Fidel Castro: Más cerca de Pablo Escobar que de Vladimir Lenin |
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Jueves, 25 de Octubre de 2012 08:27 |
Por Jorge Hernández Fonseca.-
La irrupción de Fidel Castro en la vida política cubana la hace como lo hicieron otros muchos líderes pandilleros de la época. Rolando Masferrer, por ejemplo, también líder pandillero de una facción universitaria diferente a la de Castro, al terminar estudios entró en la política conservando su grupo paramilitar, “Los Tigres”, que lo siguió en su vida política fuera de la universidad, tal y como pretendía hacer Fidel Castro.
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Domingo, 21 de Octubre de 2012 11:02 |
Por Pedro Corzo.-
Escribir sobre los mártires de la lucha contra el régimen totalitario es complejo y penoso, pero lo peor es que se puede ser injusto al no hacer referencia a uno y a todos de los muchos que han caído defendiendo la libertad y la democracia en Cuba.
Desde los primeros meses de 1960, cientos de hombres habían tomado las armas o se aprestaban para ello, con el fin de defender con sus vidas el derecho de pensar y vivir en libertad.
Pero antes de llegar a la guerra fueron muchos los esfuerzos para evitarla.
El trabajo cívico entre otros dirigentes políticos de innegables credenciales democráticas, como José Ignacio Rasco, Antonio José Varona y Aureliano Sánchez Arango. Las protestas del presidente Manuel Urrutia y de los comandantes Pedro Luis Díaz Lanz y Huber Matos y la crisis que enfrentó David Salvador en el décimo Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba.
La dignidad de Pedro Luis Boitel para impedir que el gobierno controlara la FEU, sin pasar por alto la viril protesta estudiantil protagonizada entre otros por Alberto Muller, Juan Manuel Salvat y Joaquín Pérez Rodríguez.
No obstante la falta de convicciones democráticas de los gobernantes determinó que una vez más los llanos y montañas, desde Pinar del Río hasta Oriente, pero con una crueldad sin precedentes a excepción de los combates de las Guerras de Independencia, fueran escenarios de una cruenta lucha en la que lamentablemente no venció la justicia sino la fuerza.
Las ciudades y poblados fueron los focos de la primera resistencia. Hombres y mujeres, algunas de ellas como Zoila Almeida, la Niña de Placetas; Oristela López, Vivian de Castro y Gloria Agudín, también se unieron a las guerrillas hasta ser apresadas y cumplir, al igual que otros miles de mujeres y hombres, largos años de cárcel.
Otro aspecto a destacar es que la mayoría de las organizaciones creadas para enfrentar el totalitarismo se identificaban con la Revolución, compartían la convicción de que era necesario hacer cambios políticos y sociales en la isla, pero en un marco democrático y de derecho.
Se gestó un poderoso movimiento clandestino que tenía sus propias estrategias, pero que también eran el sostén fundamental de los grupos guerrilleros que paradójicamente en su mayoría eran liderados por ex oficiales del ejército rebelde, por hombres que también se habían alzado o combatido en la clandestinidad, al régimen de Fulgencio Batista.
Entre esos hombres hay que incluir a Porfirio Remberto Ramírez Ruiz, El Negro, un joven capitán del ejército rebelde que fue fusilado cuando presidía la Federación de Estudiantes Universitarios de Las Villas. Un campesino, también capitán del ejército rebelde, Sinesio Walsh Ríos, y un dirigente sindical y maestro, el comandante del ejército rebelde Plinio Prieto.
Estos tres oficiales del ejército rebelde fueron fusilados el 12 de octubre de 1960 junto a otros dos cubanos que la historia de nuestro país nunca debe olvidar, Ángel Rodríguez del Sol y José Palomino Colón.
Estos hombres fueron procesados junto a más de un centenar de sus compatriotas. Las condenas estaban decididas, pero nunca se emitió una sentencia oficial. Los verdugos clave de ese día fueron el presidente del tribunal, Claudio López Cardet, y el comandante Félix Torres, un personaje siniestro que determinaba quién vivía y quién moría en la región del Escambray.
Refieren testigos de la época que cuando el autobús que transportaba a los condenados pasó por Manicaragua, uno de ellos gritó con firmeza y sin atisbos de temor: “Nos llevan para La Campana para fusilarnos”.
Fidel Castro siente un profundo desprecio por los cubanos, pero particularmente por aquellos que han tenido el coraje de enfrentarlo. Siempre ha ignorado el heroísmo de sus opositores, lo que quizá motivó la siguiente carta a Hugo Chávez: “Chávez, la guerra tuya es muy distinta a la mía. Aquí mis enemigos más acérrimos se fueron, están en Miami. Allá tú los tienes en tus narices. Tu Miami está allá, Chávez”.
Falsa como todo él, esta afirmación del dictador. Desde que llegó al poder un amplio sector del pueblo enfrentó a su régimen y en consecuencia miles murieron ante el paredón de fusilamiento, otros tantos en combate.
En Cuba hay desaparecidos porque el régimen nunca ha informado a sus deudos de la muerte de un pariente. Cerca de medio millón de hombres y mujeres han pasado por la prisión, y 53 años después el principal foco de la oposición no está exiliada, se encuentra en Cuba, y en su mayoría nacieron después del triunfo del totalitarismo.
Periodista de Radio Martí.
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Escrito por Indicado en la materia
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Domingo, 21 de Octubre de 2012 10:50 |
Por Jorge Hernández Fonseca.-
La dictadura castrista ha cubierto con una cortina de humo --la mal llamada “reforma migratoria”-- la situación precaria de salud por la que objetivamente pasa el aciano dictador cubano. Un rumor que se agigantó con al triunfo de Hugo Chávez en Venezuela y el extraño silencio de la verborrea fidelista, siempre presta a elogiar al caudillo venezolano, indicador indiscutible de que algo sucede en el nido de la víbora.
Cuando se muera Fidel, en el momento que el régimen de Raúl decida darlo a conocer públicamente, una pequeña isla del Caribe estará más cerca de eliminar medio siglo de atrocidades cometidas en nombre de la justicia social, y sus ciudadanos estarán finalmente más cerca de dejar de vagar por el mundo cual parias apestados en busca de las oportunidades perdidas en su bello y acogedor rincón natal y comenzarán tarde o temprano el retorno en tropel para abrazar a sus seres queridos, hoy rehenes de la pobreza, el maltrato y la ignominia.
Cuando se muera Fidel, aquellos que antaño festejaron hasta el amanecer la muerte del dictador chileno Augusto Pinochet en Santiago de Chile, Ciudad México, París y Moscú, se “rasgarán las vestiduras” por las fiestas que escenificarán los exiliados cubanos en Miami, Río de Janeiro, Madrid y Bogotá, argumentando que “toda muerte debe ser respetada”, aunque ni Castro ni Pinochet respetaron los miles de asesinatos de sus regímenes sangrientos y de oprobio.
Cuando se muera Fidel, y los Estados Unidos ya haya enviado recados conciliadores a los generales de Raúl, los cubanos enfrentaremos la segunda etapa de nuestro trauma nacional, con una espera innecesaria para nuestra liberación asociada a la certeza existente en la potencia del Norte, respecto a la necesidad de un régimen militar y de control social como el de Raúl Castro en la isla, sin el cual recibiría millones de inmigrantes desesperados que huyen del hambre, la desesperanza y el desasosiego.
Cuando se muera Fidel, y los inversionistas españoles tiemblen al ver la geopolítica actuante por parte de los norteamericanos, sabremos verdaderamente las intenciones “democráticas” de España con la isla, momentos en que probablemente elevará su voz (ausente durante todo el período dictatorial) hablando de garantías para sus inversiones, estado de derecho y otras “perlas” por el estilo, sólo para preservar sus discriminatorias inversiones, cómplices hoy de una dictadura de 15 dólares por mes.
Cuando se muera Fidel, y la Latinoamérica beligerante de Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa, junto a la izquierda moderada de Lula da Silva, Michelle Bachelet y Cristina Fernández de Kirchner, se junten para despedir en la isla a su admirado “dictador de los otros”, una trompetilla universal retumbará en el sainete fúnebre, como colofón a tanta afrenta acumulada en Sudamérica con un hombre que dedicó su vida toda literalmente a acabar con su propio país y a discriminar a sus compatriotas.
Cuando se muera Fidel, y lo peor del mundo “intelectual” se sienta como una ‘viuda inconsolable’ para siempre, no habrá más viajes fáciles a la isla a prostituir cubanitas jóvenes por un par de zapatos, un vestidito para su hijita, o el simple derecho a comer como Dios manda, porque la dignidad que no ha tenido la parte del pueblo sojuzgado que se ha prostituido, se levantará con más fuerza contra tanta ignominia, en una Nación inerme en manos de un grupo de canallas.
Cuando se muera Fidel, y la hipocresía corra a raudales en los sistemas informativos de la prensa radial y escrita de la dictadura, llorando cual plañideras confusas con su futuro incierto a la muerte del capataz, quizá sea el momento de los cansados hombres y mujeres cubanos de la isla darle un basta a tanta hipocresía acumulada en 50 años de ignominia, opresión, discriminación y falta de derechos, resurgiendo el espíritu rebelde de Martí, Maceo y Céspedes.
Cuando se muera Fidel, y el corazón del exilio cubano palpite junto al corazón de los hombres y mujeres aprisionados dentro de la isla por el verdugo que desaparece, se creará esa fuerza mística que guiará al pueblo cubano en la consecución de sus objetivos más nobles asociados a la libertad, la dignidad y el honor perdido en más de 50 años de ‘afrentas y oprobios’.
Cuando se muera Fidel, y los cubanos nos sintamos finalmente “con patria pero sin amo”, encomendaremos la Nación recuperada a la Santa Madre Virgen de la Caridad del Cobre, para que bendiga a todos sus hijos perdidos dentro de la isla y a aquellos desperdigados por el mundo para un abrazo definitivo y purificador que una negros y blancos, ricos y pobres, justos y pecadores y así poder gritar unidos: ¡castrismo nunca más!
17 de Octubre de 2012
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Última actualización el Domingo, 21 de Octubre de 2012 10:53 |
LA NUEVA MUERTE DE FIDEL CASTRO |
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Escrito por Indicado en la materia
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Domingo, 21 de Octubre de 2012 10:34 |
Por Carlos Alberto Montaner.-
Al fin y al cabo, se sabe que su mausoleo está listo en el cementerio de Santa Ifigenia, en Santiago de Cuba, a 765 kilómetros de La Habana, muy cerca de la tumba que guarda los restos mortales de José Martí. Se sabe, también, que el muy previsor Raúl Castro tiene escrito el parte de prensa y muy ensayada la liturgia del esperado deceso. Si hay algo que no va a sorprenderle es la muerte de su hermano. Él es una persona organizada. Siempre ha estado pendiente y dependiente de Fidel, y así será hasta el último minuto. No ignora que Fidel le moldeó totalmente su existencia desde que era un adolescente. Cuando Raúl piensa o dice que “le debe la vida a Fidel” es algo rigurosamente cierto. Fidel “lo hizo” de punta a rabo, como el escultor que talla una figura de madera. Como Gepeto hizo a Pinocho.
Probablemente, primero el féretro será velado en la Universidad de La Habana o en la Plaza de la Revolución. Le harán guardia de honor algunos de los más vistosos veteranos de la Sierra Maestra que lo sobrevivan. Luego el cadáver recorrerá la carretera central desde la capital hasta Santiago de Cuba, la ciudad de donde partió a hacerse cargo del poder el 1 de enero de 1959. A Fidel, muy cauteloso, le tomó una semana hacer ese recorrido rodeado por multitudes entusiastas. Desandar ese camino, ya muerto, pero cubierto por la bandera cubana, le tomará algo menos, pero también será una marcha lenta. Si examinan el ritual comprobarán que los muertos, en todas partes, siempre van despacio. Dentro de la escenografía revolucionaria, ese último acto, cargado de simbolismos, tiene cierta importancia. Genio y figura, nunca mejor dicho, hasta la sepultura.
No tiene sentido suponer que Raúl Castro esconderá la muerte de su hermano. ¿Con qué objeto? Él tiene en sus manos todos los resortes del poder. Cuando ocurra, a las pocas horas de ser notificado el general-presidente, las emisoras de radio comenzarán a tocar marchas militares y temas fúnebres, y algún locutor consternado anunciará con voz engolada la hora en que el portavoz del gobierno, o el propio Raúl, se dirigirá a la nación para hacer un anuncio importante. En ese momento, ya todo el mundo supondrá de qué se trata y la noticia, deliberadamente filtrada, será recogida por todas las agencias de prensa internacionales.
Desde el punto de vista psicológico el suceso tiene mucha importancia. Tres generaciones de cubanos han nacido y crecido a la sombra de Fidel. Aunque todo el mundo espera su muerte, la noticia será un mazazo y el régimen hará todo lo que esté a su alcance para subrayar el dolor de la población, como hicieron en Corea del Norte cuando murió Kim Il Sung o en España tras la muerte de Franco. El duelo, piensan, sirve para cohesionar a las masas.
¿Y qué va a pasar entonces? Sin duda, seguirá, inexorable, el proceso de abandono y negación del caudillo muerto. Ocurre siempre. Si no lo hace el propio Raúl, lo hará su sucesor. Stalin, que era como Dios en la URSS, se murió en marzo de 1953 en medio de un millón de promesas de adhesión eterna a su memoria. Su gloria sólo duró hasta febrero de 1956. Durante el Vigésimo Congreso del Partido Comunista hicieron trizas su memoria. A Fidel le ocurrirá lo mismo.
Periodista y escritor. Su último libro es la novela La mujer del coronel.
www.firmaspress.com
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Última actualización el Martes, 23 de Octubre de 2012 00:06 |
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