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Artigos: Cuba
Cuba: revolución o compromiso: El pueblo (II) PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Viernes, 12 de Agosto de 2011 21:20

Por HUBER MATOS ARALUCE

Cuba es en primera instancia su pueblo, la suma de sus vivencias en un entorno geográfico. Cada cubano es una pequeña parte de la nación. Cada uno es también un microcosmos del problema y la solución. Una muestra que llevada al laboratorio nos puede arrojar sus fortalezas y sus debilidades.

Los cubanos somos el producto de nuestra insularidad y nuestra historia. Los cubanos de hoy en día – en buena parte como resultado del último medio siglo de dictadura totalitaria somos varios pueblos que hablamos diferentes lenguas. Nos cuesta entendernos.

Los cubanos son gente inquieta, imaginativa, intensa y emprendedora. Éramos un pueblo romántico y bastante crédulo. El comunismo nos convirtió en gente práctica y desconfiada. Para sobrevivir hemos aprendido a dudar hasta de nuestra sombra.

Adicionalmente, la calamidad que ha sufrido nuestra sociedad durante más de cinco décadas ha aumentado nuestra inclinación a tener siempre la certeza de saber “donde estamos parados”. A tener opiniones muy precisas y contundentes sobre la mayoría de las cosas. Esto nos ayuda a tomar decisiones rápidas y seguras en el plano individual aunque es un impedimento a la hora de ponernos de acuerdo en decisiones colectivas. Somos un pueblo políticamente inmaduro.

En el terreno político es común escuchar o leer con toda autoridad expresiones que son la consecuencia del cubano y de su trauma:

“El problema es la unidad, mientras no haya unidad no hay nada que hacer”. “La culpa la tienen los americanos”. “El problema es el embargo”. “Los americanos lo que tiene que hacer es decir hasta aquí y dejarse de boberías”. “No hay solución porque el pueblo cubano no es el mismo, el de ahora tiene miedo y no hay nada que hacer. “El exilio es reaccionario y no entiende lo que está pasando en Cuba”. Etc.

Sin que el tema se nos convierta en una disertación de sicología nacional por alguien que no está preparado para darla, debemos aclarar que por muchas cosas que dividan a los cubanos hay una pasión que los une: el amor por Cuba. Desde cualquier posición del espectro político y en cualquier lugar donde se encuentre, dentro o fuera de Cuba, el cubano ama a su país con intensidad.

El pueblo en el exilio

El cubano es el resultado de su entorno geográfico y sus vivencias. Hay más de dos millones de personas fuera de Cuba y un poco más de once millones de habitantes en la isla. Pero hay muchos exilios. El cubano que vive en Ecuador es diferente al que vive en Miami y este el que vive en Suecia o en España. De cada lugar ha integrado ideas y hasta formas de comportamiento.

La complejidad aumenta porque al exilio han llegado cubanos de todos los estratos, edades, tonalidades ideológicas y generaciones.

Continuará…

 
Trenes y cigüeñas PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Domingo, 07 de Agosto de 2011 18:21

Por Raúl Rivero

Madrid – Los mensajeros del cierre y los abismos, los defensores de la pureza se empecinan en darle una mano de pintura a su palabrería para hacer más hermética la esencia de sus atrincheramientos. Pero la realidad de Cuba enseña que, en diferentes franjas de la sociedad, hay una búsqueda de espacio, una necesidad de hallar asiento y claridades en territorios donde el temblor de la tierra reclama cambios reales.

No hay propaganda que pueda disminuir la presencia de la disidencia tradicional; la fuerza emergente de los presos políticos recién liberados; las Damas de Blanco; la rebeldía de grupos como el de José Luis Pérez (Antúnez) que trabaja en las zona central de Cuba y la intensa actividad antigubernamental, en Oriente, del ex prisionero José Daniel Ferrer y otros activistas.

El periodismo independiente, que empezó en el siglo pasado con bolígrafos viejos y papel estraza, ha asumido los nuevos soportes técnicos (a pesar de los afanes represivos) y se mantiene en su labor de narrar la historia de cada jornada de la nación.

Este es un vistazo general al trabajo opositor y a favor de la libertad en la isla, y aunque parezca que está escrito con tinta de guarapo, no quiere esconder los conflictos y los debates que hierven en aquellos ámbitos habitados por hombres y mujeres liberados por cuenta propia. Seres que defienden sus ideas en situaciones de asfixia y están ahí donde la violencia y la cárcel no son, precisamente, unos recursos literarios.

Es la vida misma, y el ansia de transformaciones profundas lo que indica que otros grupos de ciudadanos quieran participar en el proceso encaminado hacia la democratización del país. En su momento, surgieron los blogueros (ahora usan también el enigmático twitter a ciegas), músicos, fotógrafos, escritores, artistas jóvenes que han salido a decir su verdad, su filosofía y a mostrar el universo peculiar que respira.

Poco a poco, hoy aquí y mañana, sin campañas de prensa, de manera discreta (de acuerdo a sus pretensiones y a la capacidad para la regencia del temor) se asoman otros ciudadanos. Dejan el testimonio de sus deseos de modernizar la nación o de que las aperturas trasciendan el pan con queso, el plátano verde y la posibilidad de rellenar fosforeras y abrir una fonda en la sala de la casa.

Hay brotes, se dice en Cuba, en cualquier parroquia. Unas erupciones aisladas que pueden ser los vehículos de compañeros de viaje que van, por distintos carriles, hacia una misma estación que es todavía una sombra que se recorta contra el cielo.

Hace una semana un veterano activista de derechos humanos me dijo desde Ciego de Ávila que ya casi se podía decir, con el escritor peruano Ciro Alegría, que la oposición es ahora ancha y ajena.

Enseguida se arrepintió de la distancia que le había impuesto la comparación: “La verdad es que aquí le enmendamos la plana al novelista”, aclaró, “porque todo lo que se haga por la libertad de Cuba es muy cercano y de todos los cubanos”.

 
Cuba: revolución o compromiso (I) PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Lunes, 08 de Agosto de 2011 19:23

Por HUBER MATOS ARALUCE

El fracaso económico de la versión castrista del comunismo en Cuba está a la vista.  Nadie puede negarlo.  Hasta el régimen se ha dedicado a buscar culpables.   En todo el mundo ya se acepta que el “paraíso socialista” en Cuba fue una utopía y un timo.

 

En la isla el pueblo detesta a Raúl Castro porque ha resultado un fraude.  El heredero no tuvo los pantalones para afrontar el reto y darle solución.  Ante lo que considera un inminente colapso, la oposición dentro y fuera del país se debate en una polémica sobre el camino a seguir: la negociación o la revolución.

 

La verdad es que no tenemos la posibilidad en estos momentos de proceder por ninguna de las dos avenidas.  Si lo decidiéramos, no podemos sentarnos a conversar con un régimen que no quiere negociar con nosotros.  Tampoco podemos derrocarlo con una revolución porque en estos momentos no hay las condiciones ni tenemos los medios para hacerla.

 

Estas circunstancias no invalidan en forma permanente la posibilidad de negociar o la de tomar la vía del enfrentamiento. Simplemente son escenarios hipotéticos.  Cuando se analizan estrategias, es aconsejable estudiar el panorama con la mayor objetividad posible.  Ahora no,  pero pudieran ser opciones reales en algún momento.

 

El problema cubano es sin duda complejo.  Es  un sistema de fuerzas, presiones, temores y esperanzas.  Lo que pase en Cuba dependerá de actores claramente inidentificables: el pueblo, el régimen, la oposición y la comunidad internacional.  Será el resultado de la acción o  inacción de cada uno de ellos.  Lo que hagan o dejen de hacer  influirá en todos los demás y en el resultado final.

 

El futuro de Cuba dependerá también de lo imprevisible.  Del suceso que nadie esperaba.  Del hecho aislado o de la cadena de acontecimientos que este puede provocar.  El asesinato de Orlando Zapata Tamayo fue un ejemplo.  La conducta heroica de un humilde opositor y la estupidez del régimen condujo a una protesta de las Damas de Blanco. Esta pudo haber tenido menor  importancia si no es porque el régimen las reprimió y  exhibió en televisión el atropello como una especie de escarmiento.  Las imágenes indignaron a la gente y a parte de la Nomenclatura.  La valiente reacción de Reina Luisa Zapata Tamayo fue clave en esa cadena de acontecimientos.

 

Que un suceso no esperado pueda convertirse en un factor detonante o propulsor de una crisis nacional nos obliga a incluirlo como una categoría en la ecuación cubana con igual importancia que: 1) el pueblo 2) el régimen 3) la oposición 4) la comunidad internacional

 

De los cinco factores en juego tratemos de describir al pueblo.  El que vive en el exilio y el que está en Cuba.

Continuará…

 

Última actualización el Lunes, 08 de Agosto de 2011 19:28
 
EL CAMINO DEL PUEBLO NO ES LA CALZADA DEL CERRO. PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Martes, 02 de Agosto de 2011 12:23
Por Santiago Cárdenas 

     "El camino del infierno, está lleno de buenas intenciones", decía una 
mística. El camino del pueblo tiene dos baches. Nace con uno congénito: el 
anonimato. El otro bache se llama exclusión. De esta falta de transparencia 
sólo puede salir: un café con leche ideológico.

      La confusión acerca del autor, -del ideólogo del documento- fueron 
resueltos en un e mail publicado en la Penha Cubana.

"Conozco el estilo del documento y sé quien es el ponente", decía el envío, 
mientras, otros seguian especulando.  "Es el ingeniero, el que pavimenta el 
camino de la transacción"  "Conozco ese pájaro por la cagá" (con acento en la 
segunda a). El tiempo le dió la razón al "Chago". En realidad, no era tan 
difícil descubrir al partero, de este parto distócico. El mismo tono, las 
mismas ideas recicladas, la misma convocatoria y la misma ingénua apelación a 
los comunistas cubanos, para que sean buenos, generosos, y entreguen el 
poder, sin vencedores, ni vencidos.  "El incesante papeleo", como afirmó, hace 
años, Carlos A. Montaner. Papeleo que ya se remonta a un cuarto de siglo. 
Pero, como decía, cínicamente, el dictador Machado en 1933, imitado a la perfección por los Castros: "Dejen que tiren las proclamas; que con papelitos no se tumba mi gobierno" .      Por supuesto, hay que quitarse el sombrero ante los que se quedaron. Hostigados, perseguidos y discriminados, continuan allá. Algunos hay, sin embargo, que han burocratizado la oposición, y forman  parte del paisaje,
digamos, del folklore politico, permitido por la Comisión de Orientación Ideológica del monopartido.  Que ya se han convertido en figuras museables. O, en parada obligatoria de los periodistas extranjeros, en su paso por la Habana. En realidad, están en su derecho de jugar a la bamba. Es su estilo de lucha; su modus vivendi  No van a cambiar. Oportunidades han tenido para "despegar", pero, a estas alturas, del juego politico, no son redimibles.                                                                                  EL SEGUNDO BACHE.      Faltan figuras notables en esta nueva recojida de firmas. La exclusión , siempre la exclusión, asomando de nuevo, su fea  orejita. Desde Cuba, muy pronto se adujo acerca de las dificultades, inherentes al totalitarismo y su debacle, para contactar a todos los interesados  La logística, la falta de transporte, dijeron, tan dificil en la isla. Uhmmmm ! Ohnnnno !........  Pronto se demostró que no era así. Al menos, en el Roque, Lawton y en Placetas no hubo pisón, para tapar este bache en el  camino. Si la consulta de todos y cada uno, era imprescindible:  ?? Porque tanto apuro??  ??Habia una fecha tope o 'dead line' para entregar el documento??.      El arco iris de firmantes incluye a Yoani, y a Guillermo. Solamente menciono a dos, que adoptando otros métodos de lucha más modernos y radicales, 
han marcado el punto de inflexión en la resistencia cubana. Esto  los han hecho notorios en todo el planeta.  Que ellos se adhieran ahora, acríticamente, y transiten, por el camino del pueblo, desvirtuando atenuando, o tergiversando sus posiciones anteriores resulta, al menos, curioso. Tal vez, sea el mensaje que nos estan enviando: su inserción en el estilo de disidencia del siglo pasado. Quien sabe. Y que pena.        Los neófitos del exilio, Tony el Boricua, en la Yuma: y Regis en España,
-repito, solamente por mencionar dos- comienzan a transitar por  otro  camino, largo y decepcionante, de ser los representantes de  la tercera generación de cristianos liberadores, que al final de un largo periplo.........  se darán cuenta que no "representan". Lástima; !tanto sufrimiento en la prisión!. Su entusiasmo por el documento, y sus relaciones en el exilio,
así lo demuestra. Nadie escarmienta por cabeza ajena.                                                                                LA CUESTA Y LA COLINA.      El Papa, para bien o mal,  -no es el caso- se ha convertido en un punto de referencia moral, histórico, y religioso para el occidente. En términos más claros: un receptor y emisor, una brújula, para la humanidad.. Traspolar este esquema religioso -autoritario- a la política cubana es un error. Durante muchos años hemos asistido a la convocatoria desde el Cerro, un barrio de la Habana, a la realización de diferentes proyectos, y la emisión de innumerables documentos, que tienen un denominador comun: aglutinar, ser un punto de referencia, una guia católico-ecuménica, para toda la disidencia.  Esta necesitaria, al parecer, de un mesias, un iluminado, que oriente;  dé protección, y convoque a la unanimidad. Psicologicamente: ??una gran inseguridad, o un protagonismo enfermizo?.          Subiendo desde los asilos de La Edad de Oro y Santovenia, por la  Calzada del Cerro, hacia el cine Maravillas, y mas alla,  hasta el hospital Catolicas Cubanas, existe un desnivel: una rampita ascendente casi un kilometro, que si Ud. lo camina rápidamente, le puede ocasionar disnea. Este sendero llega hasta la casa del ingeniero que construyó el camino del pueblo. Pero éste, en definitiva, no pasa por la Calzada, y la cuesta y su lomita, no es, ni serán, la colina Vaticana.                                                                                         SANTIAGO CARDENAS
Última actualización el Martes, 02 de Agosto de 2011 12:52
 
Cuba: El poder y la gloria PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Lunes, 01 de Agosto de 2011 21:34

Por Vicente Botín

“Duro como una roca, paterno como un abuelo, tierno como un niño”. Con estas palabras describe Dagoberto Valdés, ex director de la revista “Vitral”, a monseñor Pedro Meurice Estiu, arzobispo de Santiago de Cuba entre 1970 y 2007, recientemente fallecido. Los tres adjetivos se adaptan como un guante a la personalidad de quien fue un incansable defensor de los derechos humanos en la isla y el protagonista de la mayor y más simbólica protesta pública contra el régimen realizada por una alta figura de la Iglesia cubana desde el triunfo de la revolución.

Pedro Meurice fue secretario y sucesor en la diócesis de Santiago de Cuba del arzobispo Enrique Pérez Serantes, quien en 1959 describió a Fidel Castro como un “hombre de dotes excepcionales” para acabar denunciando “el pesado yugo de la nueva esclavitud” revolucionaria cuyo propósito, dijo, era acabar “con la libertad, propia de los hijos de Dios”. Monseñor Pérez Serantes sufrió en carne propia la persecución que padeció la Iglesia católica en Cuba después de la breve “primavera” que siguió a la llegada de Fidel Castro al poder. El 17 de abril de 1968, un día antes de su muerte, el anciano sacerdote dirigió unas palabras proféticas a su sucesor Pedro Meurice Estiu: “Muero como un perro mudo. A mi me taparon la boca, así que el día que tú puedas hablar, habla. Y que el mundo te oiga”.

Treinta años después, el 24 de enero de 1998, el arzobispo Pedro Meurice habló más alto que nunca y sus palabras se oyeron en Cuba y en todo el mundo, retransmitidas en directo, paradójicamente, por la televisión estatal cubana. Fue durante la visita de Juan Pablo II a la isla. Monseñor Meurice pronunció una homilía en la plaza Antonio Maceo de Santiago de Cuba, ante el Papa y decenas de miles de cubanos y en presencia de una nutrida representación del gobierno, presidida por el entonces número dos del régimen, Raúl Castro.

El arzobispo de Santiago dio la bienvenida al Pontífice y le presentó al pueblo cubano, “un pueblo noble” y también “un pueblo que sufre”, un pueblo que “es respetuoso de la autoridad y le gusta el orden, pero necesita aprender a desmitificar los falsos mesianismos”. “Este es un pueblo –dijo monseñor Meurice– que ha luchado largos siglos por la justicia social y ahora se encuentra, al final de una de esas etapas, buscando otra vez, cómo superar las desigualdades y la falta de participación. Deseo presentar en esta eucaristía a todos aquellos cubanos y santiagueros que no encuentran sentido a sus vidas, que no han podido optar y desarrollar un proyecto de vida por causa de un camino de despersonalización que es fruto del paternalismo. Le presento, además, a un número creciente de cubanos que han confundido la Patria con un partido, la nación con el proceso histórico que hemos vivido en las últimas décadas, y la cultura con una ideología. Son cubanos que al rechazar todo de una vez, sin discernir, se sienten desarraigados, rechazan lo de aquí y sobrevaloran todo lo extranjero. Algunos consideran esta como una de las causas más profundas del exilio interno y externo”.

Desde las durísimas cartas pastorales de monseñor Enrique Pérez Serantes, sobre todo las tituladas “Por Dios y por Cuba” y “Roma o Moscú”, en las que calificaba al sistema comunista implantado en Cuba como “un virus mortal”, ningún prelado de la Iglesia católica se había atrevido a tanto y menos en presencia de Raúl Castro. El régimen quiso instrumentalizar la visita de Juan Pablo II, pero se dio de bruces con un hombre que nunca le tuvo miedo a la verdad que, como decía don Quijote, “adelgaza y no quiebra, y siempre anda sobre la mentira como el aceite sobre el agua”.

Las palabras de monseñor Pedro Meurice fueron censuradas por algunos obispos, que le reprocharon su “falta de prudencia” porque podían causar un conflicto con el gobierno. La jerarquía católica ha sido en ocasiones muy crítica con el régimen, como en 1993, cuando la Conferencia Cubana de Obispos Católicos publicó el mensaje “El amor todo lo espera” en el que pedía cambios profundos en la dirección del país. Pero cada vez se alzan más voces en Cuba para exigir al cardenal Jaime Ortega Alamino un pronunciamiento más firme frente a las tropelías del gobierno sobre todo en materia de derechos humanos. El papel mediador del cardenal Ortega en la reciente excarcelación de presos políticos, ha sido muy criticado por sectores de la disidencia por avalar la pena de destierro en lugar de exigir al gobierno que todos los disidentes se quedaran en su país.

Muy duro con el cardenal Ortega se mostró el hasta hace unos días jefe de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana, Jonathan Farrar quien, en un cable dirigido al Departamento de Estado, según reveló Wikileaks, la Iglesia católica ha capitulado ante el gobierno y se ha distanciado de los disidentes católicos, a cambio de que el régimen le permita mantener un espacio para el culto y pueda reconstruir templos y seminarios. “El miedo a despertar la ira del Gobierno reduce los programas de la Iglesia a labores muy limitadas, como el cuidado de enfermos mentales”, indica el cable de Farrar, que dibuja una Iglesia acobardada, resignada a la caridad gubernamental y a una mínima autonomía.

Según Wikileaks, un miembro del Vaticano experto en Cuba reveló a funcionarios estadounidenses que el cardenal Jaime Ortega presionó para que se clausurara la revista católica “Vitral”, muy crítica con el gobierno. “Vitral”, editada por la diócesis de Pinar del Río estaba dirigida por el intelectual laico Dagoberto Valdés. La revista estaba considerada como la mejor publicación católica de la isla. “Vitral” no se clausuró, pero en abril de 2007, tras forzar el obispado un cambio en la línea editorial, Dagoberto Valdés y otros miembros de la redacción renunciaron a sus puestos.

En Cuba, gobierno e Iglesia, el poder y la gloria, se han mirado siempre con recelo. En su irresistible ascensión a la cima del poder, Fidel Castro no se detuvo a las puertas de las iglesias. Pero nunca faltaron voces valientes que denunciaron los excesos de la dictadura. Al arzobispo Enrique Pérez Serantes le taparon la boca, pero su discípulo, Monseñor Pedro Meurice Estiu, habló fuerte y claro y sus palabras aún resuenan. Descansen en paz.

Infolatam
Madrid, 30 julio 2011

 
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