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Artigos: Cuba
Carta abierta a Fidel Castro PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Sábado, 10 de Marzo de 2012 09:55

Por Antonio Rodiles.-

¿Quién mintió una y otra vez, frente a todo un pueblo, diciendo que no era comunista y que la revolución era verde como las palmas?

¿Quiénes son los verdaderos anticubanos?
Una vez más la Seguridad del Estado usa la vieja táctica de intentar desprestigiar ante su incapacidad de ir a un debate público de argumentos e ideas. Debate que tendría un final muy esperado, pues absolutamente nadie puede esconder  la ruina a la que han llevado a la nación cubana. La han arrasado e intentan seguirla arrasando. En esta ocasión los ataques se han dirigido al proyecto Estado de SATS y directamente hacia mi persona.

Siento la necesidad de contextualizar esta réplica pues de lo contrario perderíamos la verdadera perspectiva de lo que está ocurriendo. No resulta casual que toda esta andanada de tergiversaciones y elucubraciones provenga de Cuba Debate la página de Fidel Castro y sus empleados.

Para comenzar aclaro que por mi historia familiar (ojo, no hablo del General de División Samuel Rodiles Planas, hablo exclusivamente de Manuel G. Rodiles Planas, mi padre) tengo una versión directa de nuestra historia reciente un tanto diferente de la oficial. Es por eso que puedo entender perfectamente cuál es la raíz de esa despreciable táctica de atacar en lo personal al que disiente, de donde nace el uso de la mentira, la manipulación, el desprecio por el otro, como herramientas indispensables y esenciales.

La raíz tiene un nombre Fidel Castro Ruz y compañía.

Hay varios cuestionamientos que deseo compartir públicamente y créanme que todavía quedan algunos más. Me pregunto:

¿Quiénes realmente han estafado al pueblo cubano?


¿Quiénes han despreciado nuestros derechos?


¿Quiénes son los verdaderos traidores?

Es hora de recorrer un poco la historia y preguntarles directamente a Fidel Castro y compañía, aunque se nieguen a respondernos, como han hecho siempre.


¿Quién o quiénes engañaron a aquel grupo de pilotos y ofendió hasta la saciedad a una persona de la calidad de Félix Pena obligándolo al suicidio? ¿Quién aplastó la independencia del poder judicial  unos días después de enero del 59?


¿Quién mintió una y otra vez, frente a todo un pueblo, diciendo que no era comunista y que la revolución era verde como las palmas?


¿Quién o quiénes  condenaron a Huber Matos a 20 años de prisión, acusado de calumniar a la revolución por decir que se imponía el comunismo?


¿Quién o quiénes manipularon al pueblo cubano declarando, "Elecciones, ¿para qué?", con el objetivo de perpetuarse en el poder?


¿Quién o quiénes son los responsables del fusilamiento de decenas y decenas de cubanos?


¿Quién o quiénes han engañado a un pueblo haciéndoles creer que Fidel Castro participó del combate el día 19 de abril en Playa Girón, cuando realmente no estuvo ahí presente?


¿Quién o quiénes dejaron  morir en huelga de hambre al extraordinario joven Pedro Luis Boitel?


¿Quién o quiénes han sometido a miles de presos políticos y comunes a condiciones infrahumanas y tratos vejatorios?


¿Quién o quiénes despojaron del fruto de su trabajo a miles de familias cubanas prometiendo una prosperidad que nunca ha llegado?


¿Quién o quiénes enviaron, para satisfacer delirios de grandeza, a morir a miles de jóvenes cubanos en África?


¿Quién o quiénes autorizaron y fomentaron el ultraje a miles de cubanos que deseaban abandonar el país, apedreando sus casas y provocando la violencia y ahora se aprovecha de las remesas de ellos a sus familias para sostener su delirante e ineficiente sistema?


¿Quién o quiénes han impuesto a todo un pueblo a vivir en condiciones de penuria durante tantos años?


¿Quiénes son los principales responsables de la destrucción de toda la industria, infraestructura, agricultura, vivienda? ¿Quién o quiénes gobiernan el país a base de decisiones y caprichos que sólo muestran una gran ignorancia y prepotencia?


¿Quién o quiénes autorizaron el hundimiento del remolcador 13 de marzo donde murieron alrededor de cuarenta personas, principalmente niños y mujeres? Todavía recuerdo el  cinismo de Fidel Castro frente a las cámaras de televisión diciendo que había sido un accidente.


¿Quién ordenó pulverizar a dos avionetas desarmadas en pleno vuelo y acabar sin escrúpulos con la vida de cuatro seres humanos?


¿Quién o quiénes son los máximos responsables del fusilamiento, en un juicio sumarísimo, de tres jóvenes en el año 2003?

¿Quién o quiénes ordenaron las brutales penas a 75 disidentes políticos, por el sólo hecho de ser hombres libres?

¿Quién o quiénes ordenaron y ordenan humillar con violencia  a un grupo de mujeres indefensas que piden la libertad de sus esposos y  de todos los cubanos?

¿Quién o quiénes son los responsables de la muerte del joven Orlando Zapata Tamayo que sólo pedía que no se le ultrajara con más golpizas?

¿Quién o quiénes ordenaron la muerte de Wilman Villar Mendoza?  ¿Quién o quiénes ordenaron llevarlo al hospital sólo cuando ya no había posibilidades de salvarlo?

¿Quién o quienes han usado la violencia, el terror y la muerte como formas de escarmiento? Práctica que comenzó desde los tiempos de la Sierra Maestra y que siempre se ha maquillado en un teatro de legalidad.

¿Cuántos muertos pesan sobre ustedes, cuántos?

¿Quién responde por la estampida de cubanos que buscan a toda costa dejar atrás una situación que los agobia? ¿Quién responde por los muertos en el estrecho de la Florida? ¿Quién responde por tantas familias separadas?

Esos responsables sí son los verdaderos traidores, son los verdaderos anticubanos, son los que sienten pánico cuando se habla de una Cuba donde todos tengan voz. Todos sus argumentos son palabras huecas que intentan desviar el dedo que los acusa como los principales responsables de nuestra tragedia nacional.

A nosotros nos queda poco que perder, ustedes han logrado, durante 53 largos años, arruinar nuestra nación, han logrado que impere la miseria. Muestren al menos algo de vergüenza en sus finales.

Por más que se aferren se les acaba el tiempo, los cubanos estamos hartos de sus desmanes. El futuro,  donde no cabrán el odio y la desidia, está tocando nuestras puertas.

Por Antonio Rodiles, coordinador del proyecto Estado de SATS

Última actualización el Jueves, 15 de Marzo de 2012 12:15
 
El banquete de los caníbales PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Domingo, 11 de Marzo de 2012 10:47

Por Andrés Reynaldo.-

En su hora última, la dictadura cubana apela al respeto en su aproximación al exilio, el cual, por respeto, debe ser nombrado como “la emigración”. Sin dejar de sembrar el respeto a porrazos entre la disidencia, a la que debe llamársele, sin respeto, “mercenarios al servicio de la CIA”.

Hasta ayer a los exiliados se les exigía el apoyo incondicional. Pero hoy basta con un encuentro respetuoso de las dos orillas, en aquella orilla. La dictadura permite el acceso a lo que ha sido nombrada “la sede de la Patria” y el emigrado (o sea, el exiliado convertido en turista) confirma los impresionantes cambios bajo la dirección de Raúl Castro. ¡Mirad, la sal ya está por la libre!

Hasta se habla de dar a los emigrados un papel en la economía. La posible compra de casas ha causado furor en algunos círculos sedientos de respeto. Podrás comprar la casa que la dictadura le confiscó a otro emigrado. Quizás hasta podrás comprar la casa que te confiscaron a ti mismo. La imaginación de los pensionistas es tentada con proyectos de complejos de apartamentos a bajo costo y valéryanamente respetables cementerios junto al mar.

También un par de millonarios ha visto arribar la ocasión de contribuir a la apertura. Uno de ellos ha esbozado la idea de que las inversiones y el respeto a largo plazo harían de la Isla una caribeña Singapur. Entre otras inteligentes y graduales iniciativas, la concesión de créditos a los cuentapropistas determinaría la liberación de todo un sector respe(c)to a la dictadura, que debe ser nombrada como “el gobierno”. Por respeto, entiéndase.

En fin, para subir al tren de los cambios hay que abonar el boleto del respeto. Será un tren fantasma, pero el respeto debe ser de carne y hueso.

A la vanguardia del respeto dentro de la isla marchan los obispos cubanos, respetuosamente encabezados por el cardenal Jaime Ortega Alamino. A cambio de su respeto a la dictadura, la Iglesia ha podido desarrollar un notable programa de asistencia social. Su misión profética puede esperar, digamos, a que seamos como Singapur. Mientras tanto, a las continuas concesiones morales y políticas de los obispos las autoridades responden con esporádicas concesiones inmuebles. ¡Mirad, nos devolvieron un pequeño local en Santiago de Cuba!

Ni siquiera el clero franquista llegó tan lejos. A cambio de que la Iglesia pueda hacer la parte del bien que a la dictadura le conviene que haga, la Iglesia le permite a la dictadura hacer todo el mal que se le antoje. El hecho de que Cristo solamente haya ofrecido las dos mejillas debe ser una angustiosa limitación teológica para unos obispos que ya no saben qué ofrecer.

El respeto de los intelectuales se da por descontado. La dictadura, para ellos, es un fenómeno metahistórico, consustancial al territorio. Surgen respetuosos espacios de reflexión. Se ha levantado la veda a la crítica del modelo soviético. Entran en veda los modelos chino, vietnamita y ¡mucho ojo! el angolano, más afín a la dictadura en su carácter callejero, nepótico y cleptocrático.

Los debates sobre el quinquenio gris, la censura de los escritores que viven fuera de la isla y la proliferación de la claria en las fuentes fluviales (con alarmantes casos de ataques a humanos) pasan por alto la causa primera del problema, es decir, la dictadura. La Seguridad del Estado ha de vanagloriarse por lograr con un mínimo de terror tan amplia corrupción semántica. Académicamente, no podemos hablar de una intelectualidad en ejercicio sino de una cooperativa de eufemistas.

En tales circunstancias, el respeto del exilio a la dictadura implica la pérdida del respeto a sí mismo. El llamado a reencontrarnos, con respeto, en el ámbito de la patria por encima de la coyuntura política es una contradicción en sus términos. A menos que el exilio no sólo renuncie a su identidad, sino que además actúe como si la dictadura hubiera renunciado a la suya.

A la mesa del convite al respeto quieren servir el cadáver de la oposición interna. Una estrategia que toma como premisa nuestra potencial inmoralidad, nuestra fatiga. Por respeto a Cuba espero que la dictadura se quede con hambre.


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Última actualización el Miércoles, 14 de Marzo de 2012 09:08
 
La Iglesia somos todos los bautizados PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Martes, 13 de Marzo de 2012 09:39

Por Jorge Hernández Fonseca.-

Siempre es particularmente doloroso escribir un análisis crítico sobre la jerarquía de la Iglesia a la que pertenecemos. Pero cuando se quiere dar al César lo que es de Dios, y se pretende además dar a Dios lo que le corresponde al César, resulta absolutamente necesario intervenir.

 

La Iglesia somos todos los bautizados

Jorge Hernández Fonseca

 

Siempre es particularmente doloroso escribir un análisis crítico sobre la jerarquía de la Iglesia a la que pertenecemos. Pero cuando se quiere dar al César lo que es de Dios, y se pretende además dar a Dios lo que le corresponde al César, resulta absolutamente necesario intervenir.

 

La Iglesia Católica no es el conjunto de los cardenales, obispos y demás autoridades eclesiásticas, como asumen equivocadamente quienes así se expresan. La Iglesia es el conjunto de todos los fieles bautizados, sobre todo dentro la Iglesia Católica Apostólica y Romana --por definición de fe-- a partir de lo cual, el resto de las Iglesias cristianas adoptó similar concepto.

 

Adicionalmente, de la misma forma que la Iglesia Católica Apostólica y Romana no está solamente en Roma, la Iglesia Católica Cubana no está solamente en Cuba; está también en el destierro y en el exilio forzoso, porque el cuerpo de la Iglesia no es conformado solamente por los residentes en la isla, sino también –sobre todo-- por los que, por razones políticas --en parte asociadas a la religión que profesan-- no pueden regresar a vivir su fe libremente en Cuba.

 

Los que en los años 60 del siglo pasado militaron en las filas de la Juventud Católica Cubana y otras organizaciones juveniles religiosas, de alguna forma u otra fueron envueltos en la lucha frontal contra la dictadura comunista que se apoderó del poder político cubano, básicamente por su condición de católicos militantes. En la época --todos lo recordamos-- una facción de la jerarquía católica de entonces decidió abdicar de ciertos principios y asumir un papel “neutral” en medio de la guerra civil que se escenificó en la isla entre demócratas y autócratas, que dejó miles de fusilados, cientos de miles de presos y una diáspora de lo mejor de la juventud cubana de entonces, muchos de ellos católicos.

 

No voy a caer en la tentación de atacar directa o indirectamente al Cardenal Ortega o a cualquier autoridad eclesiástica. Son autoridades a las que los católicos debemos respeto y atención en los aspectos doctrinales y de fe. ¡Dios los bendiga! y los perdone en sus faltas.

 

Sin embargo, en los aspectos que tienen que ver con el futuro de nuestra Iglesia dentro de la isla y en los asociados al futuro político de la Nueva Cuba, me resulta indispensable decirle a la jerarquía católica actual --desde mi libertad política y de conciencia exiliada-- que Uds. reeditan con sus palabras y obras (en el campo político, en el campo ético y en el campo moral) a la anti-cubana y nefasta jerarquía católica de la colonia española del Siglo XIX. Su papel actual en estos campos es destructivo para el futuro de la fe católica cubana en la isla y de franco apoyo a una dictadura totalitaria que ha sido el peor azote de la Nación cubana desde sus orígenes.

 

Destructivo para la Iglesia Católica Cubana del futuro de la isla porque, ¿con qué moral la Iglesia Católica convocaría a los fieles cubanos cuando la dictadura finalmente se desplome? carcomida por sus crímenes, engaños y crueldad para con su pueblo. Y destructivo adicionalmente por convertirse ahora --al final del largo camino y casi llegando al final del túnel-- en una fuerza de apoyo al raulato que reprime e incita hordas bárbaras contra gentes pacíficas y mujeres indefensas.

 

Desde estas páginas mi admiración a aquellos sacerdotes y autoridades católicas que en Cuba se sacrifican por su pueblo en esta hora tan negra. Adicionalmente mis oraciones para el perdón de aquellas autoridades que le fallan a su pueblo poniéndose del lado del más fuerte; pero también mi desprecio para aquellos de conscientemente ayudan a continuar oprimiendo.

 

Artículos de este autor pueden ser consultados en http://www.cubalibredigital.com

 

 
Dos hombres y el destino PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Domingo, 11 de Marzo de 2012 10:49

 

Por Carlos Alberto Montaner.-

Fulgencio Batista y Fidel Castro: 60 años sin democracia en Cuba.

Hace exactamente sesenta años comenzó la tragedia de los cubanos. Solemos decir que se inició con la llegada de Fidel Castro al poder en enero de 1959, pero no es cierto: todo empezó el 10 de marzo de 1952. Esa madrugada, el ex presidente Fulgencio Batista, hombre que en sus orígenes procedía de los estratos más bajos del ejército, dio un golpe militar incruento. Lo llevó a cabo pocas semanas antes de unas elecciones que muy probablemente hubiera ganado Roberto Agramonte, un honorable catedrático de Sociología que presidía el Partido Ortodoxo, formación política vagamente socialdemócrata. El cuartelazo interrumpía un ciclo democrático de tres gobiernos sucesivos de centro izquierda, incluido el del propio Batista (1940-1944), quien había tenido el honor de inaugurarlo.

 

Veamos cómo describía Fidel Castro el mundillo político liquidado por el golpe de Batista. El fragmento que sigue pertenece a La historia me absolverá, el alegato de Castro en su propia defensa por el juicio que se le siguió tras atacar el cuartel Moncada el 26 de julio de 1953:

 

Os voy a referir una historia. Había una vez una república. Tenía su Constitución, sus leyes, sus libertades, Presidente, Congreso, tribunales; todo el mundo podría reunirse, asociarse, hablar y escribir con entera libertad. El gobierno no satisfacía al pueblo, pero el pueblo podía cambiarlo y ya sólo faltaban unos días para hacerlo. Existía una opinión pública respetada y acatada y todos los problemas de interés colectivo eran discutidos libremente. Había partidos políticos, horas doctrinales de radio, programas polémicos de televisión, actos públicos, y en el pueblo palpitaba el entusiasmo. Este pueblo había sufrido mucho y si no era feliz, deseaba serlo y tenía derecho a ello. Lo habían engañado muchas veces y miraba el pasado con verdadero terror. Creía ciegamente que éste no podría volver; estaba orgulloso de su amor a la libertad y vivía engreído de que ella sería respetada como cosa sagrada; sentía una noble confianza en la seguridad de que nadie se atrevería a cometer el crimen de atentar contra sus instituciones democráticas. Deseaba un cambio, una mejora, un avance, y lo veía cerca. Toda su esperanza estaba en el futuro.”

 

Retrato de Batista

 

¿Quién era Batista y por qué derribó la frágil institucionalidad democrática de Cuba tras haber contribuido decisivamente a edificarla en 1940?

 

Fulgencio Batista era un hombre de origen muy pobre, nacido en Banes en 1901, un pueblo remoto y atrasado del oriente cubano. Era mestizo de blanco, negro, indio y tal vez chino. Su madre lo crió sola, porque, como era frecuente en el campo, el padre ni siquiera quiso reconocerlo hasta pasado cierto tiempo. De niño, Batista cortó cañas, trabajó como peón en los trenes, recibió alguna instrucción de unos bondadosos cuáqueros americanos que merodeaban haciendo el bien por aquellos parajes y, finalmente, se reclutó como soldado para escapar de la miseria y estructurar su vida de alguna manera provechosa.

 

Evidentemente, Batista no tenía vocación castrense en el sentido de querer disparar cañones y ganar batallas, pues se hizo mecanógrafo y taquígrafo para trabajar en el Estado Mayor, donde alcanzó el grado de sargento debido a esas destrezas burocráticas menores. Tenía fama de ser inteligente y respetuoso, aunque la vulgaridad afeaba su conducta, inevitable rasgo que se adquiere en la vida cuartelera. Parece que este extremo logró corregirlo con el paso de los años. El poder lo civilizó y lo educó, al menos formalmente.

 

En agosto de 1933, tras la caída de Machado, por esos raros imponderables de la vida, el sargento Batista, ante el desmoronamiento de las instituciones, incluido el propio ejército, se vio de pronto de portavoz de una insubordinación de los sargentos y clases del ejército, cuyo origen era esencialmente económico: protestaban porque no cobraban su sueldo desde hacía varios meses. Pero esa protesta pronto se transformó en reivindicación política cuando unos sagaces revolucionarios, blancos, educados, ideológicamente motivados por el pensamiento de izquierda, y generalmente adscritos a los niveles sociales altos y medios del país, vieron en la rebelión de los sargentos una buena oportunidad de controlar las fuerzas armadas para ponerlas al servicio de la revolución que se proponían llevar a cabo.

 

El 4 de septiembre de 1933 se produjo la primera gran aventura política de Batista. El sargento, junto a los estudiantes universitarios y otros elementos radicales que encabezaron la lucha armada contra la dictadura de Machado, desalojaron del poder a Carlos Manuel de Céspedes, hijo del Padre de la Patria, y ocuparon la casa de gobierno. El entonces muy joven Batista, con apenas 32 años y sin otro bagaje intelectual que el de ser hábil tomando dictados, se convertía en el “hombre fuerte” del país, papel que desempeñaría hasta 1940, cuando resultó electo en unos comicios razonablemente limpios.

 

Batista gobierna entre esa fecha y en 1944, y, finalmente, tras otras elecciones inobjetables, le entregó el poder a un catedrático de medicina, el Dr. Ramón Grau San Martín, quien había sido su más relevante compañero en la asonada del 4 de septiembre, pero a quien había defenestrado varios meses después, en enero de 1934, con el beneplácito y el aliento del gobierno de Franklin D. Roosevelt, entonces empeñado en pacificar y moderar a Cuba.

 

¿Cómo y por qué este humilde sargento, totalmente desconocido, se transformó en el hombre fuerte de Cuba? Mi impresión es que el resto de los factores de poder (el Directorio, el ABC, los empresarios, los comunistas, la embajada de Estados Unidos), por diversas circunstancias vieron sus debilidades como ventajas comparativas.

 

Todos creían que podían manipularlo. Batista era demasiado débil intelectual y económicamente. No pertenecía a la oligarquía económica ni al patriciado blanco, no se había construido una prestigiosa biografía antimachadista. Era, aparentemente, un pobre diablo al que un brillante periodista, Sergio Carbó, flamante Secretario de Gobernación y de Marina y Guerra del gobierno surgido del 4 de septiembre, había ascendido mágicamente de sargento a coronel, colocándole las tres estrellas sobre su camisa sudada de soldado, para tratar de revitalizar la desmoralizada institución armada.

 

 

¿Y cómo se veía Batista a sí mismo? Probablemente, como un hombre de pueblo, sufrido y humillado en aquella Cuba racista y clasista que se burlaba de él porque era mestizo, y de su mujer, Elisa, porque había tenido que lavar ropa de extraños para superar la pobreza. Se veía, además, como un hombre de izquierda que simpatizaba con los republicanos durante la Guerra Civil española (algo que Franco nunca le perdonó del todo). Por eso se sentía totalmente afín al lenguaje revolucionario posmachadista, y seguramente se congratulaba de que la vida le hubiera dado una oportunidad y él había tenido la audacia de saber aprovecharla.

 

Para los comunistas, con quienes se llevaba muy bien, Batista era la mejor opción del panorama político nacional, y el único dirigente que, dados sus míseros orígenes, no era un “enemigo de clase”, como postulaba el manual marxista. Cuando le pidieron, en 1939, que mantuviera neutral al país tras el comienzo de la Segunda Guerra, durante el periodo en que los nazis y los soviéticos se aliaron para desguazar Polonia y engullir a los países bálticos en beneficio de Moscú, Batista los complació. Pero hizo mucho más: legalizó el partido, les facilitó el control del aparato obrero, y fueron aliados en las elecciones de 1940, haciendo ministros a dos de ellos —Juan Marinello y Carlos Rafael Rodríguez— cuando se produjo el triunfo.

 

Ni siquiera Fidel, en 1959, fue tan generoso con los comunistas como el Batista del primer gobierno. Fidel utilizó a su antojo al viejo PSP y, cuando le pareció oportuno, encarceló a unos cuantos dirigentes durante la llamada “microfracción”. Batista, en cambio, los trató como aliados y les concedió una parcela de poder importantísima: la Confederación de Trabajadores Cubanos.

 

Nunca en la historia de la República los comunistas tuvieron más peso y reconocimiento que durante el primer Batista. Lo que explica que hayan sido los comunistas los primeros y más enérgicos batistianos del país. Los dos gobiernos auténticos que siguieron a ese Batista juvenil se encargaron de arrebatarles el poder, los privilegios y la autoridad que el ex sargento les había conferido.

 

Por eso, cuando Batista, en 1944, termina su periodo presidencial y comienza un recorrido internacional, el poeta Pablo Neruda saluda su paso por Chile con palabras como éstas: “Otra hora ha llegado al mundo, la hora del pueblo, la hora de los hombres del pueblo, la hora en que Batista se confunde con los héroes populares de nuestra época, Yeremenko, Shukov, Cherniakovsky y Malinovsky, que hoy golpea y deshace las puertas de Alemania, los guerrilleros de España y de China, Tito y la Pasionaria. A Batista, en esta hora que también, por desgracia, se ha caracterizado por incubar traidores y cobardes, lo ponemos en el marco de los americanos totales”.

 

Después de su periplo triunfal, aplaudido por las izquierdas en media América, Batista se refugia en Daytona, en Florida y allí permanece varios años. En 1948 es elegido senador sin siquiera hacer campaña, y se postula nuevamente para presidente en 1952, pero esta vez carece totalmente de apoyo popular. Según las encuestas de la época, apenas contaba con el respaldo del 10% de los electores. Fue entonces cuando aceptó encabezar un golpe que otros militares y algunos civiles habían organizado previamente.

 

¿Por qué lo hizo? Su primera coartada, totalmente absurda, era que Carlos Prío Socarrás, a su vez, preparaba un golpe. La otra justificación, igualmente insostenible, es que el país estaba en medio del caos producto de los enfrentamientos armados entre bandas rivales. La verdad es más sórdida que todo eso: lo hizo, y la sociedad permaneció indiferente, porque quería seguir mandando y, de paso, enriquecerse otra vez de manera ilícita porque el cofre familiar estaba medio vacío. Pudo hacerlo, pudo dar el golpe, porque no existían en el país unos sólidos valores republicanos universalmente compartidos.

 

Prevalecía en el país la mentalidad revolucionaria, muy vigorosa desde los años veinte, pero absolutamente hegemónica a partir de 1933, que ignoraba la importancia de la ley o el peso de las instituciones. La fina estructura republicana, que exige de los ciudadanos y de la clase dirigente el voluntario acatamiento de la ley, en Cuba era una desconocida entelequia. La democracia pendía de alfileres.

 

Retrato de Fidel Castro

 

El golpe de Batista el 10 de marzo de 1952 fue una bendición para Fidel Castro. El impetuoso abogado de 26 años, con fama de gangstercillo violento —lo que en esa confundida sociedad, sacudida por severas turbulencias, no lo invalidaba como líder cívico—, perteneciente al Partido Ortodoxo y candidato a congresista en las elecciones que nunca se celebraron, de pronto encontró un camino rápido para convertirse en la figura política más importante del país: encabezar la insurrección contra la nueva dictadura.

 

 

Al contrario de Batista, Fidel provenía de una familia rica del campo cubano. Su padre, un gallego laborioso llamado Ángel Castro, llegado a Cuba a fines del siglo XIX como soldado español, a lo largo de una vida de trabajo y continuos negocios se había convertido en millonario. A su muerte, ocurrida en 1956, su fortuna se calculó en más de seis millones de dólares, cifra impresionante para la época. Su madre, Lina Ruz, no obstante su limitadísima formación, quiso que sus hijos estudiaran en buenos colegios y no escatimó recursos para lograrlo, pese a que el centro geográfico de los negocios familiares estaba cerca de Mayarí, también en una región atrasada y distante del oriente cubano.

 

Fidel, pues, fue enviado como interno a Belén, uno de los mejores colegios de Cuba dirigido por los jesuitas, y, cuando terminó el bachillerato, sus padres continuaron manteniéndolo generosamente mientras estudiaba Derecho en la Universidad. Como dato curioso, la primera vez que el nombre de Fidel Castro aparece en un diario es cuando lo ataca el periódico Hoy de los comunistas cubanos. En su edición del 14 de diciembre de 1944 dice lo siguiente: “En el reaccionario Colegio de Belén se realizó una ridícula sesión para combatir el proyecto del ilustre senador Marinello [una ley en contra de la enseñanza privada], y uno de los discursos estuvo a cargo de un tal Fidel Castro, pichón de jesuita, y que se mantuvo hablando tonterías, comiendo gofio durante mas de una hora”.

 

Pero en la universidad, Fidel, pese a ser inteligente y poseer una gran memoria, estudió poco. Todo su interés estaba en labrarse una carrera política que lo llevara al poder. Como en esa época muchos líderes cubanos no se distinguían por su sabiduría, sino por su ejecutoria violenta como revolucionarios, pronto se integró a una de las pandillas más activas, la Unión Insurreccional Revolucionaria, y protagonizó varios hechos de sangre.

 

Mientras el Fidel tira-tiros, como entonces se les decía, inspiraba cierto miedo y respeto entre sus compañeros, y pese a que sus amigos le reconocían una rara capacidad oratoria, la verdad es que el líder político juvenil no lograba abrirse paso. Fidel no consiguió ganar ninguna elección en la universidad. De manera que en 1949, tras advertir que por la vía de la violencia no podía triunfar donde funcionaban las instituciones democráticas, renunció a la UIR y se afilió al Partido Ortodoxo con el objeto de llegar al Congreso.

 

En esa tarea estaba la madrugada del 10 de marzo de 1952, fecha en que Batista dio el golpe. Era la circunstancia perfecta para él. A base de acciones violentas, audaces y absolutamente irresponsables, quemaría etapas y lograría catapultarse a los primeros planos de la política nacional. Enseguida descubrió que su capacidad de convocatoria era muy débil en el terreno político, porque no conseguía nuclear a gentes intelectualmente bien formadas, pero resultaba muy eficaz para organizar pandillas de acción. Podía perder la vida en el intento, pero estaba dispuesto a realizar esa apuesta.

 

De alguna manera, Fidel compartía con Batista ese carácter temerario. La noche en que el ex sargento fue a apoderarse del Campamento de Columbia, pudo morir si algún soldado u oficial se hubiera decidido a hacerle frente. También pudo iniciarse una guerra civil si Carlos Prío hubiera tenido el ánimo de resistir el levantamiento. Pero no sucedió nada de eso. Batista volvió al poder casi sin oposición en los primeros momentos.

 

Pero ocurrió lo peor: se crearon las condiciones para que un nefasto personaje como Fidel Castro, violento y delirante, con la cabeza llena de disparates, sin ninguna experiencia laboral, acabara apoderándose de una sociedad que carecía de defensas frente a los caudillos revolucionarios, porque episodios como el golpe habían convencido a la mayor parte de los cubanos que la república no servía para nada, dado que la clase política no era otra cosa que una banda de ladrones y de violadores de la ley.

Esta historia lamentable comenzó hace sesenta años.

Última actualización el Domingo, 11 de Marzo de 2012 10:54
 
LOS RUMORES DE ‘BUENA FUENTE’ ENTURBIAN LA REALIDAD DE LA INSURRECCION EN CUBA PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Domingo, 11 de Marzo de 2012 11:49

Por Robert Solera.-

Dice el adagio popular –con ese acerbo de cultura y sapiencia atribuida a los años de experiencia—que “de buenas intenciones está plagado el camino al Infierno”.

Algunos participantes periféricos en los esfuerzos insurreccionales para derrocar a Fulgencio Batista y Zaldívar, nuestro anterior dictador, relatan hechos a los que tuvieron acceso de primera mano los que reafirman sus testimonios como testigos presenciales y los salpican con comentarios no siempre justos ni apoyados en los hechos, que ellos creen válidos pues denigran a otros insurreccionales que no tomaron el camino del Exilio y que no siempre se ajustan a la realidad histórica.

Al hacerlo , se dejan llevar por la pasión que hace renacer los rescoldos de viejas rivalidades engendradas en la lucha por el poder y el control de grupos insurreccionales que participaron en la lucha –muy glorificada y casi siempre agigantando la realidad bélica de la “heroica” lucha en las montañas.

La Historia no es simple, cuando uno la quiere explicar sin profundizar en los acontecimientos, ni en los orígenes de las rivalidades ni tampoco –ya que no tuvieron acceso como testigos presenciales—cuál fue o cómo fue la toma de decisiones, que muchas veces comentan dejando flotar la duda sobre la actuación en momentos de tensión y lucha de los dirigentes revolucionarios pues en su momento lo fueron y exiliados o no posteriormente.

Es vieja y notoria la rivalidad que existió–y aun hoy existe—entre los fundadores del II Frente del Escambray que luego se desgajó en las guerrillas de Eloy Gutiérrez Menoyo y las comandadas por Faure Chomón Mediavilla y Rolando Cubelas bajo el emblema del Directorio Revolucionario “13 de Marzo”.

Cuando se afirma que en el asalto a Palacio del 13 de marzo de 1957, Faure fue herido “en una nalga” cabe pensar que quien lo afirma insinúa lo fue “huyendo” y por tanto dando la espalda a los que peleaban y morían en dicha acción.

Personalmente dudo haya sido asi y más bien creo lo declarado por el mismo Chomón, de que fue herido en la cadera y un brazo, pues cuadra mejor a mis recuerdos de él. No lo considero ni remotamente cobarde al igual que a todos los que atacaron Palacio. Es fácil juzgar a los actores desde lejos pero hay que estar loco o ser muy valiente para atacar el lugar más resguardado de La Habana, Palacio. Ademas ninguno de los miembros que he conocido del Directorio 13 de Marzo jamás han dudado de su veracidad. Puedo no estar de acuerdo con sus posteriores posiciones en lo relativo a la insurrección y revolución en Cuba pero eso no me lleva a negarle valor a los que lo tuvieron.

Eloy Gutierrez Menoyo tuvo una participación minima –si es que tuvo alguna—en el Asalto a Palacio. Sí sabía que había sido dueño del Eloy’s Club en la calle Línea un lugar pequeño y oscuro que frecuentemente era utilizado por las “parejitas” en sus encuentros amorosos.

El Gallego es un hombre valiente, rayando muchas veces en la locura, como lo demostró posteriormente al volver a desembarcar en Cuba y ser hecho prisionero en Oriente. Y cuando lo molieron a palos los guardas en Isla de Pinos al negarse al obedecer órdenes, según me lo atestiguaron otros presos políticos. Y que lo llevó a perder la visión en un ojo y más tarde a casi estar ciego hoy dia. Lamentablemente hoy, tengo noticias que tiene cáncer.

Es cierto que Menoyo estuvo primero en el Escambray, con armas del Directorio que fueron rescatadas de donde habían sido dejadas cerca del Prado para el Ataque a Palacio y que nunca se utilizaron por el grupo de apoyo, comandado por Ignacio González, uno de los seudónimos utilizados por él. Su verdadero nombre según “El exilio Republicano Español en Cuba, de Jorge Domingo” es Marcelo Manet, Marcelino Manen o Gumersindo Manet. Gonzalez había participado primero en la lucha republicana en España en la Guerra Civil y tras llegar exiliado a Cuba se involucró en la fallida invasión a Santo Domingo desde Cayo Confites donde intimó con Carlos Gutiérrez Menoyo, jefe militar del asalto a Palacio y con Daniel Martin Labrandero, quien al huir del Castillo del Principe, liberado por un commando del Directorio fue asesinado tras lesionarse al huir.

El grupo de González sumaba unos 100 hombres pero al final sólo 50 se presentaron a apoyar el ataque pero sin el necesario entrenamiento sólo en armas cortas y no en armas pesadas, según Bonachea The Cuban insurrection, 1952-1959, Ramón L. Bonachea, Marta San Martín --quienes atribuye a indecisión de parte de González en dar las órdenes.

Anteriormente se habia acordado por el Directorio, con el apoyo de Menelao Mora –desencantado con el PRC que no había llevado a feliz término su plan en 1955 para matar a Batista según su teoría de golpear arriba, no darle información a los Auténticos en su grupo de la operación pues se temía que se infiltraran y divulgaran el plan de Ataque a Palacio.

Por su parte Carlos Gutiérrez Menoyo se opuso a que se destituyera a González segun Chomón habia solicitado y se nombrara a Luis Gómez Wangwemert al frente de la operación.

No está claro aún qué pasó para que el grupo de apoyo no cumpliera su misión y sólo Calixto Sánchez White, dirigente del sindicato de la Aviacion, acusado de traicionar la operación, fue juzgado en Miami por sus compañeros y absuelto por no haber participado.

Las armas que presuntamente debian haber sido utilizadas por el grupo de González, fueron rescatadas por Domingo Portela Placeres, dirigente del Directorio que luego fue Viceministro de Comunicaciones y más tarde Secreaio del Partido Comunista en la Provincia de la Habana.

Según declaró Faure Chomón a él lo hirieron a nivel de la cadera y en el muslo, mientras entraba a Palacio al punto que saltaron unas granadas que llevaba en el cinto junto con los cargadores de la ametralladora que blandía.

En cuanto a que no le avisó a tiempo al español Gonzalez, según Faure lo hizo por no poner en peligro la operación donde el "Gallego" había reclutado a múltiples semi-gangsters que indagaban detalles de la operación, por lo que Faure propuso le quitaran el mando. Se opusieron para no dañar el secreto.

En el Directorio, al igual que en otras de las ‘organizaciones’ revolucionarias opuestas a Batista habia mucha friccion y rivalidad entre sus miembros. Es natural donde hay seres humanos.

Por otro lado las “organizaciones” no eran estrictamente estructuradas y los “mandos” eran casi inexistentes, o sea, la gente obedecía o no…y no pasaba nada. De modo que el que Chomón fuera o no segundo jefe militar del Asalto a Palacio es totalmente intrascendente.

Como ejemplo puedo dar que tras la revolución la Comisión de Orientación Revolucionaria (COR) luego DOR, bajo el mando de César Escalante Dellundé, dio orden, incluso con la presencia del propio Escalante, en noviembre de 1961 de cerrar el periódico Combate, órgano del Directorio Revolucionario Estudiantil “13 de Marzo”, en las antiguas instalaciones del periódico Avance en la calle Consulado.

El comandante [en realidad Capitán reconocido) Guillermo Jiménez [Jimenito] quien era el Director” aceptó calladamente la acción aunque el propio Humberto Castelló, a la sazón Secretario General del Directorio –Faure Chomón estaba de Embajador en Moscú] no impuso su autoridad, lo que luego Chomón le criticó al regresar a La Habana por no haberse opuesto. Al momento Combate sólo era superado en circulación por Revolución y el periódico La Calle de Luis Orlando Rodriguez no tenía ni remotamente igual número de lectores. Por supuesto, fue una decisión política del Gobierno que en ese momento le disputaba a Fidel Castro el poder a manos de Aníbal Escalante y su Partido Socialista Popular (PSP), enmarcados en las ORI (Organizaciones Revolucionarias Integradas) que presidia Escaloante como Secretario de Organización antecesora del PURS (Partido Unido de la Revolución Socialista) sustituido en 1965 por el Partido Comunista de Cuba.

Durante el periodo insurreccional las tensiones entre el II Frente y el Directorio llegaron al punto en que Eloy Gutiérrez Menoyo detuvo a Rolando Cubelas Secade, que fue lo que motivó que Faure Chomón subiera de nuevo al Escambray para subasanar los problemas. Algo que fue documentado por un artículo aparecido en 1961 en Combate bajo la autoría de Humberto Castelló [y que el que subscribe mecanografió] narrando los pormenores del hecho.

Faure Chomón fue al igual que otros miembro del MSR (Movimiento Socialista Revolucionario) y no fue incluso antes del asalto a Palacio un personajillo. Recuerdo una foto cuando la muerte a principios de 1952 de él parado con la mano extendida como para detener a los que tiraban y mataron a Rubén Batista en el Prado y San Lázaro.

Otros también participaron en los grupos de acción durante los años posteriores a 1933, unas veces en ese grupo u otros como la UIR, la Asociación Revolucionaria Guiteras y otras más. Pero innegablemente algunos “revolucionarios” de esa época lucharon para derribar a Batista y otros no.

Al Cesar lo que es de Cesar y a Dios lo que es de Dios. Es innegable que un proceso tan turbulento como fue –y aun es—la revolucion se preste a confusiones y malentendidos y agitar las pasiones en uno u otro sentido.

Hubo y hay muchos olvidados de los que expusieron sus vidas en busca de la libertad. Es normal.

Los que estan en la cuspide no lo estan por ser mejores –a uno y otro lado del Estrecho de la Florida—sino porque utilizando el padrinazgo y el arribismo han logrado trepar. No solo Luis Goicoechea fue olvidado. Hay muchos mas pero si uno lucho por la libertad no importa si lo han o no olvidado. El saber que se puso su granito de arena en la lucha pasada y en la actual es motivo mas que suficiente para no apesadumbrarse por el olvido pues, si uno fue honesto y no aspiraba a nada, ¿no fue esa lucha el motivo de su participacion en pro de la la libertad de Cuba?

¿Quien se acuerda del asesinado Ramón Pando Ferrer que inició con Luis Blanca el Escambray? ¿Quien se acuerda de Antonio “Ñico” Guevara, que participóen los hechos de la CMQ?

Los alzados en el Escambray, los Organos, la Sierra del Rosario y la Sierra Maestra solo se dedicaron a un juego de espera…y nada mas.

El intempestivo huir de Batista y la ambicion de Fidel Castro los llevo al poder, pero no todos lo disfrutaron o lo disfrutan. Lo unico malo de todo es que quien pago y paga los platos es el pueblo de Cuba, aherrojado por decenas de anos…y en una espera que desespera.

 
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