de Inglaterra. La cuestión es cómo se comportará en los próximos meses con la tregua forzada que se ha impuesto.

Incluso sin la pesada carga de administrar los conflictos políticos y legales, todavía debe al país un plan estratégico, un plan de trabajo sobre lo que quiere en el segundo gobierno.

Hay un conjunto de propuestas que tendrá que arbitrar, si quiere sobrevivir en el segundo tiempo del juego.

Con el panorama real que pende sobre su cabeza, la presidenta parece haberse dado cuenta de los límites del voluntarismo en la política. Ahora tiene que darse cuenta de los límites de la ortodoxia.

Sería el momento de definir un nuevo estilo de actuación, un nuevo proyecto de desarrollo social sin luchar con el mercado, pero sin renunciar a la función indicativa Estado.

Hay un gran número de buenas ideas y buenas políticas ya probadas en todas las áreas. Si Dilma sólo tiene paciencia para la gestión, que asuma ese papel.

Incluso negociando cargos de Ministros, cada ministerio dispone de Secretarías Ejecutivas que deben permanecer en manos operacionales alineadas con la estrategia global del gobierno – cuando la estrategia sea explicitada, claro.

Dilma tiene que salir de la cápsula, de las trampas del día a día, y mirar hacia fuera, hacia un país que, a pesar de la crisis, va espléndidamente.

Hay nuevos grupos sociales, activos, inquietos, que afectan tanto a los movimientos sociales, como del emprendedurismo pujante de las start-ups

Hay una capacidad ociosa aguardando la solución de los problemas del pre-sal de volver a producir. Hay mucho capital productivo a la espera de nuevas normas para la concesión.

El país está vivo.

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La OEA, entre Insulza y Almagro PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Viernes, 27 de Marzo de 2015 12:35

Por Pedro Corzo.-

La decadencia de la Organización de Estados Americanos que se viene apreciando desde hace varios años, se acentuó a partir de qué José Miguel Insulza, 2005, ocupó su Secretaría General.

La primera elección de Insulza fue particularmente reñida. El ex canciller mexicano Luis Derbez, fue un fuerte contrincante y hubo que efectuar varias votaciones,  sin embargo en su aspiración para un segundo mandato, 2010, no tuvo candidatos en contra.

Esta situación se repitió recientemente. Luis Almagro, ex canciller uruguayo, fue en realidad designado y no elegido. La Asamblea General no tenía alternativas, una vez más para tan importante posición había un solo aspirante.

Los países miembros de la OEA deberían alarmarse pues en un continente en el que la mayoría de los líderes políticos se caracterizan por su voracidad al poder, se postulan para cualquier cargo y si acceden acuden a todos los recursos para perpetuarse,  solo una persona aspiró a una posición de alta figuración y mucha influencia.

Evidentemente hay muchas dudas sobre cuál puede ser el futuro de una organización que enfrenta serios problemas internos y que esta apresada en la influencia de gobiernos como los de Venezuela, Ecuador y Nicaragua, y paradójicamente por el influjo  de un régimen que no forma parte de la organización pero que tiene asociados a su interior, el cubano.

Es una realidad que rol de la OEA como mediador y facilitador de soluciones ha ido perdiendo relevancia y que su  Comisión Interamericana de Derechos Humanos, atacada numerosas veces por el presidente ecuatoriano Rafael Correa, también ha sido afectada al retirar su membrecía el régimen de Nicolás Maduro

Pero retornando a la administración de Insulza en los diez años que dirigió la OEA se apreció su inclinación a favor de los regímenes que formaban parte de la Alianza Bolivariana de las Américas, ALBA, o que coincidían estratégica, ideológica y políticamente con las propuestas de esa entidad.

Insulza pasó por alto las múltiples agresiones de Hugo Chávez a Colombia y su respaldo a las narcoguerrillas de las FARC. No puso reparos a Chávez cuando fortaleció su  dictadura institucional, ni cuando fundó la Unión de Naciones Suramericanas, UNASUR, o la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC, una organización que es contraria a la integración continental y a los valores que inspiran a la OEA, ya que su cometido principal es excluir de la formación a Estados Unidos y Canadá.

Insulza ha rechazado aplicar a Venezuela la Carta Democrática Interamericana, a pesar de la represión del régimen de Nicolás Maduro contra sus adversarios políticos y la sociedad civil, planteando que ese país tiene el derecho de resolver sus problemas internos sin injerencias externas, una conducta totalmente diferente a la que asumió en el 2009, cuando la crisis interna de Honduras.

La Organización de Estados Americanos tiene como objetivo fundamental fortalecer la paz y la seguridad, consolidar la democracia e impulsar el respeto a los derechos humanos en el hemisferio, entre otros compromisos, pero Insulza no promovió esos valores, su trabajo siempre estuvo a favor de los autócratas que desgobiernan el hemisferio, a la vez que lideró las gestiones para que la dictadura cubana reingresara al organismo sin tener que efectuar cambios institucionales que permitan que en la isla reine la democracia.

El legado de Insulza es nefasto. Le faltó liderazgo y voluntad para trabajar por la democracia, lamentablemente la mayor parte del tiempo de su ejecutoria, independientemente a su militancia política, transcurrió intentando ser el candidato de todos,  sin importarle en realidad el fortalecimiento de la democracia y los derechos humanos en el hemisferio.

Luis Almagro en su nueva condición de Secretario General deberá trabajar fuertemente para que la OEA recupere el prestigio y la influencia perdida, y para lograrlo, deberá caminar por una cuerda floja que de fallarle, le precipitará a los brazos de autocracias institucionalizadas, por demás, depredadoras y carnívoras, o de gobernantes demócratas  que salvo contadas excepciones, están lejos de actuar a favor de la democracia y los derechos humanos a escala hemisférica.

Como gestor de la política hemisférica el ex canciller uruguayo tiene al menos dos retos grandes que enfrentar.

La dictadura cubana de la que dijo querer insertar en el organismo, sin antes haber expresado su opinión sobre la situación de los derechos humanos en ese país y sin reclamar al totalitarismo insular elecciones plurales, secretas y observadas internacionalmente. En este aspecto sigue la ruta políticamente correcta de la mayoría de los políticos del continente.

El otro desafío es Venezuela. Mediar entre la autocracia chavista y la oposición democrática es muy difícil, y si pretende cumplir su promesa de defender los principios internacionales y garantizar el funcionamiento de la democracia, enfrentara tantos problemas como Hércules para cumplir sus 12 hazañas.



Pedro Corzo

Periodista

 
Rehaciendo las relaciones Brasil-Estados Unidos, otra vez PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Miércoles, 25 de Marzo de 2015 11:53

dilma-e-obama

Por Peter Hakim.-

Los gobiernos de Brasil y Estados Unidos parecen cada vez más empeñados en aliviar las tensiones actuales en su problemática relación, y en construir unas relaciones más estrechas y productivas. Están hablando ya de cuando podría ser posible reprogramar la visita de Estado de la presidenta Dilma Rousseff a Washington, prevista para octubre de 2013, pero cancelada después de la revelación del espionaje masivo de EE.UU. a Brasil, por Edward Snowden.

La presidenta de Brasil, y la mayoría de sus consejeros, están al parecer convencidos de que unas mejores relaciones son vitales para la reactivación económica de la nación y para un éxito de largo plazo (y listos para dejar atrás el asunto Snowden). El interés de Estados Unidos en rehacer unas mejores relaciones bilaterales fue claramente señalado por la presencia del Vicepresidente Biden en la inauguración del nuevo mandato de Dilma, su segunda visita a Brasil en seis meses.

Los dos gobiernos, sin embargo, han sido tímidos en sus mutuas propuestas. Ambos tienen que dar pasos un poco más audaces. Deben aprender algo de los progresos realizados en las relaciones entre India y Estados Unidos en los últimos doce años, cuando una relación a veces distante y a veces contradictoria se convierte en una valiosa asociación en varios temas de alta prioridad.

El ejemplo de la negociacion con la India

A pesar de que los desacuerdos continúan perturbando la diplomacia Washington-Nueva Delhi, la India es ahora crucial para la estrategia militar, política y económica de Estados unidos en Asia. En 1998, Washington impuso airadamente duras sanciones a la India por la deflagración de un arma nuclear. Pero hoy en día, EE.UU. acepta plenamente el status de India como potencia nuclear, es el mayor proveedor de equipos militares del país, y ofrece la última tecnología para su programa nuclear civil.

No es el fondo de los acuerdos entre Estados Unidos y la India, sino los procesos de negociación y aplicación lo que debería ser de interés:

En primer lugar, los negociadores estadounidenses e indios se enfocaron hacia los temas que dividen los dos países. No los resolvieron todos, pero fueron capaces de poder forjar compromisos sobre muchos y hacer avances sobre los demás. En segundo lugar, muy conscientes de sus intereses comunes, los dos países se tornaron profundamente comprometidos, no con posiciones específicas, sino con lograr que las negociaciones funcionasen para llegar a un término exitoso. Ambos hicieron concesiones políticamente difíciles.

En tercer lugar, no dejaron que los problemas no relacionados, – incluso con carga política- interfiriesen en la implementación del acuerdo; por ejemplo, la muy publicitada detención en Nueva York de un diplomático indio o los punzantes desacuerdos entre Estados Unidos y la India en las conversaciones de la OMC.

Para EE.UU. y Brasil, los asuntos económicos bilaterales son la única base realista para la cooperación a largo plazo. Los funcionarios brasileños saben que necesitan el mercado, el capital de inversión y la transferencia de tecnología de Estados Unidos para la recuperación y un crecimiento sostenido de la economía de Brasil. El comercio entre Estados Unidos y Brasil ha crecido sustancialmente en los últimos años, incluso ahora que China es el principal socio comercial de Brasil.

Brasil, sin embargo, todavía sólo representa el dos por ciento del comercio total de EE.UU. en comparación con el aproximadamente 15 por ciento de México. Es cierto que Brasil no está en el umbral de los EE.UU., pero tampoco China, que vende tanto a los consumidores estadounidenses como México. Con políticas adecuadas y acuerdos bilaterales Brasil debería ser capaz de duplicar o triplicar sus exportaciones a EE.UU., que son en su mayoría productos manufacturados, y no ventas de commodities como las que exporta a China. Brasil debería igualmente ser capaz de aumentar en forma considerable su inversión desde los EE.UU., y de lograr ir mucho más allá respecto a la transferencia de ciencia y tecnología de Estados Unidos.

Y una y otra vez EE.UU. ha demostrado su interés en unas relaciones económicas más sólidas con Brasil. Prácticamente durante los últimos dos decenios todos los presidentes de Estados Unidos han visitado Brasil y puesto énfasis el comercio. Obama llevó a todo su Gabinete económico con él y 50 ejecutivos de las principales corporaciones. Los inversores de EE.UU. son conscientes de los enormes recursos y del inmenso mercado interno de Brasil y reconocen también el valor de su estabilidad política; además, sus pacíficas relaciones con el vecindario sudamericano también son valoradas.

El Gobierno de Estados Unidos también es consciente de la importancia de mejorar las relaciones políticas con Brasil. EE.UU. necesita la ayuda de Brasil para perseguir una agenda significativa en América Latina. Brasil, por ejemplo, sería una contribución vital para las relaciones entre EEUU y Cuba, ayudando a Cuba a través de lo que seguro será un difícil período de transición.

Las necesarias  reformas de Brasil

Dilma economía BrasilNo se producirán fácilmente los cambios necesariosen Brasil  para reforzar el comercio entre ambos países. Brasil es un país que ha seguido demasiado tiempo unas políticas económicas fuertemente nacionalistas y estatalistas, que ahora se enfrenta a una economía próxima a la recesión. La buena noticia es, sin embargo, que estos cambios también resolverían muchos de los desafíos internos y críticos de Brasil, que ya están en la agenda del equipo económico de Dilma. En ella se incluyen reformas para abrir los mercados de Brasil, reduciendo los aranceles y frenando los subsidios y ventajas de contratación para las empresas nacionales.

Debería hacerse más fácil vender a, y comprar en Brasil mediante la mejora de las instalaciones portuarias y la infraestructura de transporte en general. Hacer más fácil el entorno empresarial de Brasil es especialmente importante, reformando los lentos y complejos sistemas impositivos y de regulación y los arcaicos códigos laborales. Llevar las reformas a cabo requerirá habilidades políticas y compromiso más que pericia económica.

Washington tendrá también que hacer cambios y concesiones. Los subsidios agrícolas y las tarifas de Estados Unidos tendrán que bajar, algunos sustancialmente. La transferencia de tecnología, tal vez incluso a la industria nuclear de Brasil, debe estimularse y simplificarse. EE.UU. y Brasil juntos necesitan resolver los conflictos de larga data sobre la propiedad intelectual. EE.UU. también podría ser más acogedor con la activa participación de Brasil en diversos temas globales.

El restablecimiento de la visita oficial de la presidente Dilma a Washington podría contribuir de diversas maneras a la construcción de un nuevo entendimiento entre Brasil y los EE.UU.. Sin embargo, no debe ser programada prematuramente. Ambos gobiernos deben acordar un programa que incorpore los temas importantes que separan a los dos países, y comenzar a identificar lo que se debe hacer para resolverlos antes de que los dos presidentes se sientan a hablar. Brasil y  EE.UU. deben decidir qué resultados quieren antes de la visita y deben diseñar un programa y una agenda para llevarlos a cabo.

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