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Artigos: Cuba
Apuntes para un ensayo de revisión histórica (I) PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Jueves, 11 de Noviembre de 2010 14:50


Por HUBET MATOS ARALUCE Y JUAN BENEMELIS

La teoría del dominó comunista falló en Cuba porque el triunfo de la revolución no fue el resultado de que una división de tanques soviéticos hubiera tomado La Habana como sucedió, en una u otra modalidad militar, en los países de Europa del Este.  Moscú, además de sus ambiciones imperiales, creía en la misión de extender el comunismo en el mundo. En Cuba la agenda del castrismo nunca fue el comunismo sino el poder total y exclusivo para Fidel Castro. El pueblo, el discurso demagógico, las alianzas, los enemigos y las ideologías solo fueron los medios.

En más de cincuenta años la influencia –positiva o negativa– de los Estados Unidos ha sido determinante en la supervivencia del castrismo. Al principio el tema de discusión y análisis se concentró en la rivalidad entre ambos países –o gobiernos– que muy rápidamente condujo a la fracasada invasión de Playa Girón en 1961.  Más que la derrota de las fuerzas exiliadas este hecho representó el aniquilamiento de la resistencia interna al incipiente y todavía débil totalitarismo castrista. El fracaso consolidó la dictadura de Fidel Castro. Desde aquellos tiempos el tema permanente de debate ha sido acerca de los beneficios o perjuicios del embargo comercial, polémica que continúa hasta nuestros días.

Otras acciones de importancia de parte de los Estados Unidos, y no relacionadas con la invasión o el embargo comercial, han sido convenientemente pasadas por alto. Una de ellas es la ley de ajuste cubano que, aparte de favorecer en muchos casos –no en todos– la reunificación familiar, ha debilitado a la oposición y ha servido al castrismo. Tampoco es fácil encontrar en la literatura del proceso un análisis imparcial de los aciertos y errores de la oposición exiliada. Tal vez sea la hora de examinarlos con objetividad.

La influencia coyuntural o permanente de estos factores ha resultado en hechos incontrovertibles. El castrismo se ha sostenido en Cuba: a) por una mezcla fluctuante de lealtad y temor conque hasta el último momento se ha comportado una élite incondicional al dirigente histórico del proceso; b) por el profundo miedo a la represión y al cambio que el estado represivo ha podido inculcar en el pueblo cubano; y c) por la subvención soviética, el apoyo del Occidente democrático y en los últimos diez años la subvención venezolana.

Castro ha sido un buen táctico –también con mucha suerte.  Al analizar los resultados de medio siglo de gobierno la conclusion evidente es que ha sido un estratega desastroso.     Su monopolio del poder tuvo como primera víctima al propio Movimiento 26 de Julio con el que triunfó en 1959. Castro traicionó sus ideales y su programa. Su dirigencia democrática terminó en el paredón de fusilamiento, en la cárcel o en el exilio. Luego el proceso de “castración” del país convirtió en débiles entelequias el partido comunista y la burocracia estatal. Su absolutismo no le dio margen para recapacitar sobre el resultado final de sus esfuerzos. Siempre primó en Castro el temor al quebranto de su autoridad.

Se desconoce en el mundo que dentro de esa burocracia, debilitada pero consciente de los problemas del sistema, se anidaron corrientes a favor de cambios mucho antes de la crisis en la URSS. Desde la década de los sesenta, salvo en pequeños grupúsculos del gobierno, el entramado burocrático en Cuba había perdido la fe en el modelo recetado por Moscú, incluso se había desarrollado una actitud antisoviética. Castro no vio o no quiso ver lo que para muchos a su alrededor era obvio, la URSS había fracasado y, si Cuba copiaba el modelo, iba por el mismo camino.

La frustración de la burocracia cubana no surge con la perestroika, sino que arranca desde que los viejos bonzos comunistas quisieron poner en práctica formas y métodos de control económico análogos a los de la URSS. Castro, con el argumento de un par de ideas desacertadas del Che, declinó ladinamente las presiones de reforma para no dejarse atrapar en una corriente de cambios que debilitarían su poder total.

También es importante recordar que la disidencia y la oposición, y la defensa de los derechos humanos no arrancaron en la década de los noventa, sino a fines de los sesenta, cuando la juventud que había abrazado la revolución y el marxismo se frustró ante el descarnado totalitarismo de Fidel Castro. El Comité Cubano Pro Derechos Humanos fundado por Ricardo Bofill en 1976 es un caso ejemplar. Esto es parte de una historia que merece revaloración.

La actual disidencia y oposición cubana cuenta con muchas ventajas, entre ellas la globalización de la información. La disidencia interna de los sesenta, setenta y ochenta lucharon en condiciones mucho más difíciles. En incontables casos en el absoluto y vulnerable anonimato, a pesar de sus audaces actos de rebeldía ante una represión completamente radical.  

Antes de los ochenta Castro no era ajeno al descontento de un sector contestatario, ni al repudio silencioso de una burocracia que deseaba reformas. Su régimen se enfrentaba a una crisis económica que parecía insuperable. Al mismo tiempo había aparecido en escenario nacional e internacional su archienemigo el Comandante Huber Matos, recién liberado en 1979 después de dos décadas de prisión. Este conjunto de factores representaron un reto peligroso para el régimen.

La reunión entre el Comandante Huber Matos y el Presidente Rómulo Betancourt de Venezuela a principios de 1980 resultó en un acuerdo de cooperación entre los dos grandes partidos de ese país: los socialdemócratas de Acción Democrática y los demócrata-cristianos de Copei con el movimiento cubano que unos meses después sería fundado en Caracas: Cuba Independiente y Democrática (CID).

La Voz del CID comenzó sus transmisiones a la isla en 1981. Lejos de predicar la violencia, el mensaje estaba orientado a destacar el fracaso del sistema y la necesidad de un cambio democrático en Cuba como consecuencia de una unión entre los militares, los miembros del gobierno y el pueblo. La imagen de una oposición que lejos de buscar una revancha militar predicaba una reconciliación nacional con una agenda revolucionaria pero democrática comenzó a cambiar la percepción en Cuba del típico enfrentamiento entre revolucionarios frente a contrarrevolucionarios.

La credibilidad y penetración de esta programación de corte ideológico/político en Cuba fue políticamente más efectiva que las de las transmisiones de Radio Martí, una emisora financiada por el gobierno de los Estados Unidos que comenzó sus transmisiones a Cuba cuatro años después en 1985, con un presupuesto catorce veces mayor al de la Voz del CID.

La Fundación Cubano Americana dirigida por Jorge Mas Canosa, concentró sus esfuerzos en el cabildeo en Washington y logró alcanzar un poderoso nivel de influencia en la política estadounidense hacia Cuba, que luego fue asumido por los congresistas cubanoamericanos hasta nuestros días.

En la década de los ochenta el castrismo perdió la iniciativa ideológica y el monopolio de la información. La defensa de los derechos humanos en la isla fue más visible y activa en un ambiente todavía muy hostil por parte del régimen. Nadie podía imaginar que en 1990 la Unión Soviética desaparecería y que el castrismo quedaría intelectual y materialmente huérfano.

En la medida que la crisis en el bloque oriental se bosquejaba, Castro respondía con mayor radicalismo. Despojó al Partido Comunista y al Estado de cualesquiera prerrogativas de reformas. Purgó a elementos reformistas. Saneó los órganos de seguridad e inteligencia y, cuando vio peligro en las esferas militares, les dio un escarmiento. El fusilamiento del General Arnaldo T. Ochoa en 1989 fue un intento de liquidar de un solo golpe el descontento en las filas de las Fuerzas Armadas. Sin embargo, en 1992 el Comandante Juan Almeida fue temporalmente puesto en arresto domiciliario.

De forma repentina las transmisiones de la Voz del CID fueron interrumpidas a principios de los noventa y sus incipientes transmisiones de televisión (TeleCID) fueron perseguidas por la FCC (Comisión Federal de Comunicaciones de los Estados Unidos). La intervención y presión directa de Washington contra el país latinoamericano que respaldaba estas transmisiones fueron evidencias de un acuerdo secreto entre la dictadura castrista y el gobierno de los Estados Unidos. Al mismo tiempo, el Congreso estadounidense aprobaba un sustancial presupuesto para TV Martí, un proyecto patrocinado por la Fundación Cubano Americana.

Fidel Castro pudo neutralizar el malestar en la burocracia y en la Fuerzas Armadas y también impedir el crecimiento del descontento que las transmisiones del CID alimentaban en la isla.  Fueron momentos críticos para el régimen a los que se habían sumado los negativos efectos políticos y económicos que provocó el reciente desplome la URSS.

Con una victoria contra el descontento interno y la oposición representada por el CID, el dictador se sintió más seguro. En consecuencia, desaprovechó la oportunidad que le presentó los Estados Unidos de un acuerdo cuyas únicas condiciones era renunciar a su intervencionismo exterior y a su colaboración con el narcotráfico internacional. También rechazó los consejos planteados por Gorbachov. Con terquedad se atrincheró en el mito revolucionario. Era la única forma de mantener su monopolio personal de poder.

Fidel Castro alimentó el lenguaje, los símbolos y las viejas banderas de la izquierda tercermundista, señaló que el resto del planeta estaba equivocado y le dio nueva vida a su guerra santa antiimperialista. En medio de un diseño de regresión a una economía cada vez más controlada por el estado, el dictador creyó que su alianza con las empresas turísticas españolas, y el desarrollo de esa industria en Cuba, podría asegurarle un nivel de ingresos suficientes para la supervivencia de su régimen.

Apoyado de sus viejos guerrilleros, el líder se negó aplicar una emulsión civilizadora y atenuar en Cuba los problemas que debilitaron a la URSS y que provocaron su desintegración. Fidel Castro se concentró en superar la crisis provocada por fin del mercado socialista y de la subvención soviética. Este había sido la fuente inagotable de recursos que le permitió al régimen mostrar logros y mantener un nivel de vida en Cuba que no correspondía a su ineficiente economía.

Comenzó en la isla lo que se conoció como el “periodo especial”, en el cual los índices económicos cubanos descendieron sustancialmente. Todavía no se han podido recuperar.


Continuará

Última actualización el Jueves, 11 de Noviembre de 2010 16:46
 
Elías Biscet y Armando Sosa, a su manera PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Sábado, 06 de Noviembre de 2010 13:45

Por PEDRO CORZO

El proceso por la democratización de Cuba ha sido largo, cruento y no exento de paradojas. Se han usado en estas cinco décadas diversas estrategias y propuestas que diferentes individuos han encarnado, por lo que cuando se mencionan, ya sea en una conversación, en la meditación solitaria o en la discusión más ardiente, la persona evocada representa una manera de actuar que le identifica, pero también sintetiza una conducta que es común a todos esos hombres que fueron capaces de ``tener en sí el decoro de muchos''.

Tal situación se presenta cuando se alude a Oscar Elías Biscet y Armando Sosa Fortuny. Dos generaciones diferentes, experiencias distintas, estrategias de luchas cruzadas, pero ambos de firmes convicciones que les ha conducido a la cárcel y a arriesgar la vida en numerosas ocasiones.

La falta de decoro ha descarriado vasta y profundamente la nación. El fanatismo primero y la miseria crónica después, sacaron a relucir lo más sórdido de incontables personas. La vileza ha sido la mayor cosecha del castrismo. El garrote, muchas veces, y la zanahoria unas pocas, impusieron la doble moral. Se doblegaron espíritus y se compraron conciencias. Se instauró un régimen de fuerza que está cerca de agotar la nación y destruir la vida de la mayoría de los cubanos.
Sin embargo, en ese tremedal, aunque se aproxima a los 52 años, crecieron ciudadanos con todo lo que la palabra implica, como Oscar Elías Biscet y Orlando Zapata Tamayo.

Zapata Tamayo falleció en una huelga de hambre por defender las convicciones que tienen a Elías Biscet en prisión. Por ventura, al igual que ellos, otros jóvenes nacidos y educados bajo el totalitarismo han sido capaces de buscar la ruta de la libertad y el derecho.

Oscar Elías Biscet nació en 1961, dos años después del triunfo de la revolución. A los 24 años se gradúo de médico, lo que no impidió que los represores le convirtieran en objetivo de sus depredaciones.

En 1997 creó la Fundación Lawton de Derechos Humanos. Promovió la defensa del derecho a la vida y condenó el aborto. Practicó la desobediencia civil y en 1998 hizo pública una carta en la que denunciaba el sistema de salud cubano por cometer genocidio. Por esta misiva y sus actividades, fue expulsado del centro médico en el que laboraba.

Fue uno de los organizadores del emblemático ayuno de Tamarindo 34. Después de este acto cívico que se extendió por 40 días, fue detenido 26 veces en un lapso de 18 meses, hasta ser arrestado y condenado a tres años de prisión.
La cárcel fue el crisol donde se fundieron sus mejores virtudes. Al salir de la prisión, prosiguió la lucha. De nuevo fue apresado y condenado, en esta ocasión a 25 años. Por su rebeldía y su defensa de los derechos de los demás presos ha sido confinado en celdas tapiadas, recluido en calabozos soterrados y encerrado junto a presos comunes. La maldad no le ha hecho claudicar.
A pesar de los muchos maltratos y abusos que ha sufrido Elías Biscet es un defensor de la No Violencia. Es un ferviente creyente y se ha declarado seguidor de los pensamientos y normas de lucha de Mahatma Gandhi y Martin Luther King.

Armando Sosa Fortuny llevaba dos años presos cuando Elías Biscet nació. Había desembarcado en octubre de 1960 para derrocar el régimen. Uno de sus compañeros murió en combate, diez fueron fusilados, entre ellos tres norteamericanos. Salió de la cárcel 18 años después y partió para el exilio.

En el año 1994, cuando al joven médico Biscet las autoridades cubanas le iniciaban un expediente por peligrosidad, Sosa Fortuny desembarcaba una vez más en las playas cubanas con las armas en la mano para continuar la lucha que había iniciado 34 años antes. Otra vez fue apresado y en esta ocasión sentenciado a 30 años de cárcel.

Cincuenta y dos años después, dos hombres que tal vez no se conozcan, que no comparten estrategias, están en prisión por enfrentar una dictadura. Tal vez nunca sean amigos, es posible que el número de sus diferencias sean mayores que las coincidencias, pero ambos comparten conceptos que se oponen al totalitarismo, cada uno a su manera honra sus convicciones y cohabitan en el estrecho espacio de libertad que se han creado en sus celdas.

 
OBAMA, LA CRISIS ECONÓMICA Y LA REFORMA DE LA SALUD PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Sábado, 06 de Noviembre de 2010 10:04

 

Por JORGE HERNÁNDEZ FONSECA

 

Cuando Barack Obama, en Diciembre de 2008 --ya presidente electo de Estados Unidos-- proclamó sus prioridades como futuro presidente (eran muy pocas tareas, cuatro o cinco a lo sumo) había dos de ellas que, para un observador de la realidad norteamericana desde Brasil, resultaban un poco extrañas, a partir de la constatación de una crisis económica en EUA de proporciones astronómicas: la reforma del sistema de salud norteamericano y el incentivo al uso energías renovables. Esta última tenía cierta explicación, si se entiende que los altos precios del petróleo extranjero hubieran sido parcialmente culpados por la mega crisis presente.

 

Claro que estos 2 puntos enumerados en aquel entonces por Obama revisten una importancia fundamental para cualquier nación. Sólo que Obama fue electo en medio de una crisis económica, doméstica y financiera de la que no se tiene precedentes desde inicios del siglo XX y la lógica simple indicaba que la principal tarea era resolver la crisis de manera perentoria.

 

Petróleo a 150 dólares el barril hace estallar cualquier economía y claramente que había que tomar medidas inmediatas, además lógicamente de iniciar un camino de desarrollar fuetes alternativas de energía, pero sólo con un efecto a medio y largo plazo. En aquel momento, las prioridades tenían que ser el corto plazo, con las familias norteamericana perdiendo sus casas. El gobierno anterior --de George Bush-- había hecho aprobar un apoyo financiero a la banca de cifras astronómicas, ayuda complementada por Obama al llegar a la Casa Blanca, deteniendo del desastre bancario y el alguna que otra gran empresa automotriz, entre las principales.

 

No obstante lo importante de la salud del sistema bancario y de las grandes empresas, los reflejos de estos problemas en la población que había elegido a Obama para resolver la crisis (los que perdían sus residencias por el accionamiento de hipotecas) no tuvieron una solución “social”, que hubiera sido deseada entonces por decenas de miles de familias estadounidenses, que vieron como ejecutivos bancarios, que los habían engañado antes, continuaban disfrutando de “primas” y privilegios, independientemente de haber (ellos) quebrado a todo el país.

 

Después de haber hecho aprobar la ayuda millonaria a los bancos, los intereses presidenciales se focalizaron en la reforma del sistema de salud, mientas miles de familias norteamericanas perdían sus casas y sus trabajos, terreno de acciones que Obama simplemente abandonó.

 

Los intereses de la gran mayoría de norteamericanos entonces eran la pérdida de sus casas y la ausencia de puestos de trabajo, muy lejos de la prioridad presidencial. Tiene que haber habido una discusión de prioridades en el seno del equipo presidencial y es evidente que alguno de sus miembros hubiera enfocado la cuestión de la manera que lo hacemos en esta. Sin embargo, alguna otra razón forzó el consenso, desviando la atención prioritaria hacia la reforma de la salud. Hay que decir que esta reforma era de interés personal de Obama, aunque no era de la mayoría de los estadounidenses atrapados en una espiral económica y residencial.

 

Conjeturando, podemos decir que una alternativa entonces hubiera podido ser el argumento siguiente, expresado en el seno del equipo presidencial: la reforma del sistema de salud pudiera adelantarse y ser resuelto en los primeros dos años del gobierno Obama, cuando contaba con mayoría en ambas casas legislativas (después sería una incógnita) para concentrase los últimos dos años en la solución de los problemas económicos y de las residencias perdidas, a lo cual el partido republicano, aunque ganara la mayoría (como lo acaba de hacer) no debería oponerse por razones obvias y le garantizaría un segundo mandato por mejora de la economía.

 

Este razonamiento sin embargo choca con una realidad palpable: dos de los más importantes asesores de Obama (y que por tanto estuvieron envueltos en las decisiones que analizamos antes) renunciaron a sus altos cargos en el Gabinete presidencial antes de la debacle de las elecciones legislativas del martes 2 de Noviembre, lo que indica que algo de lo acordado al inicio --y ejecutado en estos dos años-- no se hizo precisamente como se debería haber hecho.

 

¿Habrían estado los funcionarios renunciantes en contra de jerarquizar de inicio la reforma del sistema de salud y ahora, comprendiendo el error en la toma de decisiones quisieron dejar claro su descontento con Obama? Sólo lo sabremos en el futuro, si alguno de ellos se decide a escribir algo al respecto, después de su paso por la Casa Blanca, escrito como memorias.

 

El día después de reconocer su derrota en el Capitolio, Obama inició una ofensiva internacional saturando de dólares el mercado mundial, (dólares obtenidos sin contrapartida de ningún tipo, solamente “echando a andar la maquinita”). EUA se queja de que China no pone su moneda a flotar, vinculándola al dólar en una paridad fija, lo que le da a China fuertes ventajas competitivas. La solución de Obama ha sido inundar de dólares el mercado, para provocar una devaluación de su moneda y ganar competitividad en aquellos países que sí utilizan el mecanismo de moneda flotante, lo que Brasil ha clasificado como una “guerra de monedas”.

 

La estrategia de Obama es devaluar el dólar frente a Europa, Brasil y otros países, para de esa manera intentar vender en esos mercados productos norteamericanos de manera ventajosa (y aumentar el empleo dentro de EUA). Esta guerra de monedas provocará el proteccionismo comercial, ya que los países ven en esta estrategia de EUA la voluntad de tratar de difundir su crisis entre muchos países, para que cada cual pague una parte de lo que ahora sufre EUA.

 

De manera que, el inicio de la solución de los problemas económicos muy probablemente provocará una guerra comercial y aumentará el proteccionismo, alargando el final de la crisis, lo que dudosamente dará tiempo a Obama de resolver el problema del empleo en poco tiempo.

 

Un problema de prioridades invertidas, en medio de una crisis de grandes proporciones al inicio de su gobierno, le ha ocasionado a Obama una derrota histórica, que seguramente le hará pagar un alto precio en su segundo período de dos años al frente de la Casa Blanca. Los altos asesores del presidente que renunciaron tendrán un óptica mejor de esas consecuencias.

5 de Noviembre de 2010

 

 

Artículos de este autor pueden ser consultados en http://www.cubalibredigital.com

 

 
Deng Xiaoping Castro (IV) PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Viernes, 05 de Noviembre de 2010 17:25

Por HUBER MATOS ARALUCE

Cuando Deng Xiaoping trazó el rumbo de la China post-maoísta los resultados económicos se convirtieron en el criterio del nuevo modelo.  Era la sentencia de muerte de la economía estatizada.  Con el planteamiento de que no importaba el color del gato si este cazaba ratones Deng abrió las  puertas a la empresa privada. El mundo capitalista correspondió con un impresionante nivel de inversión y transferencia tecnológica.

 

También Cuba tiene que hacer un gran esfuerzo para salir del atraso inducido por  medio siglo de totalitarismo. En este sentido el fracaso de Raúl Castro es evidente.  Ni aun sus socios políticos han estado dispuestos a financiarlo. No parecen confiar en su capacidad para la tarea.

 

El gobierno en Cuba  no puede contar  ni con China ni con Rusia para ese proyecto. El Brasil de Lula ha sido igualmente cuidadoso. Chávez, que sí es lo suficientemente ignorante para apoyarlo, está empantanado en su propia crisis. La Unión Europea condiciona un acercamiento político y comercial a una transición democrática en Cuba.

 

Ante esa situación Raúl piensa que la alternativa es convertir al gobierno de Obama en una especie de aliado.  La eliminación de las restricciones para que los ciudadanos estadounidenses puedan viajar a Cuba sería el primer paso al que aspiran, el segundo es el levantamiento del embargo.

 

Raúl Castro cree que, con la cooperación de la izquierda procastrista de EU y cabildeando a empresas de ese país,  puede convencer al gobierno demócrata de que levante el embargo sin negociar una transición democrática en Cuba.  El truco, aunque posible, no deja de ser descabellado.

 

El hermano menor de Fidel parece haber interpretado a su beneficio las señales del gobierno de Obama que, en su interés por llegar a un acuerdo con el gobierno en Cuba, parecía estar dispuesto a una solución rápida.  Hasta ahora no ha sido así. (Ver los cinco capítulos de “Cuba en el limbo y el error de Obama.”)

 

El resultado es que en lugar de un sincero intercambio, como quería los Estados Unidos, la política raulista hacia Washington se convirtió en una estrategia de ardides, propios de la Guerra Fría cuando gracias a la subvención soviética existían otras condiciones económicas en Cuba.

 

Así, en lugar de reformas reales e integrales como las que se llevaron a cabo en China, en Cuba se anuncian cambios en términos confusos y los empeoran con una ejecución contradictoria y disparatada.

 

Al legalizar las pequeñas actividades privadas de ciudadanos cubanos, el régimen está aceptando un hecho consumado.  Imponiéndoles impuestos completamente desproporcionados, el Estado  convierte a los pequeños empresarios en esclavos por cuenta propia. Antes tenían que pagar prebendas a la policía por la ilegalidad de sus actividades, ahora tendrán que hacer lo mismo por evadir el pago de impuestos.

 

De los casi cinco millones de empleados que “trabajan” para el Estado –más del  80% de la población laboral del país - la decisión ha sido despedir en forma inmediata a medio millón del millón que dicen tienen en exceso.   La otra mitad sigue detrás.  Si pasan hambre o no, a este estado “socialista” no le importa.

 

En el campo político la acción ha sido poco inteligente.  Arrestan a un ciudadano estadounidense  en Cuba –Alan Gross– y lo usan como rehén. A la deportación de presos políticos le llaman liberación negociada con la Iglesia Católica.  En resumen, no hay una verdadera voluntad de rectificación.

 

En esta serie de cuatro breves artículos hemos demostrado que Raúl Castro no ha tenido la competencia para manejar su sucesión como mucha gente esperaba.  Achacar su fracaso a las interferencias de Fidel es una excusa en lugar de una explicación plausible.

 

Deng Xiaoping aprovechó su liderazgo para hacer cambios que han transformando a China y a la geopolítica del planeta.  Pudo lograrlo en un país mucho más complejo que Cuba gracias a su visión,  a sus condiciones personales y a su credibilidad entre los miembros de  la nomenclatura y entre sus compatriotas.

 

Raúl Castro en lugar de facilitador es un obstáculo para la construcción de la Nueva República. Nadie cree en él y no tiene capacidad para un reto al que teme.  Raúl es parte del pasado, no del futuro de Cuba.

 
Dinastías comunistas PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Lunes, 25 de Octubre de 2010 10:53

Por CARLOS ALBERTO MONTANER

El fundador de la dinastía comunista norcoreana fue Kim Il-sung. Con la ayuda de la URSS, ocupó el poder en 1948, tras la segunda guerra mundial, hasta su muerte en 1994, a los 82 años. Con bastante sentido de la realidad, el parlamento de su país lo llamaba ``Presidente eterno''. En ese largo periodo hizo lo que le dio la gana con Corea del Norte, incluida la invasión a Corea del Sur, que le costó a la península cientos de miles de muertos y una devastación infernal. Como parte del culto a la personalidad de que fue objeto, toda silla en la que colocaba sus egregias nalgas pasaba a formar parte de un museo que llevaba su nombre.

Antes de morir, Kim Il-sung tuvo la cortesía de dejar entronizado a su hijo Kim Jong-il, el ``Querido Líder'' de los norcoreanos, a quien le enseñó todos los secretos del poder, menos cómo peinarse. El ejército norcoreano, que es la institución más poderosa del país, aceptó al nuevo amo y señor y, desde mediados de la década de los noventa hasta hoy, este enigmático personaje, que parece una caricatura de sí mismo, ha gobernado a sus compatriotas con mano de hierro, al extremo de contemplar, impasible, cómo dos millones de personas morían de hambre por culpa de sus estúpidas ideas colectivistas.

Como reporta la prensa, Kim Jong-il está gravemente enfermo y prepara a su hijo Kim Jong-un como su sucesor. Este es un joven gordo y sonriente, con algo glúteo en el rostro, al que ya han hecho general. Según los testimonios de algunos desertores, la razón por la que ha sido elegido es porque el muchacho, de 26 años, piensa y se comporta exactamente como su padre. (Dios o Confucio los coja confesados).

Hasta ahí la historia conocida. Lo interesante es preguntarse qué futuro tienen las dinastías comunistas, ahora que Raúl Castro, anciano de 79 años, heredero de Fidel (84), probablemente planea dejar a su hijo Alejandro Castro Espín al frente del manicomio cubano tan pronto como él, Raúl, decida morirse.

En todo caso, ¿por qué las estructuras políticas y las sociedades obedecen a unos herederos que carecen de la legitimidad histórica de sus padres? Hay tres factores que explican ese extraño fenómeno. El primero es la inercia. Varias generaciones han obedecido al líder y la veneración original se convierte en una mansa costumbre. La desaparición del caudillo no implica la desaparición de la costumbre de aplaudirlo, aunque sea simbólicamente, por medio de su descendiente.

El segundo elemento es el miedo. Estos caudillos, más que queridos, son temidos, dada la infinita capacidad de hacer daño que poseen y utilizan arbitrariamente. Los herederos de los caudillos reciben, también, los instrumentos del terror forjados por sus padres. En Haití, en el siglo pasado, Francois Duvalier, ``Papa Doc'', controló a sangre y fuego a sus compatriotas mediante los temibles ton ton macoutes. En 1971, cuando el viejo Duvalier murió, su hijo Jean-Claude, de apenas 19 años, pese a ser medio idiota, sujetó el poder hasta 1986 a base de palos y calabozo.

El tercer factor es la conveniencia de la clase dominante, ese anillo de poder que rodea al caudillo y que teme perder sus privilegios y hasta la vida misma si sobreviene un cambio radical. Ante esa posibilidad, sus operadores más prominentes optan por respaldar al heredero, aunque lo consideren un inepto. Sin embargo, el mecanismo es tan artificial, tan falso e injustificable, que acaba por descarrilarse. A ``Baby Doc'' los militares, que habían sido sus cómplices, lo sacaron un día del poder y acabó exiliado en Francia.

e figuro que esa malsana relación de dependencia que los caudillos crean en sus subordinados se debilita con cada generación. Los fanáticos de Fidel ven a Raúl de otro modo y no pueden tomar en serio a Alejandro, el hijo de Raúl. Es muy posible que el último miembro de la dinastía fundada por Kim Il-sung sea su nieto Kim Jong-un. Las dinastías tradicionales se fundaban en un relato absurdo, pero legitimador: los monarcas y emperadores lo eran por la gracia de Dios. Por eso podían transmitirles el poder a sus descendientes. Los comunistas lo están intentando, pero ese truco está condenado a frustrarse.

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