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Artigos: Cuba
Epidemias en Cuba, de eso no se habla PDF Imprimir E-mail
Escrito por Tomado de INFOBAE   
Sábado, 14 de Julio de 2012 10:29

Por Hernán Alberro.-

El gobierno de Cuba informaba hace dos semanas que "en el total de pacientes atendidos, han sido identificados diferentes gérmenes, precisándose el diagnóstico del Vibrión Cholerae en 53 casos, de ellos 3 fallecidos adultos mayores, de 95, 70 y 66 años de edad, con antecedentes de enfermedades crónicas". De esta forma, el régimen cubano evitaba usar la palabra cólera, como se identifica popularmente al virus que se presenta como epidemia donde existen condiciones sanitarias deficientes, hacinamiento, guerra e inanición.

Es cierto que, como tantas otras epidemias, el cólera tiene mala fama entre los gobernantes del mundo, ya que habla a las claras de falta de las condiciones de higiene y salubridad necesarias para evitarlo. Precisamente, su contagio se da mayormente en alimentos mal lavados o agua en mal estado. Es por eso que estos brotes sólo se registran en países subdesarrollados.

Al respecto, al igual que hizo con el brote de dengue, el gobierno de Cuba está buscando ocultar esta epidemia mediante un solo comunicado bastante críptico y luego el silencio.

"Dicen que es para no crear pánico", comentó el periodista independiente cubano Luis Joaquín García Vega, quien recordó que a su colega Desy Mendoza lo enviaron a prisión en los 90 por informar sobre los primeros casos de dengue. García Vega manifestó que "según datos no oficiales, hay más de una decena de fallecidos, se rumorea, se dice, pero nada oficial".

Por su parte, el periodista Guillermo Fariñas sostuvo que mediante la prensa independiente se logra obtener algo de información, siempre con fuentes off-the-record para que éstas no pierdan el trabajo. Asimismo, el disidente político Frank Correa agregó que "los periodistas de los medios informativos apenas tocan este tema del cólera, pues quienes están emitiendo las pocas informaciones que salen son los dirigentes del partido especializados en tratar temas de seguridad nacional, bajo las orientaciones del alto mando, así que ninguno de los periodistas oficiales se arriesgaría a perder el puesto con una información objetiva, ni ningún periódico sería capaz de publicársela".

Correa, líder del grupo opositor Rescate Cultural, explicó que "el Gobierno ha admitido una cifra mucho mayor que la informada en días pasados, aunque continúa alegando que la situación está bajo control, porque es un hábito enraizado en la política revolucionaria no dar atisbos negativistas en sus informaciones al pueblo, cero crónica roja, ningún tipo de opinión que alarme a la población".

Además, "los periodistas informan bajo el riesgo permanente de ser arrestados y amenazados, siempre para saber de dónde es que obtuvieron la información", agregó Fariñas, Premio Sajarov a la libertad de conciencia 2010, otorgado por el Parlamento Europeo.

Hace ya varios años, el Premio Nobel de Economía Amartya Sen manifestaba que "nunca ha habido una hambruna importante en países que gozan de una libertad de prensa relativamente grande". Lo mismo podría decirse seguramente de las epidemias. La idea es que la libertad de prensa informará sobre los hechos de tal manera que "obligará" a los políticos (que buscan mantenerse en el poder) a tomar las medidas necesarias para resolver la situación a tiempo. Sin embargo, esto no parece preocupar a los hermanos Castro. "Es que la élite gobernante no tiene problema en conseguir jabones, agua potable y demás recursos para evitar estos virus, el problema está en los hospitales y en las ciudades del interior donde la situación de la vivienda es muy precaria", explicó Fariñas.

En la misma línea que Sen, García Vega explicó que la solución está en "la transparencia y la limpieza pública", ambas cosas que hace más de medio siglo que no existen en la isla caribeña. Correa, quien obtuvo el Premio a la Libertad de Expresión que otorga el Proyecto Puente Democrático, aseguró: "Las condiciones sanitarias son pésimas en casi toda la Cuba profunda y las condiciones elementales para contrarrestar una epidemia de grandes proporciones son escasas, aunque no dudemos una cuarentena general para aislar los casos, o alguna medida sacada de debajo de la manga de los líderes comunistas".

Lo más alarmante en cierto sentido es que Cuba tiene una larga trayectoria en materia de lucha contra el cólera... pero en Haití, donde "los médicos cubanos han realizado una gran tarea en ese sentido, pero en Cuba las condiciones de sanidad son precarias a diferencia de lo que dice la propaganda oficial", informó García Vega. Fariñas también explicó: "Precisamente la preocupación del Gobierno por tener una buena imagen en la opinión pública internacional a través de las brigadas médicas que envía a Haití, Bolivia, Ecuador y Venezuela, entre otros países, hace que ahora resulte más difícil enfrentar esta epidemia en nuestra propia casa".

Así, el país que se muestra como modelo en materia de salud pública podría verse afectado por una epidemia de cólera, en especial porque -según informaron los periodistas locales- hay problemas con la recolección de la basura, las filtraciones en los acueductos que contaminan el agua potable y por doquier hay cloacas con salideros, lo cual sumado al clima tropical y húmedo se convierte en un caldo de cultivo para estas enfermedades.

La prensa oficial está en estos días abocada a informar sobre el proceso electoral que ha comenzado en Cuba. Un proceso que según las autoridades cumple con todos los requisitos de un sistema democrático. Sin embargo, a las claras incumple con uno de los principios básicos de la democracia, como la libertad de expresión y el libre acceso a la información. Porque para las autoridades cubanas, cuando hay un riesgo para la salud pública... bueno, de eso no se habla.

Hernán Alberro es Director de Programas del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL).

 
Cuba en el siglo XXI (el síndrome del ombligo del mundo) PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Martes, 10 de Julio de 2012 11:45

Por Huber Matos Araluce.-

Cuba es hoy todo lo que no debe ser una nación en el primer siglo de la era digital. Cuba es importante para nosotros porque es nuestra  patria, pero en el contexto de la política y la economía mundial tiene poca relevancia.

En la isla prevalece una economía obsoleta y estatizada; dependiente de la subvención extranjera y del pago de salarios a nivel de miseria.  La Internet, una computadora y el poder de los modernos lenguajes de programación son sueños inaccesibles para la mayoría de la juventud.  La población está agotada y sin fe.

Pese a  esta situación, y en buena parte  por ella, los cubanos pensamos que lo que sucede en nuestro país debía ser de gran  interés para cualquiera en el planeta.

En alguna oportunidad bauticé este fenómeno de presunción exagerada como “el síndrome del ombligo del mundo”; algo que padecemos todos, pero que lo manifiesta en forma crónica el reducido grupo de procastristas que todavía defiende al sistema.

No hay nada más absurdo que leer a los blogueros del régimen reiterando los errores y las injusticias que en cualquier parte, como si ellos vivieran en una sociedad superior por la gracia de Fidel Castro.

Que los demócratas cubanos  creamos que  nuestros problemas requieren  la atención del mundo, no es descabellado,  siempre y cuando actuemos con diplomacia y, aunque parezca algo contradictorio, con realismo.

El origen de este síndrome comenzó con Cristóbal Colon el 28 de octubre de 1492 quien al llegar a Juana (Cuba) dijo que estaba ante “la tierra más bella”.

Se acentuó en extremo cuando por iniciativa del tirano Fidel Castro, nuestro país se convirtió en un instrumento de la URSS en su conflicto con los Estados Unidos.

Los castristas no lo vieron así.  Ellos quisieron creerse que eran la avanzada mundial en el combate contra  el “imperialismo yanqui”.   Ante la desintegración de la URSS, debía haberse impuesto la realidad, pero no sucedió.

La tiranía castrista se había quedado sin el escudo militar soviético, sin su escatología postcapitalista y aun peor, sin la subvención que la mantenía a flote, Pero el síndrome se impuso.

En lugar de adaptarse al nuevo mundo, Fidel Castro –el único que tenía derecho a pensar y a decidir – siguió creyendo que él (Cuba) seguía siendo el ombligo del mundo.

Por esta razón sus incondicionales necesitaron más de dos décadas, la ruina nacional y la decrepitud del tirano, para empezar a darse cuenta de que el experimento era un fracaso total  y que el poder que tenían peligraba.

Finalmente llegaron a la conclusión de que para sobrevivir  necesitan una relación política y económica normal con su vecino del norte, fuente de turismo, un mercado e inversiones importantes.  A pesar de esto no acaban de darse cuenta de que el exilio cubano es parte integral de los Estados Unidos.

Sin embargo, todavía creen que pueden obligar al gobierno en Washington  a negociar la libertad de un infeliz ingeniero estadounidense (Alan Gross), condenado a quince años de cárcel por tratar de facilitar a los miembros de la oposición en la isla el acceso a la Internet.

Los demócratas cubanos no estamos tan desubicados.  Nuestro síndrome es menos crónico.  Quisiéramos convencer a todos que de la libertad de Cuba –Venezuela incluida- depende la seguridad del Continente.  No es así.

No queremos aceptar que el antiyanquismo siempre ha existido con otros nombres.  El castrismo lo practicó  por medio siglo, pero existía desde mucho antes.  Cuando Chávez desaparezca, tarde o temprano otro “iluminado”  tomará esa bandera o lo que va quedando de ella.

En cierta forma vivimos del pasado.  Es como si ya no tuviéramos ni retos, ni ilusiones,  ni proyectos importantes por delante.  Nos conformamos con ser demócratas, anticastristas y anticomunistas.

Es un gran error, lo mejor de Cuba no quedó en el ayer, ni será necesariamente lo que vive el mundo de hoy. Lo mejor de Cuba está por hacer y le corresponde decidirlo a las generaciones que lo construirán con su esfuerzo.

Continuará

 
Fidel Castro se ha enamorado PDF Imprimir E-mail
Escrito por Tomado de INFOBAE   
Sábado, 07 de Julio de 2012 22:02

Por Carlos Alberto Montaner.-

Fidel Castro se ha enamorado de la Moringa. Es un amor crepuscular. A sus 86 años, como en los boleros, ha encontrado otra razón para vivir. La Moringa es una planta milagrosa que viene de la India. Es una fuente inagotable de proteínas y minerales que crece casi sin agua y en cualquier terreno. Por qué la Moringa no ha efectuado sus prodigios en la India es una pregunta incómoda que el viejo Comandante no se hace.

Fidel es un hombre de respuestas, no de preguntas. No conoce la duda, esa actitud típica de los agentes de la CIA. Fidel está seguro de que esta vez ha acertado con la bala de plata adecuada para matar de un tiro todos los males económicos que aquejan al país. Será su legado final a la nación que ha dirigido desde hace tres generaciones, aunque en el tramo final lo asiste su hermano Raúl, en tantos sentidos, pequeño.

No es la primera vez que Fidel resulta iluminado por estas intuiciones geniales. El economista Marzo Fernández, escapado del manicomio hace unos años, sintetizó muy bien la lista de hallazgos portentosos debidos a la iniciativa de Fidel: una semilla de gandul que crecía hasta en el cepillo de dientes; el arroz IR8; el café Caturra que no necesitaba sombra, ni agua, ni tierra, porque, como la hidra, arraigaba tenazmente hasta en las piedras; un plátano maravilloso cultivado por microjet; un tipo de ganado con vacas generosas que daban ríos de leche y toneladas de carne que no cumplió lo que se esperaba, pero al menos les dejó a los cubanos la única estatua que existe en el mundo a una vaca, la gloriosa Ubre Blanca, junto a un toro semental, ambiguamente llamado Rosa Fe, también venerado, que murió en acto de servicio y en los brazos amorosos de un mamporrero tras la milésima eyaculación revolucionaria.

¿Para qué seguir? La revolución cubana es algo así como la versión caribeña del Gabinete del Doctor Caligari o la consulta del Dr. Frankestein. La sociedad cubana es un laboratorio experimental colocado a la disposición de un tipo arbitrario y lleno de imaginación, colérico y autoritario, que lleva más de medio siglo buscando un truquito que catapulte a la fama y a la prosperidad la hacienda de su propiedad llamada Cuba. Ese personaje, Fidel, ha acaparado y se ha reservado absolutamente la capacidad de tomar iniciativas. Es él quien precisa cuáles son las necesidades y las resuelve. Es él, en exclusiva, quien descubre las oportunidades y se lanza a explotarlas.

Por eso, entre otras razones, ese régimen es un fracaso absoluto. Si le vamos a creer a los discípulos de Vilfredo Pareto -y hay razones para tomar en cuenta a este extraordinario economista italiano- el 20% de la sociedad tiene el ímpetu que se necesita para tirar del 80 restante.

De esa quinta parte llena de energía surgen la mayoría de las iniciativas. Eso quiere decir que en un país como Cuba, Fidel Castro se ha apoderado de las facultades creativas de más de dos millones de personas y las ha condenado a la pasiva obediencia de sus caprichos más delirantes, lo que explica (en parte) la miseria y la desesperanza que imperan en esa pobre nación, de la que los jóvenes quieren escapar a bordo de cualquier cosa porque, dada la experiencia, son incapaces de creer que algún día conseguirán mejorar la calidad de sus vidas.

Raúl Castro no ignora nada de esto. Él sabe que los arrebatos de su hermano son responsables de una buena parte del fracaso económico del país, pero su autoridad no le alcanza para frenarlo. Lo ha obedecido ciegamente toda su vida y esos comportamientos se convierten en hábitos. En todo caso, Raúl es un déspota diferente. Administra el desastre, pero no lo provoca. Su intención es mantener el poder político a cualquier costo y quiere copiar el modelo vietnamita, aunque no se sabe muy bien qué es ese engendro.  Me cuentan que Raúl despachó la historia de la Moringa con un comentario melancólico e impotente: "Son cosas de Fidel".

* Periodista y escritor. Su último libro es la novela La Mujer del coronel.

 
Un escenario en ruinas PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Lunes, 02 de Julio de 2012 09:29

Por Martha Beatriz Roque Cabello.-

Se podría delinear una imagen de la capital a través de un recorrido por el municipio de Centro Habana, en particular por la calle Neptuno, que es una de sus principales vías. Comienza en el Prado y termina en la Universidad de La Habana, pasando por la sede de las Damas de Blanco, en una zona en la que el dinero circulante está muy escaso, o dicho en lenguaje popular: “no hay un quilo”.

LA HABANA, Cuba, julio, www.cubanet.org - Existen allí numerosos lugares de ventas particulares, que incluyen ropa, zapatos, útiles del hogar, discos, carteras, servilletas sanitarias, diferentes productos para la limpieza, piñatas y artículos de fiesta, entre otros. También pululan las carretillas de vendedores con alguna que otra fruta y viandas. Pero casi no hay clientes, solo vendedores.

Hay tiendas estatales que ofrecen sus artículos en CUC y en moneda nacional (mal llamada así, ya que ambas monedas son nacionales). Estos establecimientos están prácticamente vacíos y con muy poco surtido.

Es habitual que algunos artículos que se venden en divisa desaparezcan de las tiendas. Sin embargo, los revendedores los tienen en la calle a precios muy altos. Cuando son de primera necesidad, como por ejemplo lo que está sucediendo ahora con las frazadas (colchas) para limpiar el piso, llegan a alcanzar precios que representan hasta el triple de su costo. También el Estado se aprovecha y, cuando reinicia su venta, les aumenta el precio.

Una tienda que vende productos cárnicos, leche, yogur y otros derivados, ubicada a la altura de la calle Consulado, se distingue por su mal olor. Se puede advertir que sus productos están congelados desde hace mucho tiempo. La gente no los compra, porque los precios son muy altos para el nivel adquisitivo de la población que vive en esa zona.

En el momento en que pasé frente al comercio que está en la esquina de Águila (antigua Roseland), era surtido con paquetes de perros calientes, y antes de que terminaran de colocarlos en las neveras, ya había cola. La empleada dijo textualmente: “Esta es la comida de los pobres”.

Un paquete de perros calientes tiene un precio de 0.90 cuc, equivalente a 22.50 en la llamada moneda nacional, es decir, casi una jornada y media de cualquier trabajador promedio. Hoy, las comidas más populares entre lo que podríamos denominar la “clase media habanera”, son arroz amarillo con perrito, espagueti con perrito, papas (cuando las había) con perrito, etc…

Siempre, al paso por Neptuno, vas a encontrar alguna tienda “cerrada por remodelación”. ¿Qué pasó con los inventarios en venta? ¿Se contaron? ¿Se guardan a buen recaudo? Eso es difícil de contestar, ya que al parecer los faltantes, los productos ociosos, los artículos en mal estado, son problemas que se solucionan cambiando algo en el establecimiento, es un método que se repite por en todos lados.

A veces son departamentos de algunas tiendas los que se cierran. Otras veces la “remodelación” es completa.  En ocasiones hay también convenientes incendios salvadores, como el que se produjo de la Tienda La Puntilla. Nunca se conocen las causas del incendio. La última información para el pueblo es: “Se está investigando” y no se habla más del asunto.

Al inicio de la calle Neptuno se paran los llamados “boteros” en sus almendrones, a pregonar para donde van, generalmente para el Vedado o Marianao. Meses atrás, era difícil conseguir un asiento en uno de estos autos, cuyo tarifa es de 10 pesos por persona. Ahora, con la situación de falta de dinero que está viviendo el país, ellos también tienen que hacerse propaganda.

Durante el recorrido por Neptuno, no faltaron los latones de basuras mal olientes y desbordados, en el medio de la acera o en plena calle, impidiendo el paso peatonal.

Caminar por Neptuno es todo un reto. Las estrechas aceras están muy deterioradas y las personas acostumbran pararse a conversar delante de las puertas de las casas, lo que obstaculiza aun más el tránsito peatonal. En esta zona no hay parterre, por lo que no se le puede echar la culpa del deterioro de las vías a las raíces de los árboles. En general, el panorama es tétrico, por la cantidad de casas destruidas, balcones despedazados y la mayoría de las fachadas despintadas.

Antes de que en Cuba comenzara el proceso “involucionario” de 1959, la gente paseaba por esta calle para ver las atractivas vidrieras de sus tiendas. Siempre se mantenía limpia. Sus comercios, múltiples y de todo tipo, estaban abiertos a toda hora. Además, el trato entre las personas era cortés y educado. Hoy, de todo eso no queda sino un escenario en ruinas.

Última actualización el Viernes, 06 de Julio de 2012 09:59
 
Padura: indolente, mirando para abajo PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Martes, 03 de Julio de 2012 13:55

Por Haroldo Dilla Alfonso.-

Casi no conozco personalmente a Leonardo Padura. Nuestro único contacto personal fue un saludo de iniciación en el antiguo Cuartel de Ballajá en el Viejo San Juan. Pero soy un lector regular de su obra, que siempre admiro. Toda ella anuncia a una persona trabajadora, talentosa, sencilla y sincera.

Son cualidades envidiables. Pero al parecer no son suficientes para decir cosas políticamente equilibradas, aunque confieso que esta es una cualidad difícil en nuestro escenario polarizado de políticas pasionales. Y Padura nos lo acaba de demostrar hace unas semanas con su artículo sobre el cardenal Ortega que ha sido publicado en dos de los órganos de prensa que el proyecto de la llamada “transición ordenada(mucho orden y muy poca transición) tiene a su disposición para la difusión de sus argumentos políticos: Espacio Laical y Progreso Semanal.

Huelga anotar que coincido con Padura en el reconocimiento del derecho que tiene la Iglesia a impulsar un proyecto político propio, en que hay datos positivos de su gestión social y política reciente y en el repudio a los ataques personales y difamatorios contra el Cardenal. Y si no abundo en ello, es porque ya expliqué mis puntos de vista al respecto en un artículo varias semanas atrás en este mismo diario, y probablemente a los mismos lectores que ahora leen esto. Por eso me detengo con más esmero en la parte en que creo que Padura se ha sumado a una línea argumental parcializada y trillada y donde se ha colocado por debajo de su propia leyenda intelectual.

Padura es unilateral en su juicio. Si somos absolutamente fieles a los hechos, habría que reconocer que el Cardenal no ha sido una víctima inocente del “fuego cruzado de los extremistas”, sino uno de los fusileros. No olvidemos que esta historia se inflama cuando el Cardenal hizo una “devaluación ofensiva” de las personas que ocuparon una iglesia en los umbrales de la visita de Ratzinger, y que lo hizo en un lugar tan céntrico como la Universidad de Harvard. Y aunque el siempre dinámico Orlando Márquez hizo todo lo posible por demostrar que no dijo lo que dijo, en realidad solo pudo confirmar que lo dijo. Y hasta el momento el Cardenal no se ha excusado, lo que en realidad hubiera sido algo superior. Y hubiera desinflado toda esta campaña en su contra.

Pero todo esto sería intrascendente —parte de ese pasado que ya está pasando, diría Lichi— si no fuera porque el propio Padura también se ha convertido en fusilero. Si leemos su texto, encontramos que todo lo que resulta fundamentalmente crítico (no de detalles críticos como se autoproclama el novelista, sino fundamentalmente crítico) queda encerrado en el mismo dilema binario que arropa a los detractores del Cardenal. Así, habla con insistencia de “extremistas de afuera y de adentro” alimentados de “odios enconados”, seres sumergidos en “la confrontación y el odio”, “ingratitud y posturas extremistas” que “solo sirven para exhibir protagonismos personales o, en el peor de los casos, para que nada cambie”.

Otra vez volvemos a lo mismo, a buenos y malos, a virtuosos y pecadores, a amorosos y odiosos. A toda la dicotomía maniquea que efectivamente nos llevará a ese futuro de “odio y resentimiento” que Padura quiere evitar ensalzando unilateralmente al Cardenal.

Otra cuestión que me parece muy poco edificante es la indolencia del escritor. Padura sabe escudriñar la realidad social, y por eso escribe cosas memorables. Y por eso sabe que, como decía Boff, todo punto de vista es la vista desde un punto.

Y el punto desde el que mira Padura a la realidad cubana es muy diferente al que disponen los “odiosos extremistas. Y por eso no es extraño que vea cosas diferentes. Padura es —con méritos sobrados— un miembro de la élite cultural cubana. No tengo nada en contra de esa élite, a la que yo, desde el modesto balcón de las ciencias sociales, pertenecí. Y esa élite se beneficia de una serie de derechos delegados —yo me beneficié— que los “ingratos” no tienen. No es culpa de la élite, sino del sistema, y de esa selectividad de la memoria que siempre retoza con el olvido y llega a relegar hasta “…los momentos que no pueden ser olvidados”. Y que creo que Padura, indolente, y mirando para abajo, llega a olvidar.

Recordemos algunas cosas para entender porqué hay tantos “odiosos y extremistas” y por qué los integrantes de la élite cultural no tienen necesidad de serlo. Así, en virtud del pacto castrante de la UNEAC con el PCC, ellos pueden viajar, salir y entrar de la Isla sin mayores dificultades, vivir un tiempo afuera si lo requirieran, y en ocasiones hacerlo con sus familias. Pueden hacer críticas lights que incluso pueden ser publicadas en Cuba. Pueden hacer dinero y gastarlo como mejor les convenga. Muchos de ellos están en la lista de los que pueden comprar un auto nuevo, y tienen acceso a Internet. Y para mayor regocijo algunos son comensales frecuentes de los espacios de “diálogo, reflexión, crítica y presencia social” que se han abierto desde la Iglesia. Y donde se conforma un nuevo bloque ideológico aliado de la apertura pro-mercado que implementan los militares.

A nivel mundial eso no es gran cosa. Son derechos que los cubanos emigrados gozan en sus respectivas patrias adoptivas sin necesidad de hacer ninguna concesión política. Pero en Cuba se trata de un estatus que muy pocos elegidos disfrutan. Y que por supuesto no disfrutan los “extremistas odiosos y enconados”.

Para los “extremistas” no hay espacios de debates, y cuando tratan de organizarlos los acosan y los meten presos. Las acusaciones vertidas contra el pasado Festival CLIC son un ejemplo. Muchos de ellos estuvieron en prisión por muchos años sencillamente por expresar sus ideas. Ahora se les detiene por horas, donde los amenazan, maltratan e intimidan. Es decir, no los encarcelan por años, sino varias veces en el año, lo cual algunos voceros del nuevo bloque ideológico aplauden como pasos hacia la liberalización.

Varios “extremistas han muerto en huelgas de hambre. Y otros son bloqueados y apabullados en sus casas por turbas organizadas por el Gobierno. A Reinaldo Escobar —un intelectual— lo arrastraron por la calle en uno de los hechos más perturbadores y miserables que yo haya visto. Se les acusa —a los “odiosos”— de agentes del imperialismo yanqui, pero muy pocos tienen a su haber acciones que denoten complicidad alguna con el Gobierno estadounidense. Y los hay, tan reprimidos como todos, que nunca han pisado la oficina gringa de intereses y se oponen al bloqueo/embargo.

En Cuba no existe el derecho al libre tránsito, por lo que varios “enconadoshan obtenido visas para asistir a eventos internacionales, y el Gobierno les niega el derecho a salir del país. Creo que Yoani Sánchez va por unas 22 negativas, por lo que solo le quedan 4 hojas disponibles y aún no ha pisado el aeropuerto. Y al economista Espinosa Chepe no solo le niegan la salida, sino que de paso el Presidente de la misma UNEAC que garantiza los derechos a la élite cultural, le tilda en público de mercenario. Solo les darían el permiso de salida si aceptaran una expatriación definitiva y la expropiación de sus derechos ciudadanos.

Y es conocido que si una persona emigrada adopta una posición crítica es muy probable que se le niegue el regreso, siquiera de visita, a su país. Conozco muchos casos de cubanos a los que se ha negado el permiso para despedirse de un familiar moribundo, y han tenido que velar en la lejanía los últimos momentos de padres y madres. O que solo ven a sus hijos crecer en fotos y videos, distanciados por una política gubernamental que usa a los familiares como rehenes. Y finalmente mueren solos —lejos de su gente y de sus lugares— en esto que para algunos es exilio, emigración para otros y destierro para todos. Querer que esta gente se estremezca de emoción ante “los intentos de comprensión” del Cardenal me parece demasiado ambicioso.

No critico a Padura por participar en el muy restringido proceso de “diálogo, reflexión, crítica y presencia social” que la Iglesia católica organiza en el país. Según veo es un proceso que atrae de todo, desde gente de primera hasta todo tipo de oportunistas. Y con seguridad Padura está en la primera categoría y solo le aconsejo que se aparte de los caminos trillados y lleve a esas concertaciones su mensaje avanzado sobre la vida que he tenido la oportunidad de leer y disfrutar.

Solo le pediría que no sea indolente.

Tal y como el mismo Padura definía indolencia en uno de sus excelentes ensayos: como “insensibilidad de un individuo hacia la suerte de los otros”, como “imposibilidad de sentir dolor por el destino de los demás”.

Tomado de CUBAENCUENTRO

 
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