OPPENHEIMER: ¿Acudirá Cuba al FMI? |
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Escrito por Fuente indicada en la materia
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Jueves, 15 de Diciembre de 2011 10:11 |
Por Andrés Oppenheimer
Un viejo chiste que escuché por primera vez hace más de 20 años en La Habana dice que los tres logros más grandes de la revolución cubana son la salud, la educación y la baja tasa de mortalidad infantil, y que sus tres fracasos más grandes son el desayuno, el almuerzo y la cena.
Ahora, un nuevo estudio del centro de estudios Brookings Institution, titulado “Tendiendo puentes: la nueva economía cubana y la respuesta internacional”, demuestra que dos décadas más tarde y a pesar de los anuncios de reformas económicas del régimen de Raúl Castro, las cosas están igual de mal, o peor.
El estudio fue escrito por Richard E. Feinberg, un ex funcionario del gobierno de Bill Clinton que respalda una creciente cooperación de las instituciones financieras internacionales con Cuba, y que viajó a la isla y se entrevistó con funcionarios de gobierno, economistas y académicos. Entre sus conclusiones:
• A pesar del aumento del turismo, algunas inversiones en minería y enormes subsidios de Venezuela, la economía cubana sigue en crisis. El principal obstáculo económico no son las sanciones comerciales de Estados Unidos, sino el anacrónico modelo económico de Cuba, heredado de la ex Unión Soviética y basado en la planificación central, dice el estudio.
• El ingreso promedio de Cuba es uno de los más bajos de Latinoamérica: 448 pesos mensuales, o $20 al cambio oficial. Los graduados universitarios buscan frenéticamente empleo como porteros de hoteles, camareros y otras ocupaciones con acceso a moneda extranjera, o tratan de emigrar, añade el informe.
• El ingreso per cápita medido como paridad de poder de compra de Cuba es de $6,000 anuales. En comparación, el de la República Dominicana es de $8,000, el de Brasil $11,000, y el de México como en Chile y Uruguay, respectivamente, de $14,000, según cifras de las Naciones Unidas.
• La producción industrial de Cuba está al 43 por ciento de su nivel de 1989, y se reduce al 10 por ciento de la fuerza laboral. Las exportaciones son una cifra irrisoria, entre $3,000 millones y $4,000 millones anuales, apenas por encima del subsidio petrolero de Venezuela a la isla.
• La deuda externa cubana es “alarmante”. Según el Banco Central de Cuba, la isla debe $8,900 millones, además de unos $7,600 millones de “deudas congeladas” que no han sido reestructuradas en más de dos décadas, afirma el estudio.
• Cuba ha estado intentando compensar estos problemas desarrollando industrias de servicios como el turismo, que ha crecido hasta registrar 2,5 millones de visitantes por año, y la exportación de médicos a Venezuela por medio de programas gubernamentales de “petróleo por médicos”. El sector de servicios representa ahora el 81 por ciento de la economía de la isla, pero no alcanza para balancear el presupuesto, dice el estudio.
• Pese a las reformas económicas pro-mercado recientemente anunciadas por Castro, incluyendo la posibilidad de comprar propiedades, la implementación de dichas reformas es lenta y errática por las disputas entre ortodoxos y reformistas dentro del régimen.
Feinberg propone alentar las reformas económicas en Cuba por medio de una creciente participación de las instituciones financieras internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Según el estudio, los funcionarios cubanos expresaron cierto interés en iniciar contactos con el FMI y el Banco Mundial, especialmente porque esas instituciones han aceptado que “no hay un único modelo de desarrollo” y recientemente han ganado valiosas experiencias asesorando a países como Vietnam y Nicaragua, afirma el estudio.
“Cuando el autor preguntó cuál era la postura de Cuba con respecto a su posible ingreso al FMI, un funcionario de alto rango del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba respondió: ‘Cuba no tiene una postura principista en contra de las relaciones con el FMI o el Banco Mundial’ ”, dice el estudio. Fue la primera vez que Cuba ha hecho una afirmación semejante, añade.
Mi opinión: Si la dictadura militar de Castro quiere ayuda del FMI, después de décadas de atacar a la institución, debería recibir un ofrecimiento de asistencia técnica. Eso ayudaría a poner al día a los sectores reformistas dentro de la isla, y confirmaría el colosal fracaso de los octogenarios generales cubanos en todos los frentes.
Los que aún creen que los hermanos Castro son populares en Cuba, y que la isla todavía mantiene un sistema educativo modelo, deberían preguntarse por qué motivo los Castro no se animan a convocar elecciones libres, o por qué no permiten que Cuba participe en las pruebas internacionales PISA de estudiantes de 15 años. No lo hacen porque saben que su farsa propagandística quedaría expuesta en un minuto.
El viejo chiste que escuche en La Habana hace dos décadas ya no funciona. Hoy, Cuba está mal por donde se la mire: no tiene ni buenos servicios sociales, ni desayuno, almuerzo y cena.
Twitter: @oppenheimera
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Última actualización el Sábado, 17 de Diciembre de 2011 11:04 |
Eliécer Ávila, de enero a diciembre |
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Escrito por Fuente indicada en la materia
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Martes, 13 de Diciembre de 2011 09:53 |
Por YOANI SÁNCHEZ.-
Durante un par de años, agosto dejó de ser el mes más difícil para el Gobierno cubano, con su canícula extrema y el malestar que provoca en la gente. Enero, el frío enero, traía acontecimientos que por su temperatura parecían propios del verano, de la comezón que ocasionan los más de 30 grados sobre cero. Al comienzo de 2007 un furibundo tráfico de correos electrónicos entre escritores y artistas fue bautizado como “la guerrita de los e-mails” y puso en entredicho la política cultural de la Revolución. Quienes habían sido víctimas de la censura y del hostigamiento en el sector artístico comenzaron a expresarse a través de una osada cadena de mensajes. Un par de semanas después de comenzado el intercambio, el ministro de Cultura trató de ponerle punto final en un encuentro personal con los implicados, a sala llena y puertas cerradas.
Al transcurrir justo 12 meses de aquel suceso, en otro enero inusual, un joven le dirigía incómodas preguntas a Ricardo Alarcón, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Mientras los intelectuales habían canalizado sus críticas a través del teclado, Eliécer Ávila —que así se llama el estudiante— lo hacía ante un nutrido auditorio, micrófono en mano y grabado desde una cámara que después filtraría el vídeo a miles de ávidos ojos. El soporte tecnológico ayudaba en ambos casos a difundir una inconformidad que no encontraba espacio por los estrechos caminos oficiales.
Con una oratoria que mezclaba la sabiduría popular y la habilidad tribúnica, aquel estudiante acorraló con sus observaciones al presidente de la Asamblea Nacional
Hasta el día en que abrió la boca frente a aquel alto funcionario, Eliécer Ávila era tomado como un verdadero “hombre nuevo”. Veinteañero, mestizo, militante de la Unión de Jóvenes Comunistas, proveniente de una familia humilde y sin embargo matriculado en la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI). Activista de la Federación de Estudiantes Universitarios, dirigía además la llamada Operación Verdad, dedicada a contrarrestar en la web las opiniones negativas sobre el Gobierno de la Isla. Un ciberpolicía convertido por obra y gracia de la inconformidad en estandarte de todos aquellos que querían cambios pero no se atrevían a reclamarlos. De censor, a canal de expresión; de mordaza, a altavoz.
Con una oratoria que mezclaba la sabiduría popular y la habilidad tribúnica, aquel estudiante acorraló con sus observaciones a quien una vez también fuera embajador de Cuba en Naciones Unidas. Daba pena la ausencia de argumentos de este último; provocaba deseos de poner en pausa el vídeo y soplarle a Alarcón un par de respuestas al oído. En el clímax del desacierto y ante la pregunta de ¿por qué los cubanos no pueden viajar libremente?, el curtido político solo atinó a decir que “si los 6.000 millones de habitantes pudieran viajar adonde quisieran, la trabazón que habría en los aires sería enorme”. La pelea verbal la ganó Eliécer por knock-out, pero el desagravio institucional no tardaría en llegar. Lo relegaron, lo marcaron como “no confiable”, le permitieron graduarse, pero después lo lanzaron a un insignificante puesto laboral en su natal Las Tunas. Tuvo incluso que vender helados en la vía pública, ofertar fresa y chocolate para sobrevivir. Ahora se encuentra desempleado, en el paro, pero sin formar parte de ninguna estadística, indignado sin plaza, despedido sin seguro que lo cubra. Las esgrimas verbales con el poder se pagan caro.
Casi cuatro años después de aquel intercambio de palabras con Ricardo Alarcón, el joven Eliécer Ávila ha regresado a la escena pública nacional. Ya no estudia en la selectiva escuela de informática inaugurada por el propio Fidel Castro, ni monitorea la red de redes a la caza de opiniones “desafectas”. Dista mucho de comportarse como aquel policía de los kilobytes que un día fue.
A Eliécer lo relegaron, lo marcaron como “no confiable”. Ahora está en el paro, indignado sin plaza. Las esgrimas verbales con el poder se pagan caro.
Por dos horas ha hablado ahora frente a los micrófonos de un espacio alternativo y cuasi clandestino, no ha interpelado esta vez al presidente del Parlamento sino a nosotros mismos. La grabación —al igual que en aquellos primeros días de 2008— ha corrido como pólvora por las redes ilegales de información. En esta se le ve más maduro, sin las obligadas reverencias verbales que su anterior condición le obligaba a hacer. Habla exento de tapujos y tanta franqueza hace que muchos se pregunten si Eliécer ha retornado a la palestra por espontaneidad o por orientación. No faltan quienes opinan que está tratando de purgar la culpa anterior, infiltrándose en las filas de los políticamente incorrectos. Pero es poco probable. Hay una franqueza campechana en sus palabras, algo que tiene el hombre rural y que el cinismo urbano nos ha eliminado, esa manera llana e inequívoca de llamar al pan pan y a la dictadura… dictadura. Es alguien que ha aprendido una lección de vida y que parece muy consciente de la fuerza de su nueva voz.
Eliécer Ávila tiene solo 26 años, habitará una Cuba donde cualquier ciudadano podrá interpelar a un miembro del Parlamento, criticarlo, desmentirlo sin ser castigado por ello. Un país donde todos los eneros serán difíciles de gobernar y los agostos también y los diciembres ni se diga.
Yoani Sánchez es periodista cubana y autora del blog Generación Y.
Tomado de EL PAÍS, MADRID, ESPAÑA |
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Curitas contra el cáncer: el último invento en Cuba |
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Escrito por Fuente indicada en la materia
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Lunes, 12 de Diciembre de 2011 01:50 |
Por HUBER MATOS ARALUCE
El gobierno castrista ha hecho grandes inversiones en biotecnología. No se conoce cuanto se ha invertido, tampoco si se ha ganado o se ha perdido. En los últimos años sin embargo, los castristas han inventado algo verdaderamente innovador. No les ha costado mucho. La difusión del producto en el mundo es gratis. Por esa razón lo exportan en buenas cantidades. Son las curitas contra el cáncer que también sirven para todo.
Ahoran usan curitas para resolver la falta de la comida, que es una verdadera desgracia para la mayoría de la población. Porque en Cuba hay una minoría que come muy bien y una mayoría que come muy mal.
La tiranía se queja de que tiene que comprar en el exterior el 85% de la comida de los cubanos. Es un dato asombroso. Con $1500 millones de dólares al año alimentan a once millones de habitantes.
Cuando usted divide $1500 millones entre once millones de cubanos le tocan el equivalente a $136 dólares de comida al año por persona. Esa comida es importada, a precios de mercado mundial. El pueblo que la consume tiene que pagarla.
Es prácticamente imposible que una persona pueda comprar con $136 dólares el 85% de la comida que consume en un año. Pero el caso es peor.
Una familia cubana de dos hijos y dos padres que trabajen y ganen el salario promedio de $17 mensuales cada uno, tiene un ingreso anual equivalente a $408 dólares.
En el caso de que pudieran dedicar todo ese ingreso a comprar comida, cuando dividimos los $408 dólares entre cuatro y entre 365 días, cada miembro del núcleo tiene disponible 28 centavos de dólar al día para desayuno, almuerzo y comida.
Así que papa Estado ante esta verdadera tragedia nacional, con toda lentitud y certeza, saco una curita milagrosa: Empezó a dar tierras a quienes las pidieran. No las dio en propiedad, las dio en concesión. Y no les facilitó préstamos para que comenzaran a trabajar.
Como era de esperar el aumento de la producción agrícola ha sido muy pobre. El pueblo cubano sigue mal comiendo. Ni los niños ni los jóvenes consumen suficientes proteínas. Su dieta está recargada de carbohidratos. El daño se acumula en las nuevas generaciones y los costos lo pagarán las que siguen.
Ante la situación creada por el propio régimen, la dictadura aplicó otras curitas más. Legalizaron la compra y venta de automóviles y viviendas. Y sacaron una curita para facilitar préstamos. Esta es una maravilla. Un régimen en quiebra que requiere miles de millones de dólares para financiar préstamos lo ha resuelto por decreto. Raúl Castro merece el Nobel de Economía.
Mientras todo esto sucede el cáncer continua avanzando. La población envejece. La salud empeora. La educación se deteriora. La infraestructura industrial o lo que queda de ella se vuelve más obsoleta. Nuestro país sigue hacia el abismo.
Pero periodistas y escritores del tema cubano siguen hablando de los cambios. Dicen que las medidas son insuficientes pero son beneficiosas. Que es una forma de hacer propaganda a las curitas contra el cáncer. Contra el cáncer hay que aplicar quimioterapia, radiación o lo que haga falta. |
Cuba: un país que se subasta |
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Escrito por Fuente indicada en la materia
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Domingo, 11 de Diciembre de 2011 12:21 |
La Piñata en marcha
Por ANGEL SANTIESTEBAN-PRATS.-*
- Por estos días la nación cubana debería estar llorando y retorciéndose en su propia traición. Da la sensación de un país que se desgasta de a poco, que se vende con prisa como alguien que intenta sacar cualquier beneficio antes de la partida.
La Hija de Emilio (1974), de Servando Cabrera Moreno, una de las obras subastadas por el gobierno cubano.
Desde hace años se viene subastando el patrimonio cultural en ofertas por vía internet. Obras de destacados artistas de la plástica, que ni siquiera están vivos para reponerlas. Creaciones que difícilmente volverán a nuestro país.
Este año se han subastado, por más de $600 mil dólares, las importantes obras de Servando Cabrera Moreno, Figura con ave, un cuadro de 1957, Capullo (1945), La hija de Emilio (1974), y Besos (1966). De Wifredo Lam: Último viaje (1979). Fueron 44 artistas entre los que se encontraban Tomás Sánchez, Mario Carreño, René Portocarrero, Amelia Peláez y Raúl Martínez. En los últimos años hemos perdido una parte importante de la riqueza pictórica de la nación.
En otros países las reglas de los gobiernos por salvar sus patrimonios culturales, que es intocable, cuando los coleccionistas particulares deciden vender, establecen que el Estado tiene la prioridad en caso de interesarle, y se aceptan tres proposiciones. En caso de no ponerse de acuerdo, el dueño tiene la posibilidad de quedarse con la obra pero no de venderla, y mucho menos de sacarla fuera de las fronteras del país. A eso agréguele, que por mantener en su casa un cuadro considerado Patrimonio de la Nación, anualmente debe pagar un impuesto al Estado. Me parece una labor loable. Considero que la pintura de cada nación donde mejor está es en sus museos, para que sea admirada por sus nacionales y los extranjeros que lo visiten.
Robo y demagogia
Aún por estos días escuchamos la denuncia de los voceros del gobierno cubano lamentándose por el “latrocinio en los museos por las tropas aliadas cuando entraron en Irak”. También aún el mundo solloza por las obras culturales destruidas y saqueadas por las hordas nazis a los países agredidos y que gran parte de ellas permanecen ocultas.
Pero en Cuba es como si no tuviéramos la capacidad de mirarnos a nosotros mismos, esa fue la educación exigida en aras de proteger a la supuesta revolución de 1959, y que no era más que la manera de permitirle a Fidel Castro hacer sus desmanes sin ser criticado; acepto que intentarlo hubiera sido una falacia de craso error, al enfrentarlo se recibía de inmediato un castigo feroz, pretender una crítica, ni siquiera constructiva en aras de una honestidad “revolucionaria”, es visto como un suicidio.
Pocos de aquella generación, ninguno de los que hoy viven dentro del país y tienen participación oficial en la vida social, enfrentaron los designios del Zar Fidel Castro, y en aptitud cobarde callaron porque no se consideraron aptos de asumir el castigo. Prefirieron ser esclavos, cómplices en silencio e incapaces de disentir. Lo que consideraron apropiado para la subsistencia, y olvidaron su lugar ante su conciencia y la historia, que los recogerá como lo que fueron y aún son en el presente.
Y esa educación intentaron trasmitirla a las tres generaciones que les han seguido. Y por no aceptarlo nos tildan de traidores, de estar en confabulación con un enemigo que ni siquiera hemos conocido, ni que ha intentado “comprarnos”, “captarnos”, o cualquier otra acusación hecha por los voceros de la sufrible Mesa Redonda, quienes ya no pueden creer en la conciencia martiana. Y que luego, en conversaciones personales, aceptan tanto o más que uno los problemas del sistema, y en ocasiones hasta se descubre cierta admiración por las antagónicas posturas que sus miedos, en momentos de rebeldía, no les dejaron desarrollar.
Intelectuales benéficos
Entonces qué nos puede quedar de un medio cultural que, en mi caso, por criticar que un grupo de intelectuales haya sido enviado a una Feria del Libro en México por el Instituto Cubano del Libro, sin la mínima garantía económica, máxime que iban representando a Cuba, se hayan prestado para atacar al que los defendía, por acatar las órdenes de los funcionarios que los enviaron a representar una imagen de “delegación de la hambruna”, y por persistir como escritores oficialistas dispuestos a mover las banderitas y continuar siendo considerados de “confianza” al régimen y, por ende, permanecer cobrando las dádivas en actitud mercenaria.
Fuera de Cuba he presenciado a Premios Nacionales de Literatura pedir limosna a los organizadores de eventos internacionales, con el pretexto de que “Cuba es pobre”, por lo que asumen que sus almas también lo son, y entierran el orgullo y el decoro. La “revolución” de tanto que les pidió sacrificio, de las veces que los ha hecho arrastrarse para pedir perdón por palabras o acciones cometidas y que a los políticos no les agradaron, les hicieron perder la vergüenza. Habría que parafrasear al indio Hatuey: “Si eso es la revolución, entonces prefiero no ser un revolucionario”.
Intelectuales que a pesar de no compartir sus posturas políticas se respetan, inconmensurables por su obra creativa, espiritual, y en muchos casos por su misión social. Pero asumen una actitud de silencio, a pesar de inferir que les duele en el alma ver cómo se pierde la riqueza cultural de la nación. El mismo Historiador de La Habana Vieja, el señor Eusebio Leal, que le ha devuelto al casco histórico el orgullo y el respeto que merece, calla ante el latrocinio del Gobierno. El gran poeta Roberto Fernández Retamar, director de la Casa de las Américas, también hace silencio ante la depredación, y se irá de esta vida con las sangres en su alma de los jóvenes fusilados en el intento de fuga en una lancha. El presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), el etnólogo y escritor Miguel Barnet, también se calla como ha sabido hacer siempre. Ellos, entre muchos, que son las voces respetables, debieran aunarse para defender los tesoros culturales de la nación.
¿Qué haremos con el yate Granma?
¿Por qué el gobierno de Cuba no prefiere vender el yate Granma? Sé de algunos que lo comprarían, para destruirlo o adorarlo, el destino de esa chalana sería de su elección. ¿Por qué no vender todas las pertenencias del argentino Ché Guevara? Tiene muchos fans en el mundo que comprarían sus armas y uniformes con desprendimiento económico. Que se deshagan de esos museos heroicos por toda la isla copados con sus materiales de guerra. ¡Podrían ser subastados…!
Pero es que el egoísmo del régimen y la falta de respeto por la cultura ha sido constante. Se deshacen del arte porque lo subestiman, les molesta porque no refleja su épica o porque sus autores son homosexuales. Sólo lo ven como fuente de riqueza y, ante la crisis económica prefieren perder la nación que los símbolos que sustentan su ideología, su gran farsa y estafa. Y todo, ante el silencio cobarde de las voces llamadas a custodiarlas.
* Escritor cubano residente en La Habana. Su libro de cuentos Dichosos los que lloran ganó el premio Casa de las Américas en el 2006. Es autor del blog Los hijos que nadie quiso. Actualmente enfrenta un proceso legal, con petición de 15 años de cárcel.
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