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Artigos: Cuba
Obama, hoy Libia, mañana Cuba PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Martes, 29 de Marzo de 2011 21:40

Por HUBER MATOS ARALUCE

Detrás de cada decisión de un líder político hay generalmente una buena cantidad de sumas y restas. ¿Qué debo hacer? ¿Qué me conviene hacer? Este ha sido el caso del presidente Obama respecto a Libia. Un día podría serlo ante una revuelta popular en Cuba.


En el caso de Libia el presidente Obama ha tomado personalmente un riesgo considerable. Ha involucrado a los Estados Unidos en el conflicto. Las críticas ya llueven contra el presidente. Con una reelección a dos años, la decisión de Obama ha sido muy valiente.


En su gobierno había dos posiciones bien definidas: de un lado el Secretario de Defensa, Robert Gates, quien planteaba que en Libia los Estados Unidos no tenía un interés estratégico, que apoyar la rebelión podría desestabilizar la región aún más. Del otro estaban quienes insistían en que los Estados Unidos no podía permitir que un dictador asesinara indiscriminadamente a la población.


Este último grupo también tiene que haber argumentado la importancia y responsabilidad de la acción o inacción de parte de Washington. Abandonar a la juventud árabe en esta ola de cambio democratizador tendría sus consecuencias negativas a corto, mediano y largo plazo.


Obama tomó la decisión de participar a favor de los rebeldes libios. El riesgo no puede minimizarse. Aunque el 50% de los estadounidenses respalda su postura, nada más que el 43% del voto independiente en los Estados Unidos apoya su decisión. Este es el voto que decidirá la próxima elección. Lo que suceda en Libia en los próximos meses puede ser igualmente decisivo para el presidente.


La decisión de Obama establece un precedente. No es necesariamente una obligación para el gobierno de los Estados Unidos, pero tiene gran importancia. Si en Cuba en un momento determinado el pueblo se lanza a las calles y es reprimido violentamente, Washington podría limitarse a protestar o decidirse a defender a la población como ha hecho en Libia.


Que el gobierno de los Estados Unidos actué militarmente para proteger a los cubanos dependerá de las circunstancias. Entre éstas, que a la tiranía le sea imposible acabar con las protestas rápidamente.


La reacción del exilio cubano en las calles de Miami y otras ciudades importantes de los Estados Unidos será crítica. La acción de los congresistas cubanoamericanos será igualmente decisiva. El régimen castrista no pasa por alto este escenario; han tomado y tomarán medidas para evitarlo.


Los cubanos debemos valorar y apoyar la decisión que ha tomado el presidente Obama respecto a Libia. Es moralmente correcta. Representa una ayuda decisiva a la juventud árabe en su lucha por la democracia y compromete a los Estados Unidos en una solidaridad activa con los pueblos que decidan

 
Desde el agradecimiento PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Viernes, 25 de Marzo de 2011 10:39

Por YONAI SÁNCHEZ

De haber contratado una agencia de promoción o un ágil publicista que difundiera la labor de los bloggers alternativos, probablemente no habríamos logrado un reconocimiento tan amplio de nuestra existencia –hacia el interior de Cuba– como el alcanzado gracias al programa sobre la “Ciberguerra”, proyectado el lunes pasado en la tele oficial. El resultado palpable es que mi teléfono no para, me he quedado afónica de tanto hablar con la gente que viene a mostrarme su solidaridad y mis gafas de sol –grandotas como ojos de lechuza– no son ya suficiente camuflaje para pasar inadvertida en mi ciudad. Cada pocos metros, la gente se me acerca en la calle, me brinda sus palabras de ánimo y hasta abrazos apretados, de esos que cortan la respiración.

portada-vocescubanas-en-tv

¿Qué está ocurriendo en esta Isla, que los “lapidados” por insultos oficiales se han vuelto tan atrayentes? ¿Dónde han quedado aquellos tiempos en que un agravio en los medios estatales representaba años y años de ostracismo y satanización? ¿Cuándo fue que se disolvió la ira espontánea contra los calumniados, el puño sincero sobre el rostro del estigmatizado? Juro que no estaba preparada para esto. Me imaginé que 24 horas después de la sarta de mentiras dichas en ese émulo de Big Brother todos se apartarían, mirarían hacia la telaraña en la pared cuando yo pasara. Sin embargo, ha resultado tan diferente: el guiño cómplice, la palmada en el hombro, el orgullo de los vecinos que se sorprenden porque cierta callada y enclenque mujercita, que vive en el piso catorce, parece ser el enemigo público número uno –al menos durante esta semana– hasta que aparezca el próximo lapidado.

Y no soy la única. Casi todos los otros bloggers que salieron en imagen y nombre en la “telenovela del MININT” están pasando por situaciones similares. Vendedores del mercado agrícola que les regalan una fruta al pasar y conductores de taxis colectivos que les dicen: “usted no paga hoy señor, va por la casa”. Si los guionistas de ese tribunal televisivo hubieran calculado semejante respuesta a nivel popular, creo que se habrían abstenido de sacar nuestros rostros en la tele. Pero ya es tarde. La palabra “blog” está ahora irremediablemente ligada a nuestras caras, pegada a nuestra piel, asociada con nuestros gestos, atada a las inquietudes populares y se ha vuelto sinónimo de esa zona prohibida de la realidad que es cada día más magnética y más admirada.

 
¿Qué pasó con el Centro de Estudios sobre América? PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Jueves, 24 de Marzo de 2011 19:00

Por Haroldo Dilla Alfonso, Santo Domingo | 24/03/2011

A pesar de que el tema ha sido tratado muchas veces —hay dos libros referidos a ello, escritos por el italiano Mauricio Giuliano y por los cubanos Gerardo González y Alberto Álvarez— creo que vale la pena razonar un poco sobre lo que significó el dramático final del Centro de Estudios sobre América (CEA) en 1996.

partidista

En estos días se cumplen 15 años de aquel acto represivo y con ello del final del que era el centro de investigaciones sociales más audaz y competente que ha existido en Cuba, al menos, desde 1959. El CEA pertenecía al Partido Comunista, estaba protegido por Manuel Piñeiro y durante mucho tiempo hizo disciplinadamente su tarea de investigar sobre América latina y Estados Unidos, e intercambiar con la academia hemisférica. Los investigadores preparaban informes sobre los países que estudiaban —subproductos de artículos y libros que realmente se producían y publicaban— y estos eran leídos por los funcionarios a cargo, generalmente con poco interés. Se organizaban eventos académicos donde el Departamento América (DA) siempre introducía a algún invitado de interés propio, entre otros muchos de mayor interés académico pero de menores atractivos políticos. Y en algún momento podía suceder que se encargara a algún investigador confeccionar algún informe o documento para ser consumido por la dirigencia cubana.

Cuando un investigador era requerido por un tiempo largo para alguna actividad propia del DA, regularmente se le separaba de la institución. En este sentido Manuel Piñeiro tuvo la habilidad de mantener el perfil académico de la institución alejado tanto de sus propios trajines como de los diligentes muchachos de Línea y A, respecto a los cuales existía una prohibición absoluta de hacer cualquier contacto profesional. Otro cuidado que tuvo fue evitar la relación con la academia del bloque Este-europeo, no solo por las implicaciones políticas que ello tenía, sino también porque la única manera de establecer una relación estable con la academia latinoamericana era prescindir de abrazo de los hermanos soviéticos. Un cuidado político muy pragmático, pero que tuvo la virtud de no contaminar a los jóvenes investigadores de la institución con los dogmas marxistas leninistas.

Aunque desde su perfil original el CEA logró importantes contactos con la academia continental, su real relevancia se produjo desde 1986, cuando algunos investigadores tomaron en serio la invitación de Fidel Castro a pensar y debatir sobre el futuro cubano en el marco de la llamada Rectificación.

A partir de ese momento se intensificaron los estudios sobre Cuba y su revista Cuadernos de Nuestra América comenzó a reflejar esta nueva perspectiva que reclamaba una reforma económica orientada hacia la descentralización y el mercado, pero dirigida a conseguir una economía eficiente dentro de un sistema de signo socialista, una ampliación de los espacios democráticos dentro del sistema político, una mayor descentralización política y administrativa, un sistema electoral competitivo y en general una mayor autonomía social. El CEA organizaba eventos con una altura de debate inusual en el país, y de los cuales brotaron libros que aún son recordados, participaba en comisiones técnicas estatales, se relacionaba con movimientos comunitarios emergentes y con dirigentes municipales y cuando sus miembros eran invitados a impartir conferencias en foros universitarios, regularmente los salones resultaban insuficientes para albergar a todos los oyentes. Finalmente, muchos altos funcionarios —recuerdo ahora a Roberto Robaina, Pedro Ross, Armando Hart, Abel Prieto, José Ramón Balaguer y Ricardo Alarcón— visitaban el centro y se daban allí su ducha de flexibilidad en una época en que ser flexible era políticamente sexy.

Y por supuesto que había un precio que pagar por tener la oportunidad de producir estas propuestas, debatirlas al interior de la sociedad y publicarlas. Ese precio era aceptar tres límites muy precisos, traspasar los cuales era hundirse en el limbo de la invisibilidad: el monopartidismo, el liderazgo de Fidel Castro y un posicionamiento fuerte frente a Estados Unidos. Es posible que algunos de los investigadores consideraran que eran límites saludables. Otros debieron creer que era un precio desagradable pero menor. Pero creo que todos estábamos convencidos que lo importante era aprovechar el magro espacio de acción para contribuir a crear una opinión pública, incidir en los sectores intelectuales, funcionarios y activistas sociales, y con todo ello, hacer avanzar a la sociedad y a la política.

También supimos aprovechar otra ventaja: la inclusión en la estructura del PCC. Nos protegía de los enemigos íntimos, al mismo tiempo que nos daba un espacio de acción que ocupamos con el beneplácito de quienes disfrutaban oyéndonos decir lo que ellos hubieran querido decir. Pero ya en los 90 se trataba de un espejismo, y en verdad el CEA sobrevivió gracias al estupor de la clase política ante la inmensa crisis de los 90 que ella misma había creado. No había una política aperturista, sino una suerte de tolerancia por omisión de políticas, y por eso nada era seguro. No éramos orgánicos a nadie, y por cuatro años —desde la destitución de Piñeiro— tampoco teníamos padrinos. En 1992 Carlos Aldana intentó disolver la institución. Pero embriagado de narcisismo político, quiso hacerlo con elegancia y para ello organizó varias reuniones empalagosas en las que nos revelaba cómo era el mundo y porqué lo estábamos explicando mal. Hasta que súbitamente fue defenestrado, lo que nos salvó la vida por cuatro años, los mejores cuatro años. Y así sucedía que al inicio de cada año vivíamos varias semanas de sospechas de que algo definitivo se tramaba.

Los temores se incrementaron tras el discurso de Fidel Castro en julio de 1995, en que claramente anunciaba el final de la tenue reforma y de los ecos aperturistas debilitados del IV Congreso del PCC. Todos hicimos las maletas, hasta que en febrero de 1996 recibimos una carta de José Ramón Balaguer felicitando al CEA en nombre de la dirección partidista por su meritorio trabajo científico y aprobando casi todos los proyectos propuestos para 1996.

La alegría solo duró unos días. El 9 de marzo, el mismo día en que culminamos un intenso taller sobre cómo transformar el cuentapropismo de pura sobrevivencia a espacios autónomos de economía popular, conocimos la prohibición de toda investigación, meditación y publicación sobre Cuba en el CEA, y el nombramiento como director de un funcionario de cuarta categoría, pero con aspiraciones académicas y que había logrado sobrevivir a la defenestración de Carlos Aldana —su antiguo jefe— gracias a su insignificancia.

Nuevamente comenzamos a hacer las maletas, pero otra vez por poco tiempo. El día 27 de marzo, sin previo aviso, Raúl Castro, en su rol habitual de Doberman del sistema, leyó por televisión un informe del V Pleno del CC del PCC en que se calificaba al CEA de quinta columna del imperialismo al servicio de la CIA. Súbitamente se cerraron todas las puertas políticas, y los mismos dirigentes que se habían solazado con los trabajos del CEA, se sumaron a la represión o simplemente hicieron un persistente silencio. Aunque obtuvimos algunos apoyos personales de cubanos y de extranjeros, y de instituciones de la cooperación internacional y académicas (vitales para frenar la represión), en el plano interno quedamos aislados.

Creo que en lo que sucedió entonces —y no en sus lúcidas investigaciones— ha residido el principal mensaje que el CEA legó a la intelectualidad cubana: era posible resistir y contrarrestar la ofensiva de la burocracia partidista. Durante varios meses todos los investigadores y trabajadores del CEA resistieron las presiones/amenazas para que produjéramos una “autocrítica” que reconociera “los errores cometidos”. El consejo de dirección, del cual fui parte, sostuvo varias reuniones con funcionarios del Departamento Ideológico del PCC —dirigido por un coronel de la inteligencia militar que parecía extraído de un laboratorio de Lombroso— y con el miembro del Buró Político Balaguer. Una a una fueron desarmadas las acusaciones sin fundamentos que nos remitían, y una y otra vez volvían a repetir las mismas calumnias con la impunidad abusiva del poder absoluto. Como penúltimo paso ensayaron reuniones individuales con cada miembro de la institución, en las que nadie cedió a las presiones. Finalmente se realizó una reunión con todos los trabajadores de la institución, investigadores o no, en la que se pidió a cada uno que hablara y diera su opinión. Nuevamente nadie cedió.

Tampoco cedimos cuando Raúl Castro envió un mensaje donde pedía disculpas y solicitaba toda la colaboración para solucionar el caso. Nuestra respuesta fue que si la acusación había sido pública, la única disculpa aceptable tenía que ser pública.

En las conclusiones del caso los burócratas del CC del PCC se limitaron a leer el mismo informe que habían presentado el primer día y que había sido desmontado muchas veces por los participantes en las reuniones, agregando solo una oración que reconocía que el CEA había conseguido “algunos logros académicos”. Luego el CEA fue desmantelado y en su lugar se armó una institución con el mismo nombre, pero sin ningún brillo, que finalmente ha sucumbido a la “actualización del modelo” económico. También fueron desmanteladas otras instituciones de la emergente y peculiar sociedad civil cubana, como fue el caso de Habitat-Cuba, pero en estos casos los represores tuvieron especial cuidado en hacerlo con guantes de seda. También el debate académico fue reprimido, pero no pudo ser llevado a los extremos indigentes de los 80.

Los ex miembros del CEA han seguido exitosas carreras profesionales en otros lugares, de acuerdo con sus motivaciones y talentos, unos en Cuba y otros en el extranjero, unos en importantes organismos internacionales y otros emigrados/ desterrados. Algunos han abandonado la actividad académica y otros insisten en ella, tratando de hacer las cosas lo mejor posible de acuerdo con las convicciones y prioridades personales. Creo que a todos nos tocó un pedacito de historia y entonces lo hicimos bien.

Una sola persona ya no está entre nosotros: Hugo Azcuy. Murió en los primeros días de aquel trágico proceso, de un infarto en un corazón enfermo que soportaba por tercera vez en su vida un proceso represivo por el ejercicio de pensar libremente y decir lo que se piensa. En 1970 fue parte de Pensamiento Crítico, desarbolado también por el actual general/presidente, y unos años después fue separado de su posición de profesor en la UH por sus opiniones críticas. Dícese que su delator —un jurista que luego posó de librepensador hasta su muerte reciente— se arrodilló frente a él y le pidió perdón. Si es cierto, habla bien del delator si fuera posible hacerlo en alguna circunstancia. La gavilla de agentes represores que condujeron a la muerte de Hugo debe hacer lo mismo. Raúl Castro debe hacer lo mismo.

A nosotros solo nos toca continuar exigiéndolo.

 

 
El precio de la represión PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Domingo, 20 de Marzo de 2011 13:44

Por HUBER MATOS ARALUCE

Cuando el régimen castrista arrestó a 75 disidentes en el 2003 no imaginó las consecuencias de esos arrestos.   Mucho menos el precio que  tendría que pagar por las condenas arbitrarias a que fueron sentenciados este grupo de opositores pacíficos.

 

Han pasado ocho años de aquellos momentos dramáticos y dolorosos para los presos y sus familiares.  Algunos, por cierto, realmente desgarradores.   Pero el saldo final es negativo para la dictadura.

 

Una vez más la oposición ha triunfado.  En la primavera de 2003, todavía no se conocía en el mundo cuán extenso era el movimiento disidente en la isla.  Aquel arresto múltiple se transformó en un dedo acusador.

 

La careta “revolucionaria” de la tiranía se encogió un poco más y el  rostro grotesco del “castrismo” se perfiló con claridad.   Con cada año de aquellas condenas injustas e inaceptables se hizo más difícil en el exterior defender los “logros de la revolución”.

 

Ellos estaban presos y la tiranía en el poder, pero era un combate que el régimen perdía con el tiempo.   De víctimas aparentemente neutralizadas,  los 75 condenados convirtieron sus celdas en trincheras de lucha.  Ni se rindieron ni desertaron.

 

Muy lejos de haberle dado un golpe mortal al movimiento disidente, el castrismo tuvo que seguir enfrentando a la oposición.  Nuevos luchadores ocuparon el lugar de los detenidos. La oposición democrática cubana volvió a tomar fuerzas.

 

Si por años los pelotones de fusilamiento no habían podido  apagar  el amor a la libertad, ejecutando a miles de cubanos que denunciaron al comunismo como un fracaso y una injusticia, la Primavera Negra de 2003 tampoco pudo lograrlo.

 

El asesinato del mártir Orlando Zapata y los acontecimientos que su muerte desataron, obligaron al régimen a intentar lavarse el rostro que la comunidad internacional y una buena parte del mundo había finalmente descubierto.

 

En una jugada, falta de imaginación y experiencia, los Castro creyeron que soltando a los presos del grupo de los 75 que todavía estaban en prisión y deportándolos a España, mejorarían su imagen internacional.

 

Creyeron que la presencia en España de los presos liberados le daría fuerza a su socio, el gobierno español, para que éste tuviera posibilidades de éxito en sus fracasados intentos de modificar la exigente posición de la Unión Europea respecto al régimen de La Habana.  Fracasaron.

 

En España, los ex presos relataron ante una audiencia internacional las injusticias y los horrores de su prisión.  Denunciaron los atropellos del régimen a la población y a la oposición.   Pidieron a la Unión Europea que no flexibilizara su política conocida como Posición Común hacia la tiranía.

 

En España  ganaron  la batalla que comenzaron contra la dictadura el día de sus arrestos en 2003.   Triunfaron en el lugar y en el momento más crítico para la tiranía.

 

El precio humano ha sido terrible; ellos y sus familiares lo han pagado con estoicismo.  Todavía en ese destierro forzado por la tiranía y ante la insensibilidad y falta de cumplimiento de los compromisos del gobierno español,  siguen pasando dificultades que no merecen.

 

Estos compatriotas han escrito páginas inolvidables en la historia de Cuba.   Son motivo de orgullo para nosotros y un estímulo a las futuras generaciones de cubanos.   No capitularon.   Tienen derecho a  decir: “Nosotros somos espuela, látigo, realidad, vigía, consuelo. Nosotros unimos lo que otros dividen. Nosotros no morimos. ¡Nosotros somos las reservas de la patria!” *

 

* Final del discurso en conmemoración del 10 de Octubre de 1868, en el Masonic Temple, Nueva York, 10 de octubre de 1888 [No dice de quien es el discurso....]

 

 

 
PEQUEÑA SERENATA NOCTURNA PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Domingo, 20 de Marzo de 2011 12:54

Por José Antonio Gutiérrez Caballero

 

(De un poeta exiliado cubano a un furibundo y malgastado trovador burgués)

 

Malgastado trovador, Silvio --El Lejano--, nos topamos y conversamos más de una vez, en la sitiada y citada isla de Cuba, por nuestro amigo mutuo, el cantante Augusto Blanca, pero la primera presentación ocurrió, entrada la década de los ochenta, mientras éste preparaba su disco Puñado de semillas, un tiempo después de haber tenido tú un concierto, en el Teatro Carlos Marx, donde te indispusiste, con algunos espectadores, quienes, mientras cantabas la “Canción del Pequeño Burgués”, te gritaron: “Silvio, predica con el ejemplo”, y tú montaste en cólera, lanzando un vaso de ron, que tenías bien cerca de tu amargo corazón, y dejaste de cantar, diciendo algunas groserías e improperios al público presente, que en verdad nunca lo mereció.

Algo parecido te ocurrió hace unos años, pero en aquel caso, sucedió como en un castillo de naipes. El cubano de a pie era quien arañaba y ensuciaba tu auto, dicho por ti mismo a nuestro amigo, e incluso, el Granma te solicitó pedir una disculpa al pueblo, y tuviste que retractarte públicamente, en una carta, que debe andar, por uno de los mohosos ejemplares de dicho diario, en la Biblioteca Nacional “José Martí”, si nuestra Polilla Cubana, no ha logrado desaparecerlo aún.

Incidentes casuales, que se vuelven causales, cuando apenas sabía yo, que el tiempo y las circunstancias nos distanciarían tanto, sin embargo, ahora estamos bien lejos, desde todos los puntos de vista, pero ello no me exonera de plantearte algunas censuras e ideas, sobre lo que vienes manifestando, en especial, cuando dijiste, va a hacer ya un año exactamente:

 

“Silvio Rodríguez: Preguntas de un trovador que sueña

Si el flautista de Hamelín partiera con todos nuestros hijos ¿comprenderíamos que se nos va el futuro?

Si ese futuro que se nos va supiera adónde lo lleva el flautista de Hamelín ¿partiría con él?”

En este proemio de tu poema, publicado el 30 de marzo del 2010, en el Blog Kaos en la Red (leído igualmente por ti, durante el Concierto por la Patria, del pasado 10 de abril), y en donde increpas a Carlos Alberto Montaner, expusiste tu soterrada alegoría del Flautista de Hamelín, con la Generación Peter Pan, que seguramente muchos jóvenes de la Cuba actual no conocen, como tampoco llegué a saberla yo, sino cuando salí de la isla, sin dejar “enterrado mi corazón”, que siempre ha sido libre, porque he bebido, en Martí, que la “Patria es Humanidad”, e incluso, para mí es mucho más que eso, por tanto, creo que “soy un puerto del paisaje, donde ataca el universo”.

 

LA PARABOLA DEL HORTELANO

De modo que el futuro nunca parte, si nosotros mismos no condicionamos nuestro presente, o lo hacemos posible, con certezas de otra índole, sin encantadores de serpientes, flautistas de Hamelín o La Habana…Qué más da el sitio, si luego de encandilar a las ratas, los Fidelistas-Raulistas la han emprendido con la infancia y la juventud, hace unas cuantas décadas sin cuenta, tras una doctrina, que nos cuesta aprehender, cuando crecemos y abrimos los ojos, como el archiconocido cuento popular de los gatitos comunistas.

Y yo podría hablarte igualmente de la parábola del Hortelano, que come, pero no nos deja comer (suficiente, quiero decir), de la Cárcel de Pandora, donde el cruel Cronos consumió antes a sus hijos, cual generaciones enteras de cubanos, mientras esperaban por el Zeus, que los devolviera a la vida, en medio de tanta incertidumbre y desesperación, cuando resulta que éste se nos aparece, con cara de Raulismo nepotista, en realidad, un perro peor que su amo hortelano, quien tampoco nos ha dado o dejado mucho de comer y componer.

Para fabular estamos los poetas y los trovadores, depende de cómo, por, para qué y para quién queramos cantar, porque hace un tiempo que me he percatado que ya no cantas para ti, para tu pueblo, sino que eres cuasi el perro de ese Hortelano, que también come y no nos da de comer, por eso, no sé si sabes que cuando dijiste “¿Zapata o Zapatero?”, yo entendí lo que quisiste decir…Y nosotros te respondemos, igualmente, con “Zapata Vive”, nuestra consigna plural, por estos días, porque el nombre de Orlando significa “la espada que representa a un país, o quien otorga gloria a su patria”.

Hasta tu propio hijo, Silvito (El Libre), es la respuesta más contundente a tu condena, pues sus textos no serán tan poéticos ni densos, como los tuyos, pero al ser directos, van al corazón de un pueblo, cuya mayor necesidad es ésa, que se ocupen de ellos, que los tomen en cuenta y les canten, con sus propias palabras y lamentos, sobre todo en este tiempo.

¿No has escuchado bien, o transcripto, la letra de la canción “Héroe”, de 2009, que interpreta Silvito, junto a Al2, de Los Aldeanos, en su propuesta de KbaYros (Caballeros)? Te propongo que lo hagas, leyéndolo entre líneas, por supuesto.

Con semejante discurso, de una generación que nos sucede a ambos, con creces, no habría que decir más, pues en sus palabras, ya está denunciado todo, mas como las diatribas y conciertos van y vienen, en este falso intercambio cultural, entre Cuba y los Estados Unidos, me parece que lo importante aquí es que los presos y huelguistas quedan en su lugar, mientras nosotros nos debatimos, como si hubiera demasiado tiempo, y ni siquiera existe ese “tempo” hipotético, para detenerlo todo, como en los cuentos de hadas, estilo Flautista de Hamelín, en que de un tirón llevas a las ratas, hasta un río o el mar, para que se ahoguen, a cambio de una cierta suma de dinero. Y luego, por venganza, llegas cualquier 23 de junio, tres días antes de que tenga lugar la verdadera historia del Flautista Cazador, a llevarte algunos sueños de infancia y juventud (nunca los míos), por unos míseros reales, que nuestras generaciones de Cuba jamás recibirán, ni un porcentaje ínfimo.

LOS VIVIDORES DE FAMELIN

Aquí no estamos hablando de remesas, ni de bloqueo. Sin y con embargo, eso es lucrar, amigo trovador, convertido en burgués socio-capitalista. Eso es aprovecharse de la nostalgia y la añoranza de aquellos que te siguen, aún después de todo lo que has manifestado acá, acullá, por éste, otros días o años.

Igualmente, al retomar los temas cubanos, te devuelves a una dicotomía, que consume a muchos intelectuales vividores de la isla, verdaderos “Raulistas de Famelín”, como tú, quienes no reconocen las monstruosidades de un sistema, que se está extinguiendo a sí mismo, y anda devorándolos a todos, por su necedad de no evolucionar, ni entregar el poder, para que se realicen elecciones libres y se constituya una verdadera transición a la democracia, con los derechos y libertades necesarios, en el marco de una independencia plena, revestida de principios y valores universales, con gente nueva y capaz, cuyos ejemplos son ya visibles dentro del país igualmente, aunque no reconozcan a esta pujante oposición interna.

Claro, ya la verdad no se puede tapar, con una canción protesta, menos con una trova de las de ahora, en una isla cárcel, que tiene más de una centena de cárceles, entre correccionales o prisiones de mayor y menor rigor, respectivamente, en donde se encuentran todavía recluidos una centena de seres humanos, tan sólo por oponerse al régimen opresivo y represivo de los Hermanos Castro, mientras ya han excarcelado a más de cincuenta prisioneros, con la condena de un destierro forzoso, noticia que no te puede causar ningún susto, dada tu condición de embajador del régimen y de una Asamblea Nacional, que sólo da de comer “ideologemas” al pueblo, en su inaguantable Mesa Redonda, cuando la cesta básica de alimentos no cubre los mercados, ni las barrigas populares.

Es que no tienen, Silvio --El Vivo--, ese futuro del que ahora tú hablas, por si se aparece de nuevo el Flautista de Hamelín, una parábola muy justa, en muchos sentidos, que se cumplió, en parte, cuando la oleada de los Peter Pan arribaba a Miami, siguiendo las pautas o los “sol-nidos” del padre Bryan Walsh, estratégica maniobra, coordinada entre el Gobierno Federal de los Estados Unidos, la Iglesia Católica y los cubanos exiliados, por la cual más de 14,000 niños fueron llevados, de Cuba a los Estados Unidos, durante los primeros años de esa Revolución de la que aún tú, nefasto Silvio –El Cuervo--, te vanaglorias.

UN LIDER QUE HACE PROMESAS IRRESPONSABLES

Por eso pienso, Silvio --El Listo--, que luego de haberte yo colocado el epíteto de El Raulista de Famelín, me he quedado corto, porque hubiera sido preferible aprovechar el término de Pied Piper, por cuanto, según asegura Martín Auza: “tanto en inglés como en alemán, también ha sido muy usado en sentido figurado, y presenta connotaciones antagónicas y a su vez ambiguas. Al igual que en la leyenda, en donde su personaje ambivalente puede ser visto como ángel o demonio, metafóricamente hablando, se le llama ‘Pied Piper’ a una persona que induce a los demás a imitar su ejemplo, un hombre persuasivo, un líder que hace promesas irresponsables”.

Realmente tú, Silvio --El Cuerdo--, luego de tantas diatribas y tribulaciones, en las que te hemos escuchado o visto participar, para mí has perdido la credibilidad suficiente, que me instan a creerte un falso profeta, el viejo cantautor de un régimen, que se está cayendo a “trovazos”, cercenador de la buena poesía y la espiritualidad de su pueblo, a quien no podemos seguir, ni como Flautista, ni como Raulista, pues en ambas historias hemos sido defraudados ampliamente, con una parábola que no se cierra ella misma, impidiéndonos llegar a su propio fin, negándose a morir, cuando esto sucedió hace ya tanto tiempo.

Es como el llamado “territorio minado”, del que hablan los historiadores mexicanos, e incluso tú, cuando mencionas lo de la socorrida “evolución”, preconizando algo que no es un veredicto en ti, ni un ultimátum para la Patria nuestra , sino el incipiente despertar de una conciencia colectiva, que se yergue magnífica, por entre los muros y barrotes de una isla, que dejará de ser cárcel, verdaderamente el día, en que todos cantemos “la libertad en una sola voz”, como ha dicho Mike Pourcel, el cercano trovador que nos acompaña, olvidado por ustedes, mientras canta a las “Damas del Cambio”, como parte de un exilio, alzado cual diáspora fecunda, por encima de dos orillas de un mismo mar, que antes nos devoraba, pero que ahora nos reúne, con su esperanza humana y salobre, para comenzar la única --definitiva-- libertad y democracia en Cuba Ya.

Agradecido, Silvio --El Viejo--, por permitirme expresar y encauzar las inquietudes de una generación, que nunca te siguió (aunque te escuchó), sino que recibió el caldo de cultivo de la tuya, pero creando sus propias expectativas y códigos, más allá de las conquistas de unos falsos reyes magos, que pretendieron quitarnos todo, sin sustitución. Ya me siento más libre cada vez, como tu hijo Silvito, porque de esa carga, tanto como de la música y las imágenes --junto con esa ideología cargante y gravosa, que nos impusieron desde 1959-- debemos desprendernos y exorcizarnos todos los cubanos, para vivir completamente contentos, en paz con ustedes y con nosotros mismos, sin tener que cambiar la frase conocida, por una más latente, o casi otra analogía por oposición (“Cría Ojos y te sacarán el Cuervo”), que es lo que está sucediendo hoy, en realidad, dentro de nuestro país y en nuestro pueblo.

Por eso, hoy puedo decirte, con tus propias palabras, que: “Soy feliz, soy un hombre feliz, y quiero que me perdone(s), por este día”, por ser uno de “(los) muertos de mi felicidad”.

Cierro mis palabras, con el emblemático acróstico, que hice para ti, y que ahora comparto con ustedes:


EL RAULISTA DE FAMELIN

Sabes que nuestro pueblo conoce tu leyenda:

Inventado unicornio que nunca volverá;

Los niños no te siguen, la juventud se irá

Volteando con sus cantos, entre turbas horrendas,

Instadas por las hieles de fieles que huirán,

O quedarán inermes sobre esta componenda:

Raulista tribulando con finadas refrendas,

Olvídate de trovas, que en trabas marcharán,

Dardos de tu opulencia, por la isla famélica,

Roído entre las ratas, que te siguen el rastro,

Imaginando el mito perdido de los Castro,

Ganado por la Nada, de una mentira bélica:

Unidos para el hambre, que posa, psicodélica,

En la boca del Morro. Sin embargo, los pillos,

Zánganos de Su Era, se llenan los bolsillos.

 

Acróstico de José Antonio Gutiérrez Caballero

Afiches del artista gráfico cubano Rolando Pulido.

Última actualización el Domingo, 20 de Marzo de 2011 23:24
 
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